Thursday, January 10, 2013

Los Colombianos No Somos Así… Por El Momento: Un Político de la India Se Va Y Deja Poco



Su lucha empezó con la fundación de un movimiento político que prometía defender los derechos de los más necesitados. Con frecuencia hablaba de que lo asesinarían y que el país entero estallaría en llamas. Su vida, decía, no la hubiera predicho ningún astrólogo. Empezó haciendo caricaturas para denunciar las injusticias que veía y para protestar los abusos que los extraños cometían contra su ciudad. Luego descubrió el poder de la oratoria. Sabía caldear los ánimos de su audiencia y no le importaba si después había saqueos de almacenes o violencia contra sus enemigos.

Cuando obtuvo el poder en su ciudad tenía ideas a conveniencia del momento. Cambiaba de enemigos, hacía y rompía alianzas con todo el mundo. Prefería ejercer el poder por medio de otros pues no le gustaba responder preguntas sobre sanidad pública o finanzas. Prefería los trucos políticos extremos y admiraba la “magia” de Hitler. 

Amaba hacer favores, andar rodeado de guardaespaldas y decorar las paredes de su oficina con hologramas de sí mismo. Escuchaba a los peticionarios que se arrodillaban frente a él. Conseguía casas para los deportistas, distribuidores para las películas de mercado difícil y era amigo de los empresarios millonarios aunque les hacía protestas populares si despedían del trabajo a alguno de sus protegidos.

Su mejor momento fue durante los levantamientos religiosos de principios de la década de 1990 cuando perdieron la vida más de 1.000 personas. Su partido creció y ganó las elecciones regionales. Investigadores oficiales documentaron la participación del partido en la violencia pero él no respondió ante la justicia.

Quizá no dejó legado perdurable excepto por el cambio de nombre de su ciudad natal. Sus herederos políticos, un hijo y un sobrino, eran apenas una sombra de lo que él había sido. Cuando murió el país había cambiado mucho a pesar de su oposición. Pero si hubiera podido asistir a su propio funeral lo hubiera disfrutado: asistió gente muy importante que todavía lo temía lo suficiente para hacerle un homenaje hipócrita y vinieron las masas que lo adoraban, todavía ignorantes, todavía sumisas, presenciando cómo se tornaba en ceniza todo lo que les dijo que creyeran.

Así se puede resumir la nota necrológica de Bal Thackeray,  cacique político de Bombay, hoy Mumbay, muerto a los 86 años el 17 de noviembre del año pasado, publicada en la revista Economist.

En solidaridad con la ignorancia de las masas y en complicidad con las elites colombianas querría decir que no hay ni ha habido líder colombiano que haya construido su carrera pública sobre la violencia, la manipulación de las masas con palabras de odio a sus opositores, los favores personales pagados con fondos del estado, la ausencia de principios,  la actuación por manos de terceros para no dejar rastros personales. 

Luis Mejía –  10 de enero del 2013
Publicado en blogluismejia.blogspot.com

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