Friday, December 27, 2013

¿LENGUAJE OFENSIVO? CENSURA vs LIBERTAD DE DECIR Y LEER


El gobierno ruso ha prohibido el uso de palabras obscenas en los artículos publicados por los medios de comunicación de masas y en los comentarios que hagan los  lectores de estos. Así lo informa la página web de RT, canal ruso de televisión, en nota fechada el 25 de diciembre último. 

La Agencia Supervisora Federal para las Comunicaciones y las Tecnologías de Información de la federación rusa ha decretado que en adelante no se podrán usar “términos obscenos relativos a los órganos genitales masculinos, términos obscenos relativos a los órganos genitales femeninos, términos obscenos relativos al acceso carnal y términos obscenos relativos a mujeres de virtud fácil así como todos los derivados de las palabras arriba mencionadas”. La repetición de palabras y el orden en que se listan los órganos sexuales es propio del texto oficial que no quiere dejar ambigüedades sobre el alcance de la norma y la jerarquía de los sexos.

RT, el canal de televisión de propiedad de la fundación TV-Novosti y considerado por algunos como órgano informalmente oficial de noticias del gobierno, es frecuentemente una buena fuente de información sobre Rusia y el mundo, excepto cuando toca temas relacionados con el presidente de la federación rusa Vladímir Putin pues en estos casos pierde la objetividad del periodismo profesional.

La norma expedida por los funcionarios rusos recuerda un debate que hubo recientemente en México y en Colombia sobre las palabras que deben proscribirse del lenguaje hablado y escrito. Este tema fue tratado ya en este blog.   

En una muestra de respeto a la igualdad de los pueblos, la misma fuente informa en nota del 23 de diciembre que en el 2013 hubo en los Estados Unidos 49 intentos por parte de funcionarios estatales y municipales, distritos escolares y padres de familia de eliminar libros en las bibliotecas escolares por razón de su contenido sexual explícito, referencias al uso de drogas adictivas o lenguaje vulgar. Entre los autores que los niños estadounidenses no deberían leer se encuentran Ana Frank, Isabel Allende, Rudolfo Anaya, Toni Morrison, Alice Walker y Ralph Ellison.

Para confirmar que la estupidez es un don universal la censura del lenguaje en Rusia y los Estados Unidos recuerda el auto de fe presidido por un abogado colombiano de nombre Alejandro Ordoñez -elegido en mala hora por el Congreso Colombiano como Procurador General de la Nación- el 13 de mayo de 1978, en la ciudad de Bucaramanga, cuando en compañía de media docena de compinches hizo una pira con libros robados de una biblioteca pública para castigar su contenido científico, humanista, irreligioso o sexual . Unos volantes que circularon días antes invitaban a los lugareños a quemar “publicaciones corruptoras”.  Este episodio a su turno recuerda la gran pira de libros árabes y judíos ordenada por el cardenal Cisneros en Granada en 1499 prácticamente por la misma razón. Por fortuna para los colombianos ni Bucaramanga era el centro de saber que fue Granada ni Ordoñez tiene el respaldo de dios y el rey que tuvo Cisneros.  

Carlos Vidales, el intelectual público colombiano conocido ya de todos mis lectores, ha escrito una magistral crítica del ukase contra la obscenidad en el lenguaje. Dice:

Saturday, December 7, 2013

Divulgación de Secretos Oficiales, Derecho de Saber, Neutralización del Criminal y Censura de los Medios


El 20 de julio del presente año las autoridades británicas obligaron al diario The Guardian a destruir una computadora Apple que contenía los documentos que Edward Snowden sustrajo de los archivos electrónicos de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos. Estos documentos revelaban las dimensiones del espionaje electrónico doméstico e internacional practicado por los gobierno de los Estados Unidos y la Gran Bretaña.

A raíz de esta situación el editor del periódico, Alan Rusbridger, escribió un artículo titulado The Snowden Leaks and The Public que ha publicado la respetada revista internacional The New York Review of  Books en su última edición. Rusbridger analiza las implicaciones que el sistema de espionaje montado por las dos potencias y desvelado por Snowden tiene para la vida privada de todo el mundo, para el debate público sobre los abusos de las autoridades y para las libertad de hacer oposición a quienes están en el poder. He hecho una versión libre de ese artículo pues considero que tiene importancia para mis lectores en América Latina y Europa. He insertado subtítulos que no aparecen en el original para facilitar la lectura.

EL PÚBLICO Y LA INFORMACIÓN SECRETA DIVULGADA POR SNOWDEN

Por Alan Rusbridger – Editor de The Guardian

I

Torpe Intento de Censurar la Prensa
El estado británico consideró que ya se había hecho “suficiente” debate sobre el material circulado en mayo pasado por Edward Snowden,  antiguo contratista  de la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency - NSA), cuando ordenó al diario londinense The Guardian que se lo entregara o lo destruyera. Yo, como editor del periódico, corría el riesgo de un requerimiento judicial o una visita de la policía –nunca fue claro cuál de las dos- si nos rehusábamos a obedecer. En la práctica nos enfrentábamos a una situación en la que el estado -sin consideración por el interés público y la importancia del asunto- intentaba coartar la discusión del tema por parte de la prensa y  desconocer la capacidad de esta de ejercer control previo sobre el material reportable.
En nuestras discusiones con los funcionarios del gobierno antes de destruir el material el 20 de julio pasado tratamos de hacerles ver que este intento de ponerle bozal a un medio noticioso era no solo equivocado en principio sino también inútil. Les dijimos que había copias del material de Snowden en otros países, que The Guardian estaba coordinando su divulgación con medios de los Estados Unidos, que el primer periodista con quien hizo contacto Snowden vivía en Río de Janeiro y que una productora de cine que también estaba en contacto con él tenía otros materiales en Berlín. ¿Qué creían ellos que lograban si destruían unos discos duros en Londres?
Los agentes del gobierno dijeron que “les apenaba tener conocimiento” de que existían otras copias pero que obedecían órdenes de terminar la publicación por parte del The Guardian destruyendo las computadoras que tuvieran información trazable a Snowden. Sospecho que en el fondo nuestros interlocutores entendían que habían perdido el control de la situación. La tecnología que despierta tanto entusiasmo a los espías, que les permite ver sin restricciones las vidas de millones de personas, es también una tecnología virtualmente incontrolable o inatajable. Pero la gente pierde sus hábitos con dificultad. Tanto la ley estadounidense de 1917 sobre espionaje como la ley británica de 1911 sobre secretos oficiales –ambas con raíces en fiebres de espionaje y riesgos de sedición en tiempo de guerra- mantienen una influencia ineludible.