Saturday, January 12, 2013

EXTRANJERO EN SU TIERRA: EL RETORNO DE UN COLOMBIANO - IIB



Día 2: ¿Un País De Exageraciones O Un Autor Que Exagera? – Continuación

La brújula de la razón está perdida
En las cámaras secretas de un palacio...
Juan Manuel Roca

Hace unos 30 años el partido liberal colombiano representaba una tradición –al menos en lo retórico- de librepensamiento, anticlericalismo, democracia popular y progreso social. En noviembre del 2012 su bancada votó unánimemente por la reelección de un Procurador General de la Nación que ha hecho su carrera política y profesional como vocero de todo lo contrario y a pesar del rechazo de la opinión educada. Un congresista miembro de ese partido justificó su voto a favor de ese representante del integrismo católico diciendo que a su papá lo habían asesinado miembros del establecimiento nacional hacía 25 años y que solo ese Procurador había dirigido una investigación que permitió llamar a juicio a uno de los sospechosos de ese asesinato.  Su duelo personal pesa más que los intereses del país y el respeto a la tradición ética e intelectual de su partido. Aún así, hay muchos colombianos que creen que este político tiene madera de estadista. Y él también.

El gobierno nacional empezó negociaciones en el 2012 con las guerrillas con miras a celebrar un acuerdo que dé por terminada la guerra civil que ha asolado los campos colombianos por 60 años. Las guerrillas proponen que en las negociaciones se discuta la posibilidad de una reforma agraria. Probablemente en eso hay que darles la razón pues el siglo XX estuvo marcado por una guerra permanente, en ocasiones abierta, en ocasiones soterrada, por el control de la tierra y por el constante acoso al que los latifundistas e inversionistas agroindustriales sometieron al pequeño finquero y al colono que extendía la frontera agrícola hacia tierras nuevas. Los voceros de latifundistas e inversionistas agrícolas han vetado la mera mención de reforma agraria y el resto del país se queda callado.

El congreso aprobó en agosto del 2012 una reforma extensa de la Constitución, que transformaba completamente el sistema judicial, creaba privilegios procesales para los miembros del mismo congreso y para algunos de sus funcionarios administrativos y prorrogaba los períodos de los magistrados de las altas cortes. El rechazo de la opinión pública fue unánime.
Los congresistas en un raro gesto de atención a sus electores derogaron la reforma en un santiamén, probablemente violando normas de procedimiento. Uno de los que votaron en favor de la reforma y de su derogación fue el director único del partido liberal, presidente de la cámara de representantes y jefe de la bancada de su partido en la misma cámara; como jefe de partido y de bancada dio instrucciones a los congresistas de su partido de votar igual que él. Se excusó ante las críticas a su manejo del proceso legislativo diciendo que no había leído el texto del acto legislativo y que, en consecuencia, no era conocedor de sus aspectos negativos.  A pesar de su incompetencia e irresponsabilidad no perdió ninguno de los cargos que tenía y es muy probable que en las próximas elecciones los votantes lo reelijan representante a la Cámara o lo promuevan a senador si de ello se antoja.

También en el 2012 el Congreso colombiano discutió un proyecto para legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Un senador conservador y confeso católico declaró que consideraba inmorales y perversos los actos sexuales entre hombres pero que no tenía objeción a los actos sexuales entre mujeres. Algunos observamos inconsistencia lógica y ética en su opinión y nos llama la atención el silencio que ha guardado sobre los asesinatos cometidos por los paramilitares de su tierra, los robos del tesoro público cometido por sus aliados políticos y financiadores de sus campañas electorales y la incompetencia de los copartidarios que ha recomendado para posiciones de gobierno. Es como si en su opinión, y en la de muchos que votan  y votarán por él, la conducta de los adultos en lo secreto de sus alcobas tuviera más impacto en la vida social que el uso que los políticos hagan del poder que ponemos en sus manos y lo que sus amigos hagan con las vidas ajenas y los dineros públicos.

A principios del 2012 los administradores del Instituto de Medicina Legal se enteraron de que por 10 años habían tenido un empleado con funciones de médico psiquiatra que ni era médico ni era psiquiatra. Este funcionario expidió 1.834 conceptos profesionales y ejerció  como presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Legal y Ciencias Forenses y presidente del Fondo de Empleados del Instituto. Antes de desempeñar este cargo había trabajado también como psiquiatra en el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario y había sido profesor en las Universidades de San Buenaventura, Antonio Nariño, de Boyacá y Tecnológica y Pedagógica de Colombia. Nadie completó las investigaciones disciplinarias en su contra dentro del Instituto de Medicina Legal de manera que cuando una empresa privada interesada en contratarlo descubrió el fraude, los administradores del Instituto se declararon honestamente sorprendidos. Las autoridades judiciales tomaron conocimiento del caso y lo condenaron a prisión. Los que por negligencia (o por presiones de políticos, una posibilidad siempre presente en las entidades de gobierno) fallaron durante el proceso de contratación y evaluación de calificaciones profesionales en detectar las falsedades en su hoja de vida permanecen anónimos, y en consecuencia inocentes, para la justicia, los medios y la sociedad. Este falso psiquiatra no es caso único. También en el 2012 los medios informaron que uno de los diputados más poderosos a la asamblea de Antioquia había incluido en su hoja de vida oficial grados universitarios y experiencia de trabajo que nunca tuvo; el diputado culpó a su secretaria de las mentiras contenidas en su hoja de vida y las autoridades de control, luego de exhaustiva investigación, declararon que no encontraban motivo suficiente para castigar su engaño.

Con alegre vanidad y mucho fervor patriótico El Tiempo, diario bogotano, informó a sus lectores el 6 de enero de 2013 que “el país subió cinco puestos en ‘ranking’ de felicidad y llegó al primer lugar… Aunque llevamos varios años muy cerca, por primera vez Colombia es el país más feliz del mundo, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza, que realiza en 54 países la red mundial de empresas de investigación de mercados (Win - Gallup International). El año pasado, en el mismo sondeo, ocupábamos el sexto lugar detrás de países muy prósperos como Holanda y Suiza [énfasis del redactor del periódico]. Este año, somos primeros, seguidos de Malasia, Brasil y Arabia Saudita”. En la misma edición el periódico informa que cinco mil niños fueron asesinados en los últimos cinco años, cuatro mujeres fueron asesinadas en una fiesta el 30 de diciembre pasado, el 10% de la población vive en la miseria y el 34% es pobre, el corredor de bolsa más importante del país se quebró con pérdidas muy grandes y dejando al descubierto la mala fe de miembros de la elite económica y la incompetencia de los funcionarios públicos encargados de vigilarlos y las guerrillas dieron asilo en sus cuarteles a la autora intelectual del asesinato de su propia hermana.

Escribe Carlos Caballero Argáez también en El Tiempo: “[Felipe López] opina que los "gobiernos en Colombia son bastante mejores que lo que la gente cree". Que, "en términos generales, Colombia ha sido un país bien gobernado", en donde el "populismo ha sido prácticamente inexistente" y en el cual "hay una tecnocracia que da continuidad y ningún presidente ha producido una hecatombe, como sí ha sucedido en muchísimos países del tercer mundo y en uno que otro del primer mundo". Lo que no cambia mi opinión sobre la incompetencia de las elites. Los gobiernos colombianos han sido óptimos para la clase social a la que pertenecen Felipe López, Caballero Argáez y los dueños de El Tiempo. Somos los demás los que tenemos motivos para estar insatisfechos.

Luis Mejía – 12 de enero del 2013
Publicado en blogluismejia.blogspot.com

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