Friday, January 27, 2012

Campaña Presidencial en Estados Unidos – 2ª Parte La Ciencia Cede A La Militancia Política: Psicología de la Infidelidad En el Partido Republicano

Tanto Mitt Romney como Newt Gingrich han sido acusados por los otros candidatos de su partido y se han acusado entre sí de serias fallas éticas, ignorancia de conceptos básicos de las ciencias y los asuntos de estado, inconsistencias en su diagnóstico de los problemas nacionales y en las soluciones que proponen y conflicto de intereses con respecto a sus finanzas personales y las posiciones públicas que han desempeñado.

Del señor Romney hablaré en la tercera parte de esta serie. Hoy quiero referirme al señor Gingrich, quien fue profesor universitario de historia antes de dedicarse a la política. Fue elegido miembro de la Cámara de Representantes federal donde ejerció un poder desmesurado y, a mi juicio, de manera irresponsable durante el segundo periodo presidencial de Bill Clinton. De ese período de su vida quiero mencionar dos iniciativas que lideró y que definen su actitud frente a los asuntos de estado. Una fue su renuencia como presidente de la Cámara a negociar de buena fe con el gobierno la aprobación del presupuesto de manera que habiéndose vencido la vigencia presupuestal y no habiéndose aprobado un nuevo presupuesto el gobierno estuvo paralizado por varios días. La otra fue la propuesta de llamar a juicio al presidente por un affair que había tenido con una mujer que hacía una pasantía en la Casa Blanca. Hoy en día se ha querido justificar este evento con el argumento de que el presidente había mentido bajo juramento al hablar del asunto y que los ataques que se le hicieron fueron por perjurio y no por adulterio. Esa puede ser la verdad técnica pero no fue la verdad verdadera en el momento en el que el país vivió la crisis provocada por los republicanos.

El manejo del presupuesto en esos días es antecedente directo de los obstáculos que ha encontrado el presidente Obama para trabajar con el congreso y las mayorías republicanas. Desde hace ya muchos años es posible observar una actitud en sectores importantes del partido republicano de oposición cerrada y antagonismo irrestricto al partido demócrata cuando este tiene mayorías en el congreso o cuando ejerce la presidencia de la república. Es como si los republicanos asumieran el papel de representantes únicos de los intereses nacionales y gobernantes naturales del país y negaran a los demócratas el derecho a ejercer el poder cuando los resultados electorales los favorecen. En este empeño no hay táctica que no implementen ni obstrucción que no atraviesen en el camino de los demócratas. Los intentos de estos de gobernar con agenda y representación multipartidistas son vistos por aquellos como vacíos de poder y debilidades de carácter que ellos están llamados a remediar. Los republicanos no toman rehenes en su intento de ejercer un poder hegemónico en el gobierno y en la oposición: la armonía y colaboración entre diferentes fuerzas, el desarrollo equilibrado de las distintas regiones, la integración de grupos humanos marginados, la construcción de un consenso entre intereses rivales, el respeto a la multiplicidad de valores y expresiones culturales en una sociedad extremadamente variada como la estadounidense, son cosas sin importancia para ellos. El señor Gingrich personificó esas actitudes cuando fue presidente de la Cámara e implementó planes para imponerlas a toda la sociedad. Nada ha hecho desde entonces para convencer a nadie de que ha desarrollado la capacidad de negociación, conciliación, tolerancia, entendimiento de las diferencias y aceptación de los demócratas como políticos con iguales derechos y deberes que él de que carecía en esa época.

La persecución que hizo del presidente Clinton por el problema de adulterio merece también ser considerada en detalle pues representa la doble moral del discurso de los republicanos cuando se trata de censurar la vida privada de los demás. La vida matrimonial del señor Gingrich ha sido tema de discusión en los medios de comunicación del país y, de hecho, él ha sido cuestionado sobre la misma en los debates en que ha participado con los otros candidatos de su partido. Su reacción ha sido de enojo y rechazo y ha reclamado respeto a su derecho de vivir en privado sus asuntos domésticos. Sus críticos, sin embargo, recalcan el hecho de que durante el escándalo Clinton él estaba teniendo un affair extramarital con quien es su esposa de hoy, la tercera que tiene. Para ellos es cosa de gran hipocresía que alguien como él tome una posición radical de respeto a la familia y el matrimonio tradicionalmente definidos cuando su primer matrimonio también terminó luego de un affair extramatrimonial con quien se convirtió en su segunda esposa. Tres matrimonios y dos adulterios prolongados no son prueba válida de que uno está personalmente comprometido con los valores tradicionales de la institución familiar. En mi opinión el político renuncia a tener una vida privada cuando se compromete con una agenda legislativa que contradice los principios encarnados en su vida doméstica.

Esta ha sido, pues, materia de discusión seria entre amigos y enemigos del candidato. Quizá una de de las defensas más fascinantes que se haya hecho de los adulterios del señor Gingrich corrió por cuenta de un psiquiatra de nombre Keith Ablow identificado como miembro del Equipo Médico de la cadena de noticias Fox. El artículo de Ablow es un ejemplo de antología de cómo el fanatismo político puede destruir el pensamiento científico. Pero no se atengan a lo que yo digo. Juzguen por ustedes mismos.

Dice Ablow:

“…Yo no creo que los votantes tengan nada que ver con la alcoba de un candidato. Pero los medios siempre están inclinados a castrar a un candidato para darle un placer morboso al público.

“…La vida matrimonial del señor Gingrich, incluyendo su pasado de infidelidades… no implica que él vaya a serle desleal a los Estados Unidos de América o a la Constitución de los Estados Unidos.

“Uno puede tomar la posición moral que quiera con respecto a los hombres y mujeres que se la juegan a sus parejas pero el hecho es que no hay correlación alguna, desde una perspectiva psicológica, entre la capacidad que tengan para respetar sus promesas matrimoniales y su fidelidad al juramento de posesión en un cargo público.

“...Lo que alguien que tenga interés en hacer más poderosos a los Estados Unidos puede racionalmente deducir de la conducta del señor Gingrich en sus tres matrimonios es:

“1) Tres mujeres conocieron al señor Gingrich y quedaron tan afectadas por su energía emocional y su inteligencia que decidieron pasar el resto de sus vidas con él.

“2) Dos de esas mujeres tomaron esa decisión aunque el señor Gingrich ya estaba casado.

“3) Una de ellas tomó esa decisión aunque el señor Gingrich ya estaba casado por segunda vez, no compartía con ella la buena apariencia física y su esposa del momento (Mariane) quería hacerle la vida sin ella tan difícil como fuera posible.

“Conclusión: Cuando tres mujeres quieren comprometerse a vivir toda la vida con un hombre que ahora es candidato a la presidencia, mi preocupación es la de si querremos que Gingrich nos gobierne por un tercer período, no la de si saldremos de él al final del primero…

“4) Dos mujeres –las dos primeras esposas del señor Gingrich- han estado a su lado cuando él ha compartido con ellas un hecho increíblemente doloroso: que ya no las amaba como antes, que se había enamorado de otras mujeres y que necesitaba seguir los dictados de su corazón a pesar del tremendo precio que tendría que pagar financieramente y del riesgo a que expondría su buena reputación.

“Conclusión: Yo solo espero que el señor Gingrich sea igual de directo y crudo con el Congreso, con el pueblo estadounidense y con los aliados…

“5) Las hijas del señor Gingrich en su primer matrimonio son unas de sus partidarias más entusiastas. Obviamente lo adoran, respetan y agradecen la clase de papá que ha sido.

“Hasta donde lo puedo decir y a juzgar por los datos psicológicos solo hay un riesgo real para los Estados Unidos en la historia marital de Newt Gingrich si llega a ser presidente: que otro país, quizá más joven que el nuestro, se sienta tan atraído por él que lo quiera seducir, casar y hacer su presidente. Pero eso es extremadamente improbable.”


Cuando uno lee esta opinión se pregunta si el autor está hablando en serio. Y lo está pues lo avala la cadena Fox. Es de conocimiento público que esta cadena  está afiliada con los sectores más fanáticos del partido republicano y que su cubrimiento de las noticias es irremediablemente sesgado, por ello no sorprende que haya dado acogida a un comentarista que despojándose de su toga de científico se ha puesto el delantal de apologeta de una causa  éticamente insostenible y socialmente perversa.

Luis Mejía – Enero 27 de 2012

1 comment:

  1. Muy interesante el resumen sobre la campana presidencial. Estamos a la espera de la tercera parte....

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