Friday, March 16, 2012

TERRORISMO: El Nuestro y el Ajeno Por Eqbal Ahmad

[Nota del Traductor: Este documento es la transcripción de una charla de Eqbal Ahmad ante un grupo de estudiantes de la Universidad de Colorado, en Boulder, el 12 de octubre de 1998; presentada en un estilo informal, contiene pensamientos incompletos, frases sueltas, referencias a eventos que eran evidentes a su audiencia del momento pero que pueden parecer crípticos  a lectores posteriores. Por esta razón la traducción envuelve interpretaciones e intentos de completar frases truncas con el fin de darles sentido en castellano al mismo tiempo que trata de mantener un estilo conversacional. Las notas de pie de página han sido preparadas por el traductor para ayudar al lector a recordar algunos eventos]

En las décadas de los 30 y los 40 del siglo XX el movimiento judío clandestino en Palestina era considerado “TERRORISTA”. A partir de ahí otras cosas comenzaron a suceder.

Hacia el año de 1942 ocurría el Holocausto y en el mundo occidental se desarrollaba una cierta simpatía liberal hacia el pueblo judío. En ese momento los terroristas de Palestina, que eran sionistas, súbitamente empezaron a describirse como “guerreros de la libertad”. Eso fue hacia 1944-45. Fotografías de al menos dos primeros ministros de Israel, uno de ellos Menachem Begin, aparecieron en avisos públicos que decían “Terroristas. Tanto de Recompensa”, como puede verse todavía en libros con material fotográfico de la época. La recompensa más elevada que he podido documentar hasta el momento fue de 100.000 libras esterlinas por la cabeza de Menachem Begin, un terrorista.

Más tarde, de 1969 a 1990, la OLP, Organización para la Liberación de Palestina, se convirtió en la organización terrorista por antonomasia. Yasir Arafat ha sido descrito una y otra vez por el decano del periodismo estadounidense William Safire del New York Times como el “Terrorista en Jefe”. Ese es Yasir Arafat.

Más recientemente, el 29 de septiembre de 1998, ví una fotografía que me pareció divertida de Yasir Arafat a la derecha del presidente Bill Clinton. A su izquierda, el primer ministro de Israel Benjamin Netan­yahu. Clinton está mirando a Arafat, y Arafat se ve, literalmente, como un ratón doméstico. No muchos años antes le gustaba aparecer en público con un aire de hombre peligroso, con una pistola amenazadora colgada del cinturón. Ustedes recuerdan esas fotografías y recordarán la que menciono en seguida.

En 1985 el presidente Ronald Reagan recibió una delegación de hombres barbados. En esa época yo estaba escribiendo sobre ellos mismos en el New Yorker. Eran unos tipos de apariencia feroz, de barbas y turbante, como si vinieran de otro siglo. El presidente Reagan los recibió en la Casa Blanca. Luego de hacer visita con ellos dio una rueda de prensa. Señalándolos dijo, y estoy seguro de que algunos de ustedes recuerdan ese momento: “Estos hombres son el equivalente moral de los padres fundadores de los Estados Unidos”. Eran los Mujahiddin afganistanos. En esos días estaban luchando, pistola en mano, contra el Imperio del Mal. ¡Eran el equivalente moral de nuestros padres fundadores!

En agosto de 1998 otro presidente de Estados Unidos ordenó un ataque con cohetes desde el Océano Indico para matar a Osama Ben Laden y sus hombres en territorio de Afganistán. Yo no quiero darles motivo de embarazo al recordarles que el Sr. Ben Laden, contra quien se dirigieron 15 cohetes estadounidenses en Afganistán, había sido unos pocos años antes el equivalente moral de Jorge Washington y Tomás Jefferson! El tomó a mal el hecho de que lo dejaran de considerar “Equivalente Moral” de los “Padres Fundadores”! Y está expresando su disgusto de varias maneras. En un momento regresaré sobre este tema de una manera más seria.

Vean ustedes, he hecho memoria de estas historias porque quiero mostrarles que el asunto del terrorismo es un poco complicado. Los terroristas cambian. El terrorista de ayer es el héroe de hoy y el héroe de ayer se convierte en el terrorista de hoy. Este es un tema muy serio en un mundo de imágenes cambiantes en el que tenemos que mantener la cabeza fría para saber qué es y qué no es terrorismo. Y, lo que es todavía más importante, para saber qué lo origina y cómo pararlo.

El primer punto que me gustaría desarrollar es el de que una posición inconsistente necesariamente impide formular una definición. Uno no va a dar una definición si uno no va a ser consistente. Yo he examinado no menos de 20 documentos oficiales sobre terrorismo. Ni uno solo define la palabra. Todos lo explican, lo describen de manera emotiva y polémica para despertar nuestras emociones más bien que para poner a trabajar nuestro cerebro. Les doy un solo ejemplo que me parece representativo. Es el 25 de octubre de 1984. George Schultz, entonces secretario de estado de los Estados Unidos, habla en la Sinagoga de Park Avenue de Nueva York. Es un discurso largo sobre terrorismo. Son siete páginas, a espacio sencillo, del Boletín del Departamento de Estado, y no hay una sola definición de terrorismo[1]. Esto es todo lo que  nos dice:

Definición número uno: “Terrorismo es una barbarie moderna que llamamos terrorismo”.

La definición número dos es todavía más brillante: “El terrorismo es una forma de violencia política”. ¿No los deja esto sorprendidos? Es una forma de violencia política, dice George Schultz, secretario de estado de los Estados Unidos.

Número tres: “Terrorismo es una amenaza a la civilización occidental”.

Número cuatro: “Terrorismo es una amenaza a los valores morales de occidente”.

Observen ustedes: ¿hay ahí algo que no sea para despertar sus emociones? Eso es típico. Ellos no definen terrorismo porque las definiciones implican un compromiso de análisis, comprensión y adherencia a ciertas normas de consistencia. Esa es la segunda característica de la literatura oficial sobre el terrorismo.

La tercera característica es que la ausencia de definición no impide que los funcionarios se vuelvan globalistas. Puede que no definamos terrorismo, pero eso es una amenaza a los valores morales de la civilización occidental. También es una amenaza para la humanidad entera. Es una amenaza al buen orden. En consecuencia, uno tiene que acabar con eso en todo el mundo. Nuestra capacidad para golpearlo tiene que ser global. Uno necesita moverse libremente para poder acabar con él. Por ende, la política anti-terrorista tiene que ser global. En el mismo discurso de George Schultz: “No hay duda alguna sobre nuestra capacidad de usar fuerza donde y cuando sea necesario para contrarrestar el terrorismo”. No hay límites geográficos. En un mismo día cayeron cohetes en Afganistán y Sudán. Dos países que están separados por 2.300 millas, golpeados por los cohetes de otro país que se encuentra a más o menos 8.000 millas de distancia. Alcance global

Cuarta característica: las aserciones de poder no son solo globalistas, son también omniscientes. Nosotros sabemos dónde están, en consecuencia sabemos dónde atacar. Tenemos la manera de saber. Tenemos las herramientas del conocimiento. Somos omniscientes. Continúa Schultz: “Nosotros sabemos cuales son las diferencias entre los terroristas y los guerreros de la libertad y cuando miramos a nuestro alrededor no tenemos problema alguno distinguiendo entre unos y otros”.

Solo Osama Ben Laden no sabe que era aliado un día y enemigo otro. Esto puede ser algo confuso para Osama Ben Laden. Volveré sobre esta parte de la historia hacia el final. Es una historia real.

Quinta característica: El enfoque oficial hace a un lado el problema de causalidad. Uno no tiene por qué buscar las causas que llevan a alguien a volverse terrorista. ¿Causa? ¿Cuál causa? Ellos nos piden que mantengamos los ojos abiertos, que dejemos hablar a los que saben.

Otro ejemplo. El New York Times informó el 18 de diciembre de 1985 que el ministro de relaciones exteriores de Yugoeslavia (ustedes recuerdan los días en que había una Yugoeslavia) había pedido al secretario de estados de los Estados Unidos que tuviera en cuenta las causas del terrorismo palestino. El secretario de estado, George Schultz, y cito textualmente al New York Times, “se puso rojo, le dio un golpe a la mesa y le dijo al ministro de relaciones exteriores que lo visitaba que no había conexión con causa alguna. Punto final”. ¿Para qué averiguar por causas?

Número seis. La repugnancia moral que debemos sentir frente al terrorismo es selectiva. Debemos sentir el terror generado por los grupos que son rechazados oficialmente. Debemos aplaudir el terror de los grupos que son aceptados por los funcionarios del gobierno. De ahí lo dicho por el presidente Reagan: “Yo soy un contra”. El dijo eso, textualmente. Nosotros sabemos que los contras de Nicaragua, no importa como los definamos, eran meros terroristas. Los medios, y aquí incluímos a otros que no fueran funcionarios, aceptaban la opinión predominante sobre el terrorismo.

La opinión predominante también excluye de la discusión, y eso es lo más importante para mí, el terror generado por gobiernos amigos. Volveré sobre este tema porque esta actitud encontró excusas para, entre otros, el terror de Pinochet[2] (quien mató a Orlando Letelier y a uno de mis amigos más cercanos) y el de Zia ul-Haq[3], quien mató a muchos de mis amigos en Pakistán. Lo que yo quiero hacerles caer en cuenta es que la proporción de gente asesinada por el terror estatal de Zia ul-Haq, Pinochet, el terror de tipo oficial en Argentina, Brasil, Indonesia, en comparación con los muertos causados por la OLP y otros tipos de terrorismo es literalmente, y calculada de manera conservadora, de 1 a 100.000. Esa es la proporción.

Desafortunadamente la historia reconoce y da visibilidad al poderoso y no al débil. En consecuencia, son los grupos dominantes los que reciben reconocimiento. Es lo que ha pasado en nuestros días y ha venido pasando por todo el período que empezó un día como hoy, el día de Cristóbal Colón.

Con el día de Cristóbal Colón empieza un  período de holocaustos olvidados. Grandes civilizaciones destruídas de raíz. Los mayas, los incas, los aztecas, los indios de Estados Unidos, los indios del Canadá, todos barridos de la historia. Hasta este momento sus voces no han sido oídas en su integridad. Empiezan a oírse ahora pero no íntegramente. Son oídas, claro, pero solo cuando los poderes dominantes están sufriendo, cuando la resistencia parece generar un costo o reclamar un precio. Cuando matan a Custer[4] o cuando cercan a Gordon[5]. Ese es el momento, ustedes lo saben, cuando los indios pelean, cuando los árabes pelean y mueren.

Voy a precisar un último punto en esta parte – la política de Estados Unidos durante la guerra fría ha patrocinado, uno tras otro, gobiernos terroristas. Somoza, Batista, una variedad de tiranos, han sido todos amigos de los Estados Unidos. Ustedes lo saben. Hubo una razón para que eso pasara y ni ustedes ni yo somos culpables. Nicaragua, contras, Afganistán, mujahiddin, el Salvador, etc.

Ahora miremos el otro lado de las cosas. Ustedes ya han sufrido mucho; sufran un poco más.

Tampoco hay mayor cosa positiva al otro lado. Ni se imaginen que yo he venido a justificar a los otros. Pero mantengan un sentido de proporción en mente. ¿Qué es terrorismo?

Nuestro primer paso debería ser el de definir eso, darle un nombre, una descripción cualquiera, algo diferente de “el equivalente moral de nuestros padres fundadores” o “una ofensa moral a la civilización occidental”. Les propongo la definición del Webster’s Collegiate Dictionary: “Terror es un temor intenso, debilitante”. El diccionario usa también aterrorizar y terrorismo, que es “el uso de métodos aterrorizadores para gobernar o para oponerse al gobierno”. Esta definición tiene una gran ventaja, su imparcialidad. Es imparcial. Fija la vista en el uso de violencia coactiva, violencia que es usada de manera ilegal o anticonstitucional, para coaccionar. Esta definición es válida porque dice qué es el terror, úselo quien lo use, sea el gobierno o sea un particular.

¿Se dan cuenta ustedes de una cosa? El tema de la motivación queda por fuera. No estamos diciendo si la causa es justa o no. Estamos hablando de consenso, consentimiento, ausencia de consentimiento, legalidad, ausencia de legalidad, constitucionalismo, ausencia de constitucionalismo. ¿Por qué dejamos por fuera la motivación? Porque los motivos cambian y al final da lo mismo.

En mi trabajo he identificado cinco tipos de terrorismo.

Primero, terrorismo de estado.

Segundo, terrorismo religioso, terrorismo inspirado en la religión, católicos que matan protestantes, sunitas que matan chiítas; dios, religión; terror sacro lo pueden llamar si quieren. Estado. Iglesia.

Crimen. Mafia. Todos los criminales hacen terrorismo.

Hay también terrorismo patológico. Uno sufre de una condición patológica, está enfermo, necesita la atención de todo el mundo, entonces tiene que matar al presidente. Lo hará. Va a causar terror. Uno asalta un autobús.

Quinto, el terrorismo político de un grupo privado, sea hindú, vietnamita, argelino, Baader-Meinhof, la brigada roja. Terror político de un grupo privado. Terror por parte de la oposición.

Mantengan estas cinco categorías presentes. Tengan presente algo más. Algunas veces estas cinco categorías se confunden. Uno empieza con terrorismo de oposición. En seguida uno se enloquece. Se vuelve patológico. Uno sigue adelante. Se confunden. El terrorismo de estado puede aparecer como terrorismo privado. Por ejemplo, todos sabemos de los escuadrones de la muerte en América Latina o en Pakistán. El gobierno ha hecho uso de personas privadas para asesinar a sus opositores. No es oficial. Es una actividad privada. Convergencia de terrorismos. O el terrorista político que se enloquece y se vuelve terrorista patológico. O el criminal que entra en la política. La CIA empleó narcotraficantes en sus operaciones secretas en Afganistán, en América Central. Las drogas y las armas van con frecuencia de la mano, y con ellas el contrabando de todo.

De los cinco tipos de terrorismo solo uno es generalmente el centro de discusión, el menos importante en términos de vidas y propiedad. El terrorismo político de los que quieren ser oídos. Pero el terrorismo más costoso es el terrorismo de estado. El segundo más costoso es el terrorismo religioso, aunque, relativamente hablando, en el siglo veinte ha decaído. Pero si uno lo mira en perspectiva histórica los costos son masivos. Le sigue el crimen. Luego, el terrorismo patológico. Un estudio de Brian Jenkins de la Rand Corporation demostró que el 50% del terrorismo sufrido en el decenio finalizado en 1988 careció de motivación política. Nada de política. Solo crimen y patología.

Así que el centro de atención es solo uno, el terrorista político, la OLP, el Ben Laden, el que ustedes quieran. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué mueve a un terrorista a actuar?

Me gustaría mencionarlo rápidamente. Primero, la necesidad de hacerse oír. Piénsenlo, estamos hablando de un grupo minoritario, un grupo político, un terrorista privado. Repito, la necesidad de hacerse oír. Por lo general, aunque hay excepciones, hay un esfuerzo por hacerse oír, de hacer que la gente oiga unas quejas. Pero la gente no oye. Una minoría toma la iniciativa y actúa. La mayoría aplaude.

Por ejemplo, los palestinos, los superterroristas de nuestros días, fueron despojados de lo suyo en 1948. Entre 1948 y 1968 llamaron a las puertas de todos los tribunales del mundo. Golpearon en todas las puertas del mundo. Les dijeron que habían perdido todo porque la radio les dijo que desalojaran, una radio árabe, lo que era mentira. Nadie estaba prestando atención a la verdad. Al final inventaron una forma nueva de hacer terror, algo que de verdad inventaron ellos, que fue el secuestro de aviones. De 1968 a 1975 tuvieron agarrado al mundo de las orejas. A la fuerza nos obligaron a oir. A oirlos. Y los oímos. No les hemos reconocido sus derechos pero al menos ya sabemos. Aún los israelíes saben. ¿Recuerdan a Golda Meir, primera ministra de Israel? En 1970 dijo: “No hay palestinos”. Los palestinos no existen. Y ahora sí existen. Los hemos engañado en Oslo[6]. Al menos hay alguien ahora a quien se puede engañar. Ya no podemos hacerlos a un lado como si nada. La necesidad de hacerse oir es esencial. Ahí hay una motivación.

La mezcla de rabia y desespero produce un afán de golpear. Uno se llena de ira. Uno se siente impotente. Uno quiere reivindicación. Uno quiere que se haga justicia. Históricamente, el haber sufrido violencia a manos de alguien más poderoso ha convertido a la víctima en terrorista. Se sabe que los niños abusados se convierten en padres abusivos y adultos violentos. Ustedes saben eso. Lo mismo pasa con los pueblos y las naciones. Cuando han sido abusados terminan vengándose. El terrorismo de estado con frecuencia genera terror colectivo.

Yo no tengo que recordarles el hecho de que los judíos nunca fueron terroristas. En general se puede decir que nunca se supo que los judíos hicieran terrorismo salvo durante la época del Holocausto y después. Muchos estudios documentan que la mayoría de los miembros de los peores grupos terroristas de Israel o Palestina, las pandillas Stern[7] e Irgun[8], por ejemplo, eran inmigrantes de Alemania y de los países más antisemitas de Europa oriental. De la misma manera, los chiítas jóvenes del Líbano o los palestinos de los campos de refugiados son gente abusada. Se vuelven muy violentos. Dentro de los ghettos hay violencia. Y extienden esa violencia hacia afuera cuando hay un blanco externo, claramente identificable, un enemigo del que se puede decir: ‘Sí, este es el que la me la hizo’. Es cuando golpean en desquite.


El ejemplo es mala cosa. El ejemplo se riega. Hubo un secuestro en Beirut de un avión de la TWA[9] que tuvo mucha publicidad. Después de eso hubo intentos de secuestro en nueve aeropuertos de Estados Unidos. Grupos o individuos patológicos copiando a los otros. Todavía más serios son los ejemplos dados por los gobiernos. Cuando un gobierno hace terrorismo da un ejemplo muy grande. Cuando un gobierno le da su apoyo al terrorismo también da ejemplo en otras cosas.

La ausencia de una ideología revolucionaria es esencial en el terrorismo de las víctimas. Los revolucionarios no hacen terrorismo insensato o precipitado. Entre ustedes debe  haber algunos familiarizados con la teoría revolucionaria y saben los debates, las discusiones, las peleas, las diferencias dentro de los grupos revolucionarios europeos, las peleas entre anarquistas y marxistas, por ejemplo. Los marxistas siempre han sostenido que si alguna vez se opta por el terrorismo revolucionario, este tiene que ser selectivo tanto sociológica como psicológicamente. No secuestrar aviones. No tomar rehenes. No matar niños, por Dios santo. Recuerden, por ejemplo, que las grandes revoluciones, la china, la vietnamita, la argelina, la cubana, nunca practicaron el terrorismo del secuestro. Claro que sí hicieron terrorismo, pero fue extremadamente selectivo, altamente sociológico, censurable de todos modos, pero organizado, muy limitado y selectivo. Es la ausencia de una ideología revolucionaria que empieza más o menos en el período siguiente a la segunda guerra mundial lo característico de este fenómeno.

Para finalizar, la pregunta que me hago es: si estas condiciones han existido por un período muy largo, ¿por qué se da ahora esta racha de terrorismo político privado? La respuesta la da la tecnología moderna. Uno tiene una causa. Uno puede divulgar su causa por medio de la radio y la televisión. Reporteros de la radio y la televisión aparecerán en montonera si uno ha tomado un avión y tiene 150 rehenes estadounidenses. Todo el mundo va a oír sobre su causa. Uno tiene un arma moderna con la que puede disparar a una milla de distancia. Y a uno no lo pueden alcanzar. A la mano están los medios modernos de comunicación. Se hace política cuando uno combina la causa, el instrumento de coacción y el medio de comunicación. Se hace posible hacer política de una manera novedosa.

Uno tras otro, los gobernantes han respondido a esta amenaza con métodos tradicionales. Disparar es el método tradicional, cohetes o cualquier otra cosa. Los israelíes viven muy orgullosos de hacerlo. Los estadounidenses viven muy orgullosos de hacerlo. Los franceses estuvieron muy orgullosos de hacerlo. Ahora los pakistaníes están muy orgullosos de hacerlo. Los pakistaníes dicen: “Nuestos comandos no tienen rival”. Francamente, eso no va a funcionar. Un problema fundamental de nuestros días, con una mentalidad política enraízada en el pasado, son los tiempos modernos que han traído una realidad nueva.

En conclusión, ¿cuáles son mis recomendaciones para los Estados Unidos?

Rápidamente. Primero, evitar extremos en la aplicación de criterios favorables para ellos y desfavorables para los demás. La misma doble moral que uno use con los demás la usarán los demás con uno. Es mejor no hacerlo. No es posible tolerar el terrorismo israelí, pakistaní, nicaragüense, salvadoreño y al mismo tiempo condenar el terrorismo afgano o palestino. Eso no funciona. Hay que hacer el esfuerzo de ser imparcial. Una potencia mundial no puede promover el terrorismo en un lugar y esperar razonablemente que puede desestimularlo en otro. Eso no funciona en un mundo que se ha vuelto pequeño.

No tolere el terrorismo de sus aliados. Condénelo. Combátalo. Castíguelo. Evite, por favor, las operaciones clandestinas y la guerra de baja intensidad. Actividades como estas son campo fértil para el terrorismo y el tráfico de drogas. Ahí aparece el terrorismo y el tráfico de drogas. Yo he hecho una película sobre la estructura de las operaciones clandestinas titulada Haciendo Negocios con el Diablo (Dealing with the Demon)[10], muy popular en Europa. Allí muestro que donde quiera que hay operaciones clandestinas hay también un problema de tráfico de drogas. El centro de las operaciones clandestinas es también el centro del tráfico de drogas. Porque la estructura de las operaciones clandestinas, en Afganistán, Vietnam, Nicaragua, América Central, es un ambiente muy hospitalario para el tráfico de drogas. Evítelas. Renuncie a ellas. Eso no es útil.

Concéntrese en las causas y ayude a mejorarlas. Trate de identificar causas y solucione problemas. No le dé prioridad a las soluciones militares. No se dedique a buscar soluciones militares. El terrorismo es un problema político. Busque soluciones políticas. La diplomacia funciona.

Tomemos, por ejemplo, el último ataque que se le hizo a Ben Laden. Uno realmente no sabe qué estaban atacando. Los que lo hicieron dijeron que sabían lo que estaban haciendo pero realmente nada sabían. Trataron de matar a Kadafi y solo lograron matar a su hija de cuatro años. Esa pobre niña nada había hecho y Kadafi está vivo todavía. Trataron de matar a Sadam Husein. En su lugar mataron a Laila Ben Atar, una artista importante, una mujer inocente. Trataron de matar a Ben Laden y sus hombres. Mataron no una sino veinticinco personas que no tenían que ver con ellos. Trataron de destruír una fábrica de productos químicos en el Sudán. Ahora han tenido que admitir que destruyeron una fábrica inocente, donde se producía la mitad de las medicinas del Sudán, no una fábrica de productos químicos. Uno no sabe. Pero uno piensa que sabe.

Cuatro cohetes de ustedes cayeron en Pakistán. Uno de ellos ligeramente dañado. Dos totalmente inservibles. Uno intacto. Durante diez años el gobierno de Estados Unidos ha mantenido un embargo contra Pakistán porque este país, estúpidamente, está tratando de construir cohetes y armas nucleares. Por esta razón hay un embargo tecnológico contra mi país. Uno de los cohetes estaba intacto. ¿Quieren adivinar que le dijo un funcionario pakistaní al Washington Post? Dijo que era un regalo de Alá. Queríamos la tecnología estadounidense. Ahora la tenemos y nuestros científicos están estudiando ese cohete. Cayó en manos equivodadas. Así que no hagan eso. Busquen soluciones políticas. No busquen soluciones militares que generan más problemas que soluciones.

Ayuden, por favor, a fortalecer la estructura del derecho internacional. Hay un tribunal internacional en Roma. ¿Por qué no han ido allá a obtener una orden de arresto contra Ben Laden si tienen alguna prueba? Consigan una orden de arresto primero, vayan a buscarlo después. Háganlo a nivel internacional. Dénle autoridad a las Naciones Unidas. Dénle autoridad a la Corte Internacional de Justicia. El unilateralismo nos hace ver estúpidos y relativamente pequeños.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS


La pregunta que se ha hecho es si puedo dar algunos detalles de la historia que mencioné y no cubrí sobre Ben Laden y Arabia Saudita en Afganistán. Lo de Ben Laden es básicamente similar a lo del Sheik Abdul Raman que fue acusado de inducir a la destrucción del World Trade Center en Nueva York y condenado por eso[11]. El New Yorker publicó un extenso reportaje sobre él. Es lo mismo de Aimal Kansi, un pakistaní del Baluchistán, que también fue condenado por el asesinato de dos agentes de la CIA. Trataré de ser muy breve. Yihad, que ha sido traducida un millón de veces como “guerra santa” no es eso exactamente. Yihad es una palabra árabe que significa “luchar”.  Podría ser una lucha violenta o una lucha no violenta. Tiene dos formas: la Yihad pequeña y la Yihad grande. La Yihad pequeña implica violencia. La Yihad grande implica la lucha consigo mismo. Esos son los conceptos. Lo menciono porque la Yihad como un fenómeno violento internacional había desaparecido para todo propósito práctico en los últimos cuatrocientos años. Ha sido revivido de repente en los años 80 con la ayuda de Estados Unidos. Cuando la Unión Soviética intervino en Afganistán, país fronterizo con Pakistán,  el dictador militar de este, Zia ul-Haq, vio su oportunidad y proclamó una Yihad contra el comunismo ateo. Los Estados Unidos a su turno vieron una oportunidad como mandada por Dios para movilizar a mil millones de musulmanes contra lo que Reagan llamaba el Imperio del Mal. El dinero comenzó a rodar. Los agentes de la CIA se repartieron por el mundo musulmán a reclutar gente para pelear en la gran Yihad. Ben Laden fue uno de los primeros reclutas de importancia que consiguieron. No solo era árabe sino que también era saudí. Además era un multimillonario dispuesto a gastar su propio dinero en la causa. Y Ben Laden también comenzó a reclutar gente para la Yihad contra el comunismo.

Yo lo conocí en 1986. Me lo recomendó un funcionario estadounidense. No sé si Ben Laden era un agente de este funcionario. Hablando con este le había dicho: “¿Cuáles son  los árabes que sería interesante conocer aquí?”, queriendo decir Afganistán y Pakistán. El me contestó: “Tiene que conocer a Osama”. Y fui a conocer a Osama. Estaba en lo suyo, hombre rico, trayendo reclutas de Argelia, el Sudán, Egipto. Lo mismo que hacia el jeque Abdul Raman. Era un aliado y se mantuvo un aliado. Se volteó en un momento preciso. En 1990 los Estados Unidos enviaron su ejército al territorio de Arabia Saudita. Arabia Saudita es un lugar sagrado para los musulmanes; allí están la Meca y Medina. Nunca había habido tropas extranjeras allá. Entraron al país en 1990, durante la guerra del golfo con la excusa de ayudar a Arabia Saudita a derrotar a Sadam Hussein. Obama Ben Laden se quedó callado. Sadam fue derrotado pero las tropas estadounidenses, tropas extranjeras, se quedaron en la tierra de La Kaaba (el sitio sagrado del islam en la Meca). Escribió muchas cartas preguntando: ¿Qué hacen ustedes aquí? Váyanse. Ustedes vinieron a ayudar pero se quedaron. Y entonces empezó una Yihad contra los otros invasores. Su misión es sacar las tropas estadounidenses de Arabia Saudita. Su misión anterior era sacar las tropas rusas de Afganistán. ¿Ven ahora lo que les decía sobre las operaciones clandestinas?

Otro punto que hay que notar con respecto a él es que estamos hablando de gente que forma parte de una tribu, cuyo mundo es el de la tribu. Que sea millonario no tiene importancia. El código ético de la tribu se contiene en dos palabras: lealtad y venganza. Usted es mi amigo. Usted mantiene su palabra. Yo le guardo lealtad. Usted traiciona su palabra, yo me vengo. En su mente, los Estados Unidos han traicionado su palabra. El amigo leal ha sido traicionado. Aquel a quien uno le ha jurado lealtad con sangre lo ha traicionado. Te van a atacar. Van a hacer mucho más.

Esta es la consecuencia de la guerra en Afganistán. Con la medida que midas serás medido. Por esto dije que hay que acabar con las operaciones clandestinas. Hay un precio que hay que pagar por las operaciones clandestinas, un precio que los estadounidenses no calculan y que la gente como Kissinger no sabe, no conoce suficientemente la historia para saber.

Eqbal Ahmad fue profesor emérito de Relaciones Internacionales y Estudios del Medio Oriente en Hampshire College en Amherst, Massachusetts y director administrativo de la publicación trimestral Race and Class. Fue escritor prolífico; sus artículos y ensayos han sido publicados por The Nation y Dawn (Pakistán), entre otros medios de circulación en el mundo. Murió en 1999.

[Texto original: Terrorism: Theirs and Ours, by Eqbal Ahmad @ http://www.sangam.org/ANALYSIS/Ahmad.htm]

Traducción de Luis Mejía – 16 de marzo del 2012

Publicado en blogluismejia.blogspot.com



[1] Una versión de este discurso se encuentra en el magazine de la asociación de la fuerza aérea de EEUU: http://www.airforce-magazine.com/MagazineArchive/Documents/2010/December%202010/1210keeperfull.pdf
[2] Dictador militar chileno de 1973 a 1990
[3] Dictador militar pakistaní de 1977 a 1988
[4] Gral. G.A. Custer, muerto en 1876 en el campo de batalla, en guerra de despojo ordenada por el gobierno de EEUU contra las naciones indias de las Grandes Planicies
[5] Gral. C.G. Gordon, muerto en el campo de batalla en 1885 durante una revuelta popular del Sudán contra las autoridades egipcias e inglesas que ocupaban el país
[6] Acuerdos de Oslo, firmados en 1993 entre el gobierno de Israel y la Organización por la Liberación de Palestina para facilitar la creación del estado palestino y que fueron saboteados por la continua construcción de asentamientos judíos en la zona de ocupación
[7] Grupo paramilitar sionista fundado en 1940 por Abraham Stern, alias Yair. El asentamiento Kochav Yair fue fundado en 1981 para honrar su nombre en territorio de la Cisjordania.
[8] Grupo sionista paramilitar activo entre 1931 y 1948 en el territorio palestino administrado por la Gran Betaña, responsable del atentado contra el Hotel David en Jerusalén y de la masacre de Deir Yassim, integrado a las fuerzas armadas del estado de Israel en la guerra de 1948, antecesor político del partido Likud
[9] En 1985 miembros de grupos terroristas palestinos secuestraron un avión de la TWA en Beirut con 145 pasajeros a bordo, lo tuvieron retenido por tres días, asesinaron a un buzo de la armada estadounidense y obtuvieron la libertad de más de 700 presos musulmanes en poder de Israel
[10] Este documental se encuentra en YouTube dividido en dos secciones: http://www.youtube.com/watch?v=3S9x9qDjMVU
[11] Se refiere al primer atentado contra el World Trade Center que tuvo lugar en 1993

1 comment:

  1. Criminals in trial at the Hague Court and criminals with impunity: the difference between our sons-of-a-bitch and the others:

    http://www.independent.co.uk/voices/war-crimes-the-hague-isis-iran-bashar-al-assad-syria-rifaat-criminals-saddam-hussein-a7971666.html

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