Tuesday, October 1, 2019

EL UNIVERSO DE NUESTRAS CREENCIAS: CONFLICTOS Y RETOS


EL UNIVERSO DE NUESTRAS CREENCIAS
PARTE A: CONFLICTOS Y RETOS

Por Luis Mejia, doctor en derecho y en economía


Índice:

1. ¿Qué son las creencias?
1.1 Lo que creemos y el derecho a creerlo
1.2 La obligación de darle piso a lo que creemos
1.3 Creencias: Un mundo por explorar
1.4 Nuestra libertad de actuar y pensar y lo que creemos
1.5 El reto de cuestionar creencias
2. ¿Por qué cuestionar nuestras creencias? Las ideas de Clifford
2.1 Creencias y comportamiento personal
2.2. Creencias y control de nuestro entorno
2.3 Responsabilidad ética y nuestras creencias
2.4 Pecado de credulidad
2.5 Decisiones en condiciones de ignorancia e incertidumbre
2.6 Criterios para creerle a alguien
2.7 Autoridad de las tradiciones
2.8 Haciendo inferencia y extendiendo nuestras creencias
2.9 Mirada crítica a Clifford


Este texto continúa en la PARTE B: CREENCIAS Y LIBRE PENSAMIENTO, la cual se encuentra pulsando aquí.

Nota al lector: La discusión sobre la lealtad a las creencias y el cuestionamiento a que debemos someterlas es una extensión de la que hemos hecho sobre el culto de la ignorancia [pulsar aquí] y el desdén al conocimiento de los expertos [pulsar aquí]. El culto de la razón y la ciencia y el uso de los expertos para informarnos sobre lo que no sabemos nos ayudan a mantener creencias bien fundadas.

1. ¿Qué son las creencias?

1.1 Lo que creemos y el derecho a creerlo

La gente tiene creencias sobre cómo vestir, cómo sentarse a la mesa, cómo y con quién hacer el amor, cómo disponer de las excretas del cuerpo, cómo criar a los hijos y cómo corregir a los adultos, cómo cultivar la tierra y cómo hacer minería, cómo ser empresario y cómo ser empleado, cómo se debe administrar el estado y cómo se deben comportar sus administradores, cómo pueden expresar su apoyo o su descontento los ciudadanos, quién tiene derecho preferencial a los bienes de la sociedad y a quién rendimos pleitesía, a quién reconocemos autoridad o damos nuestro respeto, qué bienes y haciendas deben ser protegidos preferencialmente por las autoridades, qué cosas vale la pena estudiar y cuáles ignorar y otro millar de temas de interés.

Algunas creencias tienen fundamentos sólidos, son prácticas o útiles, otras son fruto de la imaginación, el capricho o la tontería individual o colectiva.

La gente tiene derecho a vivir como si las cosas que cree fueran verdaderas. Pero también tiene derecho a dudar, a razonar, a pensar, es decir a ejercer su libertad intelectual, su libertad de pensamiento, su independencia mental. Este derecho a ejercitar su inteligencia sin restricciones es patrimonio de todos los miembros de una sociedad y no solo de la elite.

Espero que para mis lectores la libertad de pensamiento y de cuestionar creencias sea un bien personal que merezca ser ejercida y defendida tanto en beneficio propio como en beneficio de terceros que piensen diferente.

1.2 La obligación de darle piso a lo que creemos

Un filósofo inglés del siglo XIX  llamado W.K. Clifford, de quien hablaremos adelante, propuso una tesis fascinante: la libertad de creer, dijo él, está limitada a lo que podamos sustentar con pruebas o evidencias. Cuando leí su ensayo le vi una gran actualidad.

Nunca en la historia de la humanidad ha habido un volumen tan grande de información confiable al alcance de tantas personas, ni ha habido una proporción mayor de la población con la habilidad de leer y escribir, ni ha habido tanta facilidad para confirmar la veracidad de una información. Sin embargo, la persistencia de banalidades, desinformación y falsedades en la conversación privada y el discurso público induce a pensar que no estamos usando nuestros poderes intelectuales y que se justifica reavivar la discusión sobre las cosas que creemos.

Considero que tenemos un reto válido. Me pregunto:

- ¿Ser capaces de creer cualquier cosa que se nos ocurra o se nos diga es realmente una manifestación de libertad intelectual?,

- ¿Progresamos mentalmente si nos damos el poder de cuestionar las creencias que tenemos como individuos y como grupo social?,

- ¿Gana algo la humanidad con nuestra independencia mental?

1.3 Creencias: Un mundo por explorar

Cuando en este artículo hablamos de creencias nos referimos a todo lo que creemos [valga la redundancia]; esto es, conocimientos científicos, conocimientos adquiridos por experiencia personal, conocimientos prácticos heredados de nuestros mayores, doctrinas, dogmas, creencias religiosas, reglas morales y principios legales, opiniones personales y colectivas, opiniones que aceptamos de personas en posiciones de autoridad y mando, convicciones, tradiciones sociales, prejuicios, reputaciones, estereotipos, mitos, promesas, juramentos, supersticiones, tabúes, agüeros.

Nuestras creencias tienen que ver con el mundo físico y el mundo de las ideas, la política, la moral, las artes y la religión, la ciencia y la tecnología, la manera como vivimos y como nos relacionamos con los demás.

Las adquirimos de mil maneras: oyendo a nuestros mayores y contemporáneos, experimentando con nuestro entorno, estudiando en escuelas y universidades, ejerciendo capacidades autodidactas, internalizando la propaganda comercial y política a que estamos expuestos, reflexionando sobre lo que ya sabemos para aumentar nuestros conocimientos.

Las mantenemos por una variedad de razones: (1) porque las hemos validado por raciocinio, observación y experimentación, (2) por una convicción de buena fe, (3) porque son convenientes para nuestros intereses, (4) porque nos gustan o nos hacen sentir bien  o [5] porque podemos identificar el grano de verdad que contienen y asumimos que eso las valida completamente.

Y tienen una vida persistente, especialmente las creencias infundadas y las falsas, pues como advertía el historiador Cecil Roth hablando de las exageraciones que circulaban en Inglaterra para darle base a la leyenda negra española: “lo que se cree que tuvo lugar tiene mucha más importancia histórica que lo que realmente sucedió”.

1.4 Nuestra libertad de actuar y pensar y lo que creemos

Nuestra libertad de actuar y pensar puede resultar coartada por las creencias que heredamos, las que nos son impuestas por los más poderosos en la sociedad, las que se infiltran en nuestro interior con la ayuda de amigos que no confirman la verdad de lo que nos informan o de personas de autoridad que no saben de qué están hablando o las que vamos adoptando en el curso de la vida y conservamos aunque pierdan validez.

Cuando nos damos libertad de cuestionar lo que creemos y lo que otras personas u organizaciones quieren que creamos adquirimos dominio sobre nuestras mentes y, en consecuencia, sobre nuestras acciones. Claro que no debemos engañarnos asumiendo que es un proceso fácil.

De un lado, tenemos que luchar contra la aparente falta de control de nuestro destino. Muchos jóvenes presienten que en la vida tendrán pocas opciones para desarrollar sus talentos creativos y aplicarlos al progreso personal y social. Muchos viejos hemos sido testigos -y actores- de vidas controladas mayormente por accidentes de nacimiento y  crianza, del azar o de fuerzas extrañas, de empleo incierto, de méritos reconocidos unas veces sí y otras no, de éxitos y fracasos determinados por el clima, los ciclos económicos, decisiones de otros. ¿Qué importancia tiene entonces que pensemos? ¿Qué diferencia hace que cultivemos la razón o la sinrazón?

De otro lado, romper con las creencias que nos han acompañado por mucho tiempo, con las creencias dominantes en la sociedad de la que somos parte o con las creencias que son convenientes para nuestros mayores en edad, dignidad, gobierno y riqueza, tiene un costo emocional y a veces nos cuesta la vida o la poca fortuna que tengamos.

1.5 El reto de cuestionar creencias

W.K. Clifford (1845-1879), un pensador británico, matemático de profesión, fue miembro de la Sociedad Metafísica, un club de científicos, filósofos, literatos, políticos y eclesiásticos, creyentes y no creyentes, dedicado al cultivo de la inteligencia y la razón, que funcionó en Londres de 1869 a 1880.

En 1877 Clifford publicó el ensayo Ética de las creencias en el que se hacía tres preguntas:

1. ¿Cuándo se justifica creer lo que uno cree? [valga de nuevo la redundancia].

2. ¿Cuándo se justifica creer lo que alguien más nos dice?

3. ¿Cuándo podemos creer algo que no hemos experimentado personalmente pero que se relaciona con algo que ya  sabemos?

En su opinión es correcto cuestionar lo que creemos y, además, debemos hacerlo.

El argumento que él desarrolla está inspirado en los conocimientos científicos y los temas de discusión filosófica de su época. Sin embargo, aunque ha habido avances sobre el tema, creo que puede servir de punto de partida a su discusión e interesar al lector contemporáneo. Quizá sería mejor decir que interesará a algunos lectores contemporáneos, pues no todo el mundo tiene el deseo, el tiempo o la independencia mental para cuestionar sus creencias.

Así que para el lector interesado pero con tiempo limitado presento a continuación un resumen del ensayo de Clifford. La traducción del texto completo se encuentra en este mismo blog y se llega a ella pulsando aquí.

2. ¿Por qué cuestionar nuestras creencias? Las ideas de Clifford

2.1 Creencias y comportamiento personal

Nosotros obramos inspirados por las creencias que tenemos, dice Clifford, y nuestras acciones son correctas cuando hemos validado las creencias que nos mueven a hacer algo y son incorrectas cuando obramos sin validar esas creencias. De ahí la importancia de saber por qué creemos algo.

2.2. Creencias y control de nuestro entorno

Las creencias nos dan la confianza de que sabemos lo necesario para entender o controlar algo, sea persona, fenómeno natural o social, situación personal, circunstancias de la vida.

Uno tiende a sentirse en terreno firme cuando sabe qué hacer aunque esté equivocado. Cuando cuestionamos una creencia nos ponemos en una situación de incertidumbre y  nos sentimos inseguros. Pero a pesar del malestar que la duda nos puede producir tenemos el deber de cuestionar.

2.3 Responsabilidad ética y nuestras creencias

Clifford ofrece varias razones que nos obligan a cuestionar nuestras creencias. Listadas a continuación, les he puesto ejemplos contemporáneos:

1. las acciones que uno ejecuta con base en lo que cree repercuten en la vida y patrimonio de otras personas (ej., hijos, pareja, parientes, vecinos, desconocidos);
2. las creencias ayudan a unir o dividir a la gente e inspiran nuestra participación en acciones colectivas (ej., lo que uno cree afecta el ejercicio del voto y la solidaridad con las víctimas de una tragedia y lo prepara para participar en una masacre o en un linchamiento);
3. las creencias refuerzan las relaciones de colaboración y/o opresión de una sociedad (ej., lo que una sociedad cree se proyecta en cosas como el cultivo comunal de ejidos y tierras colectivas, en las asociaciones de profesionales, empresarios y trabajadores; en la tolerancia de la violencia doméstica y la explotación sexual de personas vulnerables; en la aceptación de la esclavitud, el trabajo infantil, la discriminación social y el racismo);
4. las creencias erradas debilitan nuestros poderes de pensamiento crítico, de juicio, de evaluación de evidencias, y preparan a las generaciones futuras para que sean sumisas y carezcan de originalidad;
5. las creencias erradas perpetúan la credulidad de las masas con respecto a afirmaciones infundadas y las preparan para que se dejen engañar;
6. las creencias personales erradas autorizan a los demás a mentirnos y engañarnos (ej., con nuestras creencias le abrimos camino a los mensajes insidiosos de propaganda comercial y política, a los consejos sin fundamento científico de cómo hacer fortuna y mantener la salud, a los discursos populistas de derecha e izquierda);
7. cada una de las creencias que tenemos nos prepara para aceptar otras que se le parezcan, confirma las similares que ya tenemos y debilita otras.
Por todas estas razones tenemos que pasar nuestras creencias de todo tipo por el tamiz de la duda y buscar su validación.
2.4 Pecado de credulidad

Clifford dice que se comete un pecado contra la sociedad cuando uno:

- suprime o reprime dudas sobre las creencias que adquirió en la niñez y en el curso de la vida,

- evita los escritos o las personas que cuestionan esas creencias,

- considera descomedidas o improcedentes las preguntas que le hagan sobre las bases que tiene para mantener una creencia.

En general, Clifford afirma que una persona no debería aceptar una creencia si está demasiado ocupada para cuestionarla o estudiarla.

2.5 Decisiones en condiciones de ignorancia e incertidumbre

Para nadie es físicamente posible comprobar una centésima parte de los conocimientos acumulados de la humanidad y si lo pudiera hacer no obtendría una prueba concluyente.

Pero el hábito de cuestionar a conciencia nuestras creencias no nos va a paralizar en nuestra vida diaria ni pone en peligro nuestras creencias sobre lo que es correcto en nuestro trato con los demás, con la sociedad o con la naturaleza.

En muchos casos tenemos que actuar aunque no haya bases suficientes para justificar las creencias que nos guían. En esas circunstancias procedemos con base [1] en probabilidades,  [2] en lo que dice alguien o [3] en inferencias.

2.6 Criterios para creerle a alguien

Dice Clifford que podemos creerle a alguien sobre cosas que no conocemos personalmente cuando tenemos bases razonables para confiar en [1] su veracidad, [2] sus conocimientos y [3] su juicio.

La extensión de los conocimientos de una persona se puede juzgar teniendo en cuenta:

1) que la persona haya tenido ocasión y medios de adquirir conocimientos comprobables,

2) que ese conocimiento esté al alcance de los poderes intelectuales del ser humano y de los instrumentos de observación y medida existentes,

3) que nosotros mismos podamos comprobarlos si recibiéramos entrenamiento adecuado, y

4) que puedan ser verificados por terceras personas que han estudiado el mismo campo.

Un par de reglas nos autorizan a dudar de lo que dice alguien:

1) el carácter moral de una persona nos da confianza para creer que es honesta y veraz hasta donde cabe según su buen saber pero no es garantía de que sepa de qué está hablando,

2) no le podemos creer a nadie en asuntos que no son verificables por alguien más, que no están al alcance del conocimiento humano o que no están dentro del campo de sus conocimientos personales, y

3) tampoco le podemos creer a alguien que haya mostrado que no tiene buen juicio en el uso de sus conocimientos.

La implicación de estos principios es clara: el mero hecho de que alguien en quien confiamos diga algo que queremos oír no es prueba de que eso es verdadero. Tenemos que medirlo y pesarlo críticamente antes de aceptarlo como verdadero. Toda persona que acepte las afirmaciones hechas por alguien más sin comprobarlas por sí misma o sin tener razones válidas para considerar que esa persona sabe de qué está hablando pierde el derecho a opinar.

Podemos poner a prueba estas recomendaciones en el mundo moderno preguntándonos: ¿sobre qué bases podemos creer lo que digan las personas célebres de la farándula y el entretenimiento, los caudillos de masas, los amigos que comparten con nosotros sus opiniones y creencias (como este bloguero), los desconocidos que asaltan los medios sociales?

2.7 Autoridad de las tradiciones

Cuestionar las tradiciones es posible, correcto y obligatorio, dice Clifford.
Las tradiciones fueron creadas por nuestros antepasados en respuesta a cuestionamientos que ellos se hicieron y sirven de orientación sobre cómo deben funcionar las cosas dentro de una sociedad. Se transmiten de una generación a otra y nuestro deber es mejorarlas para que sean más útiles a las generaciones futuras.

Muchas de ellas se sostienen por la credulidad de la gente. Muchas, también, han sido validadas por la experiencia de la humanidad. Por ejemplo, los conceptos de justicia, verdad, benevolencia y, en general, de lo recto.

Podemos preguntarnos si hay varios cursos de acción para hacer que las creencias correctas sean más beneficiosas socialmente. También debemos examinar las creencias heredadas sobre el mundo natural. Igual que lo hicieron los creadores originales.

Una regla que debe guiarnos es: el testimonio agregado de nuestros vecinos está sujeto a las mismas condiciones que el testimonio individual de cada uno de ellos. No tenemos derecho a considerar que algo es verdad solo porque todo el mundo lo dice.

2.8 Haciendo inferencia y extendiendo nuestras creencias

La inferencia es el poder mental que tenemos para extender los conocimientos que ya tenemos a situaciones nuevas, aplicando el método científico y aprovechando los instrumentos de observación y medida existentes. Para ello tomamos como punto de partida la presunción de uniformidad de la naturaleza; es decir, suponemos que lo que no sabemos es similar a lo que sabemos.
La presunción de uniformidad de la conducta humana es una variedad de la presunción de uniformidad de la naturaleza, pero nuestro conocimiento de la humanidad es más incompleto y menos exacto.

Las inferencias asumen que la naturaleza es prácticamente uniforme hasta donde nos concierne y que podemos formar creencias dentro de los límites humanos de acción y verificación. Cuando nos salimos de este marco solo podemos formular hipótesis que nos permitan hacer preguntas más precisas.
Hasta aquí Clifford.
2.9 Mirada crítica a Clifford
Menciono aquí varios puntos que el lector acucioso explorará por su cuenta (e, idealmente los discutirá en la sección reservada a comentarios al final de este texto):
1. la humanidad ha formulado muchas propuestas para darle razón de ser a la moral; por ej., la revelación divina, los principios religiosos, el razonamiento filosófico, el consenso social, etc.; la propuesta de Clifford de construirla sobre la responsabilidad que uno tiene para con los demás es interesante pero no implica su aceptación universal;
2. en otro aspecto, los filósofos han dicho que una conducta es correcta o incorrecta dependiendo: [a] del resultado favorable o perjudicial que tenga en otras personas, [b] de la intención buena o mala que uno tenga, [c] de las costumbres y normas de la sociedad en que uno vive. Los teólogos han dicho que ese juicio depende de que la conducta [a] se ajuste a la voluntad divina, [b] tenga el propósito de imponer la ley divina en el mundo, [c] ayude a la salvación del alma propia o ajena.
3. el filósofo estadounidense William James -entre otros- defendió el derecho de la gente a creer, independientemente del soporte que tuviera su creencia, y a rechazar las dudas.
El radicalismo de la propuesta de Clifford de que todo mundo debe cuestionar las creencias propias, de sus conocidos y de la sociedad en que vive puede ser inviable en ciertas circunstancias.
Hay ocasiones en las que la gente debe tomar decisiones tenga o no conocimientos suficientes para hacerlo. Esta situación se presenta con frecuencia en decisiones morales y cuando hay conflictos de valores, como veremos más adelante.
Hay otras en la que la gente se siente forzada a obrar como si no fuera libre de pensar y actuar. Por ejemplo, cuando pone en peligro la supervivencia propia o de los seres queridos si rechaza las creencias dominantes.
También hay decisiones que la gente tiene que tomar con información insuficiente, como lo reconoce el mismo Clifford.
Nota: El texto continúa pulsando aquí

Luis Mejía
1 de octubre de 2019
Publicado en blogluismejia.blogspot.com



2 comments:

  1. El aumento de la información informal ha promovido la difusión de conceptos equivocados.
    Por: Moisés Wasserman

    https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-wasserman/ciencia-en-vos-confiamos-columna-de-moises-wasserman-359536

    ReplyDelete
  2. Jorge Nowell-Enriquez, un amigo considerado e inteligente, estudiante de doctorado en Fordham University, me ha hecho muchos comentarios sobre Clifford; escojo algunos para compartirlos con mis lectores:

    Es importante el deber de auto-cuestionar creencias. Creo que es mas fácil no cuestionar (no ver el auto-engaño colectivo) para no caer en desacuerdo con el grupo. Pensar fuera del grupo es ponerse en oposición. Esta genera temor en las dos partes. El extraño resulta peligroso para el grupo.

    Indudablemente las creencias pueden cegar y definir campos de acción, exacto como Clifford lo plantea! Y mientras más radical es la creencia, mas fuerte es la incapacidad de juzgar o ver algo que es diferente.

    Las creencias conservan solidez intergeneracional aun con los cambios en las condiciones históricas; posiblemente sufran desviaciones positivas y negativas pero son parte fundamental se conserva.

    Opino que las creencias de la colectividad le han dado sobrevivencia y mantienen la existencia como comunidad, la existencia de generación en generación. si alguno pone creencias individuales contrarias que vayan en detrimento de las creencias de la colectividad seria rechazado.

    Argumenta que el poder que da el aparente conocimiento de la verdad que proporcionan las creencias colectivas y que unen a todos y que es obligación transmitir entre generaciones. Este poder da felicidad, seguridad y fortaleza pero él asevera que esto es una ficción y que todo hombre debe protegerse de esas creencias. Pero eso puede crear disensión en la colectividad.

    Importante reconocer la pérdida de la individualidad al actuar, pensar y juzgar en base a creencias. Clifford describe bien los daños individuales y colectivos del predominio de creencias.

    ReplyDelete