Tribunal Mexicano Prohíbe el Uso de
Dos Palabras
La
corte suprema de justicia de México pronunció recientemente sentencia sobre el
uso en público de las palabras maricón y puñal. El caso judicial se abrió
porque un periodista escribió que un
colega suyo, a quien describió como puñal, permitía que unos maricones fueran
columnistas en su periódico.
El
periódico Excelsior citó apartes de la decisión. La corte dijo que “Las expresiones
homófobas, esto es, el discurso consistente en inferir que la homosexualidad no
es una opción sexual válida, sino una condición de inferioridad, constituyen
manifestaciones discriminatorias, ello a pesar de que se emitan en un sentido
burlesco, ya que mediante las mismas se incita, promueve y justifica la
intolerancia hacia la homosexualidad”, y ampliando su concepto sobre la carga
agresiva del lenguaje dijo: “Las manifestaciones homófobas son una categoría de
discursos del odio, los cuales se identifican por provocar o fomentar el
rechazo hacia un grupo social. La problemática social de tales discursos radica
en que, mediante las expresiones de menosprecio e insulto que contienen, los
mismos generan sentimientos sociales de hostilidad contra personas o grupos”.
Academia Mexicana Niega Competencia
al Tribunal
La
decisión de la corte mexicana ha sido criticada por miembros de la academia
mexicana de la lengua. El diario El Universal dice que el presidente de esta
considera absurda la decisión de la corte
“ya que ha intervenido en un tema que no le corresponde, que es el del uso adecuado o inadecuado de la lengua”, que en su opinión “nos quieren prohibir o coartar la libertad de emitir insultos” y que la literatura esta llena de malas palabras.
“ya que ha intervenido en un tema que no le corresponde, que es el del uso adecuado o inadecuado de la lengua”, que en su opinión “nos quieren prohibir o coartar la libertad de emitir insultos” y que la literatura esta llena de malas palabras.
En
esta disputa la corte y la academia de la lengua ejemplifican las dos posiciones
extremas sobre el tema de si uno tiene la libertad legal de insultar.
Este
es un problema que probablemente existe desde cuando la humanidad comenzó a
legislarse, es decir a darse reglas de comportamiento obligatorias (unas veces
para todos, otras para segmentos de la población) y a hacerlas cumplir.
Servicios que Presta el Lenguaje
El
lenguaje, me parece, ha sido desde que lo inventamos un instrumento para
expresar ideas, emociones y sentimientos; para hacerlo hemos inventado las
palabras –y con ellas el tono de voz- que mejor nos sirven para comunicar
pensamientos abstractos y juicios concretos sobre la bondad y belleza de otros
seres humanos, para dejarle saber a los demás que estamos felices, locamente
enamorados, satisfechos con lo que tenemos, o para compartir con ellos nuestras
frustraciones, iras, odios y dolores físicos y morales.
Las
palabras, entonces, son la materia prima que utilizamos para conversar y hacer
literatura, y aquí usamos literatura en el sentido genérico de la palabra que
incluye las obras literarias y los escritos propios de un arte o una ciencia,
esto es la novela, por ejemplo, y la literatura médica o la literatura
agropecuaria.
Creadores del Lenguaje
El
problema que ejemplifican bien la corte y la academia mexicanas surge del hecho
de que el lenguaje es creado por todos y para todo, eso quiere decir que el
vocabulario incluye las palabras del sabio y del zafio, del noble y el patán,
del hombre bueno y del hombre malo, de la corte y el mercado, del ecuánime y
del rabioso; también las palabras usadas en momentos diferentes de la cultura y
la organización social y por eso las hay que reflejan igualdad y desigualdad,
dominio y sumisión, paz y reto, honor y vergüenza, buena crianza y mala crianza, respeto y
ofensa. Muchas de estas últimas tienen sentido en el momento y contexto de cada
sociedad o grupo humano.
¿Servicios que Debe Prestar la Ley?
Por
eso la corte suprema de justicia de México tiene razón en su análisis social y
cultural de las palabras que expresan y refuerzan en el pueblo sentimientos de
rechazo, discriminación, hostilidad y odio hacia un grupo de personas. Pero la academia
mexicana de la lengua pone en duda la competencia del estado para regular el
vocabulario de la gente y plantea un problema de otro tipo: ¿corresponde al
estado legislar sobre el uso de las palabras? De manera más concreta: ¿se
reduce el rechazo social a alguien si el estado prohíbe el uso de palabras
discriminatorias? ¿se reduce la hostilidad social si se prohíben las palabras
insultantes? ¿aumenta la capacidad de convivencia cívica si se castiga a quien use
palabras prohibidas? Y un poco más allá: ¿en qué ámbito se aplica la
prohibición del estado a usar ciertas palabras? ¿en la conversación?¿en la
literatura?¿en los medios?¿en los centros educativos?
Una
situación similar a la mexicana se ha presentado en Colombia donde la corte constitucional ha prohibido el uso del término legítimo para diferenciar a los
hijos nacidos dentro de una relación matrimonial de los nacidos por fuera de
ella.
Me
he quejado de la vulgarización del lenguaje hablado y de la tolerancia social
por el repetido uso de un lenguaje procaz en el trato interpersonal y de uno
vulgar y desobediente de la gramática en los medios de comunicación de masas.
Eso no implica que abogue por una intervención del estado en ese campo. No
faltaría más. La gente se comunica usando tanto las palabras como el tono de la
voz y el gesto; los insultos cambian con el tiempo; el uso excesivo de una
palabra le hace perder impacto emocional; el tono con que se diga una palabra
le restaura el poder de mover emociones. En ninguno de esos campos es legítima
la autoridad del estado para permitir o prohibir.
En última instancia –y esta
es una instancia de gusto, tono y respeto por el sentido de las palabras cuyo
tribunal es el medio social- hay un lugar y momento para todas las palabras que
hemos creado, como lo muestran Cervantes, Quevedo, Vargas Vila y Fernando
Vallejo, quienes las usan para dar énfasis, ilustrar un punto, marcar la
diferencia entre el eufemismo y el nombre real de las cosas, imitar el lenguaje
de la plebe y darle más fuerza a sus palabras.
Por
supuesto que uno puede usar la palabra –y no siempre una palabra soez- para
insultar y ofender, como lo puede hacer con una higa o haciendo pistola con los
dedos. Eso es parte de la interacción humana. Como lo puede ser la reacción
violenta –verbal o físicamente- de la persona ofendida. A lo más el estado
puede invocar el lenguaje usado como prueba y agravante, o atenuante, de la riña
que ocurra. Pero que cada cual use el lenguaje como a bien tenga y le ponga el
pecho a las consecuencias de lo que dice y como lo dice.
¿El Derecho a Ser Vulgar?
Por
eso es interesante la querella que alguien ha iniciado ante la corte constitucional
colombiana contra una disposición legal que reza: “Los espectadores [de
espectáculos públicos] están obligados a guardar la compostura y el decoro
debidos”. La persona querellante alega que al prohibir la opción de perder la
compostura y el decoro esta norma viola la dignidad humana y desconoce el
derecho de los ciudadanos a la igualdad y el libre desarrollo de la
personalidad. En otras palabras, esta persona reclama la libertad, por ejemplo,
de usar palabras y gestos insultantes en público como uno de los derechos que
le permiten definirse como miembro de la sociedad. Lo que no dice es la
conducta que espera de los demás espectadores: ¿tendrán el derecho de perder la
compostura y el decoro junto con ella aunque no lo hagan de la misma
manera?¿tendrán el deber de permanecer indiferentes si no les gusta lo que ven
en sus vecinos?
Este
tema tiene muchos aspectos y para dar a mis lectores la oportunidad de discutirlos
quiero copiar la opinión ilustrada de otros comentadores.
Quiero
empezar con un artículo muy erudito de SERGIO TÉLLEZ-PON, literato, profesor
universitario y editor mexicano, quien escribió criticando a la corte suprema
mexicana.
Luego
transcribo los comentarios, eruditos y juguetones, del también literato y
profesor universitario CARLOS VIDALES.
Luis Mejía – 8 de julio del 2013
Publicado en
blogluismejia.blogspot.com
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