El lenguaje, cápsula de hechos, ideas, emociones
El lenguaje tiene un poder del que no nos percatamos todo el tiempo. Uno habla como respira, sin darle mucha importancia a la voz y al suspiro. Pero en el lenguaje, como en el suspiro, comprimimos un universo de información que interpreta o a la que es indiferente quien nos escucha.
El lenguaje no es inane; al contrario, los usamos para informarnos, entretenernos, facilitar el trabajo con otros, comunicar nuestros sentimientos, engañarnos, hacernos daño, dar órdenes, dominar. Lo que hacemos con el lenguaje depende de las intenciones e interpretación de quien habla y de quien oye.
Estas cosas vienen a mi cabeza cuando tengo frente a mí un texto cualquiera, literario, científico, religioso, político, periodístico, y aprecio la elegancia del decir, la corrección del estilo, la claridad de las ideas, la seriedad de los argumentos, la precisión con que narra un evento, la imparcialidad con que describe situaciones ambiguas o interpretaciones encontradas de una situación. Siento que quien usa el lenguaje de esta manera respeta mi inteligencia, me ayuda a pensar, me permite ejercer autonomía en mis decisiones y asumir responsabilidad por mis acciones.
Pero hay un uso del idioma que ofende mi inteligencia, debilita mi autonomía y me hace sentir que pierdo el control de mis acciones. Sucede cuando soy destinatario de textos de propaganda religiosa, política o comercial, la que distingo por la distorsión de los hechos, la simpleza de los argumentos, el uso de falacias lógicas y palabras cargadas para sesgar mi opinión, neutralizar mi pensamiento crítico, inclinar mi ánimo o despertar mis emociones para ponerlas al servicio de otro. Esta es la manera de usar el lenguaje que lo convierte en herramienta para manipular las masas.
Utilidad de la ciencia
Utilidad de la ciencia
Dos de
los papeles importantes que ha jugado el pensamiento científico en el
desarrollo humano han sido las mejoras en las condiciones de vida y el
afianzamiento de la libertad de pensamiento. La ciencia aplicada produce mejoras
en la manera de vivir al crear nuevos métodos de producción, al inventar
instrumentos que facilitan el trabajo o que permiten aplicar el esfuerzo humano
a nuevas modalidades de artes e industrias y al fabricar nuevos objetos para
satisfacer nuestras necesidades. La teorización científica ayuda al progreso de
la libertad de pensamiento. Cuando se proponen nuevos paradigmas científicos se
hace, aunque sea de manera implícita, una crítica y un rechazo a paradigmas
vigentes.
Lenguaje científico
Pero hay
que hacer una distinción entre ciencia y científicos. La ciencia es una idea
abstracta: el conjunto de conocimientos generados por el método científico. Los
científicos son los seres humanos que practican el método científico y que nos
transmiten el resultado de su trabajo, que es un producto puro o contaminado
según su inclinación personal.
Hay un lenguaje del científico que hace su trabajo con honestidad intelectual. Hay otro lenguaje, remedo del lenguaje científico, usado por el científico que se pone al servicio de una ideología, un partido, una empresa comercial o un jefe político o religioso y que le cierra puertas a la libertad de pensamiento.
Para los hombres de poder –económico, político o religioso- la mayoría de nosotros somos masa, esperan que respondamos a sus palabras como consumidores, votantes o creyentes indiferenciados. En su manera de ver el mundo el lenguaje es una herramienta para mantener la aquiescencia de las masas y conservar el poder. En particular el lenguaje de la ciencia tiene el propósito de hacernos creer que su discurso y sus decisiones están basados en leyes científicas.
La novela Los monstruos optimistas, del autor inglés Nicholas Mosley, explora este uso del lenguaje cuando Stalin y su equipo de gobierno temían perder el poder a finales de la década de 1920.
Hay un lenguaje del científico que hace su trabajo con honestidad intelectual. Hay otro lenguaje, remedo del lenguaje científico, usado por el científico que se pone al servicio de una ideología, un partido, una empresa comercial o un jefe político o religioso y que le cierra puertas a la libertad de pensamiento.
Para los hombres de poder –económico, político o religioso- la mayoría de nosotros somos masa, esperan que respondamos a sus palabras como consumidores, votantes o creyentes indiferenciados. En su manera de ver el mundo el lenguaje es una herramienta para mantener la aquiescencia de las masas y conservar el poder. En particular el lenguaje de la ciencia tiene el propósito de hacernos creer que su discurso y sus decisiones están basados en leyes científicas.
La novela Los monstruos optimistas, del autor inglés Nicholas Mosley, explora este uso del lenguaje cuando Stalin y su equipo de gobierno temían perder el poder a finales de la década de 1920.
Los Monstruos Optimistas (extractos)
Odessa,
el poder y la dirección de masas
Odessa era una ciudad moderna y grande que parecía
próspera (¿y qué esperabas?, me dije a mí mismo). Tenía calles amplias, buses y
tranvías, edificios sólidos, de piedra.
En nada diferente de Berlín, París o Mánchester. Los hombres llevaban la cabeza
cubierta con gorras de tela, las viejas con chales y las muchachas jóvenes con
sombreros en forma de bellotas. Todo lo que yo sabía de Odessa era que allí
había estudiado Trotsky. Trotsky creía en la revolución permanente, en que uno
no podía construir un estado socialista si el resto del mundo no era también
socialista; socialismo era una especie de pureza que había que proteger de la
corrupción. Por eso me parece que Trotsky fue derrotado, porque la gente no
quería ser pura, la gente más bien prefería ser lo que era, que la amarraran de
la ternilla al piso y que la corrompieran. La gente necesitaba que la marcaran
con hierro en el alma, de lo contrario ¿cómo iba a saber lo que tenía que hacer?
Stalin era el hombre de hierro y se sentía como en casa en medio de la
corrupción del poder. ¿En qué sentido, entonces, podría ser esto una
revolución?
Lysenko crea
un paradigma útil a la clase dirigente
Las clases a las que yo quería asistir en la Academia de
Ciencias se relacionaban con la propuesta de un biólogo llamado Lysenko.
Lysenko era considerado el líder de una nueva clase de
científico soviético (que podía hacer crecer dos espigas de trigo donde antes crecía
solo una), un científico cuya tarea –en competencia, diríamos, con lo que Marx
había dicho de la historia- era no solo describir la naturaleza sino cambiarla.
Yo había hablado de esto con mi padre. Le había dicho: “¿Es posible encontrar
un nuevo tipo de trigo si de verdad se necesita
tanto?” Mi padre me había contestado: “Es posible que se encuentre un
nuevo tipo de científico soviético si realmente se necesita tanto”.
Lo que sucedió, al parecer, fue que cuando la escasez de
alimentos se agudizó el gobierno soviético pidió a los científicos que
descubrieran una especie de trigo más productiva, que no se contentaran con
describir las circunstancias que harían más productivo el trigo sino que
descubrieran un trigo de mayor productividad cuyas características se
transmitieran genéticamente. Los biólogos ortodoxos habían dicho: estas cosas
no se pueden hacer a la medida, una nueva especie de trigo depende de una
mutación que ocurre al azar, esa mutación se puede buscar y quizá aislar y
mantener pero tomará tiempo y paciencia; ¿cuál sería, si no, el sentido de
‘azar’ si se nos ocurre que podemos hacerlo sobre instrucciones?
Fue en ese momento cuando al parecer Stalin había
replicado (¿es posible que fuera un chiste?, ¿que Stalin estuviera bromeando?)
que la tarea de un científico marxista no era describir la naturaleza sino
cambiarla.
Y justo en aquel momento apareció un científico llamado
Lysenko diciendo que había encontrado una nueva variedad de trigo y que lo
había hecho precisamente al azar. Se le había caído en el agua un bulto de
trigo de invierno y lo había tirado a la nieve porque pensó que ya no servía.
Ese mismo trigo lo había recogido por equivocación su papá y lo había sembrado
en la primavera siguiente. Y, ¡cate! –como conejo salido del sombrero-
crecieron dos espigas de trigo donde antes solo se daba una. Y esta nueva
variedad era tal que sus características –¡sí!- se podían transmitir
genéticamente. No hubo prueba de esto. Parecía que era suficiente con que se dijera
que Marx lo había sugerido. Y ahora lo que los granjeros soviéticos tenían que
hacer para salvarse y salvar al país de la hambruna era pasar sus bultos de
semilla de trigo de invierno por agua y tirarlos a la nieve…
Yo le había dicho a mi padre: “Muy bien, ha aparecido una
nueva variedad de científicos soviéticos, pero ¿qué pasará cuando se descubra
que lo que ellos dicen no se transmite genéticamente?”
Mi padre había contestado: “¿Por qué habrán de darse
cuenta? En un sistema soviético no es necesario que algo funcione, lo que se
necesita es encontrar a alguien que diga que lo que se quiere funciona”.
El
discípulo y el lenguaje de lo que aprende
Yo iba a las clases de la Academia de Ciencias con Kolya
[N. del T.: estudiante de la Academia, hijo de la familia donde se hospedaba el
narrador]. Me sentaba al fondo del salón de clases que era muy frío. No
entendía casi nada de lo que decían los profesores. Yo pensaba: si las palabras
tienen tan poca relación con su significado, ¿qué importa si entiendo o no
entiendo lo que dice el profesor? Aquí estamos, enfundados en nuestros abrigos,
chaquetas forradas, gorras con orejeras; parecemos bultos de trigo de invierno,
semillas de trigo tiradas en la nieve, y lo interesante es lo que pasará cuando
en cierto sentido seamos sembrados en la primavera… el campo habrá sido arado
para la siembra y alguna cosa podrá crecer algún día. –Podría ser que todo lo
que Lysenko esté diciendo es: Si se rompe en pedazos una variedad vieja, ¿cómo
hace uno para saber qué saldrá de ahí?
….
Le pregunté a Kolya: “Díme, ¿tú crees que las teorías de
Lysenko funcionarán?” Kolya respondió como si recitara de memoria: “Si existe
un deseo apasionado de hacerlo se alcanzarán todos los objetivos, se
sobrepasarán todas las metas”.
Yo dije: “Eso suena a poesía”.
El dijo: “Es poesía”.
Yo dije: “¿Lo escribiste tú?”
El dijo: “No, lo escribió el camarada Stalin”. Y salió
corriendo, pateó una piedra y dio unos pasos como de baile en la mitad de la
calle.
Yo dije: “¿Es poeta el camarada Stalin?”
El dijo: “En Rusia todos somos poetas”.
Mataron a
Kirov y su muerte fue muy útil
Era esta una época –el invierno de 1934/35- cuando
todavía en la Rusia de Stalin no había empezado lo que después se llamaría el
Terror, aunque ya por años habían corrido historias, que venían y se iban, de
muertes inexplicables y hambrunas. Sin embargo, poco después de mi llegada a
Rusia tuvo lugar el asesinato de Kirov, el jefe bolchevique de Leningrado; este
evento fue considerado después el punto de partida del Terror. A Kirov lo
asesinó un disidente que sufría de problemas mentales. Este disidente, de
nombre Nikolaev, pudo actuar por su propia iniciativa o pudo ser miembro de un
grupo. De hecho, sin embargo, en el sistema soviético era posible decir que él
estaba actuando en coordinación con alguien más, lo que significaba que se podía
decir de cualquiera que era responsable del asesinato de Kirov, líder del
Partido. ¡Qué cosa útil para alguien que quisiera deshacerse de sus enemigos!
El precedente para este tipo de situación fue la manea como los Nazis aprovecharon
el incendio del Reichstag -cuando un disidente con problemas mentales le dio a
Hitler la oportunidad de salir de quien quisiera-. Ahora el asesinato de Kirov
fue usado por Stalin para arrestar y juzgar a Zinoviev y Kamenev, dos de sus
colegas más antiguos -y el precedente para esto fue, por supuesto, el asesinato
de Rohm por órdenes de Hitler-. Yo pensé: Pues claro que aquí hay un patrón que
se establece mentalmente, pero los dictadores son, por supuesto, tan estúpidos que
no se dan cuenta de que ellos mismos son parte de un patrón mental.
Las
palabras señalan al criminal
Llegaron noticias de Moscú de que Zinoviev y Kamenev
habían sido condenados a prisión por la responsabilidad que les cabía en el
asesinato de Kirov. Se argumentó que como el asesino era un disidente y
Zinoviev y Kamenev de vez en cuando habían sido disidentes dentro del Partido,
en consecuencia, lógica y objetivamente, ellos eran cómplices en el asesinato.
Ellos mismos, Zinoviev y Kamenev, parecían estar de acuerdo con esto. Yo seguía
intentando conversar con Kolya y le decía: “Lo que está pasando ahora mismo es
que se están usando las palabras para justificar cualquier cosa; es decir,
cualquier cosa que quiera quienquiera que esté en el poder”.
Kolya me respondió: “¿No es así como se usan siempre las
palabras?”
Yo respondí: “¿Es así como se usan? Lo único que yo
quiero es entender”.
Tomado de
Hopeful Monsters por Nicholas Mosley (Dalkey ARcive Press, 2000; Primera
edición: 1990).
Otras aplicaciones perversas del lenguaje
Al
leer estos segmentos de la novela uno puede hacer una extrapolación a otros
momentos y otras circunstancias y recordar los escritos, discursos y películas
que se hicieron para hacernos creer que:
-
la inteligencia, la virtud y la capacidad de mando son
hereditarias
-
la rebelión contra el bajo status social y económico heredado
de los padres va contra la moral y el orden social
-
las independencia latinoamericana fue contraria a la ley
de dios que había conferido al rey el poder de gobernarnos
-
las guerras de agresión solucionan conflictos
-
los que mueren en guerra santa van al paraíso
-
es un revolucionario, que lo fusilen; es un reaccionario,
que lo fusilen
-
las armas nucleares en manos nuestras son garantía de paz,
en manos ajenas son un peligro colectivo
-
la guerra contra la producción y venta de drogas
recreativas eliminará la demanda de ellas
-
las leyes de divorcio, la homosexualidad, el
reconocimiento de los derechos de la mujer, la igualdad legal del hijo natural y el hijo legítimo o el sexo pre-marital harán que la
familia desaparezca
-
la mujer vale menos que el hombre y el negro y el indio valen
menos que el blanco
-
el honor de una familia descansa en la virginidad de sus
mujeres solteras
-
los matrimonios inter-raciales degeneran la raza
-
la concentración de la riqueza en pocas manos mejora la
calidad de vida de las masas
-
lo que es bueno para los intereses de las multinacionales
es bueno para su país de origen
-
fumar no produce cáncer
-
la minería a cielo abierto no afecta el medio ambiente
-
los delincuentes de cuello blanco no merecen el mismo
castigo que otros delincuentes pues le hacen poco daño al tejido social
-
la fractura hidráulica de esquistos para extraer gas y petróleo
no consume inmensas cantidades de agua ni corrompe las aguas subterráneas
-
el calentamiento global no tiene relación con las
actividades humanas
-
el salario mínimo legal perjudica a los trabajadores
-
el presidente, expresidente o aspirante a presidente es
persona de inteligencia superior, moral intachable, visión histórica, correcta capacidad
decisoria y aliados incorruptibles, o todo lo contrario
Mis lectores, estoy seguro, conocen otros ejemplos.
Luis Mejía - 13 de febrero del 2016
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
He recibido de uno de mis amables corresponsales un chiste oportuno:
ReplyDeleteLysenko estaba en una conferencia explicando que habia una herencia de caracteres adquiridos.
Dice que si el sistema sovietico es capaz de cortarle la cola a todas las vacas durante cierto periodo de tiempo, las vacas naceran sin cola al cabo de ese tiempo.
Un alumno pide la palabra y le dice:
"Camarada Lysenko, si esto es asi, porque las mujeres siguen naciendo virgenes en Rusia?"