Vida de adversidad
Yahya Hassan
es un ciudadano danés hijo de inmigrantes palestinos que el año pasado, a la
edad de 18 años, publicó un libro de poemas que lo hizo célebre de la noche a
la mañana. Algunos lo consideran un genio literario, otros que es necesario
darle tiempo para que madure como artista y para unos terceros sus escritos no
son poesía. Lo que es indudable es que habiendo vendido 40.000 copias de su
libro en las primeras semanas de su publicación y habiendo recibido la atención
de importantes medios internacionales se ha convertido en una voz que no se
puede ignorar.
A los 13 años
Hassan escapó de su casa en rebeldía contra la violencia de su padre y desde
entonces vivió en instituciones del estado. Ha sido arrestado por robo, fue
expulsado del bachillerato por problemas de disciplina, ha andado de
institución en institución. Sus poemas dan testimonio de que la familia y la
sociedad en que creció fueron incapaces de darle un sentido a su vida, un marco
ético a su conducta y un oficio para sobrevivir.
“Ideologización” de un testimonio personal
Aunque Hassan
no tiene una ideología ni una afiliación política, derechistas han creído ver
en él un aliado para denunciar el parasitismo de los inmigrantes y la
decadencia del mahometismo y los izquierdistas uno para denunciar las fallas de
las políticas oficiales en los programas de integración social de los
inmigrantes.
Los fieles
musulmanes lo consideran un renegado por decir que la religión de sus padres
tolera la violencia personal y que no le enseñó justicia, ni solidaridad, ni
respeto de sí mismo y de los demás ni lo inspiró para vencer la ignorancia y la
abulia de su entorno. De hecho ya un creyente lo atacó en una estación de metro
en Copenhague para castigar su apostasía. Y no sin razón desde su mundo de fe
de carbonero.
Hassan en sus propias palabras
He encontrado
dos entrevistas de Hassan en el internet. Una de ellas publicada originalmente
en una revista virtual danesa fue traducida al inglés para la página web del
CEMB Forum; la otra fue
publicada en el blog de Qasem El-Ghazali, un activista marroquí de derechos
humanos y libertades personales. Tomando material de ambas he hecho el
siguiente perfil de las opiniones de Hassan sobre la religión que practican sus
mayores, las relaciones con su padre y su desarrollo intelectual. Sus opiniones reflejan la experiencia personal
de un hombre joven, inteligente, sensible a su entorno, observador perspicaz,
de limitada educación formal, de manera que lo que dice nada tiene que ver con
estudios antropológicos o sociológicos de la misma comunidad. Lo que dice
refleja más bien lo que pueden pensar muchachos puestos en situaciones
similares, tales como los guetos de inmigrantes en los países desarrollados o
las comunidades improvisadas de los desplazados por guerras civiles o por
conflictos patrocinados por elites locales sobre la propiedad de suelos
arables.
El islamismo de los inmigrantes
Hassan habla de los
inmigrantes palestinos que vivían en el pueblo de Dinamarca donde se crió. Dice
que muchos mahometanos creen que el Islam es la Verdad y que otras maneras de
vivir son inferiores. Les cuesta mucho trabajo aceptar y respetar la gente que
no es como ellos. Muchos que se consideran mahometanos realmente no lo son. No entienden el Corán. No lo
practican pero lo predican a toda hora. Solo conocen el sura Al-Fatiha (primer capítulo del
Corán). El Islam entre ellos ha quedado reducido a una religión de reglas sobre
rituales, permisos y prohibiciones que, en su opinión, debilitan el mensaje
espiritual y eclipsan otros aspectos de la cultura musulmana. Los musulmanes,
dice, no deberían permitir que los imanes y las instituciones religiosas
definan su credo y que tengan el poder de hablar en nombre de dios siguiendo
sus agendas políticas.
Según él muchos
inmigrantes ignoran la historia, la literatura y la lengua árabes y cultivan
una forma inferior del Islam que les conviene y desechan todo lo demás. Por
ejemplo, muchos miembros de su generación no son capaces de leer y escribir el
árabe, lo cual dificulta su aprendizaje de la historia y la religión de sus
ancestros, de manera que solo saben lo que sus padres les han dicho que es lo
mismo que a estos dijeron sus padres.
Hipocresía religiosa
Hassan critica la
hipocresía de la clase baja de los inmigrantes. Dice que hay entre ellos
quienes se sienten orgullosos de practicar el islamismo y al mismo tiempo le
hacen trampa a la sociedad. Por ejemplo, alguien del pueblo donde creció vive
de la ayuda pública y trabaja por fuera de los libros pero se empeña en decirle cómo tiene que vivir
honradamente. Hassan dice que le cuesta trabajo tomar en serio a esa persona
que también le exige a sus hijas que anden con la cabeza cubierta pero se queda
mirando a las mujeres que pasan por su lado en la calle. Cuenta que una vez,
cuando era niño, estaba jugando con la computadora de un tío cuando descubrió
que estaba llena de pornografía. Y ese tío se hacía el santo. Esos hombres
viven en un extraño mundo de fantasía donde pueden ir de putas, beber y robar y
en la tarde ir a la mezquita a hacerse perdonar. De esa manera pueden hacer lo
mismo el día siguiente porque dios los acaba de absolver. Esa es una manera
corrupta de practicar la religión y Hassan no tiene respeto por ese tipo de
hipocresía.
¿Algo podrido hoy en Dinamarca?
Describe una
descomposición moral en la población de inmigrantes palestinos residente en
Dinamarca. Los mismos adultos, que recitan todo el Corán, van a la mezquita y
mantienen una actitud de superioridad moral, pierden todo escrúpulo cuando
tienen oportunidad de engañar y defraudar el sistema. Los muchachos de su
generación van a la oración del viernes y pasan el resto de la semana robando,
bebiendo alcohol, fumando marihuana y chingando con las danesas hasta que se
casan con una muchacha árabe. Muchos hombres jóvenes y en buena salud, capaces
de levantar pesas de 100 kilos en el gimnasio, viven de una pensión de
incapacidad porque están impedidos para trabajar. Luchan por conseguirla y lo
celebran cuando la consiguen.
Es muy difícil para
un joven, dice, tomar las decisiones correctas si no ha aprendido en el hogar a
distinguir entre lo bueno y lo malo. Uno no está preparado para lo que la
sociedad le ofrece si los padres lo crían a punta de palizas y citas del Corán
y nunca profundizan en una conversación. Se puede hablar de responsabilidad
personal cuando los padres han hecho su parte para hacer de uno una persona
sana y buena.
La generación que falló
Dice Hassan: Yo vivo
furioso con la generación de mis padres, los que llegaron a Dinamarca a fines
de los años 80. A nosotros, los que no terminamos escuela, los que fuimos
criminales, los que nos volvimos vagos, no nos falló el sistema sino ellos.
Ellos tenían tiempo para nosotros pero lo gastaron en otras cosas. Los hombres
jugaban cartas, holgazaneaban, iban a la mezquita, miraban las noticias del
Medio Oriente. Las mujeres andaban chismorreando y a la caza de gangas en el
supermercado. Cuando un niño consentido de clase media se queja de que nunca ve
a su padre porque se la pasa trabajando la cosa tiene una lógica que yo
entiendo. El padre está en el trabajo. Pero la gran mayoría de los padres en el
pueblo donde me crié estaban desempleados o en asistencia pública. Tenían todo
el tiempo del mundo pero no para nosotros.
Nos decían que agradeciéramos que no se hubieran quedado en los campos
de refugiados. Como si nos hubieran hecho un favor. Es un chantaje emocional
que no los libera de sus responsabilidades.
La generación que está fallando
Mi generación, dice
Hassan, no ha sido capaz de enfrentar el fracaso inmenso de nuestros padres. En
especial los inmigrantes educados y que se consideran a sí mismos intelectuales
no han asumido su responsabilidad de definir, cuestionar y criticar los
problemas que hemos vivido. Unos pocos han sido la excepción y han debatido el
asunto en público. Los demás son los mejores críticos del mundo cuando se trata
de hablar de derechos humanos y guerras en el Medio Oriente pero cuando se
trata de los problemas inmediatos se quedan mudos y asumen una actitud pasiva.
Relaciones con sus padres
Hassan tiene viva la
memoria de la violencia paterna a que fue sometido de niño. Dice: Yo fui
maltratado físicamente cuando era niño. Golpeado sistemáticamente. A todos mis
amigos los criaron a punta de golpes. Mi padre gastaba su tiempo inventando
castigos para mí y mis hermanos. Nos obligaba a estar parados en un pie mirando
la pared con los brazos abiertos. Es cosa de enfermos. Lo que me da rabia hoy
en día no es que no pudieran ayudarnos a hacer las tareas escolares o a citar
poesía clásica sino que habían perdido todo interés en sus propios hijos. Eran
espectadores que de vez en cuando nos daban una cachetada para sentir que
todavía tenían autoridad.
Límites de la crítica generacional
Con todo y su crítica
de la gente que conoció en su niñez y adolescencia, Hassan hace una importante
distinción. Dice que la gran mayoría de los inmigrantes son gente trabajadora y
respetuosa de la ley pero que los otros, los que se aprovechan del sistema, son
demasiado numerosos para ignorarlos.
Su vocación literaria
Cuando era niño Hassan
pasaba mucho tiempo leyendo. Dice que cuando cometía alguna estupidez su padre
me daba una paliza y lo encerraba en su cuarto. Así descubrió la literatura.
Cuando tenía 13 años pusieron una escuela de rap en su vecindario y empezó a
escribir sus propias cosas y a cantarlas. Pero poco tiempo después empezó a
sentir que había algo que no le gustaba en esa forma de expresión. Era como si
tuviera que pretender que era un gánster para decir que asaltaba a la gente y se
iba de parranda. Cuando escribía algo personal el instructor lo rechazaba. Pasó
un par de años componiendo rap y luego abandonó el rap y siguió escribiendo.
Escribía historias cortas y cosas por el estilo. Empezó a ir a un club de
escritura una vez por semana y allí conoció la literatura seria y la poesía.
La poesía de Yahya Hassan
Hassan ha escrito sus poemas en danés y hasta el
momento no se ha hecho una traducción experta al inglés o al castellano de
manera que me es imposible juzgar la calidad de su trabajo. Quienes han
traducido algunos de sus poemas al inglés no tienen suficiente dominio de este
idioma y tienden a hacer traducción de diccionario. Un par de traducciones al
español que he visto son traducciones literales de malas traducciones inglesas.
No habiendo más con qué trabajar he usado lo que he encontrado para hacer una
versión en castellano con el fin de dar al lector en este idioma una idea
aproximada de su obra. Al tomar como base una versión inglesa de un original danés
me siento imitando al colombiano que del francés traducía chino al castellano.
Las probabilidades de que yo atribuya al autor palabras que nunca pasaron por
su cabeza son muy grandes así mi originalidad sea notable.
Sus poemas son
escritos en letras mayúsculas y sin puntuación. A continuación presento tres de
ellos y un fragmento.
Infancia
Cinco hijos en fila y el padre con un palo en la mano
Llanto y un charco de orines
Uno por uno ofrecemos la mano
En anticipación del castigo que llegarÁ
El sonido del golpe
Una hermana que salta
veloz de un pie a otro
Los orines bajan en cascada por su pierna
Primero una mano luego la otra
Si no te apuras el golpe cae donde caiga
Un golpe un grito un número 30 o 40 o 50 a veces
Y la paTada en el culo cuando pasas la puerta
Un hermano que él levanta por el hombro
Y sigue contando y golpeando
A la espera de mi turno miro al piso
Mamá quiebra platos en la escalera
Mientra Al Jazeera transmite noticias
Buldozers muy activos y cuerpos quemados en pedazos
La franja de gaza en la resolana
Queman banderas
Si un sionista no acepta que
EXISTImos
NO existimos
Cuando nos tragamos el dolor y el miedo
Cuando anhelamos respirar y DARNOS sentido
No podemos hablar árabe en la escuela
No podemos hablar danés en casa
Un golpe un grito un número
Hassan en una lectura pública
A la puerta
rosquilla navideña en mano me metÍa en un armario
Aprendí a amarrar el cordón de mis zapatos en silencio
Decoré naranjas con especias y cintas rojas
Colgaban del techo como muñecas de vudú
Así recuerdo el kindergarten
Los otros esperaban a papá Noel
Pero yo le tenía tanto miedo
Como a mi padre
Salam habibi
Yo pulía un pedazo de madera en la escuela
Cuando el maestro me entregó el teléfono
Que usaba para llamar a mi padre
Qué he hecho ahora pregunté
Y puse el teléfono al oído
Pero era mi madre
Dijo que se había ido
Me puse a llorar
La noche anterior nos habían dejado en la sala
La puerta de la alcoba permanecía cerrada
Ruidos adentro y una mirada por el ojo de la cerradura
Mamá con un cable al cuello
Yo empujé la puerta y él se soltó el cinturón
Ya me había dicho que permaneciera en la sala
POEMA EXTENSO
(Fragmento)
Tú no CONSUMes carne de puerco
Que Alá te bendiga por tu dieta
Tú quieres la oración del viernes el próximo viernes
Quieres Ramadán el próximo Ramadán
Y entre viernes y viernes y Ramadán y Ramadán
Quieres llevar un puñal en el bolsillo
Vas averiguando los problemas de la gente
CUANDO el único problema eres tú
El contexto histórico de los Hassan
El entorno
familiar, tan duramente descrito en estos poemas, tiene que ser visto en el
contexto de los campos de refugiados donde han vivido los palestinos por varias
generaciones. Un campamento de refugiados no es considerado un lugar permanente
de residencia, es un enclave en territorios sujetos a autoridades civiles o
militares que lo toleran con reservas y que desalientan el desarrollo de una
economía, una cultura y un tejido social que lo hagan viable como un
asentamiento urbano normal. Allí las oportunidades de educación, entrenamiento
en un arte u oficio, desarrollo de los talentos propios y empleo útil son
limitadas si no inexistentes. Sus
habitantes no tienen derecho a echar raíces pues son ciudadanos de ninguna
parte, siempre a riesgo de ser desarraigados caprichosamente y sin la libertad de moverse por su propia
voluntad.
Los campos
palestinos están sujetos a una doble violencia: la de grupos religiosos y
políticos que se disputan el control interno y
la de quintacolumnistas usados por el estado de Israel para mantener a
los pobladores en estado de zozobra e incertidumbre.
En condiciones
tan enemigas de una vida normal, opuestas al florecimiento de la personalidad y
al desarrollo del carácter, no es sorprendente que de allí salgan individuos
inclinados a abusar de los más débiles y vulnerables, como las mujeres y los
niños. Uno quisiera que la gente se temple en la desgracia y se ennoblezca en
el sacrificio, como dicen de la guerra los estrategas de retaguardia y de la
adversidad los atembados teóricos de autoayuda, pero la realidad es que la
violencia, la desesperanza y el desarraigo de un campo de concentración tienen
el efecto opuesto; no otra es la naturaleza humana. Y esto no va a cambiar
pronto. Los refugiados son rehenes del estado de Israel en su exigencia de que
los palestinos renuncien a la tierra que una vez fue suya. Es un ciclo secular
de violencia y desposesión. Los judíos ganaron una guerra en las brumas de la
historia y desposeyeron a los habitantes de Canaán y, a su turno derrotados,
fueron desposeídos por asirios, romanos, sarracenos y francos. La misma
injusticia que cometió la corona de Castilla contra ellos a fines del siglo XV
la ha cometido el estado de Israel contra los palestinos en el siglo XX.
Muchas de las
condiciones de vida de los campos de refugiados palestinos son comunes a todo
tipo de campamento y tugurio donde viven los desposeídos de la tierra, donde,
si nos esforzamos, podemos oír voces similares a la de Hassan y, aún sin
esforzarnos, podemos intuir la raíz de la violencia de familia que él protesta
y anticipar violencias mayores.
Virtud de humanidad en nuestro mundo
La vida y obra
de Hassan me ponen a pensar si el mundo que hemos creado en nuestras familias,
aldeas, provincias, estados, comunidades de mercados, es favorable al
desarrollo de las virtudes más nobles de nuestra humanidad –como la solidaridad
y la compasión, el sentido de justicia,
la dignidad personal y el cultivo de la inteligencia y del poder creativo- en
las elites y las masas o si, al contrario, privilegia oportunidades para que
los rasgos más pobres de nuestra condición humana adquieran influencia
desmedida en la sociedad.
Luis Mejía – 7 de mayo
del 2014
Publicado
en blogluismejia.blogspot.com
Qué estupendo todo el material que tienes en tu blog pero el que me inquietó y me forzó a leerlo completamente todo es tu artículo sobre Yahya Hassan, el joven palestino que vive in Dinamarca. Sus poemas traslucen su vida; yo diría que esta es trágica por la corrupción e inhabilidad de un padre y de un grupo de no saber cómo tomar ventaja de lo que se les ofrece en Dinamarca y ayudar a sus hijos a tener una buena educación y aprender un oficio, pues lo que hacen los padres de este grupo es tomar ventaja de un sistema que les brinda ayuda y desperdiciar su tiempo en banalidades como jugar cartas y ver tv sin tomar cuidado del intelecto y bienestar de sus hijos. Es trágico lo que les ocurre a los palestinos en su tierra y cuando emigran. Ojala Yahya triunfe como escritor y sus escritos vayan al mundo entero para que los palestinos se beneficien y posiblemente ocurran grandes cambios en sus vidas. Es muy importante crear una voz inteligente que ponga en evidencia el sufrimiento de niños y jóvenes y de todo un grupo de gente, los palestinos.
ReplyDeleteLuz