Wednesday, February 27, 2013

OBAMA VERSIÓN 2.0



Publicado originalmente en RAZÓN PÚBLICA
Domingo, 27 de Enero de 2013 

Un discurso inspirador, estructurado y anclado en la tradición de los padres fundadores contrasta con la fría realidad de Estados Unidos: no ha logrado salir de la crisis económica, el consenso bipartidista se rompió y su influencia en el mundo declina.

El sentido de la historia

El discurso de Barak Obama — presidente reelegido de Estados Unidos — en la ceremonia oficial de posesión el pasado 21 de enero estuvo cargado de símbolos y de guiños históricos: ya se convirtió en referencia obligada para el futuro, cuando se evalúe su gestión de gobierno.

El trabajo de un presidente incluye administrar la cosa pública, encarnar la dignidad de la Nación y dar voz y sentido a la visión que su pueblo tiene del destino común. El presidente Reagan, por ejemplo, lo hacía en su estilo afable y en un lenguaje de libreto de cine que conectaba bien con la mentalidad simplista de las masas.
El presidente Obama — intelectual, académico, constitucionalista — apela a la inteligencia y al sentido de la historia de su audiencia.

Discurso bien armado

En su discurso de posesión pudimos observar una construcción formal impecable:

-En la introducción, preparó a sus oyentes mediante una invocación de la Constitución y de la Declaración de Independencia, donde evocó los ideales de igualdad y de libertad que han inspirado los mejores momentos de la historia nacional y una lista de las aspiraciones populares que aún están pendientes de realizar.

- En el medio, despertó una intensa emoción colectiva al mencionar los lugares que la imaginación popular asocia con la lucha por la igualdad de las mujeres (Seneca Falls), con los derechos de los afroamericanos  (Selma) y con el respeto a los homosexuales (Stonewall) para desembocar en una secuencia que empieza “Nuestra lucha no estará terminada hasta que…”, repetida cinco veces para hacer visibles los sectores sociales que el resto del país ha dejado atrás.

- Al final, reafirma la fe en los ideales del pasado, el orgullo en los avances sociales y políticos logrados, los retos de una lucha noble y la confianza en el futuro.

Su lectura del discurso fue efectiva. Él proyecta un aire de autoridad con la cadencia de la voz, la mesura en los movimientos de las manos, la gravedad de su expresión y la dosis correcta de emoción en los momentos claves del texto.

We the people

Hubo un tema dominante: el esfuerzo colectivo y la solidaridad social — los ciudadanos trabajando unidos y ayudándose unos a otros — hacen y harán de Estados Unidos un país libre, próspero e igualitario. Repitió dos palabras muchas veces: nosotros y juntos.

Algunos críticos opinaron que el presidente se presentó como un tirano en potencia al hacer uso del plural mayestático.  Es una lectura equivocada: al hablar de “nosotros” lo hizo inmediatamente después el preámbulo de la Declaración de Independencia: “Nosotros [el pueblo] declaramos como verdad evidente que todos nacemos iguales…”   De manera que las aspiraciones de los fundadores de la república se prolongan retóricamente en las aspiraciones populares de hoy.

El presidente enunció algunas áreas de acción para su segundo periodo:

- el déficit fiscal,
- la economía,
- el empleo,
- la infraestructura,
- el sistema impositivo,
- la educación, investigación e innovación tecnológica,
- el cambio climático,
- la inmigración,
- la seguridad social,
- la discriminación salarial de la mujer,
- la desigualdad jurídica de los homosexuales,
- los derechos políticos de las minorías,
- la población económicamente vulnerable,
- la terminación de las guerras pendientes,
- la promoción de la democracia y el desarrollo en el resto del mundo.

No se comprometió con una acción específica sobre ninguno de estos puntos. No era su intención. Lo que hizo fue esbozar una visión del país que quieren las mayorías que votaron por él. Probablemente en su discurso sobre el estado de la unión presentará sus planes concretos, el próximo 12 de febrero.

Una visión sin ataduras

El discurso — con los tópicos ya tradicionales de excepcionalismo y embellecimiento de la historia nacional — parece tener dos propósitos: de un lado, dejar claro quién ganó las elecciones y, de otro, fijar una visión de la Nación para los próximos años.

Los políticos republicanos acusan al presidente de tomar decisiones unilaterales y partidistas y de excluirlos de la discusión del proyecto nacional. Parecen no haber entendido que el discurso presidencial encarna una visión antagónica a la que ellos presentaron en la campaña presidencial y que rechazó la mayoría de los electores.

Por su parte, el presidente parece entender ahora sí que la oposición republicana a una administración demócrata – y a la suya en particular por ser negro – no admite compromiso o colaboración: se siente libre para definir la agenda política y la orientación de su gobierno. Pero es obvio que este discurso no define la agenda gubernamental, solo ofrece una visión ideal del país.

El presidente Obama tendrá que negociar con los legisladores republicanos — o por lo menos con los menos recalcitrantes entre ellos — para poder gobernar efectivamente. De hecho, lo anticipa al decir que “no necesitamos  terminar de una vez por todas el debate sobre el papel del gobierno”. Después de todo, ellos seguirán siendo mayoría en la Cámara de Representantes.

La economía sigue mal 

Un tema que tendrá alta prioridad en estos cuatro años es la política económica.  La crisis fiscal galopante, que se refleja en el elevadísimo nivel de la deuda pública, resulta del desfase descomunal entre gastos e ingresos gubernamentales. Aunque los medios subrayan el problema del nivel federal, éste  se extiende a las finanzas de los estados y de los municipios.

El partido republicano  pretende reducir los impuestos y cortar drásticamente los gastos, especialmente los de bienestar social, dando la espalda al fraude y al desperdicio que ocurren en el presupuesto militar y de seguridad nacional.  Los demócratas quieren subir los impuestos de los más ricos y evitar la reducción en los gastos sociales.

Durante su primera administración, el presidente quiso contemporizar con los republicanos y propuso una acción limitada con respecto a impuestos y gastos sociales; su oferta no satisfizo al sector más fanático del partido y no hubo acuerdo. Las negociaciones que habrá necesariamente entre el gobierno y el partido de oposición deben equilibrar la reducción de la deuda y estimular el crecimiento de la economía.

La actividad económica todavía se está recuperando de la recesión provocada por el colapso del sistema financiero y del mercado de vivienda en 2007. La empresa privada – y el sector financiero, en particular – tuvieron buenas ganancias el año pasado. La deuda privada – tanto empresarial como de los hogares – se ha reducido.

Se estima una tasa de crecimiento del PIB entre 1,7 y 2 por ciento para 2012 y de 2,5 a 3 por ciento para 2013. Un nuevo ciclo de inversión, de contratación de mano de obra, de compra de vivienda y de consumo puede resultar de esta disponibilidad de fondos y de las bajas tasas de interés predominantes.

Suponiendo que va a encontrarse una solución razonable a la crisis fiscal, la economía seguirá siendo vulnerable frente a las bajas tasas de ahorro doméstico, a la escasa generación de riqueza real – en contraste con la riqueza de papel generada por el sector financiero y por los especuladores de la bolsa – y a la crisis económica europea.

Por eso cabe esperar que haya interés en explotar mejor los beneficios de los tratados de libre comercio existentes y que se celebren otros con el mismo propósito, como la iniciativa transpacífica que se negocia en secreto y sin discusión ciudadana.

Empleo y salario son condiciones sine qua non para mejorar la vida de la población. El Departamento del Trabajo ha calculado la tasa de desempleo en 7,8 por ciento para fines del 2012. Cálculos independientes esperan que baje al 7,1 por ciento para el 2014. Entretanto, la generación de empleo seguirá a ritmo lento y concentrada en el sector servicios, donde los salarios tienden a ser bajos y los trabajadores no calificados.

En 2012 se registró un aumento del 2,1 por ciento en el salario promedio por hora y para 2013 no se anticipan cambios en el salario mínimo aunque varios estados ya lo han subido o planean hacerlo.

A falta de un programa masivo de obras públicas, el gobierno federal tendrá poca capacidad para crear empleos; sin embargo, decisiones equivocadas con respecto a la crisis fiscal pueden tener un impacto negativo.

Las relaciones internacionales

Es probable una reforma de las leyes de migración en el curso del año. La primera administración Obama deportó más inmigrantes indocumentados que los gobiernos anteriores. Aún así, los latinos aportaron el margen de votos que le permitió ganar las elecciones. Asumió el compromiso de solucionar el problema de los indocumentados.

Es posible que el liderazgo republicano, duramente golpeado por el rechazo electoral latino, considere conveniente apoyar esta iniciativa. Están por definirse las modificaciones a las leyes de inmigración y los términos para normalizar el status de los inmigrantes indocumentados.

La agenda internacional presentará retos excepcionales. La situación fiscal y las condiciones económicas internas forzarán una congelación de gastos militares y de ayuda al desarrollo.

Por esto, el gobierno dará prioridad a la diplomacia en el manejo de las crisis de los próximos años. En zonas de conflicto armado probablemente intensificará el uso de aviones de combate teleguiados.

Varios frentes de las relaciones internacionales requieren atención inmediata:

-Negociar la presencia estadounidense en la economía y la seguridad nacional de Iraq y de Afganistán;

-Definir las condiciones de exclusión o colaboración de otros estados en sus asuntos internos,

- Mantener la presión sobre las pretensiones nucleares de Irán y Corea del Norte;

- Anticipar un posible conflicto entre China y sus vecinos –con quienes Estados Unidos tiene tratados de defensa mutua- por rivalidades territoriales.

- En el conflicto israelí-palestino, las opciones son limitadas por la desconfianza entre las partes y el comportamiento insultante del primer ministro Netanyahu hacia el presidente Obama.

- La economía estadounidense puede verse afectada por la crisis europea.

-El colapso de los estados africanos puede perturbar el mercado internacional de materias primas, crear oportunidades para el terrorismo anti-occidental y exigir la presencia del ejército estadounidense para mantener apariencias de estabilidad.

-El cambio climático exigirá trabajar con los países subdesarrollados que consideran la protección del medio ambiente un obstáculo a su progreso.

-Y América Latina ha empezado a tomar distanciar frente a la guerra contra las drogas.

Todo esto pondrá a prueba la habilidad de Estados Unidos para promover paz y libertad, desarrollo económico, comercio internacional y democracia, además de sus propios intereses.

Luis Mejía – 27 de febrero del 2013
Reproducido de Razón Pública en blogluismejia.blogspot.com

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