Friday, February 17, 2012

Campaña Presidencial en Estados Unidos – 3ª Parte B.- Romney: Capitalismo Financiero y el Voto Republicano

El mensaje de raza y de clase social del señor Romney está respaldado por su riqueza y la manera como la adquirió. Es posible             que también su religión pueda influir en las minorías blancas que creen en su superioridad racial pero este es un tema que en un raro despliegue de urbanidad ha sido mantenido en silencio por sus opositores dentro y fuera del Partido Republicano.

Hasta 1978 la iglesia mormona predicó y practicó la segregación racial contra los negros y negó a los conversos de esta raza el derecho a ser ordenados en el sacerdocio. En 1978 el jefe de la iglesia declaró que un una revelación privada dios le había informado que todos los seres humanos sin distingo de razas tenían derecho a la ordenación sacerdotal dentro de la iglesia. El señor Romney pasó los primeros 31 años de su vida -la etapa formativa de sus convicciones políticas, actitudes sociales y conciencia religiosa- bajo la revelación que ordenaba a su iglesia discriminar contra los negros. En mi opinión es válido preguntarle su compromiso con la igualdad racial,. Es similar a la situación que vivió John F. Kennedy cuando tuvo que explicar ante una audiencia de pastores protestantes las implicaciones políticas de su fé católica y su obediencia al Papa. Pero esto probablemente no va a pasar y, en consecuencia, procedo a hablar de los asuntos económicos en su vida.

El señor Romney viene de una familia rica e influyente. Su padre fue presidente ejecutivo de la American Motors Corporation, gobernador del estado de Michigan, precandidato presidencial del Partido Republicano, Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano del gobierno federal en la administración Nixon y patriarca y delegado regional de la iglesia mormona. Nacido y criado en un medio de privilegios Romney hizo estudios universitarios y se graduó de un programa combinado de derecho y administración de empresas a los 27 años. Empezó su vida profesional como empleado de una firma de consultoría gerencial en la cual trabajó por dos años antes de pasar a Bain & Company donde fue nombrado vicepresidente un año más tarde, en 1978. En 1984 esta compañía creó una subsidiaria llamada Bain Capital, especializada en inversiones en empresas privadas no registradas en la bolsa (private equity), de la cual encargó a Romney. Como Romney temía exponerse a los riesgos que conlleva la fundación de una compañía nueva, en un campo en el que no tenía experiencia, negoció con Bain & Company y Bain Capital un contrato que lo protegía de todo pérdida profesional y financiera. Inicialmente la compañía se especializó en inversiones de riesgo (venture capital), luego se dedicó a la adquisición de compañías con activos pignorados (leveraged buyout). Cuando se retiró de Bain Capital en 1999 negoció con la compañía un contrato que le garantizaba participación en las ganancias de negocios futuros. Se desempeñó luego como presidente del comité organizador de los juegos olímpicos de invierno de Salt Lake City en 2002 y fue elegido gobernador de Massachussetts en 2003. Luego de entregar la gobernación se dedicó a la política dentro del Partido Republicano.

Las campañas presidenciales estadounidenses se semejan cada vez más a una promoción de ventas con énfasis en la imagen y la propaganda independientemente de la utilidad y calidad del producto o el servicio ofrecidos. Desde este punto de vista las técnicas de mercadeo aplicadas al señor Romney han hecho énfasis en su experiencia como creador de riqueza y lo han presentado como adalid de un sistema capitalista amenazado por la ideología socialista del presidente Obama y los demócratas que lo respaldan.

Acusar de socialista a Obama es pura necedad pero es necedad que repetida suficiente número de veces a una población carente de criterio para distinguir entre capitalismo y socialismo puede tener efecto en la manera como ésta vote. Y es una necedad porque ni el discurso, ni las actitudes, ni las políticas del presidente y su partido son de estirpe socialista; al contrario, son seriamente capitalistas, aunque -es necesario reconocerlo- ellos no son creyentes fanáticos de una economía de mercados libres que solo ha existido en los sueños delirantes de los publicistas del Partido Republicano. En este aspecto hay una diferencia importante entre republicanos y demócratas en cuanto a que los primeros usan un discurso que redunda en beneficio del capitalismo financiero y monopolista sin controles y los segundos se inclinan –y, por lo general, nada más se inclinan- a imponer controles que restauren alguna semblanza de libre competencia e impulsen la creación de riqueza real en la vida económica del país. Pero esta diferencia tiende a desaparecer cuando los votantes son manipulados día y noche con mensajes que disfrazan al presidente de socialista.

Alrededor del mensaje propagandístico de que Mitt Romney es creador de riqueza se ha desatado una discusión interesante. El propósito básico de una compañía como Bain Capital es invertir en empresas nuevas y adquirir posiciones mayoritarias en empresas con dificultades, organizarlas, volverlas rentables y tomar una parte de las ganancias. Generalmente estas son inversiones a largo plazo en las que la compañia financiera toma la iniciativa para intervenir en una empresa, crea una sociedad de responsabilidad limitada con otros inversionistas –tales como fondos pensionales, capitales de fundaciones, aportes individuales-, administra la sociedad y cobra unos honorarios o cuota de administración.

El efecto de estas operaciones financieras en la economía se mide en términos de creación de riqueza y generación de empleo. La creación de una empresa parece dar resultados positivos en ambos aspectos. El impacto en una empresa ya existente es, si embargo, el que genera más discusión. La experiencia indica que para reorganizar una empresa en crisis hay que cambiar el equipo de gerencia y reducir costos, lo que a su turno implica una reducción de salarios y de personal. Eventualmente, y si la empresa se recupera, habrá un incremento de ambos.

Pero la recuperación de una empresa está ligada a su salud financiera. Una práctica común de las compañías financieras que venimos describiendo es complementar sus fondos de inversión con deuda bancaria garantizada por los activos de las empresas intervenidas; estas empresas pagan la deuda y los inversionistas del fondo financiero liquidan una inversión sin costo y sin riesgo. Otras prácticas comunes son la liquidación de los activos de las empresas intervenidas y el cobro a estas de dividendos especiales y de honorarios de manejo y supervisión gerencial, lo cual genera ganancias adicionales para el fondo de inversión y debilita la salud financiera de la empresa intervenida. El efecto neto de estas operaciones es la transferencia de riqueza de la empresa intervenida al fondo de inversión pero eso no implica necesariamente creación de riqueza. Esta transferencia de riqueza –sin creación de riqueza nueva- también ocurre a nivel fiscal en cuanto que los intereses pagados sobre estas deudas artificiales están exentos de impuestos y los ingresos de los participantes en la operación de los fondos son tratados como ganancias de capital sujetas a una tasa inferior a la vigente para salarios o pagos laborales. Si, como es posible, la empresa intervenida se va a la bancarrota como resultado de la sobrecarga financiera a que es sometida, el estado –y a través suyo el pagador de impuestos- asume la responsabilidad de las pensiones que dicha empresa ya no podrá pagar.

Las actividades de los fondos de inversión tienen otro impacto fiscal, el que resulta del uso que hacen de los subsidios gubernamentales a empresas que ellos intervienen. Aunque los republicanos rechazan por principio los subsidios tanto a los individuos como a las compañías privadas, de hecho tienen más éxito imponiendo políticas para limitar los primeros que para limitar los segundos. Es el problema de la vida subsidiada de los pobres vs la vida subsidiada de los grandes empresarios, esto es, el dilema del “social welfare” vs “corporate welfare” que se resuelve de una manera muy práctica. El segundo crea un grupo de beneficiarios que expresa su gratitud financiando las campañas y ofreciendo contratos de asesoría a los políticos que se quedan sin trabajo, el primero genera beneficios difícilmente cuantificables para los partidos y sus cuadros. Ello explica la facilidad con que desaparecen los fondos para este. Así, no es de extrañar que Bain Capital y otros fondos hayan invertido en empresas que terminan recibiendo subsidios federales. (Sobre esto vale la pena añadir que tampoco es de extrañar que el mismo señor Romney como gobernador y a pesar de su postura ideológica hubiera incluído partidas para subsidios empresariales en los presupuestos del estado de Massachussetts).

El señor Romney ha dicho repetidamente que las empresas intervenidas por Bain Capital cuando él era gerente generaron 100.000 empleos nuevos. Esta afirmación no tiene respaldo en ninguna base de datos. Ni Bain Capital ni ninguna otra compañía de su tipo mantiene información sobre el particular. El efecto de los fondos de inversión en la creación de riqueza y de empleo es muy difícil de documentar. Los estudiosos del tema han formulado una serie de preguntas que muestran los obstáculos para medir el impacto de estos fondos en el empleo: ¿Quién causa el desempleo de los trabajadores despedidos por una empresa que se prepara para ser intervenida por un fondo de inversión? ¿Quién causa el empleo (o desempleo) que ocurra entre los proveedores de una empresa intervenida por un fondo de inversión? ¿Quién causa el empleo que se genere después de que un fondo de inversión liquide su participación en una empresa intervenida? ¿Por cuánto tiempo después de terminada la intervención en una empresa se le debe dar crédito al fondo de inversión por el empleo que ella haya creado? ¿Son iguales los empleos de salario mínimo y los empleos mejor remunerados? ¿Son iguales los empleos creados en el mercado doméstico y los creados en otro país? ¿Es válido comparar empresas intervenidas con empresas no intervenidas para determinar si la generación (o destrucción) de empleo ha sido normal, alta o baja? Y si esa comparación es válida, ¿qué parámetros deben usarse? Preguntas similares se pueden hacer con respecto a la generación (o destrucción) de riqueza.

Sin embargo, estas dificultades de medida no han impedido que algunos investigadores hayan hecho intentos de medir esos efectos. De hecho, hay un estudio preparado por un grupo multidisciplinario bajo la dirección de un profesor de la Universidad de Chicago y presentado al Foro Económico Mundial de Davos en 2008 [Steven J. Davis et al., Private equity and employment, In Globalization of alternative investments: The globbal economic impact of private equity report 2008, the World Economic Forum) que declara de manera muy optimista que sus conclusiones son más confiables que las de otros investigadores. Este estudio –que compara empresas intervenidas con empresas no intervenidas- es mucho más ambicioso y usa una base de datos más amplia que otros estudios. Sus conclusiones indican que el volumen de empleo crece más rápidamente en las empresas no intervenidas que en las intervenidas y que la tasa bruta de creación de empleos es similar en las empresas intervenidas que en las no intervenidas mientras que la tasa bruta de destrucción de empleos es mayor en las primeras.

En consecuencia, los 100.000 empleos por los que se da crédito Mitt Romney no tienen respaldo en la información interna de Bain Capital ni se justifican por extrapolación del estudio del Foro Económico Mundial.

Todo esto para concluir que la posición del señor Romney frente al problema de empleo y generación de riqueza se entiende mejor si uno se enfoca en los contratos que firmó con Bain Capital para protegerse contra los riesgos de manejar una empresa y neutralizar a su favor los avatares del mercado de trabajo, proteger sus ingresos personales y asegurarse de que pase lo que pase en el mundo de los negocios su familia no se verá afectada negativamente. Esto lo debemos poner en contraste con su posición personal y la de su partido frente al trabajador asalariado. Las implicaciones sociales de los presupuestos patrocinados por el Partido Republicano y los ataques sostenidos de este contra el salario mínimo, el subsidio de desempleo, el papel de los sindicatos en la protección del empleo estable, los auxilios a las familias pobres y la financiación de la educación pública niegan al trabajador asalariado y a su familia la estabilidad laboral y financiera que Mitt Romney consideró natural en su caso personal.

La campaña del señor Romney permite identificar los temas económicos, laborales, raciales y políticos así como las estrategias de agitación y propaganda que van a definir el enfrentamiento final entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata en las elecciones presidenciales de este año.

Luis Mejía – Febrero 17 de 2012

Publicado en blogluismejia.blogspot.com

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