Friday, February 17, 2012

Campaña Presidencial en Estados Unidos – 3ª Parte A.- Romney: Indiscreciones Verbales y los Votantes Republicanos

El señor Mitt Romney parece en la semana del 13 de febrero el candidato con mejores probabilidades de representar al Partido Republicano en las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos, aunque su campaña ha sufrido algunos reveces recientemente. Dada su prominencia él es el centro de atención de los medios que cubren tanto lo que le favorece como lo que no y el blanco de ataques negativos de quienes no quieren que sea el candidato republicano. Todo esto cambiará como es de costumbre una vez que la convención del partido lo aclame candidato. Entonces los técnicos de promoción y propaganda se encargarán de coordinar una campaña que disimule lo desfavorable, venda su imagen y promueva la unanimidad interna del partido, como es de rigor en ambos partidos mayoritarios estadounidenses. Lo que será especial con respecto a él como candidato republicano es la manera como los medios tratarán con guante de seda las inconsistencias en su historia política, las torpezas en su lenguaje, las debilidades de sus argumentos y demás circunstancias que puedan indicar limitaciones intelectuales o morales. Al contrario de lo que sucederá -por motivos que se me escapan- con respecto al candidato demócrata, quien aun los medios más liberales será objeto de un cubrimiento exhaustivo de lo bueno, lo malo y lo feo que lo afecte.

Entre tanto dos cosas me llaman la atención en la campaña del señor Romney: sus indiscreciones verbales y su representación del capitalismo financiero. Con su candidatura los agentes del capitalismo financiero parecen buscar un mandato popular para imponer la agenda del desarrollo económico y social del país y el mundo hasta donde el mundo lo permita. Sus indiscreciones verbales del señor Romney se han convertido en materia de discusión, humor y perplejidad en distintos sectores de la opinión pública.

A mi manera de ver, algunas de estas indiscreciones son intencionales y tienen el propósito de enviar mensajes cifrados a ciertos grupos de votantes caracterizados por su racismo, desprecio a los pobres y anti-intelectualismo militante, otras son espontáneas manifestaciones del acumen de un personaje célebre cuya vida intelectual parece haberse desarrollado para satisfacer las necesidades prácticas de su vida profesional y política. Pero hay una cosa más que es común a casi todos los republicanos que han participado en esta campaña y es la construcción asintáctica de sus oraciones y el uso de palabras como sonidos y no como representaciones de conceptos.  En ello no se distinguen de personajes emblemáticos de su partido como Ronald Reagan, Gerald Ford, Dan Quayle y los dos Bush. Uno se siente tentado a pensar que la habilidad de Henry Kissinger para expresarse con elegancia y precisión no es cualidad apreciada por las huestes de su partido.

Me detengo en siete de las indiscreciones verbales más famosas del señor Romney listadas por el diario The Christian Science Monitor, que a pesar de su nombre puede ser independiente y crítico [http://www.csmonitor.com/USA/Elections/President/2011/1212/Mitt-Romney-gaffes-8-times-the-button-down-candidate-should-have-buttoned-up/The-10-000-bet]:

  1. Es sabido que la reforma de la salud promovida por la administración Obama fue inspirada en la que hizo el señor Romney cuando fue gobernador del estado de Massachussetts. Es también sabido que el Partido Republicano ha hecho una oposición ciega a la reforma de Obama. En un debate de los pre-candidatos presidenciales republicanos en diciembre pasado uno de los participantes mencionó el hecho de que en su momento la reforma de Romney fue propuesta como un modelo para el país. El señor Romney le apostó US$10.000 a que eso no era así. Uno puede ver dos mensajes aquí: uno de consumo conspicuo que lo identifica con la pequeña minoría de la población estadounidense que podría arriesgar al azar una suma igual, y otro de solidaridad con las fuerzas fanáticas de su partido que rechazan la reforma Obama aunque con ello demerite sus propios logros.
  2. Hace ya algún tiempo la prensa informó que una compañía contratada para hacer mantenimiento de los prados en una mansión de propiedad de la familia Romney empleaba trabajadores latinos indocumentados. En un debate en octubre del año pasado, confrontado con esta información Romney dijo que recordaba haberle dicho a la compañía de marras: “Soy candidato a un cargo público, caramba! No puedo tener ilegales cerca de mí”. De esta manera el señor Romney juega con los prejuicios anti-inmigrantes de un sector importante de su partido, Su uso de la palabra “ilegales” en lugar de “indocumentados” lo pone en el campo de quienes consideran que quienes trabajan en el país sin un permiso administrativo son criminales. Algunos críticos se han preguntado si el señor Romney quiso dar a entender que si no fuera candidato sería indiferente al status legal de sus trabajadores.
  3. En el 2010 la Corte Suprema de los EEUU declaró inconstitucionales las leyes que limitaban las contribuciones directas que sociedades comerciales y sindicatos podían hacer a lo que llamó “comunicación electoral”, permitiéndoles financiar  campañas electorales pero no candidatos en particular o partidos políticos. La Corte consideró que las sociedades comerciales y los sindicatos tenían los mismos derechos que los ciudadanos individuales y las asociaciones de ciudadanos. Los sectores progresistas han criticado duramente esta decisión. Pero en agosto del año pasado el señor Romney al explicar por qué las sociedades comerciales no deben pagar impuestos para financiar la seguridad social (social security) y los servicios subsidiados de salud (medicare) dijo: “Las sociedades comerciales son gente”. Cuando el público lo abucheó él insistió: “Por supuesto que lo son. Todo lo que hacen las sociedades comerciales va al final a la gente. ¿O a dónde creen ustedes que va?”. Uno no puede esperar que un candidato presidencial, sea de EEUU, sea de cualquier otro país, que domine la estructura de los silogismos de Aristóteles. De ahí que la respuesta del señor Romney no tenga lógica. Pero tiene una cierta racionalidad si uno la interpreta como una declaración de que en su universo mental las pensiones de jubilación que paga el sistema de seguridad social y los servicios de salud que paga el régimen subsidiado están en el mismo nivel que los bienes y servicios que venden las compañías comerciales; igualmente lo es su afirmación de que una persona ficticia como lo es una compañía se convierte en persona real porque sus productos y sus ganancias terminan en manos de personas reales.
  4. Es tradicional que los políticos de cualquier nivel en EEUU empiecen sus intervenciones públicas con un par de chistes para romper el hielo con los asistentes. En un encuentro con votantes desempleados en junio pasado el señor Romney dijo a manera de chiste que él también estaba desempleado. Técnicamente tiene toda la razón pues hace años que no trabaja. El ha estado dedicado a hacer política y a conseguir fondos para financiar campañas de candidatos republicanos con los que simpatiza. Y vive de la renta generada por la riqueza que acumuló cuando fue administrador de inversiones y la que no acumuló pues comprometió a la empresa con la que trabajó a seguir compartiendo con él los ingresos generados después de su retiro. En otras palabras, él no ha necesitado trabajar en muchos años. Los desempleados de verdad, es decir, los que sí necesitamos trabajar y dadas las condiciones de la economía no encontramos trabajo, podemos sentirnos ofendidos por la insensibilidad del señor Romney, pero es casi seguro que no le importa. Probablemente él sí se siente desempleado y piensa que deja pasar oportunidades de incrementar su riqueza mientras dedica su tiempo a servirle al país defendiendo los intereses de su clase social como uno de los líderes de su partido.
  5. En noviembre los precandidatos republicanos participaron en un debate sobre política internacional. En respuesta a una pregunta sobre el curso que los EEUU deberían seguir en Pakistán el señor Romney dijo: “Nosotros no queremos simplemente recoger lo que nos queda y salir de allá después de todo lo que hemos invertido en la región. Recordemos a Indonesia en los años 60. nosotros los ayudamos a avanzar hacia la vida moderna. Tenemos que ayudar a traer a Pakistán al siglo 21 o al 20 como sería del caso”. ¿Es justo para con el señor Romney que yo suponga que él sabe de qué está hablando cuando se refiere a la historia de Indonesia en la segunda mitad del siglo 20? El hecho es que en Indonesia funcionarios del gobierno estadounidense participaron –no se sabe hasta qué punto- en el golpe de estado contra el presidente Sukarno, la instalación de la dictadura de Suharto, la masacre de 500.000 indonesios acusados de ser comunistas, la invasión, saqueo y opresión de Timor Oriental, la creación de una economía capitalista controlada por la familia y los amigos de Suharto y la destrucción de las pocas instituciones democráticas creadas en el gobierno de Sukarno. La implicación de lo dicho por el señor Romney es doble: 1) él sabe que un gobierno similar es lo que necesita el pueblo de Pakistán y 2) lo invertido por los EEUU en la región le dan autoridad para imponer ese gobierno en Pakistán.
  6. Hace casi ya un año, en abril pasado, el señor Romney intentó echarle la responsabilidad de la situación económica al presidente Obama diciendo: “Vamos a tener que hablar de eso, y de los embargos de casas y de las quiebras y de los impuestos altos. Lo vamos a colgar, eh, por decir algo, metafóricamente, con, eh, con, eh – uno tiene que ser cuidadoso hoy en dia, eso es algo que he aprendido – con un Indice de Miseria Obama”. Yo quisiera ser muy caritativo en la interpretación de este texto. Pero al leerlo recuerdo el discurso de Ronald Reagan en Neshoba County, Mississipp, en 1980, no lejos de donde habían sido asesinados tres activistas de derechos civiles en 1964. En un discurso dedicado en su mayor parte a asuntos económicos y fiscales, Reagan intercaló una defensa de los derechos de los estados: “Yo creo en los derechos de los estados”, dijo y continuó: “Yo creo que hemos distorsionado el balance de nuestro gobierno hoy en día al darle al establecimiento federal poderes que la Constitución nunca intentó darle”. Aunque algunos todavía discuten la intención de Reagan en este discurso la realidad es que como gobernador de California se opuso a la legislación de derechos civiles y que las leyes que autorizaban la discriminación racial y limitaban el ejercicio de los derechos políticos de los negros habían sido aprobadas a nivel estatal. Ronald Reagan estaba enviando un mensaje racista a sus electores en ese discurso. Y Romney ha hecho referencia -obvia dentro de la cultura de los blancos del sur de los EEUU- al ahorcamiento con que se castigaba a los negros levantiscos.
  7. También en abril del año pasado el señor Ronmey afirmó en un artículo publicado con su nombre que el presidente Obama había presidido sobre una catarata de gastos nunca vista en tiempos de paz. Cuando los críticos le hicieron caer en cuenta que la presidencia de Obama ha coincidido con tres guerras, en Irak y Afganistán, heredadas de su predecesor republicano, y en Libia, de su propia cosecha, funcionarios de la campaña explicaron que realmente se refería al tiempo transcurrido desde la segunda guerra mundial. El propósito de la afirmación de Romney era la de mantener viva en la memoria del público la acusación de que los demócratas en el poder son responsables de un gasto público desaforado e irresponsable, acusación que los republicanos hacen independientemente de la contribución que ellos mismos hayan hecho a la situación económica y social que justifique ese gasto o a la legislación que lo ordene.

Hay otras dos indiscreciones verbales que son muy reveladoras tanto de la manera de pensar del señor Romney como de las actitudes de los sectores más conservadores del Partido Republicano. La primera tuvo lugar cuando él explicaba a sus seguidores que en los EEUU la gente puede terminar su relación con aseguradores y proveedores de servicios de salud cuando no están satisfechos con ellos. Y para enfatizar el punto dijo: “A mí me encanta echar gente”. Por supuesto que, como se ha dicho en su defensa, él estaba hablando de compañías aseguradoras, médicos, terapistas, farmacias, y no de trabajadores asalariados. Lo que el observador no puede ignorar es que el señor Romney tiene una fortuna tal (US$200 millones aproximadamente de capital, US$375.000 en honorarios por charlas y conferencias dictadas entre feberro del 2010 y febrero del 2011] que puede contratar el seguro que quiera y cambiarlo con o sin multa cuando quiera, hacerse ver del especialista que escoja, ir al hospital que le parezca y ordenar las medicinas que sus médicos ordenen sin preguntar si están o no cubiertas por su póliza. En otras palabras, el costo de esos servicios no es óbice para que él eche a quien no le dé un servicio satisfactorio. Esa, simple y llanamente, no es una opción para la gran mayoría de los trabajadores y pequeños empresarios en EEUU.

La otra indiscreción ocurrió el primero de febrero en una entrevista de televisión cuando Romney dijo: “A mí no me preocupan los muy pobres. Nosotros tenemos una malla de seguridad. Si hay que repararla yo lo haré. A mí no me preocupan los muy ricos pues a ellos les está yendo bien. A mí me preocupa el puro corazón de los EEUU, el 90, el 95% de los estadounidenses que  en este momento están en la lucha”. Tratando de explicarse mejor dijo que el presidente Obama le había fallado a la clase media y que los pobres tenían una red muy amplia de protección que incluye servicios de salud subsidiados, cupones de alimentos y cupones para pagar el arriendo de vivienda; esa red, en su opinión, puede necesitar remiendos y él promete hacerlos. Los críticos han llamado la atención sobre el hecho de que realmente no hay interés de parte suya en ayudar ni a la clase media ni a los pobres pues su plan de reducción de impuestos representará aproximadamente una economía de US$167 para una familia de clase media, US$146.000 para familias que hagan más de US$1 millón al año y US$460.000 para familias que hagan más de US$8.3 millones. En cuanto a la red de protección de los pobres llama la atención que varios congresistas republicanos han propuesto recortes en el programa de cupones de alimentos y que los gobiernos estatales están reduciendo los beneficios del sistema de salud subsidiado por razones presupuestales. El mismo señor Romney propone una reducción drástica de gastos federales no relacionados con el presupuesto de defensa y respalda el presupuesto propuesto este año por el Partido Republicano que anticipa un corte de casi tres billones de dólares en el presupuesto federal en un periodo de 10 años que se financiarán con reducciones simultáneas en los impuestos a los sectores más ricos de la población y en los programas de ayuda a los sectores más pobres.

La realidad es que amplios sectores de la clase media y de la clase baja blanca consideran que los programas de beneficencia pública favorecen desproporcionadamente a los negros, los latinos y las poblaciones aborígenes y están dispuestos a apoyar reducciones drásticas en su cubrimiento aunque con ello se perjudiquen a sí mismos. Los republicanos alimentan esta percepción que, a su turno, explotan a su favor los candidatos presidenciales del partido. Esta percepción es complementada por la acusación que hacen los republicanos de que los demócratas son irresponsables en el manejo de las finanzas públicas e indebidamente generosos hacia las minorías con el dinero de los que pagan impuestos. Este juego de percepciones y acusaciones explica el contexto de lo dicho por el señor Romney cuyo mensaje puede descodificarse de la siguiente manera: el presidente Obama, demócrata y negro, está confabulado con las minorías que no trabajan para dejarlas vivir de la plata que ganan ustedes los blancos que sí trabajan.

Luis Mejía – Febrero 17 de 2012

Publicado en blogluismejia.blogspot.com

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