Tuesday, May 15, 2018

FELICIDAD Y EL RIESGO DE SER MANIPULADO


Introducción
La información personal que dejamos como rastros en las redes de comunicación social la usan políticos y empresarios para manipularnos. Los primeros para que los aceptemos, aceptemos sus propuestas y manera de gobernar y rechacemos a sus rivales. Los segundos para predisponernos a gastar nuestros ingresos en sus productos y servicios aunque no los necesitemos y para que aceptemos como colectivos los costos colaterales de sus actividades empresariales (llamados técnicamente costos externos, incluyen agotamiento de recursos no renovables, riesgos de salud para la población y los trabajadores, daños al medio ambiente, distribución desequilibrada de la riqueza).

Presento en mi blog dos artículos sobre el tema.

Uno, que el lector encontrará a continuación, de Slavoj Žižek, respetado filósofo materialista dialéctico, quien enfoca su discusión en la idea de que la manipulación que sufrimos se identifica con la felicidad que buscamos. En su opinión los rastros que dejamos en el mundo virtual permiten a los científicos del comportamiento identificar lo que deseamos para ser felices y las ausencias que nos harán infelices; con esas bases crean mensajes e inventar mentiras que nos orientan en nuestros vacíos, reforzando nuestros deseos y agrandando los sesgos de nuestra visión del mundo. 


El otro, que el lector encontrara en otra entrega del blog, de Sander van der Linden, psicólogo social, hace un recorrido de las investigaciones que se han hecho sobre el efecto que los mensajes personalizados y las falsas noticias tienen en el comportamiento de las masas votantes. Usando los mismos rastros que dejamos en los medios sociales científicos que trabajan para políticos y gobiernos pueden crear comunicaciones personalizadas y noticias falsas  usando nuestras vulnerabilidades emocionales e intelectuales y nos mueven en la dirección deseada por sus empleadores.

La conclusión de ambos artículos es obvia: cada uno de nosotros es responsable de tener claridad sobre el tamaño de su ignorancia de los asuntos públicos, sobre sus inclinaciones irracionales a creer en fórmulas mágicas y caudillos taumatúrgicos, sobre sus deseos insatisfechos de bienestar y prosperidad, sobre su capacidad de influir en otros recirculando falsedades o información no confirmada en sus cuentas sociales virtuales y darse cuenta de que por esos portillos se cuela la manipulación. Somos responsable de resistir el trabajo de seducción y engaño de los manipuladores. 

No vale la pena discutir si debemos o no  eliminar los medios sociales de nuestras vidas pues ellos no van a desaparecer. Lo que importa es saber que cuanto pongamos en ellos va a ser usado contra nosotros y va a repercutir en nuestras redes de amigos y conocidos. 

Lo que está en juego -como tantas veces en el pasado de la humanidad- es nuestra autonomía personal, nuestra conciencia ética, la protección de nuestra fortuna por pequeña que sea y la integridad de nuestras libertades ciudadanas y derechos como personas.




FELICIDAD Y EL RIESGO DE SER MANIPULADO


Estudios de felicidad, empresa privada y política partidista

Christopher Wyllie, canadiense de 24 años, homosexual y vegetariano extremo, debería ser considerado un héroe típico de nuestros días. A él se debe la idea que dio origen a Cambridge Analytica, una firma de análisis de datos que llegó a jugar un papel importante en la campaña de “Salgámonos”, los partidarios de abandonar la Unión Europea en el referéndum que se hizo en el Reino Unido[i].
Algún tiempo después fue figura clave en la campaña electoral de Donald Trump. Manejó operaciones digitales y creó las herramientas de guerra psicológica que usó Steve Bannon[ii].

La idea de Wyllie consistió en infiltrar Facebook, birlar los perfiles de millones de sus afiliados en los Estados Unidos, usar la información privada y personal de estos para crear sofisticados perfiles psicológicos y políticos y, al final, bombardearlos con avisos políticos diseñados para que se insertaran en el entramado de su psicología.

En cierto momento Wyllie entró en pánico. “Es una locura. La compañía ha creado el perfil psicológico de 230 millones de estadounidenses. ¿Y ahora quieren trabajar con el Pentágono? Esto es lo que haría Nixon en esteroides”[iii].

Lo que hace fascinante esta historia es que combina elementos que regularmente percibimos como antagónicos. Alt-right[iv] se presenta como el movimiento que da voz a las preocupaciones de gente blanca común y corriente, trabajadora, profundamente religiosa, representante de simples valores tradicionales, que rechaza a excéntricos corrompidos como los homosexuales y vegetarianos extremos y que no puede ver a los ‘nerds’ del mundo digital. Y resulta que esa misma gente obtiene triunfos electorales organizados y orquestados precisamente por un ‘nerd’ que encarna todo lo que detesta…

Este hecho tiene algo más que un interés anecdótico. De una parte pone en evidencia la trivialidad del populismo de “alt-right”, un movimiento que necesita aprovechar los últimos avances tecnológicos[v] para  mantener su capacidad de convocatoria sobre la clase trabajadora rural. De otra, destruye la ilusión de que ser un ‘nerd’ digital automáticamente equivale a tomar una posición “progresiva” contra el establecimiento.

Facebook, depósito de datos sobre tu felicidad

Una mirada más detallada al contexto en el que opera Cambridge Analytica nos permite ver algo fundamental: la manipulación cruda y el interés en el  amor y el bienestar humanos son dos caras de la misma moneda.

En su ensayo El nuevo complejo militar-industrial de operaciones psicológicas utilizando grandes bancos de datos[vi], publicado en marzo de 2018 por Reseña de Libros Neoyorquina, Tamsin Shaw analiza “el papel que juegan las empresas privadas en el desarrollo y aplicación de tecnologías del comportamiento con financiación del gobierno” y presenta a  Cambridge Analytica como el mejor ejemplo de esas empresas. Dice:

“Dos psicólogos jóvenes tienen importancia en la historia de Cambridge Analytica. El primero es Michal Kosinski, quien diseñó una aplicación que identifica rasgos de la personalidad con base en los “me gusta” de Facebook. Este trabajo lo hizo con David Stillwell, un colega suyo de la Universidad de Cambridge. La aplicación fue usada en una colaboración con el Proyecto de Bienestar Mundial, un grupo del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania. Este grupo se especializa en el uso de bancos masivos de datos para medir la salud y la felicidad con el propósito de mejorar el bienestar. El segundo es Aleksandr Kogan, quien también se mueve en el campo de la psicología positiva y ha escrito sobre felicidad, amabilidad y amor (uno de sus primeros ensayos, de acuerdo con su hoja de vida, se tituló El confuso laberinto: Una teoría unificada del amor). Kogan dirigió el Laboratorio de Sociabilidad y Bienestar en el Instituto de Bienestar de la Universidad de Cambridge”.
Lo que debería llamar nuestra atención en estas circunstancias es la “peculiar intersección de la investigación sobre temas como el amor y la amabilidad con temas de interés para la defensa e inteligencia [de los gobiernos]”.

¿Por qué ese tipo de investigación interesa tanto a las agencias británicas y estadounidenses de inteligencia y a los contratistas de defensa nacional, con la presencia furtiva y amenazadora de DARPA [Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa, del gobierno estadounidense) siempre en la sombra?

El investigador que personifica esta intersección es Martin Seligman, quien en 1998 “fundó el movimiento de psicología positiva dedicado al estudio de rasgos y hábitos psicológicos que promueven una felicidad y bienestar auténticos y dio origen a una industria enorme de libros populares de auto-ayuda. Su trabajo atrajo el interés y la financiación de los militares que lo vieron aplicable a los estudios sobre capacidad recuperativa de los soldados”.

Psicología positiva y seguridad nacional

Esta intersección [entre psicología positiva y control social] está implícita en la orientación interna de las ciencias del comportamiento, no les es impuesta desde afuera por manipuladores políticos “malos”. “El propósito de estos programas no es simplemente analizar los estados subjetivos de nuestra mente sino descubrir los medios (entre los cuales se incluyen el optimismo y la capacidad de adaptación) que se puedan usar para ‘empujarnos gentilmente’ hacia nuestro verdadero bienestar tal y como lo entienden los psicólogos positivos”.

El problema, obviamente, es que este ‘empujoncito gentil’ no hace que las personas superen sus ‘irracionalidades’ -que ya han sido detectadas por la investigación científica-. Al contrario, la meta de las ciencias contemporáneas del comportamiento “es explotar nuestras irracionalidades, no superarlas. Una ciencia cuyo objeto es el desarrollo de tecnologías conductistas está destinada a vernos como objetos estrictamente manipulables, no como agentes racionales. 

Estas tecnologías se están convirtiendo en el eje de la operaciones cibernéticas del ejército y de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, lo cual implica que debemos trabajar cada día más duro para impedir que su uso interfiera con la vida diaria de una sociedad democrática como la nuestra”, concluye Shawn.

Todos estos eventos y usos de la ciencia fueron cubiertos intensamente por los medios liberales a raíz del escándalo de Cambridge Analytica. La imagen general que nos queda, añadida a lo que sabemos de los últimos avances en biogenética (por ej., conexión neuronal del cerebro humano, etc.), es comprensiva y aterradora de nuevas formas de control social, en comparación con las cuales los viejos modelos de ‘totalitarismo’ del siglo XX se ven como mecanismos bastante primitivos y chambones.

Para entender bien el alcance de este control debemos mirar más allá de los vínculos entre empresas privadas y partidos políticos -lo que hizo Cambridge Analytica- para fijarnos en la compenetración que existe entre compañías procesadoras de datos -como Google y Facebook- y las agencias estatales de seguridad.

Control social y libertad individual: Occidente Vs China

[Julian] Assange ha escrito un libro clave -y coincidencialmente ignorado- sobre Google[vii]. Dice él con razón que para entender cómo son reguladas nuestras vidas y cómo esta regulación la experimentamos como libertad tenemos que mirar la  brumosa relación entre las empresas que controlan nuestros espacios comunes y las agencias estatales secretas.

Nosotros deberíamos auto-criticarnos por aceptar regulaciones idénticas a las impuestas por China a sus ciudadanos y al mismo tiempo creer que nuestras libertades siguen intactas y que si sufren limitaciones estas son para ayudarnos a realizar nuestras metas. No podemos pretender que estamos en mejor posición que los chinos cuando estos tienen perfectamente claro que viven bajo un régimen de restricciones.

El logro más importante del nuevo complejo cognitivo-militar es el descubrimiento de que la opresión directa y obvia ya no es necesaria. Es más fácil controlar a las personas y ‘empujarlas gentilmente’ en la dirección deseada cuando continúan viéndose a sí mismas como agentes libres y autónomos de sus propias vidas. Pero esta es una realidad bien conocida. Tenemos que ir un poco más allá en nuestro análisis.

Estudios de felicidad, manipulación y control

La crítica [a la psicología positiva] que predomina en este momento se enfoca en la desmitificación: detrás de la aparentemente inocente investigación de la felicidad y del bienestar los analistas detectan un inmenso sistema de control y manipulación ejercido por el esfuerzo combinado de empresas privadas y agencias estatales. Lo contrario es lo que necesitamos, y con gran urgencia. 

Además de preguntarnos qué contenido obscuro se oculta detrás de las formalidades de la investigación científica sobre la felicidad debemos cuestionar la substancia misma de lo que se investiga.

¿Es de verdad inocente la investigación sobre felicidad y bienestar humanos, al menos como se está haciendo hoy en día? ¿O esa investigación está ya contaminada por una actitud favorable a la manipulación y el control? ¿Podría ser que la ciencia no es precisamente abusada sino que de ella se hace –apropiadamente- el uso para el cual ha sido diseñada?

Debemos cuestionar el desarrollo reciente de los “estudios de felicidad” como nueva disciplina. ¿Cómo es eso de que en nuestro momento actual de hedonismo espiritualizado, cuando el propósito de vivir es la felicidad, se multiplican los casos de ansiedad y depresión? El mensaje de Freud adquiere una urgencia de actualidad ante el enigma presente en este auto-sabotaje de la felicidad y el placer.

Bután mide la felicidad

Como sucede con frecuencia fue un país en desarrollo del tercer mundo, Bután, el que ingenuamente puso en evidencia las consecuencias socio-políticas absurdas de esta idea de felicidad. Hace veinte años el reino de Bután decidió enfocar su desarrollo en la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y dejar de lado el Producto Nacional Bruto (PNB). Fue una idea del ex-rey Jigme Singye Wangchuck, quien quería que su reino se integrara al mundo moderno sin perder su identidad única.

En ese país diminuto, sujeto a las presiones crecientes de la globalización y el materialismo, que se preparaba para las primeras elecciones en su historia, el nuevo rey, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, inmensamente popular, de 27 años, educado en Oxford, ordenó a una agencia del estado que calculara qué tan felices eran los 670.000 habitantes de su reino. Funcionarios oficiales dijeron que ya habían hecho una encuesta con aproximadamente mil participantes y con base en ella habían identificado los factores principales para ser feliz, en una lista similar al índice de desarrollo usado por las Naciones Unidas. Estos factores eran el bienestar psicológico, la salud, la educación, el buen gobierno, el nivel de vida, la vitalidad de la comunidad y la diversidad ecológica[viii]. Si alguna vez hubo imperialismo cultural, este es[ix].

Checoslovaquia, la felicidad soñada

En Checoslovaquia la gente era en cierto sentido efectivamente feliz a finales de la década de los 70 y en la de los 80. En el país se cumplían tres condiciones fundamentales de la felicidad.

En primer lugar, sus necesidades materiales estaban satisfechas en lo básico. No en demasía, pues el exceso de consumo puede por sí mismo generar infelicidad. Es conveniente sufrir de vez en cuando una escasez de algo por corto tiempo; que falte el café por unos días, que falte la carne después, que no haya equipos de televisión. Estos periodos breves de escasez operaban como excepciones que le ayudaban a la gente a alegrarse de que por lo regular esos bienes estaban disponibles; si  nunca falta nada la gente se acostumbra a esa disponibilidad y la considera parte normal de sus vidas. Así que la vida seguía su curso ordinario y predecible; sin grandes esfuerzos, sin grandes choques, y con la libertad que tenía uno de refugiarse en su mundo privado.

En segundo lugar –y muy importante-,  existía un Otro (el Partido Comunista) que podía ser acusado de todo lo que saliera mal. Uno no se tenía que sentir realmente responsable de nada. Si había una escasez temporal de algo, aunque fuera causada por una tempestad destructiva, era culpa de “ellos”.

En tercer lugar, y no por eso de menor importancia, había Otro Lugar –el Occidente consumista- con el que uno tenía permiso de soñar y aún de visitar algunas veces. Este lugar estaba a la distancia justa, no muy lejos, no muy cerca.

Ese frágil balance fue roto. ¿Qué lo rompió? El deseo, exactamente. El deseo fue la fuerza que movió a la gente a cambiar las cosas y terminar en un sistema donde la mayoría es definitivamente menos feliz…

La felicidad, noción imprecisa

Aquí deberíamos atrevernos a ir aún más allá y preguntarnos sobre el sentido oculto de la noción misma de felicidad. ¿Cuándo, exactamente, podemos decir que alguien es feliz?

La felicidad es en sí misma (en su propio concepto, como lo hubiera dicho Hegel) algo confuso, indeterminado e inconsistente. Recordemos la respuesta famosa del inmigrante alemán en los Estados Unidos cuando le preguntaron: “¿Es usted feliz?”, a lo que contestó: “Sí, sí, soy muy feliz, aber gluecklich bin ich nicht…” [N. del T.: Un inmigrante latinoamericano hubiera dicho: “Yes, yes, I am very happy, pero no soy feliz…”].

La felicidad es una categoría pagana. Para los paganos la meta de la vida es vivir una vida feliz (la idea de vivir “eternamente feliz” es de hecho una versión cristianizada de paganismo); para ellos la experiencia religiosa y la actividad política eran formas superiores de felicidad (sobre esto se puede leer a Aristóteles).

No debe sorprender que el mismo Dalai Lama esté teniendo tanto éxito andando por el mundo predicando el evangelio de la felicidad. Y menos sorpresa debe causar que encuentre el mayor éxito precisamente en los Estados Unidos, el reino por excelencia de la (búsqueda de la) felicidad…

La felicidad supone la incapacidad o falta de preparación del sujeto para confrontar completamente las consecuencias de su deseo. El sujeto se queda atascado en la inconsistencia de su deseo; ese es el precio de la felicidad.
En nuestra vida diaria (pretendemos que) deseamos cosas que realmente no necesitamos, de manera que, al final, lo peor que puede suceder es que consigamos lo que expresamente deseamos.

La felicidad es, pues, inherentemente hipócrita. Es la felicidad de soñar con cosas que realmente no queremos.

Paraísos populares: el sueño pospuesto

¿No encontramos una situación similar en el mundo político de izquierda? Cuando un partido radical de izquierda pierde las elecciones por un pequeño margen y queda por fuera del poder uno puede detectar, con frecuencia, un oculto suspiro de descanso: gracias a dios perdimos; solo él sabe  en qué lío nos hubiéramos metido si hubiéramos ganado…

En el Reino Unido muchos izquierdistas admiten en privado que la casi victoria del Partido Laborista en las últimas elecciones fue lo mejor que pudo suceder, mucho mejor que la inseguridad de lo que hubiera podido pasar si el gobierno Laborista hubiera tratado de implementar su programa.

Lo mismo se puede decir de la perspectiva de una eventual victoria de Bernie Sanders en Estados Unidos. ¿Cuáles hubieran sido sus probabilidades de éxito frente al ataque masivo del gran capital?

El ejemplo máximo de esta situación es la intervención soviética en Checoslovaquia, que destruyó la Primavera de Praga y con ella la esperanza de un socialismo democrático. Imaginemos la situación de Checoslovaquia sin la intervención soviética: en poco tiempo el gobierno “reformista” hubiera tenido que enfrentar el hecho de que no había posibilidad real de un socialismo democrático en ese momento histórico y hubiera tenido que escoger entre mantener el Partido en el poder –lo que implicaba imponer límites precisos a las libertades- y permitir que Checoslovaquia se  convirtiera en uno de los países capitalistas demo-liberales de Occidente.

En cierto sentido, la intervención soviética salvó la Primavera de Praga, la salvó como un sueño, como una esperanza de que sin esa intervención hubiera podido surgir una forma nueva de socialismo democrático.

¿No ocurrió algo similar en Grecia cuando el gobierno de Syriza organizó el referéndum contra la política de austeridad que Bruselas recomendaba con insistencia? Muchas fuentes griegas confidenciales aseguran que el gobierno guardaba la secreta esperanza de perder el referéndum, en cuyo caso hubiera tenido que renunciar y dejar a otros que se hicieran cargo del trabajo miserable de imponer austeridad. Como ganaron, el trabajo les tocó hacerlo a ellos y el resultado fue la auto-destrucción de la izquierda radical en Grecia. Sin duda alguna, Syriza hubiera sido mucho más feliz si hubiera perdido el referéndum.

Felicidad, control y autonomía personal

Pero regresemos a nuestro punto de partida. No solo somos controlados y manipulados sino que le gente “feliz” exige, secreta e hipócritamente, que la manipulen por su propio bien. La verdad y la felicidad no van juntas. La verdad abre heridas, crea inestabilidad, entorpece el flujo ininterrumpido de nuestro diario vivir. Nos toca escoger: ¿queremos ser felizmente manipulados o nos exponemos a los riesgos de la creatividad auténtica?



[i] N. del T.: El referendum conocido como Brexit tuvo lugar en junio de 2016.

[ii] Ideólogo del movimiento trumpiano, racista, supremacista blanco, creyente en el destino privilegiado de los Estados Unidos, considerado uno de los gestores del éxito de la campaña presidencial republicana en 2016, valido de D. Trump en la Casa Blanca por un corto tiempo, cayó en desgracia en agosto de 2016.

[iv] N. del T.: Alternativa de Derecha, comúnmente conocida como alt-right, es un conjunto de ideologías, grupos e individuos unidos por la creencia de que la “identidad blanca” sufre un ataque de fuerzas multiculturales que usan “corrección política” y “justicia social” para debilitar a los blancos y “su” civilización. https://www.splcenter.org/fighting-hate/extremist-files/ideology/alt-right

[v] N. del T.: sin importar el carácter del personal técnico que se los ponga al alcance
[vii] Julian Assange, When Google Met WikiLeaks, New York: OR Books 2014

[viii] Bhutan tries to measure happiness (ABC News, March 24 2008) @ http://www.abc.net.au/news/2008-03-24/bhutan-tries-to-measure-happiness/1081658

[ix] “No debe sorprendernos que hace veinte años se hiciera [en Bután] una limpieza étnica pues se ‘descubrió’ que la presencia de una importante minoría no-budista era un obstáculo para la felicidad de la mayoría budista”: https://www.independent.co.uk/voices/cambridge-analytica-facebook-happiness-industry-didnt-misuse-it-a8275961.html


Traducción, adaptación y subtítulos de Luis Mejía
15 de mayo del 2018
Publicado en blogluismejia.blogspot.com



1 comment:

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    2. Facebook thrives off mass data collection, essentially renting people’s private information out to advertisers. The more users opt out, the less profitable Facebook Inc. becomes

    3. Citizens Against Monopoly’s how-to guide begins by recommending the installation of the F.B. Purity browser extension, which gives users additional options to filter and customize Facebook. Then it directs users to Facebook’s ad preferences page.

    https://theintercept.com/2018/05/09/its-insanely-hard-to-turn-off-facebook-tracking/

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