Introducción
La información
personal que dejamos como rastros en las redes de comunicación social la usan
políticos y empresarios para manipularnos. Los primeros para que los aceptemos,
aceptemos sus propuestas y manera de gobernar y rechacemos a sus rivales. Los
segundos para predisponernos a gastar nuestros ingresos en sus productos y
servicios aunque no los necesitemos y para que aceptemos como colectivos los
costos colaterales de sus actividades empresariales (llamados técnicamente
costos externos, incluyen agotamiento de recursos no renovables, riesgos de
salud para la población y los trabajadores, daños al medio ambiente,
distribución desequilibrada de la riqueza).
Presento en mi blog
dos artículos sobre el tema.
Uno, que el lector
encontrará a continuación, de Slavoj Žižek, respetado filósofo
materialista dialéctico, quien enfoca su discusión en la idea de que la
manipulación que sufrimos se identifica con la felicidad que buscamos. En su
opinión los rastros que dejamos en el mundo virtual permiten a los científicos
del comportamiento identificar lo que deseamos para ser felices y las ausencias
que nos harán infelices; con esas bases crean mensajes e inventar mentiras que
nos orientan en nuestros vacíos, reforzando nuestros deseos y agrandando los
sesgos de nuestra visión del mundo.
El otro, que el
lector encontrara en otra entrega del blog, de Sander
van der Linden, psicólogo
social, hace un recorrido de las investigaciones que se han hecho sobre el
efecto que los mensajes personalizados y las falsas noticias tienen en el
comportamiento de las masas votantes. Usando los mismos rastros que dejamos en
los medios sociales científicos que trabajan para políticos y gobiernos pueden
crear comunicaciones personalizadas y noticias falsas usando nuestras vulnerabilidades emocionales
e intelectuales y nos mueven en la dirección deseada por sus empleadores.
La conclusión de
ambos artículos es obvia: cada uno de nosotros es responsable de tener claridad
sobre el tamaño de su ignorancia de los asuntos públicos, sobre sus
inclinaciones irracionales a creer en fórmulas mágicas y caudillos
taumatúrgicos, sobre sus deseos insatisfechos de bienestar y prosperidad, sobre
su capacidad de influir en otros recirculando falsedades o información no
confirmada en sus cuentas sociales virtuales y darse cuenta de que por esos portillos
se cuela la manipulación. Somos responsable de resistir el trabajo de seducción
y engaño de los manipuladores.
No vale la pena
discutir si debemos o no eliminar los
medios sociales de nuestras vidas pues ellos no van a desaparecer. Lo que
importa es saber que cuanto pongamos en ellos va a ser usado contra nosotros y
va a repercutir en nuestras redes de amigos y conocidos.
Lo que está en juego
-como tantas veces en el pasado de la humanidad- es nuestra autonomía personal,
nuestra conciencia ética, la protección de nuestra fortuna por pequeña que sea
y la integridad de nuestras libertades ciudadanas y derechos como personas.
FELICIDAD Y EL RIESGO DE SER MANIPULADO
Por Slavoj Žižek
Estudios de felicidad, empresa privada y política
partidista
Christopher Wyllie, canadiense
de 24 años, homosexual y vegetariano extremo, debería ser considerado un héroe
típico de nuestros días. A él se debe la idea que dio origen a Cambridge
Analytica, una firma de análisis de datos que llegó a jugar un papel importante
en la campaña de “Salgámonos”, los partidarios de abandonar la Unión Europea en
el referéndum que se hizo en el Reino Unido[i].
Algún tiempo después
fue figura clave en la campaña electoral de Donald Trump. Manejó operaciones
digitales y creó las herramientas de guerra psicológica que usó Steve Bannon[ii].
La idea de Wyllie
consistió en infiltrar Facebook, birlar los perfiles de millones de sus
afiliados en los Estados Unidos, usar la información privada y personal de
estos para crear sofisticados perfiles psicológicos y políticos y, al final,
bombardearlos con avisos políticos diseñados para que se insertaran en el entramado
de su psicología.
En cierto momento
Wyllie entró en pánico. “Es una locura. La compañía ha creado el perfil
psicológico de 230 millones de estadounidenses. ¿Y ahora quieren trabajar con
el Pentágono? Esto es lo que haría Nixon en esteroides”[iii].
Lo que hace
fascinante esta historia es que combina elementos que regularmente percibimos
como antagónicos. Alt-right[iv]
se presenta como el movimiento que da voz a las preocupaciones de gente blanca
común y corriente, trabajadora, profundamente religiosa, representante de
simples valores tradicionales, que rechaza a excéntricos corrompidos como los
homosexuales y vegetarianos extremos y que no puede ver a los ‘nerds’ del mundo
digital. Y resulta que esa misma gente obtiene triunfos electorales organizados
y orquestados precisamente por un ‘nerd’ que encarna todo lo que detesta…
Este hecho tiene algo
más que un interés anecdótico. De una parte pone en evidencia la trivialidad
del populismo de “alt-right”, un movimiento que necesita aprovechar los últimos
avances tecnológicos[v]
para mantener su capacidad de
convocatoria sobre la clase trabajadora rural. De otra, destruye la ilusión de
que ser un ‘nerd’ digital automáticamente equivale a tomar una posición
“progresiva” contra el establecimiento.
Facebook, depósito de datos sobre tu felicidad
Una mirada más
detallada al contexto en el que opera Cambridge Analytica nos permite ver algo
fundamental: la manipulación cruda y el interés en el amor y el bienestar humanos son dos caras de
la misma moneda.
En su ensayo El nuevo complejo militar-industrial de operaciones
psicológicas utilizando grandes bancos de datos[vi], publicado
en marzo de 2018 por Reseña de Libros Neoyorquina,
Tamsin Shaw analiza “el papel que juegan las empresas privadas en el desarrollo
y aplicación de tecnologías del comportamiento con financiación del gobierno” y
presenta a Cambridge Analytica como el mejor
ejemplo de esas empresas. Dice:
“Dos psicólogos
jóvenes tienen importancia en la historia de Cambridge Analytica. El primero es
Michal Kosinski, quien diseñó una aplicación que identifica rasgos de la
personalidad con base en los “me gusta” de Facebook. Este trabajo lo hizo con David
Stillwell, un colega suyo de la Universidad de Cambridge. La aplicación fue
usada en una colaboración con el Proyecto de Bienestar Mundial, un grupo del
Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania. Este grupo se
especializa en el uso de bancos masivos de datos para medir la salud y la
felicidad con el propósito de mejorar el bienestar. El segundo es Aleksandr
Kogan, quien también se mueve en el campo de la psicología positiva y ha
escrito sobre felicidad, amabilidad y amor (uno de sus primeros ensayos, de
acuerdo con su hoja de vida, se tituló El
confuso laberinto: Una teoría unificada del amor). Kogan dirigió el
Laboratorio de Sociabilidad y Bienestar en el Instituto de Bienestar de la
Universidad de Cambridge”.
Lo que debería llamar
nuestra atención en estas circunstancias es la “peculiar intersección de la
investigación sobre temas como el amor y la amabilidad con temas de interés
para la defensa e inteligencia [de los gobiernos]”.
¿Por qué ese tipo de
investigación interesa tanto a las agencias británicas y estadounidenses de
inteligencia y a los contratistas de defensa nacional, con la presencia furtiva
y amenazadora de DARPA [Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la
Defensa, del gobierno estadounidense) siempre en la sombra?
El investigador que
personifica esta intersección es Martin Seligman, quien en 1998 “fundó el
movimiento de psicología positiva dedicado al estudio de rasgos y hábitos
psicológicos que promueven una felicidad y bienestar auténticos y dio origen a
una industria enorme de libros populares de auto-ayuda. Su trabajo atrajo el
interés y la financiación de los militares que lo vieron aplicable a los
estudios sobre capacidad recuperativa de los soldados”.
Psicología positiva y seguridad nacional
Esta intersección
[entre psicología positiva y control social] está implícita en la orientación
interna de las ciencias del comportamiento, no les es impuesta desde afuera por
manipuladores políticos “malos”. “El propósito de estos programas no es
simplemente analizar los estados subjetivos de nuestra mente sino descubrir los
medios (entre los cuales se incluyen el optimismo y la capacidad de adaptación)
que se puedan usar para ‘empujarnos gentilmente’ hacia nuestro verdadero
bienestar tal y como lo entienden los psicólogos positivos”.
El problema,
obviamente, es que este ‘empujoncito gentil’ no hace que las personas superen
sus ‘irracionalidades’ -que ya han sido detectadas por la investigación
científica-. Al contrario, la meta de las ciencias contemporáneas del
comportamiento “es explotar nuestras irracionalidades, no superarlas. Una
ciencia cuyo objeto es el desarrollo de tecnologías conductistas está destinada
a vernos como objetos estrictamente manipulables, no como agentes racionales.
Estas
tecnologías se están convirtiendo en el eje de la operaciones cibernéticas del
ejército y de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, lo cual implica
que debemos trabajar cada día más duro para impedir que su uso interfiera con
la vida diaria de una sociedad democrática como la nuestra”, concluye Shawn.
Todos estos eventos y
usos de la ciencia fueron cubiertos intensamente por los medios liberales a
raíz del escándalo de Cambridge Analytica. La imagen general que nos queda, añadida
a lo que sabemos de los últimos avances en biogenética (por ej., conexión
neuronal del cerebro humano, etc.), es comprensiva y aterradora de nuevas
formas de control social, en comparación con las cuales los viejos modelos de
‘totalitarismo’ del siglo XX se ven como mecanismos bastante primitivos y
chambones.
Para entender bien el
alcance de este control debemos mirar más allá de los vínculos entre empresas
privadas y partidos políticos -lo que hizo Cambridge Analytica- para fijarnos
en la compenetración que existe entre compañías procesadoras de datos -como
Google y Facebook- y las agencias estatales de seguridad.
Control social y libertad individual: Occidente Vs
China
[Julian] Assange ha
escrito un libro clave -y coincidencialmente ignorado- sobre Google[vii].
Dice él con razón que para entender cómo son reguladas nuestras vidas y cómo
esta regulación la experimentamos como libertad tenemos que mirar la brumosa relación entre las empresas que
controlan nuestros espacios comunes y las agencias estatales secretas.
Nosotros deberíamos
auto-criticarnos por aceptar regulaciones idénticas a las impuestas por China a
sus ciudadanos y al mismo tiempo creer que nuestras libertades siguen intactas
y que si sufren limitaciones estas son para ayudarnos a realizar nuestras
metas. No podemos pretender que estamos en mejor posición que los chinos cuando
estos tienen perfectamente claro que viven bajo un régimen de restricciones.
El logro más
importante del nuevo complejo cognitivo-militar es el descubrimiento de que la
opresión directa y obvia ya no es necesaria. Es más fácil controlar a las
personas y ‘empujarlas gentilmente’ en la dirección deseada cuando continúan
viéndose a sí mismas como agentes libres y autónomos de sus propias vidas. Pero
esta es una realidad bien conocida. Tenemos que ir un poco más allá en nuestro
análisis.
Estudios de felicidad, manipulación y control
La crítica [a la
psicología positiva] que predomina en este momento se enfoca en la
desmitificación: detrás de la aparentemente inocente investigación de la
felicidad y del bienestar los analistas detectan un inmenso sistema de control
y manipulación ejercido por el esfuerzo combinado de empresas privadas y
agencias estatales. Lo contrario es lo que necesitamos, y con gran urgencia.
Además
de preguntarnos qué contenido obscuro se oculta detrás de las formalidades de
la investigación científica sobre la felicidad debemos cuestionar la substancia
misma de lo que se investiga.
¿Es de verdad
inocente la investigación sobre felicidad y bienestar humanos, al menos como se
está haciendo hoy en día? ¿O esa investigación está ya contaminada por una
actitud favorable a la manipulación y el control? ¿Podría ser que la ciencia no
es precisamente abusada sino que de ella se hace –apropiadamente- el uso para el
cual ha sido diseñada?
Debemos cuestionar el
desarrollo reciente de los “estudios de felicidad” como nueva disciplina. ¿Cómo
es eso de que en nuestro momento actual de hedonismo espiritualizado, cuando el
propósito de vivir es la felicidad, se multiplican los casos de ansiedad y depresión?
El mensaje de Freud adquiere una urgencia de actualidad ante el enigma presente
en este auto-sabotaje de la felicidad y el placer.
Bután mide la felicidad
Como sucede con
frecuencia fue un país en desarrollo del tercer mundo, Bután, el que ingenuamente
puso en evidencia las consecuencias socio-políticas absurdas de esta idea de
felicidad. Hace veinte años el reino de Bután decidió enfocar su desarrollo en
la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y dejar de lado el Producto Nacional Bruto
(PNB). Fue una idea del ex-rey Jigme
Singye Wangchuck, quien quería
que su reino se integrara al mundo moderno sin perder su identidad única.
En ese país diminuto,
sujeto a las presiones crecientes de la globalización y el materialismo, que se
preparaba para las primeras elecciones en su historia, el nuevo rey, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, inmensamente popular, de 27 años, educado en Oxford,
ordenó a una agencia del estado que calculara qué tan felices eran los 670.000
habitantes de su reino. Funcionarios oficiales dijeron que ya habían hecho una
encuesta con aproximadamente mil participantes y con base en ella habían
identificado los factores principales para ser feliz, en una lista similar al
índice de desarrollo usado por las Naciones Unidas. Estos factores eran el
bienestar psicológico, la salud, la educación, el buen gobierno, el nivel de
vida, la vitalidad de la comunidad y la diversidad ecológica[viii].
Si alguna vez hubo imperialismo cultural, este es[ix].
Checoslovaquia, la felicidad soñada
En Checoslovaquia la
gente era en cierto sentido efectivamente feliz a finales de la década de los
70 y en la de los 80. En el país se cumplían tres condiciones fundamentales de
la felicidad.
En primer lugar, sus
necesidades materiales estaban satisfechas en lo básico. No en demasía, pues el
exceso de consumo puede por sí mismo generar infelicidad. Es conveniente sufrir
de vez en cuando una escasez de algo por corto tiempo; que falte el café por
unos días, que falte la carne después, que no haya equipos de televisión. Estos
periodos breves de escasez operaban como excepciones que le ayudaban a la gente
a alegrarse de que por lo regular esos bienes estaban disponibles; si nunca falta nada la gente se acostumbra a esa
disponibilidad y la considera parte normal de sus vidas. Así que la vida seguía
su curso ordinario y predecible; sin grandes esfuerzos, sin grandes choques, y
con la libertad que tenía uno de refugiarse en su mundo privado.
En segundo lugar –y
muy importante-, existía un Otro (el Partido Comunista) que podía
ser acusado de todo lo que saliera mal. Uno no se tenía que sentir realmente
responsable de nada. Si había una escasez temporal de algo, aunque fuera
causada por una tempestad destructiva, era culpa de “ellos”.
En tercer lugar, y no
por eso de menor importancia, había Otro
Lugar –el Occidente consumista- con el que uno tenía permiso de soñar y aún
de visitar algunas veces. Este lugar estaba a la distancia justa, no muy lejos,
no muy cerca.
Ese frágil balance
fue roto. ¿Qué lo rompió? El deseo, exactamente. El deseo fue la fuerza que
movió a la gente a cambiar las cosas y terminar en un sistema donde la mayoría
es definitivamente menos feliz…
La felicidad, noción imprecisa
Aquí deberíamos
atrevernos a ir aún más allá y preguntarnos sobre el sentido oculto de la
noción misma de felicidad. ¿Cuándo, exactamente, podemos decir que alguien es
feliz?
La felicidad es en sí
misma (en su propio concepto, como lo hubiera dicho Hegel) algo confuso,
indeterminado e inconsistente. Recordemos la respuesta famosa del inmigrante
alemán en los Estados Unidos cuando le preguntaron: “¿Es usted feliz?”, a lo
que contestó: “Sí,
sí, soy muy feliz, aber gluecklich bin ich nicht…” [N. del T.: Un inmigrante
latinoamericano hubiera dicho: “Yes, yes, I am very happy, pero no soy feliz…”].
La
felicidad es una categoría pagana. Para los paganos la meta de la vida es vivir
una vida feliz (la idea de vivir “eternamente feliz” es de hecho una versión
cristianizada de paganismo); para ellos la experiencia religiosa y la actividad
política eran formas superiores de felicidad (sobre esto se puede leer a
Aristóteles).
No
debe sorprender que el mismo Dalai Lama esté teniendo tanto éxito andando por
el mundo predicando el evangelio de la felicidad. Y menos sorpresa debe causar
que encuentre el mayor éxito precisamente en los Estados Unidos, el reino por
excelencia de la (búsqueda de la) felicidad…
La
felicidad supone la incapacidad o falta de preparación del sujeto para
confrontar completamente las consecuencias de su deseo. El sujeto se queda
atascado en la inconsistencia de su deseo; ese es el precio de la felicidad.
En
nuestra vida diaria (pretendemos que) deseamos cosas que realmente no
necesitamos, de manera que, al final, lo peor que puede suceder es que
consigamos lo que expresamente deseamos.
La
felicidad es, pues, inherentemente hipócrita. Es la felicidad de soñar con
cosas que realmente no queremos.
Paraísos populares: el sueño pospuesto
¿No
encontramos una situación similar en el mundo político de izquierda? Cuando un
partido radical de izquierda pierde las elecciones por un pequeño margen y queda
por fuera del poder uno puede detectar, con frecuencia, un oculto suspiro de
descanso: gracias a dios perdimos; solo él sabe
en qué lío nos hubiéramos metido si hubiéramos ganado…
En el
Reino Unido muchos izquierdistas admiten en privado que la casi victoria del
Partido Laborista en las últimas elecciones fue lo mejor que pudo suceder,
mucho mejor que la inseguridad de lo que hubiera podido pasar si el gobierno
Laborista hubiera tratado de implementar su programa.
Lo
mismo se puede decir de la perspectiva de una eventual victoria de Bernie
Sanders en Estados Unidos. ¿Cuáles hubieran sido sus probabilidades de éxito
frente al ataque masivo del gran capital?
El
ejemplo máximo de esta situación es la intervención soviética en
Checoslovaquia, que destruyó la Primavera de Praga y con ella la esperanza de
un socialismo democrático. Imaginemos la situación de Checoslovaquia sin la
intervención soviética: en poco tiempo el gobierno “reformista” hubiera tenido
que enfrentar el hecho de que no había posibilidad real de un socialismo
democrático en ese momento histórico y hubiera tenido que escoger entre mantener
el Partido en el poder –lo que implicaba imponer límites precisos a las
libertades- y permitir que Checoslovaquia se
convirtiera en uno de los países capitalistas demo-liberales de
Occidente.
En
cierto sentido, la intervención soviética salvó la Primavera de Praga, la salvó
como un sueño, como una esperanza de que sin esa intervención hubiera podido
surgir una forma nueva de socialismo democrático.
¿No
ocurrió algo similar en Grecia cuando el gobierno de Syriza organizó el
referéndum contra la política de austeridad que Bruselas recomendaba con
insistencia? Muchas fuentes griegas confidenciales aseguran que el gobierno
guardaba la secreta esperanza de perder el referéndum, en cuyo caso hubiera
tenido que renunciar y dejar a otros que se hicieran cargo del trabajo miserable
de imponer austeridad. Como ganaron, el trabajo les tocó hacerlo a ellos y el
resultado fue la auto-destrucción de la izquierda radical en Grecia. Sin duda
alguna, Syriza hubiera sido mucho más feliz si hubiera perdido el referéndum.
Felicidad, control y autonomía personal
Pero
regresemos a nuestro punto de partida. No solo somos controlados y manipulados
sino que le gente “feliz” exige, secreta e hipócritamente, que la manipulen por
su propio bien. La verdad y la felicidad no van juntas. La verdad abre heridas,
crea inestabilidad, entorpece el flujo ininterrumpido de nuestro diario vivir.
Nos toca escoger: ¿queremos ser felizmente manipulados o nos exponemos a los
riesgos de la creatividad auténtica?
[i] N. del T.: El referendum
conocido como Brexit tuvo lugar en junio de 2016.
[ii] Ideólogo del movimiento
trumpiano, racista, supremacista blanco, creyente en el destino privilegiado de
los Estados Unidos, considerado uno de los gestores del éxito de la campaña
presidencial republicana en 2016, valido de D. Trump en la Casa Blanca por un
corto tiempo, cayó en desgracia en agosto de 2016.
[iii] https://www.theguardian.com/news/2018/mar/17/data-war-whistleblower-christopher-wylie-faceook-nix-bannon-trump
[iv] N. del T.: Alternativa
de Derecha, comúnmente conocida como alt-right, es un conjunto de ideologías,
grupos e individuos unidos por la creencia de que la “identidad blanca” sufre
un ataque de fuerzas multiculturales que usan “corrección política” y “justicia
social” para debilitar a los blancos y “su” civilización. https://www.splcenter.org/fighting-hate/extremist-files/ideology/alt-right
[viii]
Bhutan tries to
measure happiness (ABC News, March 24 2008) @ http://www.abc.net.au/news/2008-03-24/bhutan-tries-to-measure-happiness/1081658
[ix] “No debe sorprendernos que hace veinte años se hiciera
[en Bután] una limpieza étnica pues se ‘descubrió’ que la presencia de una
importante minoría no-budista era un obstáculo para la felicidad de la mayoría
budista”: https://www.independent.co.uk/voices/cambridge-analytica-facebook-happiness-industry-didnt-misuse-it-a8275961.html
Traducción,
adaptación y subtítulos de Luis Mejía
15 de mayo del 2018
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
1. FACEBOOK HAS NUMEROUS targeting methods, not only within the site, but across the web, through mobile phones, and from outside data sets pulled from third parties. By building meticulous profiles of users, Facebook can deliver any subset of any group to an advertiser, whether the advertiser is a corporation, a drug pusher, a political movement, or a con artist. The ubiquity and precision of this surveillance operation creates vulnerabilities for anyone who uses Facebook, or even those that don’t but have their data captured elsewhere on the web.
ReplyDelete2. Facebook thrives off mass data collection, essentially renting people’s private information out to advertisers. The more users opt out, the less profitable Facebook Inc. becomes
3. Citizens Against Monopoly’s how-to guide begins by recommending the installation of the F.B. Purity browser extension, which gives users additional options to filter and customize Facebook. Then it directs users to Facebook’s ad preferences page.
https://theintercept.com/2018/05/09/its-insanely-hard-to-turn-off-facebook-tracking/