Estados Unidos y los medios en la
Guerra de Vietnam
En marzo de 1965 la
infantería de marina de los Estados Unidos desembarcó en Vietnam, dando
comienzo a su participación abierta en la guerra civil de este país.
Por varios años los Estados Unidos habían apoyado
financiera y militarmente a la facción que gobernaba la parte sur de Vietnam.
Era parte de una guerra soterrada contra la Unión Soviética que respaldaba a la
parte norte.
En 1968 había ya medio millón de soldados
estadounidenses en el frente vietnamita. La oposición popular a la guerra
dentro de los Estados Unidos ya había empezado pero el liderazgo nacional tomó
la decisión de ignorarla.
La guerra fue brutal y deshumanizadora. El gobierno
trataba de manipular las noticias de la guerra para limitar el impacto que
estas tenían en el movimiento pacifista. Su argumento para someter los medios
era patriótico: Hay que ser solidarios con los soldados que se están haciendo
matar por el país. Los periodistas y los medios en general se resistían a ser
parte de esta manipulación.
Presento dos artículos sobre el tema. El primero, de Morley Safer,
muerto recientemente, quien fue corresponsal de guerra de CBS, cuenta un
episodio en la lucha de los medios para mantener su independencia. El segundo,
de Jon Schwartz, periodista
del medio electrónico The Intercept, es una reflexión sobre el texto de Safer y
la evolución de los medios que perdieron su capacidad de reportería crítica
frente al discurso oficial bélico.
Finalmente en abril de 1975 los Estados
Unidos salieron de Vietnam. Desde entonces facciones del liderazgo nacional han
propuesto dos narrativas que los medios divulgan: la fáctica, sobre los errores
de la guerra y la justificación del movimiento pacifista, y la propagandística,
sobre la manera cómo se hubiera podido ganar.
Para actualizar los ejemplos de embustes oficiales
repetidos por los medios que detalla Schwarz vale mencionar que recientemente la
CIA se vio obligada a divulgar un documento
interno en el que deja claramente establecido que en su poder
no obraba información suficiente para confirmar que Saddam Hussein tuviera
armas de destrucción masiva. Es el mismo documento que invocó George Bush Jr. para
justificar la invasión de Irak alegando la supuesta existencia de esas
armas.
En una segunda parte de este ensayo [pulsar aquí] hago
una reflexión personal sobre la importancia que tiene para el liderazgo
nacional de todo país el control de lo que las masas oyen y creen.
A continuación los artículos anunciados.
NOTICIA Y PROPAGANDA: PRENSA Y PATRIOTISMO EN ESTADOS UNIDOS
“Entiende, te pasas de estúpido si crees que un funcionario
estadounidense te dirá la verdad”
Publicado en Southern Illinoisian el jueves 1 de
septiembre de 1966
Los medios y la complicidad con el discurso oficial
No ha habido una guerra igual a esta. Nunca tanta
palabra repetida, nunca se ha gastado tanta película de 16 mm. Y nunca la
manera de reportar la noticia ha sido parte tan íntima de la noticia misma.
Esto es así tanto en los reportajes de guerra para la
televisión, cuando se hacían por primera vez como me correspondió a mí, como en
los reportajes para los medios impresos.
Las críticas de Washington a los periodistas estadounidenses
destacados en Saigón han sido casi continuas desde 1961. Esa crítica ha sido
manifiesta de diferentes maneras: cancelación de subscripciones a los
periódicos, orden de aislar a ciertos reporteros, amenazas directas.
Como dice un amigo mío: “La alta oficialidad quiere
que seas parte del equipo”.
Para la alta oficialidad ser parte del equipo es
simplemente repetir la línea de los comunicados de prensa del gobierno de Estados
Unidos. Es aceptar lo que le dicen a uno sin hacer preguntas. A veces es darle
la espalda a los hechos.
Conozco pocos reporteros en Vietnam que se han hecho
“parte del equipo”. De hecho, el público estadounidense está recibiendo una
imagen veraz de la guerra a pesar de los esfuerzos de altos funcionarios,
especialmente en Washington, de presentar los hechos de una manera diferente.
Por eso hay corresponsales que han sido vilipendiados en público y en privado.
Obligación de objetividad en la comunicación oficial y periodística
Hacia fines del invierno de 1964-1965 la guerra de
Vietnam se estaba convirtiendo en una guerra de Estados Unidos. Eso le ha
impuesto a los Estados Unidos la responsabilidad de presentar y reportar los
hechos tal como suceden. En ese momento funcionarios del gobierno empezaron a
trabajar directamente con los reporteros. El formalismo de “verificar con los
vietnamitas” perdió importancia.
En Washington la responsabilidad de dar, controlar y
manejar las noticias de la guerra en Vietnam correspondió y corresponde a una
sola persona: Arthur Sylvester, Subsecretario de Defensa para Relaciones
Públicas.
A principios del verano de 1965 empezaron a adoptarse
las primeras pautas generales sobre cómo cubrir batallas y bajas en combate. No
había censura, solo un código de honor muy flexible que dejaba en manos de los
periodistas la responsabilidad de no poner en peligro la seguridad. Las pautas
eran imprecisas y se violaban todo el tiempo.
Para los funcionarios civiles y militares en Vietnam
había otras reglas, mejor dicho, otro código de honor que no era explícito sino
sobreentendido. Barry Zorthian, ministro consejero en la embajada de Estados
Unidos en Saigón, usaba la frase: “Un política de franqueza total”. Zorthian es
lo que la revista Time llama “el zar de la información” en Vietnam.
La presión para cambiar la narrativa periodística
Aunque las pautas existentes eran vagas, su violación molestaba
a todo mundo. Los editores exigían mucho de sus corresponsales mientras que los
militares en Vietnam se quejaban de que se estaba poniendo en peligro la vida
de los aliados. A mediados del verano, cuando Robert McNamara, Secretario de
Defensa, vino a Saigón con Sylvester todos anticipábamos que se aprovecharía la
ocasión para formular una política clara y precisa.
Se había programado una reunión informal de Sylvester
con los medios para discutir problemas comunes. Esta reunión que debería acabar
con las imprecisiones se convirtió en uno de los encuentros más frustrantes que
haya habido entre un administrador de noticias y un grupo de reporteros.
Tuvo lugar en una noche de julio, caliente y húmeda,
aunque hacía fresco en la villa que ocupaba Zorthian.
Zorthian estaba menos tranquilo que nunca. Le
preocupaba la posibilidad de que Sylvester percibiera el estado de ánimo del
cuerpo de prensa.
En las semanas anteriores se habían presentado algunas
situaciones molestas que comprometían la oficina de Sylvester. En las primeras
misiones de los B-52 los comunicados de prensa del Pentágono estaban en
contradicción directa con lo que había sucedido de hecho en el territorio
vietnamita.
La reunión empezó con charlas y bromas que Sylvester
cortó rápidamente. Parecía deseoso de sentar una posición, de decir algo que
nos chocara.
El Pentágono como pedagogo de periodistas
Empezó: “Yo no puedo entender que ustedes escriban lo
que escriben cuando jóvenes estadounidenses están muriendo aquí”. Y continuó
afirmando que los corresponsales de Estados Unidos tenían el deber patriótico
de divulgar solo la información que hiciera quedar bien a los Estados Unidos.
El corresponsal de una cadena de televisión dijo: “Estoy
seguro de que usted no espera que la prensa estadounidense se vuelva mandadera
del gobierno”.
“Eso es exactamente lo que yo espero”, fue la
respuesta inmediata.
Un reportero de una agencia de noticias hizo mención
de un problema que tenía preocupados al embajador Maxell Taylor y a Barry
Zothian: la credibilidad de los funcionarios estadounidenses.
El Subsecretario de Defensa para Relaciones Públicas
respondió: “Entiéndanme, ustedes se
pasan de estúpidos si creen que un funcionario estadounidense les va a decir la
verdad. ¿Lo oyen? Estúpidos”.
Uno de los periodistas más respetados en Vietnam,
veterano de la Segunda Guerra Mundial y de las guerras de Indochina y de Corea comentó
que quizás Sylvester estaba haciendo a propósito el papel de provocador.
Sylvester respondió: ”Óiganme bien, yo ni siquiera
tengo que hablar con ustedes. Yo sé muy bien cómo lidiar con ustedes a través
de sus editores y jefes de redacción cuando regrese a los Estados Unidos”.
Para enfatizar su punto el Honorable Arthur Sylvester puso
sus pulgares en los oídos, abultó los ojos, sacó la lengua y agitó los dedos.
Sembrando discordia entre reporteros y fuentes de información
El corresponsal de uno de los periódicos de Nueva York
empezó a hacer una pregunta pero no la pudo terminar pues Sylvester lo
interrumpió diciendo: “Ven acá. ¿Quién dijo que a la gente en Nueva York le
importa la guerra en Vietnam? Hablemos de lo que importa: los problemas de
comunicación, acceso a los aviones militares, presencia física en las batallas.
¿Lo que ustedes quieren es que les pongamos todo en la boca? ¿Por qué no salen
de sus cuartos y van a cubrir la guerra?”
Este fue un comentario de mal tono y ofensivo. La
mayoría de los presentes en ese salón han estado en tantas acciones de guerra como
la mayoría de los soldados combatientes.
Además, las relaciones entre los reporteros y los
oficiales de información pública en Saigón han sido buenas, productivas. Las
relaciones en el campo de batalla son mejores, como lo son las relaciones con
los combatientes de esta guerra.
Nota del editor: Este artículo fue
publicado el jueves 1º de septiembre de 1966 por el diario Southern Illinoisan
en respuesta al testimonio que Arthur Sylvester, Subsecretario de Defensa para
Relaciones Públicas, había presentado el
miércoles anterior ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Dijo ante el Senado que ningún funcionario del gobierno debía mentir cuando daba
información sobre el país aunque era permisible retener información para
protegerlo.
CREDIBILIDAD DE LA INFORMACIÓN OFICIAL Y CREDULIDAD DE LOS MEDIOS
Un
oficial del Pentágono le dijo una vez a
Morley Safer que si los periodistas le creían al gobierno eran “estúpidos”
Publicado en
The Intercept el 20 de mayo de 2016
Safer describe manipulación de los medios
Morley Safer fue corresponsal de CBS para 60 Minutes
desde 1970 hasta la semana pasada cuando murió a la edad de 84 años.
Muchas han sido las notas necrológicas sobre Safer
pero hasta el momento no se ha mencionado la que, en mi opinión, es la más
importante de sus historias.
En 1963 CBS lo envió a Vietnam a cubrir la guerra cada
vez más intensa que libraban los Estados Unidos. En agosto de ese año envió un
despacho informando que soldados estadounidenses habían prendido fuego a una
aldea vietnamita con encendedores Zippo y lanzallamas mientras en las cercanías
niños y ancianos de ambos sexos se escondían aterrorizados en las cercanías.
Un año después escribió una columna periodística
acerca de la reunión que había tenido Arthur Sylvester, Subsecretario de
Defensa para Asuntos Públicos y jefe de relaciones públicas del ejército de
Estados Unidos, con el cuerpo de prensa estadounidense de Saigón. [Nota del
Traductor: Se refiere a la columna transcrita arriba].
A raíz de esa columna el Pentágono le hizo saber a
ejecutivos de CBS que “Safer va a terminar con una bala en la espalda si
ustedes no lo sacan de allá”.
Embustes en el discurso oficial de guerra
En Saigón Sylvester había dicho exactamente lo que
quería decir. Cuando se reunió con los periodistas ya él había sido vocero de algunas
falsedades claves que el gobierno de Estados Unidos había concebido con
respecto a la Crisis de los Misiles en Cuba y el Golfo de Tonkín.
Uno pensaría que estos antecedentes tendrían algún
impacto en los medios estadounidenses y que en el futuro no serían tan
“estúpidos” como para creer todo lo que les dijeran. Pero en los 50 años que
han pasado desde entonces la mayoría de los medios de Estados Unidos han sido
“estúpidos” tal como lo dijo Sylvester y han creído casi todo lo que les han
dicho:
-
lo que la
administración Nixon dijo sobre Vietnam,
-
la justificación de la
administración Reagan para la invasión de Granada,
-
la historia de que los ejércitos de Irak estaban concentrados en
la frontera con la Arabia Saudita que sirvió de excusa para para la guerra del
Golfo durante el gobierno de George H.W. Bush,
-
las exageraciones
increíbles de la administración Clinton sobre la violencia serbia en Kósovo,
-
prácticamente todo lo
que dijo la administración Bush sobre Irak,
-
la afirmación de
James Clapper, Director de Inteligencia Nacional, de que la Agencia Nacional de Inteligencia no estaba
haciendo una recolección masiva de información sobre millones de ciudadanos estadounidenses.
Credulidad de los medios
-
Una y otra vez el cuerpo de periodistas en Washington
ha aceptado crédulamente las falsedades oficiales y las ha compartido con sus
lectores como si fueran la verdad. En la práctica no han mostrado escepticismo
alguno en el momento de los eventos. Así es todo el tiempo.
Si uno lee el New York Times de las últimas semanas se
entera de que funcionarios del gobierno de Estados Unidos han dicho:
-
las tropas
estadounidenses en Yemen “operan dentro de los cuarteles generales y no están
cerca del frente de combate” y
-
el miembro de un
grupo élite de la Armada muerto en Irak estaba “a más de dos o tres millas de la
línea de fuego” cuando le dispararon.
-
¿Debe uno creer que están diciendo la verdad? Darlo
por seguro es ser estúpido.
Hay dos precedentes importantes que uno no encontrará
mencionados en cualquiera de esas historias del New York Times:
-
John F. Kennedy
mintió inicialmente sobre la participación en combate de los consejeros
estadounidenses en Vietnam y
-
Ronald Reagan mintió
con respecto a la participación en combate de los consejeros estadounidenses en
El Salvador.
La muerte de Safer debería recordarnos lo que los
medios olvidan todo el tiempo.
Nota del Traductor: Conviene al lector interesado en
las fuentes y referencias bibliográficas citadas en el artículo de Schwartz
leer el texto original pulsando aquí.
Traducción, adaptación y subtítulos de
Luis Mejía
6 de julio del 2016
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
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