Introducción
Slavoj Žižek es un filósofo contemporáneo conocido en el mundo
académico, político y literario por su posición de marxista crítico, su interés
en los problemas sociales y políticos globales, el volumen de sus escritos y lo
controversial de sus opiniones.
Me gustaría hacer unos comentarios introductorios para ayudar al lector
a navegar los conceptos que aparecen en esta entrevista.
La Ilustración,
la revolución, las guerras de independencia y el ideario occidental
La Ilustración fue un movimiento cultural que devino en político en la
Europa occidental de finales del siglo XVII y el siglo XVIII. Quienes
participaron en él no tenían una opinión unánime sobre los temas de su interés
pero entre todos construyeron un ideario que incluía la hegemonía de la razón
en el estudio de la sociedad, la política y la ciencia, la libertad de
pensamiento y crítica, el progreso cultural, el desarrollo económico libre de
cargas impositivas y limitaciones en el comercio, el rechazo al absolutismo de
los reyes y a la tiranía de las supersticiones religiosas, la propuesta de
separación de las ramas del poder público, la defensa de la libertad y la
igualdad de todos los seres humanos, los derechos del individuo frente al
estado y la promoción de la educación como instrumento de liberación
intelectual.
Esa época se llamó el Siglo de las Luces porque sus activistas pensaban
que estaban finalmente sacando a la humanidad de la obscuridad de la Edad Media,
de la que quedaban poderosos rezagos no destruidos por el Renacimiento. Todas
estas ideas formaron parte del ideario liberal clásico que se desarrolló en el
siglo XIX y agregó las nociones de participación popular en el ejercicio del
poder, educación universal gratuita, igualdad de las mujeres, derechos
universales del individuo, creación de constituciones para regular el poder del
estado y sus autoridades, libertad de comercio y eliminación de la guerra para
solucionar conflictos.
Las revoluciones de Estados Unidos, Francia y las colonias americanas
españolas fueron inspiradas por la Ilustración cuyas ideas unidas a las del liberalismo
se convirtieron en la cultura dominante de la parte del mundo que llamamos
Occidente.
El eurocentrismo de Žižek implica entonces una concepción del mundo basada en esos dos
movimientos intelectuales junto con una
noción de democracia participativa que va más allá de los meros mecanismos
electorales. Es algo completamente diferente de la democracia con valores
asiáticos, la democracia guiada o de opinión de los gobiernos autoritarios de
América Latina, el califato de los musulmanes integristas y las presidencias
monárquicas de los países africanos.
Colonialismo y
legado liberal
El rechazo de Žižek al relativismo cultural y político tiene que ver con el legado colonial
europeo. Muchas de las acciones de los países colonizadores -España,
Inglaterra, Francia, Portugal, Bélgica, Alemania y los Estados Unidos
tardíamente- fueron una negación del ideario liberal y sembraron las bases para
un futuro no democrático en los países colonizados. Sin embargo, la opresión de
los pueblos organizada por los agentes de los estados ocupantes vino acompañada
de las ideas demo-liberales que en su momento inspiraron las guerras de
liberación y, en ocasiones, las primeras etapas de gobierno independiente. En
el mundo contemporáneo las ideas de la Ilustración continúan teniendo el mismo
papel liberador contra el poder arbitrario, los privilegios de clase y la
superstición que tuvieron en Europa.
Defensa de la
cultura liberal
Žižek critica la tolerancia, el multiculturalismo y la noción contemporánea
de corrección política como factores debilitantes de la cultura liberal cuando
es atacada por fuerzas políticas marcadas por el fanatismo religioso, el
ejercicio violento del poder, la protección de grandes intereses económicos
privados y el rechazo de los valores liberales y de la Ilustración como
contrarios a ciertas culturales nacionales. En su búsqueda de hegemonía
territorial o demográfica esas fuerzas generan conflictos que perderá la
sociedad que opte por tolerarlas. Por su parte, Occidente contribuye a esa
tensión cuando protege su patrimonio liberal y actúa en solidaridad con los
movimientos liberales de otras sociedades. Al mismo tiempo, sería contrario a
las ideas liberales tratar de imponerlas a otros pueblos por medio de la guerra.
Cambio y
destrucción
Es también importante la noción de la cultura contingente. A lo que se
refiere Žižek, creo, es a que no hay nada en la
organización social o el trabajo humano que esté destinado a perdurar. Al
contrario, todo está sujeto a cambio. Los monumentos del pasado nos dan una
falsa sensación de permanencia; ellos en realidad son rezagos de maneras de
vivir y pensar ya desaparecidas. Los integramos a nuestra cultura de hoy y ahora.
Occidente los conserva y estudia en memoria de sus ancestros históricos
mientras que los fanáticos musulmanes los destruyen porque violan su noción
actual de humanidad y cultura, justo como lo hicieron los revolucionarios
franceses y bolcheviques con el legado cristiano, los activistas de la
Revolución Cultural china con el legado imperial, los invasores españoles con
el legado de las culturas americanas autóctonas, los gobernantes castellanos
con el legado musulmán y judío de Granada y el homo economicus barbarus con
todo lo que no pueda monetizar y usar
para producir ganancias o envidia entre sus pares. Nuestros conocimientos e
instituciones han reemplazado el trabajo de generaciones pasadas, las que a su
turno construyeron sobre el trabajo de generaciones anteriores. Por eso, el
hecho de que algo desaparezca por destrucción o cambio no lo hace trivial, como
tampoco el hecho de que algo esté destinado a desaparecer lo hace desdeñable o
desechable antes de que le llegue su momento.
Crítica de Žižek
Žižek ha sido criticado por otros intelectuales. NoamChomsky, por ejemplo, ha dicho que Žižek, Lacan y en general los intelectuales
parisinos no hacen más que posar para las cámaras con palabras sonoras y frases
ininteligibles pero que sus opiniones carecen del rigor de proposiciones
empíricamente validables. Žižek a su turno ha dicho que Chomsky ha fallado el
test de empiricismo en múltiples oportunidades y que su énfasis en los hechos
ignora la influencia que tiene la ideología en los acontecimientos sociales y
en la explicación que se hace de los mismos, un ejemplo de lo cual son las
ideas de quienes produjeron la crisis financiera del 2008 y el tratamiento que
dieron a la misma. Las diferencias entre Chomsky y Žižek se hacen entendibles
si uno considera las tradiciones intelectuales que enmarcan su trabajo: el
empiricismo anglo-sajón del primero y la inclinación europea por las
construcciones teóricas del segundo. A un nivel elemental uno se inclinaría por
combinar las dos tradiciones pues los hechos necesitan una teoría que los
hilvane para hacerlos comprensibles y las teorías necesitan hechos que las
confirmen. Un resumen de las diferencias entre las dos escuelas y de la aplicación
práctica de ambas se encuentra en un ensayo de Greg Burris sobre la manera como
Chomsky y Žižek juntos ayudan a entender el espionaje electrónico estadounidense.
Podríamos referirnos a otras posiciones de Žižek pero
eso nos distraería de la entrevista mism, por eso invito a leerla y a compartir
con otros las reflexiones que ella genere. Al final del texto hay un espacio
reservado para este propósito.
Slavoj Žižek: OCCIDENTE Y EL ASEDIO ANTILIBERAL
Entrevista hecha por Romain Leick para Der Spiegel
El filósofo esloveno Slavoj Žižek
es uno de los intelectuales de
izquierda más controvertidos de Europa. En su último libro[1]
propone que Europa sea menos tolerante del islamismo y que adopte una “cultura
predominante” Ilustrada.
A Slavoj Žižek no le gusta que lo llamen profesor. Bromea diciendo
que cuando la gente lo hace él voltean a mirar hacia atrás a ver dónde está el
profesor. De hecho rara vez ha enseñado en universidades. Los numerosos libros,
ensayos, artículos y columnas que ha publicado lo han convertido a sus 65 años en
un intelectual de influencia universal. Sus conferencias y presentaciones
alrededor del mundo lo han hecho uno de los más famosos pensadores y teóricos contemporáneos
de la cultura.
A pesar de su influencia es difícil determinar cuál es
su posición filosófica y política exacta. Nacido en Liubliana,
capital de Eslovenia, donde todavía vive, fue miembro del Partido Comunista
hasta cuando lo abandonó en 1988. Tuvo una relación difícil con los órganoss
oficiales del partido porque su marxismo no era suficientemente ortodoxo y
nunca le dieron una posición de catedrático en la universidad de su pueblo
natal. Pudo, sin embargo, entrar a la Universidad de París donde estudió el psicoanálisis
de Jacques Lacan de 1981 a 1985. Poco antes de la disolución de Yugoeslavia en
1990 fue candidato presidencial en Eslovenia por los Liberales Demócratas
Eslovenos a pesar de su posición de crítica extrema del liberalismo político al
cual consideraba carente de substancia y poder.
El pensamiento de Žižek se orienta hacia el idealismo alemán, Hegel y Marx y
se centra en el estudio del desarrollo del sujeto autónomo y en cómo este es
aprisionado por ideologías e identidades siempre cambiantes. En América Latina
y en Asia es valorado por su crítica del capitalismo global y considerado un
jefe intelectual del movimiento de protesta de izquierda. El choque causado por
los ataques terroristas recientes en París le indujo a escribir un polémico
ensayo filosófico sobre el islam y el modernismo en el cual examina el
conflicto entre la tolerancia del mundo occidental y el odio del islamismo
radical a los valores liberales de Occidente y llama a Occidente a defender el
legado de la Ilustración y sus valores universales[2]. Sostiene
que la verdadera soberanía del pueblo solo es posible a través de una
renovación de la izquierda.
La crisis del capitalismo
SPIEGEL: Señor Žižek, las crisis financiera y económica
han puesto en evidencia la vulnerabilidad del sistema de mercado libre. Usted
se ha dedicado a examinar las contradicciones del capitalismo contemporáneo. ¿Cree que va a haber una nueva revolución?
Žižek: No, desafortunadamente.
SPIEGEL: ¿Pero le gustaría que hubiera una? ¿Es todavía
comunista?
Žižek: Muchos me consideran un marxista loco que vive a
la espera del juicio final. Pero aunque puedo ser muy excéntrico no estoy loco.
Yo soy comunista por falta de algo mejor, por mero desespero ante la situación
de Europa. Hace seis meses estaba en Corea del Sur dando unas charlas sobre la
crisis del capitalismo global; lo de siempre: bla, bla, bla. Pero el público
comenzó a reír; me decían: ¿De qué está hablando? Eche una mirada a
su alrededor -China, Corea del Sur, Singapur, Vietnam- y verá que nos está
yendo muy bien económicamente. ¿Dónde está la crisis? ¿Quizá en Europa
occidental, o, para ser más precisos, en algunas partes de Europa occidental?
SPIEGEL: Claro que las cosas no son así de simples.
Žižek: Sí, pero hay algo de verdad en eso. ¿Por qué a los
europeos les parece que la mala situación del momento representa una crisis
profunda? Yo no creo que estemos frente al dilema de si aceptamos o no el
capitalismo; lo que está en juego es el futuro de la democracia occidental como
algo nuestro. Una nube negra se cierne en el horizonte y los primeros vientos
de tempestad nos han alcanzado ya.
SPIEGEL: ¿Está diciendo que la crisis económica podría
llevar a una crisis política?
Žižek: China, Singapur, India y, más cerca de nosotros,
Turquía en los últimos años no auguran nada bueno para el futuro. En mi opinión
el capitalismo moderno está evolucionando en una dirección en la que funciona
mejor sin una democracia bien desarrollada. El surgimiento en los últimos diez
años del llamado capitalismo con valores asiáticos debería hacernos preguntar:
¿Qué pasaría si el modelo chino de capitalismo autoritario fuera un indicio de
que la democracia liberal como la entendemos no es ni una condición ni un
impulsor del desarrollo económico y que más bien lo entorpece?
Democracia y libertades personales y sociales
SPIEGEL: El papel de la democracia no es el de abrirle
camino al capitalismo sino el de servirle de contrapeso a los peligros latentes
de este. En ese sentido la democracia es irreemplazable.
Žižek: Pero para que eso sea verdad se necesita que la
democracia vaya más allá del principio de elecciones libres. La libertad de
elegir puede llevar a una sociedad en cualquier dirección. En este sentido yo
soy leninista. Lenin siempre decía con ironía: Libertad… sí, pero ¿para quién?
¿para hacer qué?
SPIEGEL: Libertad de autodeterminación. Y, primero que
todo, libertad de palabra y libertad de opinión.
Žižek: ¡Perfecto! Yo no soy un estalinista que se burla
de las libertades civiles y declara que la línea del partido es la única
libertad verdadera y real. En asuntos personales y privados la libertad de
elección está en crecimiento, aún en la China. Me refiero a cosas como libertad
sexual, libertad de viaje, libertad de comercio y libertad de hacerse rico.
Pero dudo de que eso sea suficiente y me pregunto si este tipo de libertades
personales no son realmente, de pronto, una trampa. Los avances de las
libertades personales ocultan la pérdida de libertades sociales. El clásico
estado de bienestar está siendo desmontado. Estamos perdiendo de vista el
camino que siguen los procesos sociales y no pensamos en el tipo de sociedad en
la que queremos vivir. El rango de opciones dentro de las que podemos vivir
nuestras libertades individuales tiene que ser redefinido.
SPIEGEL: En otras palabras, hace falta un debate
sistemático más amplio. Vimos uno en 1968, cuando las revueltas estudiantiles,
pero no culminó en logros reales excepto por ciertos avances de las libertades
civiles liberales. En contraste con el deseo de libertad individual, ¿no le
parece que la tentación totalitaria se oculta tras la movilización del deseo
colectivo de superar el sistema existente?
Eurocentrismo e Ilustración
Žižek: El siglo XX ya terminó. Un régimen totalitario
es incapaz de sobrevivir a largo plazo. Si queremos conservar la imagen que
tenemos de nosotros mismos en Occidente tendremos que revivir unas discusiones
intensas sobre la expansión de las libertades democráticas y el proceso de
auto-emancipación. Es en estos puntos donde Europa está más amenazada. Yo soy
un izquierdista eurocéntrico. Se ha puesto de moda en círculos de izquierda
criticar el eurocentrismo en nombre del multiculturalismo. Pero estoy convencido
de que ahora necesitamos a Europa más que nunca. Imaginemos por un momento un mundo
sin Europa. Quedarían dos polos: los Estados Unidos con su neoliberalismo
brutal y el llamado capitalismo asiático con sus estructuras políticas
autoritarias. En el medio estaría la Rusia de Putin con sus aspiraciones
expansionistas. Uno perdería la parte más valiosa del legado europeo, donde
democracia y libertad implican una acción colectiva que haga posible la
igualdad y la equidad.
SPIEGEL: Ese es el legado de la Ilustración, la
transición de una inmadurez que nos dejamos imponer a una autodeterminación que
escogemos por nosotros mismos.
Žižek: ¡Exactamente! Yo no soy uno de los mejores
amigos de Jürgen Habermas pero estoy en un todo de acuerdo con él en este
punto. Más que nunca debemos aferrarnos firmemente al proyecto de la Ilustración
europea. Es lo único que nos permitiría cambiar los límites de lo que parece
posible o realizable.
Democracia electoral y voluntad general
SPIEGEL: Si aceptamos esta meta, ¿no sería esperar muy
poco de la democracia liberal?
Žižek: Sí. Deberíamos ir más allá de la democracia
liberal. La democracia ordinaria funciona así: los votantes en su mayoría
parecen satisfechos con una libertad aparente de elegir. En la realidad siguen
instrucciones. Es diciente que la elección favorita de los alemanes es un
gobierno de coalición amplia[3].
Por el temor de tener que tomar decisiones verdaderamente radicales, de
avanzada, la gente actúa como si las decisiones se hicieran solas, de acuerdo
con las circunstancias, dentro de condiciones que las constriñen y
predeterminan. Pero algunas veces uno tiene que cambiar el marco que usa para
entender las cosas en lugar de quedarse analizándolas brillantemente y adaptarse a ellas. El
desarrollo de la voluntad general, la volonté générale de Rousseau, no ocurre de esta manera. El
desarrollo de la voluntad ocurre a nivel individual y privado y es en el fondo
apolítico. Esto crea un ambiente propicio para el capitalismo que usando la
libertad democrática liberal y el hedonismo del individuo puede movilizar a la
gente para sus propios fines haciéndola adicta al trabajo.
Fascismo y estalinismo
SPIEGEL: ¿Qué alternativa ve usted?
Žižek: No habrá un retorno al comunismo. El estalinismo
fue en cierto sentido peor que el fascismo, especialmente si consideramos que
el ideal comunista era para la Ilustración un camino que llevaría a la
auto-liberación del pueblo. Pero esa es también la tragedia de la dialéctica de
la Ilustración. El estalinismo es todavía un misterio para mí. El fascismo
nunca tuvo las aspiraciones de la Ilustración; solo le impulsaba lograr una
modernización conservadora por medios criminales. Hasta cierto punto Hitler no
fue suficientemente radical o violento.
SPIEGEL: ¿Qué? ¿Lo dice en serio?
Žižek: Lo que trato de decir es que el fascismo pudo
haber sido una reacción contra la banalidad y auto-complacencia de la
burguesía, pero que se quedó atrapado en el horizonte de la sociedad burguesa y
perpetuó la auto-complacencia de esta. Comparto la idea de Walter Benjamin de
que todo surgimiento de fascismo es producto de una revolución fallida. El
triunfo del fascismo es el fracaso de la izquierda y prueba que la revolución
tuvo su oportunidad pero que la Izquierda no supo cómo aprovecharla.
Liberalismo, crisis capitalista, izquierda
SPIEGEL: ¿Cuál es el estado actual de los valores básicos
del liberalismo, libertad, igualdad y equidad? ¿Es la democracia liberal
suficientemente fuerte como para protegerse a sí misma de los ataques
iliberales?
Žižek: Dudo de que sea capaz de rechazar esos ataques.
El sistema capitalista global está llegando a un punto de peligro serio para su
supervivencia. Los cuatro jinetes del apocalipsis que lo amenazan son la
catástrofe climática, las consecuencias obvias de la investigación biogenética,
la ausencia de reglamentación de los mercados financieros y el número creciente
de personas excluidas. Las fuerzas de apartheid social se fortalecen a medida
que los mercados se globalizan.
SPIEGEL: Los peligros han sido reconocidos y discutidos
ampliamente. Sin embargo, ¿le parece que vamos trastabillando hacia el abismo,
sin poder parar?
Žižek: La falta de una alternativa clara no implica que
simplemente continuemos con el statu quo. A medida que el sistema actual se
mantiene y expande aumenta la probabilidad de que haga implosión. Lo único que
puede salvar la democracia liberal es un renacimiento de la izquierda. Si los
izquierdistas dejan pasar esta oportunidad crecerá el peligro del fascismo o al
menos de un nuevo autoritarismo.
Inercia europea: Multiculturalismo, tolerancia,
relativismo
SPIEGEL: Estas tendencias son observables hoy mismo: el
fundamentalismo religioso, el populismo de derecha y el nacionalismo agresivo.
Žižek: Eso es cierto y la respuesta no puede ser la
reacción usual de la izquierda de tolerancia y comprensión. ¡No! Si el
liberalismo hace eso se va debilitando poco a poco. Tenemos derecho a fijar
límites. En Europa nos sentimos muy culpables; nuestra tolerancia multicultural
es el resultado de una mala conciencia, de un complejo de culpa que podría
hacer desaparecer a Europa. El mayor peligro para Europa es su inercia, su
escape hacia una cultura de apatía y relativismo general. En ese sentido soy
dogmático. La libertad no se puede preservar sin un cierto grado de dogmatismo.
Yo no quiero sembrar dudas sobre todo o cuestionarlo todo. El dogmatismo
liberal se basa en lo que Hegel llamaba substancia moral. Por eso yo también
estoy en desacuerdo con toda manifestación de lo políticamente correcto que no
es sino un intento de controlar con prohibiciones sociales o políticas algo que
debería ser parte de nuestra substancia moral.
Límites de la tolerancia
SPIEGEL: ¿No le parece que toda cultura tiene un ‘umbral
de dolor’ para la intolerancia?
Žižek: Hay cosas que es imposible tolerar, "l'impossible-à-supporter"
como dijo Jacques Lacan. ¿Qué pasaría si una revista se burlara abiertamente
del Holocausto? ¿Qué pasa con los chistes percibidos como sexistas o racistas?
La posición libertaria y de izquierda liberal con respecto a la ironía en
general y al humor ofensivo tiende a expresarse en la dirección opuesta, hacia
una mayor sensibilidad con respecto a la impotencia de otros. Por ejemplo, los
chistes obscenos ponen a prueba el margen de tolerancia de muchos grupos
culturales. Personalmente me gustan mucho.
SPIEGEL: ¿Lo dice en serio?
Žižek: En la antigua Yugoeslavia cada una de las
repúblicas de la federación tenía un chiste sobre las otras. Por ejemplo, los
montenegrinos eran considerados perezosos. En Montenegro la tierra tiembla con
frecuencia. Así que se hacía la pregunta: ¿por qué un montenegrino mete su pene
en todo roto o rendija que ve? Está esperando el próximo temblor de tierra pues
le da pereza masturbarse. O piense en los chistes judíos. Ellos son
maravillosos en su capacidad de burlarse de sí mismos. ¿Ha oído este? Una
polaca judía –tienen fama de ser muy serios en sus cosas- se agacha para
limpiar el piso de baldosa. El marido llega, la ve agachada, con las nalgas al
aire, se excita, le alza la bata y la penetra. Cuando termina le pregunta si
ella también ha tenido un orgasmo. No, contesta ella, todavía me faltan tres
baldosas. Sin conversaciones obscenas como esas no tenemos ningún contacto real
entre nosotros, solo un respeto frío.
SPIEGEL: Yo no le daría mucho valor a ese tipo de
pruebas.
Žižek: Hay límites, por supuesto. Esto se puede
convertir en un problema explosivo si dos grupos religiosos o étnicos que viven
muy cerca el uno del otro tienen maneras de vivir opuestas e interpretan la
crítica de su manera de vivir como un ataque a su identidad misma.
La cultura liberal dominante
SPIEGEL: ¿No es precisamente ese el conflicto implícito
en la frase que se ha vuelto popular últimamente de que el islam es también
parte de Europa?
Žižek: La tolerancia no es una solución en este caso.
Lo que necesitamos es lo que los alemanes llaman Leitkultur, una cultura principal, dominante, que
regule la manera como diferentes subculturas interactúan. El multiculturalismo,
con su respeto mutuo por la sensibilidad del otro, deja de funcionar cuando
llegamos al punto de lo que es "impossible-à-supporter".
Para los musulmanes devotos es imposible tolerar nuestras imágenes blasfemas y
nuestro humor irrespetuoso, que son parte de nuestra libertad. Pero Occidente,
con sus costumbres liberales, también encuentra intolerables los matrimonios
forzados o la segregación de la mujer, que son parte de la vida musulmana. Por
eso como persona de izquierda sostengo que necesitamos crear nuestra propia
cultura dominante.
SPIEGEL: ¿Cómo podría ser esa cultura dominante? A veces
hasta la aplicación universal de los derechos humanos es criticada en nombre de
las diferencias culturales.
Žižek: La cultura dominante europea es la universalidad
de la Ilustración; dentro de ella los individuos se ven a sí mismos a través de
esta universalidad. Esto implica que uno tiene que ser capaz de abandonar sus
características e ignorar sus posiciones particulares en lo social, religioso y
étnico. No es suficiente que nos toleremos unos a otros. Debemos tener la
capacidad de vivir nuestra propia identidad cultural como algo contingente,
algo que puede cambiar.
El individuo universal
SPIEGEL: El individuo universal es una abstracción. No
existe en la vida real. En la realidad cada persona pertenece a un grupo o
comunidad.
Žižek: El individuo universal es una realidad en
nuestros días. Además de manzanas, peras y uvas debe haber un lugar para la
categoría de frutas como tales. Me encanta la belleza de esta idea platónica.
La gente pertenece a un grupo dado pero al mismo tiempo es parte de una
dimensión universal. Yo no permanezco el mismo en el curso de mi vida, pero sí
continúo siendo yo mismo. Tampoco una comunidad es cosa cerrada. Una persona
puede salir de una comunidad y entrar a otra. Nuestra identidad está hecha de
varias identidades que existen sucesiva y paralelamente.
SPIEGEL: Un poema de Guillaume Apollinaire reza: “Los
días pasan, yo no”.
Žižek: Dicho en términos cristianos: El espíritu santo
está en todos nosotros, todos lo compartimos independientemente de la identidad
que nos haga parte de una comunidad dada. Yo soy ateo pero admiro el principio
emancipador del mensaje cristiano: deja tu padre y tu madre y sígueme, dice
Cristo. Es como decir: deja atrás tu comunidad para que encuentres el camino a
la universalidad de la humanidad.
La libertad de emanciparse
SPIEGEL: La emancipación es un acto de violencia, una
separación y un levantar raíces. El islam no le permite a la gente dejar la
comunidad de creyentes.
Žižek: No hay libertad, al menos no hay libertad
universal, sin un momento de violencia. Separarse de las raíces de uno es un
acto de fuerza, una fuerza que no tiene que ser física y que tiene algo de
redentora. Fíjese, no es el acto de destruir lo que nos hace especiales.
Estamos pegados a nuestras idiosincrasias. Pero tenemos que aceptar que lo
particular está basado en una contingencia, una casualidad que no es
consubstancial al ser. La universalidad es una puerta abierta a una
contingencia radical.
SPIEGEL: ¿Qué implicaciones políticas tiene eso?
Žižek: Jomeini, el líder revolucionario iraní, dijo una
vez: Nosotros los musulmanes no le tenemos miedo a las armas occidentales o al
imperialismo económico; lo que tememos es la corrupción moral de Occidente. La
manifestación extrema de este rechazo es el Estado Islámico o el Boko Haram,
que lo hace con mayor violencia. ¡Qué fenómeno tan extraño! Un movimiento
social y político cuyo objetivo principal es mantener a la mujer sin educación
y relegada a su lugar. El viejo lema de los años sesenta de que todo lo sexual
es también político adquiere un significado nuevo aquí: la preservación de una
estricta jerarquía sexual se convierte en el más importante imperativo
político. ¿No experimentamos una actitud similar aunque menos radical en la
reacción rusa al Festival de la Canción de Eurovisión porque lo ganó una
Conchita Wurst barbada? El nacionalista ruso Vladimiro Chirinovski dijo en mayo
pasado: “Ya no hay hombres y mujeres en Europa, solo ello”. Aún nuestra iglesia
católica moviliza el mismo pánico con su resistencia al matrimonio entre personas
del mismo sexo.
Religión: Fe vs Control político
SPIEGEL: ¿Es el hedonismo individual ilimitado lo único
que tenemos para oponernos a ese fundamentalismo?
Žižek: No, por dos razones. La primera es que nuestro
oponente no es realmente la religión. Zivko Kusti, sacerdote católico
nacionalista croata, ha afirmado que el catolicismo es un símbolo de que el
pueblo no está preparado para renunciar su herencia natural y cultural, la
“croacianidad total”. Esta posición deja claro que ya no se trata de un asunto
de la fe y sus verdades sino de un proyecto político-cultural. La religión en
este caso es solo un instrumento, un indicador de nuestra identidad colectiva.
Está también relacionado con la porción del público controlada por la gente de
uno, el grado de hegemonía que ejercen los “nuestros”. Por eso Kusti cita con
aprobación al comunista italiano que dice: “Yo soy un ateo católico”. Es eso
también a lo que se refiere Anders Breivik, el asesino que cometió una masacre
en Noruega, quien no es muy religioso personalmente pero que considera la
herencia cristiana como un fundamento de la identidad europea. La segunda
razón, que es más importante, es que la libertad personal ilimitada de elegir
se combina muy bien con el capitalismo contemporáneo en el sentido de que los
procesos económicos y sociales son cada vez más impenetrables. Hedonismo
individual y fundamentalismo se refuerzan uno a otro. Uno puede combatir
efectivamente el fundamentalismo solo con un nuevo proyecto colectivo de cambio
radical. Y eso no tiene nada de hedonismo trivial.
Permanencia, contingencia, rupturas
SPIEGEL: ¿Quién determina qué es contingente y qué es
substancial? Para un musulmán ortodoxo el velo de la cabeza no es contingente,
es substancial.
Žižek: Ahí está lo que hace explosivo el problema. Una
muchacha, una mujer, debe decidir eso por sí misma. Para hacerlo debe estar
libre de la presión de la familia y la comunidad. Y ahí radica la violencia
emancipadora: la única manera de obtener autonomía es despegándose se las raíces,
arrancándose a sí misma de la presión que le hace la comunidad para que se
someta. Por eso uno de mis héroes es Malcolm X. La “X” representa el
rompimiento con las raíces. El hacerlo no lo llevó a buscar sus raíces
africanas. Al contrario, lo vio como una oportunidad de obtener una nueva
libertad universal.
SPIEGEL: ¿Y usted acepta esa violencia?
Žižek: Yo acepto esa violencia porque es el precio de
la contingencia verdadera y de la liberación del ser. Es como un juego
sado-masoquista. Los participantes pueden compartir todas las perversiones. En
cualquier momento, sin embargo, cualquiera puede decir: “Alto. Ya no más. Aquí
acabo y me voy”. El progreso en las democracias occidentales consiste en
ampliar constantemente el campo de la universalidad y, al hacerlo, diversificar
al mismo tiempo la libertad de elección entre decisiones contingentes. Pero
contingencia no es lo mismo que trivialidad. Los logros colectivos más valiosos
que tenemos son contingentes, han llegado de la nada y se deshacen con nuestras
identidades substanciales.
Espacios públicos y solidaridad en la lucha
SPIEGEL: ¿Es la lucha interminable para ampliar los
espacios públicos libres el trabajo de intelectuales públicos como usted? Eso
sería más parecido a la sociedad abierta de Karl Popper que a la revolución
proletaria de Marx.
Žižek: Por dios, cualquier cosa menos Popper. En ese
sentido yo todavía soy marxista porque lo importante para mí es la
infraestructura de la libertad inherente en las instituciones. Los
especialistas -idiotas en el sentido original de la palabra- se encargan de
encontrarle solución a problemas específicos. El intelectual se encarga de
hacer preguntas de una manera diferente y de reflexionar acerca de las
condiciones sociales para ejercer las libertades civiles personales. En su
ensayo Qué es la Ilustración Kant
establece una diferencia entre los usos privados y públicos de la razón. Esto
es más relevante hoy en día que en el pasado. De acuerdo con Kant el uso
público de la razón implica pensar libremente, independientemente de presiones
políticas o religiosas, mientras que el uso de la razón al servicio del estado
es privado. Nuestra lucha hoy, y eso incluye WikiLeaks, es mantener vivo el
espacio público.
SPIEGEL: Entonces, ¿cómo podemos desarrollar una
solidaridad emancipadora entre grupos que son culturalmente diferentes?
Žižek: Hay que luchar. La universalidad vacía no es
suficiente, por supuesto. El conflicto de culturas no debería resolverse por
medio de un sentimiento de humanismo global sino, por encima de todo, con
solidaridad con los que luchan dentro de cada cultura. Nuestra lucha de
emancipación debe complementarse con una lucha contra del sistema de castas de
la India, en favor de la resistencia obrera en China, por los palestinos,
contra el antisemitismo, por WikiLeaks y Pussy Riot. Todo es parte de la misma
lucha. Faltando esa solidaridad tendríamos que dedicarnos a matarnos los unos a
los otros.
SPIEGEL: Le agradecemos esta entrevista, señor Žižek.
[1] Se refiere a la edición en
pasta blanda de Vida al final de los
tiempos originalmente publicada en pasta dura en el 2011.
[2] Un resumen de la posición de Žižek sobre el islam,
modernismo y valores liberales occidentales se encuentra en http://www.newstatesman.com/world-affairs/2015/01/slavoj-i-ek-charlie-hebdo-massacre-are-worst-really-full-passionate-intensity
[3] Nota del editor original de la entrevista: una
coalición de gobierno formada por los dos partidos más importantes, el
Social-Demócrata de centro-izquierda y el Demócrata Cristiano conservador
Tomado de DER
SPIEGEL – Edición Internacional Inglesa de 03/31/2015
URL: http://www.spiegel.de/international/zeitgeist/slavoj-zizek-greatest-threat-to-europe-is-it-s-inertia-a-1023506.html
Traducción, adaptación y subtítulos de
Luis Mejía
25 de abril del 2015
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
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