Publicado
originalmente en Razón Pública
27 de abril del
2015
¿Cuáles han sido – y cómo han
cambiado- las propuestas de Clinton, cuáles son sus fortalezas y sus
debilidades en una carrera que apenas comienza y sin embargo ya está
despertando expectativas -y resistencias- muy marcadas?
La figura del momento
Hillary Clinton es el personaje político del momento
en Estados Unidos. El pasado 12 de abril declaró su aspiración a la candidatura
del Partido Demócrata en la elección presidencial que tendrá lugar en noviembre
de 2016e. Los medios, que antes hablaban de su candidatura hipotética,
redoblaron ahora su cubrimiento y crearon un cuerpo de periodistas que la
acompaña a todas partes.
Clinton se distingue por su educación y experiencia.
Se licenció en Wellesley College, prestigiosa universidad privada. Estudió
leyes en Yale University, donde fue condiscípula de Bill Clinton, con quien
casó en 1975. Enseñó Derecho y lo practicó con distinción. Fue asesora de
agencias gubernamentales y no gubernamentales y ha sido una figura pública
desde 1979, cuando Bill Clinton fue elegido por primera vez gobernador de Arkansas.
Durante la presidencia de su esposo, entre 1993 y
2000, redefinió el papel institucional y simbólico de la primera dama del país
al asumir un papel activo en asuntos de salud, familia e infancia. Elegida
senadora por el estado de Nueva York, desempeñó el cargo de 2001 a 2008.
Aspiró después a representar al Partido Demócrata en
las elecciones presidenciales de 2008, pero fue derrotada por Barack Obama. Una
vez elegido presidente, Obama la nombró secretaria de Estado entre 2009 y 2013.
Luego, por unos meses, estuvo vinculada con la Fundación
Clinton.
Al anunciar su campaña por la Presidencia, han
revivido las críticas por la opacidad e inconsistencia en sus pronunciamientos.
En algunas ocasiones, Clinton ha mostrado sus capacidades de contorsionista
para no comprometerse en temas que le costarían muchos votos o despertarían la
oposición entre actores importantes de la política. Otras veces ha sido precisa
en sus recomendaciones, aunque no dogmática, a despecho de los extremistas de
su país.
A medida que avance su campaña, es de esperar que
Clinton haga propuestas concretas, pero también que siga hablando de
generalidades, para no alejar votantes o para alimentar a sus críticos. Se
espera de ella un mensaje liberal de centro. Por eso, algunos, para
descalificarla, comienzan a llamarla “populista” por proponer políticas anti
corporativistas y anti racistas.
Los temas de su campaña
Derechos de la mujer. Clinton
siempre ha defendido el derecho de la mujer a trabajar en igualdad de
condiciones y con la misma remuneración que los hombres. Ha sostenido que la
educación sexual, la planeación familiar y los servicios materno-infantiles
reducirían la incidencia del aborto, pero también ha dicho que la mujer tiene
derecho a cuidados médicos que protejan su vida y su salud si decide hacerlo.
Matrimonio de parejas homosexuales. En 2007 defendió las uniones civiles con igualdad de beneficios y la
competencia de los estados federados para decidir sobre estos matrimonios. En
2015 dice que las parejas homosexuales tienen un derecho constitucional al
matrimonio.
Inmigración. En el Senado
votó por una reforma migratoria comprensiva al tiempo que por construir el muro
en la frontera sur. En 2008 criticó la expedición de licencias de conducir para
inmigrantes indocumentados, pero en 2015 respalda la decisión de los estados de
expedirlas.
En 2014 Clinton respaldó la política presidencial de
suspender la deportación de algunas categorías de inmigrantes indocumentados,
así como la decisión de algunos estados de ofrecer matrículas rebajadas a
estudiantes indocumentados en las universidades públicas, pero al mismo tiempo
dijo que los niños que llegaran a la frontera mexicana deberían ser regresados
a su país de origen para enviar el mensaje de que la frontera estaba cerrada.
Recientemente el presidente Obama aprobó un plan de
desarrollo económico en Centroamérica con un presupuesto de mil millones de
dólares. Pero ni ella ni los otros candidatos han respaldado esta iniciativa,
que podría reducir la presión migratoria en la región.
Desigualdad y pobreza. Clinton apoya
un aumento en el salario mínimo, el derecho de los trabajadores a días pagados
de enfermedad y la reducción de exenciones impositivas a las grandes compañías;
critica los súper salarios y los paracaídas que enriquecen a los ejecutivos
cuando sus compañías desaparecen por absorción o por quiebra.
Financiación de campañas electorales. Ha criticado el flujo de dineros anónimos a las campañas y promete una legislación
que introduzca límites y estimule la transparencia. Pero este es precisamente
el talón de Aquiles de su campaña, que ha recibido aportes generosos de los
bancos más importantes. Además, sus asesores planean recaudar mil millones de
dólares para la campaña, dinero que no llegará de pequeños donantes.
Drogas recreativas. En 2012
Clinton rechazó la legalización de las drogas y aseguró que la guerra contra
estas podía ganarse. En 2008 defendió la investigación médica de la marihuana,
pero en 2014 la llamó “la droga de iniciación en la adicción” y descartó
decisiones federales sobre el tema. No ha hecho propuestas para prevenir la
drogadicción o para reducir la demanda de drogas.
Comercio internacional. Como primera
dama respaldó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994,
pero en 2007 criticó el daño que su ejecución ha causado a los trabajadores de
Estados Unidos. Como secretaria de Estado defendió el Acuerdo Trans-Pacífico de
Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), pero ahora exige que este
tratado genere empleo, proteja los salarios y fortalezca la seguridad nacional.
Seguridad social. Se opone a
privatizar los fondos de seguridad social y afirma que debe garantizarse la
pensión de quienes han trabajado y aportado al sistema.
Política internacional. En 2014
criticó a Obama por su supuesta reacción tardía y tímida a los eventos de
Siria. Opina que Estados Unidos debe usar con más vigor la diplomacia y el
poder de sus ejércitos. Ha expresado un respaldo irrestricto al Estado de
Israel y a sus acciones en los territorios ocupados.
Clinton pronto deberá sentar su posición sobre otros
problemas como el terrorismo, la seguridad de los medios electrónicos, las
guerras civiles en áreas estratégicamente importantes, el surgimiento de otras
potencias, las epidemias internacionales, el cambio climático, el armamentismo
nuclear, la reparación de la infraestructura nacional, la pobreza, la energía,
la sobrepoblación carcelaria, la violencia policial y la salud pública.
Virtudes
y críticas
Clinton tiene cualidades que le serán útiles tanto en
la campaña como en la Presidencia, si llegara a ganarla. Se reconocen su
inteligencia, su diligencia en informarse adecuadamente y su habilidad para
utilizar la información en el diseño de las políticas.
Durante su paso por el Senado y el gabinete de Obama
mostró capacidad para trabajar en equipo, respeto hacia opositores y habilidad
conciliadora. Su experiencia con políticos, burócratas, activistas,
representantes empresariales y gobernantes extranjeros le ayudaría a adelantar
iniciativas nacionales e internacionales.
Pero también hay factores que serán usados para
desprestigiarla. Por ejemplo, preocupan su edad y su salud. Aunque se recuperó
de la trombosis cerebral que sufrió en 2012, para el día de la posesión como
presidente tendría 69 años. También, los negocios personales de sus dos
hermanos (Tony y Hugh Rodham) le han generado mala prensa en el pasado y deberá
actuar con prudencia en este asunto.
Algunos escándalos del pasado la persiguen todavía, y
muchos piensan que ella permaneció al lado de Bill durante el escándalo Monica
Lewisnky porque no quería renunciar al papel de primera dama y calculaba que
eso la ayudaría en una eventual candidatura presidencial (lo cual habría sido
una decisión que habla bien de su instinto político).
También le recriminan malas actuaciones como la
masacre de diplomáticos en Libia mientras ella era secretaria de Estado, o como
el uso de un buzón electrónico privado para archivar correspondencia oficial.
Los líderes republicanos usan lo primero como prueba de su ineptitud. Y lo
segundo fue una ligereza completamente injustificada.
Más serias son las críticas relacionadas con sus
finanzas. Clinton recibe honorarios de 300.000 dólares por sus charlas o
presentaciones corporativas, lo que despertaría la envidia de algunos votantes.
También, cuando era secretaria de Estado, la Fundación Clinton, que
aparentemente paga consultorías y asesorías de la familia, aceptaba donaciones
de gobiernos extranjeros (incluso algunos acusados de violar los derechos
humanos, como Arabia Saudita).
Finalmente, los mayores donantes de su campaña son los
grandes bancos. Por eso, los republicanos preguntan, válidamente, si con estas
donaciones sus decisiones como gobernante serán desinteresadas (aunque ellos
deberían responder la misma pregunta dados los 889 millones de dólares que los
hermanos Koch han dado a la campaña del Partido Republicano).
Falta lo más importante
Las encuestas de opinión más recientes son muy
favorables para Clinton y la muestran imbatible tanto en las elecciones
primarias de su partido como en las presidenciales. Pero estos resultados no
están asegurados. En 2008 Clinton iba punteando en las encuestas hasta que
surgió Obama, quien prácticamente le arrebató el triunfo de las manos.
Esta vez Clinton se encuentra en terreno más sólido:
no tiene un rival serio dentro de su partido y los posibles candidatos
republicanos no compiten con ella en agudeza mental, dominio de los problemas
de Estado y experiencia en la liza política.
Luis Mejía – 27 de abril del 2015
Reproducido de Razón Pública en blogluismejia.blogspot.com
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