Monday, April 9, 2012

Los Colombianos No Somos Así… Por El Momento: El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa Pierde Su Reloj


El diario The New York Times trae en su edición del 5 de los corrientes una historia sobre el reloj que desapareció de la muñeca del patriarca Cirilo I de Moscú.

En una fotografía publicada en la página web de la iglesia ortodoxa rusa el patriarca aparecía sentado, con sus manos sobre una mesa pulida como un espejo, usando un reloj Breguet avaluado en algo más de US$30.000. El reloj mismo es viejo conocido del público. La gente lo vio en 2009 cuando el patriarca habló de la importancia del ascetismo en una entrevista para la televisión ucraniana. La compañía fabricante lo promueve como una marca de elegancia y distinción a la par con otros productos suyos que fueron usados por María Antonieta y el zar Alejandro I.

Como en los medios sociales virtuales hubo algunos comentarios críticos sobre las joyas personales del patriarca alguien decidió borrar el reloj de su muñeca, lo que para los rusos no es difícil dados los avances que se hicieron en el arte de incluir y excluir figuras de las fotografías oficiales en los años de la unión de repúblicas soviéticas. Pero quiso la mala suerte, o la pérdida de talento artístico que ha sufrido la federación rusa, que el técnico responsable de la borrada dejara intacto el reflejo del reloj sobre la mesa. Mala cosa fue esa pues los críticos se pegaron de ese detalle para criticar aún más a la iglesia y su patriarca.

Lo que sigue es fascinante.

El patriarca explicó en una entrevista televisada que cuando oyó rumores de la existencia del reloj buscó entre los muchos regalos que ha recibido en la vida y que efectivamente encontró uno como el descrito por la gente pero que él nunca se lo había puesto y agregó que las fotos en que aparecía usándolo debieron ser arregladas por medio de “photoshop”.

Un vocero de la iglesia dijo que el cambio en la foto había sido resultado de un error técnico cometido por el personal de prensa del patriarcado y que había habido una violación de los reglamentos éticos internos que sería investigada y castigada severamente.

Un segundo vocero de la iglesia dijo que la discusión sobre el reloj era una distracción de la opinión pública que más bien debería enfocar la atención en cosas como los límites de la libertad artística –en una referencia a un grupo femenino de música de rock punk que improvisó un concierto en la catedral de Moscú para protestar la alianza política de la iglesia con el gobierno de Putin y cuyos miembros están en la cárcel a petición de la iglesia misma- y el significado de los evangelios en el mundo de hoy. Para enfatizar su opinión de que el debate sobre el reloj es trivial dijo que es de esperar que el día de mañana los críticos se pongan a discutir sobre las gafas del patriarca.


En Colombia estas cosas no suceden. Los miembros de las elites política y económica responsables de desfalcos, robos, tráfico de influencias, complicidad en asesinatos, etc., ni siquiera esperan a que las autoridades judiciales los acusen formalmente de violación de la ley. Muy al contrario. Ellos responden al más alto tribunal de la opinión pública y es suficiente con que los medios de comunicación de masas informen sobre los hechos apenas conocidos para que le den la cara al país, pidan perdón por haber traicionado la confianza de la gente, indemnicen el daño causado y se retiren avergonzados a vivir discretamente en un mundo privado. Los jerarcas de la iglesia ortodoxa rusa deberían aprender de los nuestros.

Cuando la gente observó que en la hoja de vida del presidente Uribe en la página web de la presidencia se hacían afirmaciones falsas sobre los cargos académicos que había tenido en universidades de Estados Unidos y el Reino Unido el mismo presidente explicó que su conocimiento del inglés no era perfecto y que había cometido un error de buena fe en la traducción de los títulos correspondientes a esos cargos. Dio órdenes al técnico de la página web para hacer las correcciones pertinentes de inmediato. No hubo un cambio subrepticio de textos en la página web. Lo mismo sucedió cuando personas desafectas al gobierno comenzaron a circular videos y fotografías de encuentros entre el candidato Uribe y conocidos paramilitares durante su campaña presidencial. Y cuando los medios publicaron pruebas de que algunos de los altos funcionarios del gobierno eran aliados y cómplices de los paramilitares el presidente destituyó a estos y pidió excusas al país si en cualquier momento la firma que puso en los decretos de nombramiento había  hecho que esos funcionarios fueran percibidos como ciudadanos modelos.

Cuando se hace público que funcionarios de la presidencia de la república tienen encuentros clandestinos con criminales en el sótano de la casa de gobierno o que un ministro toma decisiones que favorecen a sus amigos empresarios, todos los implicados renuncian diciendo: señor presidente, nuestro servicio a la patria no es viable porque la gente no tiene confianza en nuestra honorabilidad. El presidente les contesta: no es a mí a quien sirven sino a la patria y al renunciar ustedes han hecho lo que es honorable.

Cuando los jueces de la república investigan a los implicados en parapolítica hay una renuncia masiva de congresistas, gobernadores, alcaldes, representantes de agencias del gobierno. Todos explican que se someten a la justicia y que no quieren interferir en las investigaciones desde posiciones en las que puedan tener control de archivos y testigos.

Cuando los auditores oficiales descubren fraude en el sistema de financiación pública de la salud, los gerentes de las compañías afectadas reembolsan los dineros indebidamente apropiados y se retiran a empezar de nuevo sus vidas profesionales.

Cuando los fiscales acusan a los participantes de un fraude en las finanzas de obras públicas en Bogotá estos levantan las manos en entrega simbólica a su destino y junto con sus socios, cómplices y benefactores se entregan a la justicia. Muertos de la vergüenza no vuelven a hablar con los periodistas ni vuelven a figurar en las noticias.

Cuando los guerrilleros se ven rodeados por el ejército también levantan las manos y dicen: Vale, perdimos esta ronda, no disparen, nos entregamos con los rehenes que tenemos.

Cuando los oficiales del ejército son acusados de asesinar civiles para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate se ponen firmes y dicen: Hemos traicionado la confianza que la nación puso en nosotros, merecemos el castigo ordenado por la ley, nos sometemos a los jueces civiles.

Cuando el público se entera de que ciertas compañías lo están engañando con productos defectuosos, propaganda engañosa y precios especulativos, los gerentes de estas le dan la cara, presentan un plan de producción y mercadeo respetuoso de las buenas costumbres y para compensar el daño hecho bajan los precios.

Cuando los editores y los redactores de los medios de comunicación se dan cuenta de que la gente se ha dado cuenta [y esta redundancia es voluntaria] de que ellos mienten, distorsionan los hechos, callan lo que saben que la gente necesita para formarse una opinión educada o pierden la objetividad a favor de la derecha o de la izquierda renuncian diciendo que con razón el público ya no les cree y se van a trabajar de coteros en las bodegas de la federación de cafeteros o a echar pica en las minas de carbón.

Así que los colombianos no somos como el patriarca Cirilo, ni como la iglesia ortodoxa rusa ni como sus voceros. Nuestros prohombres no pierden la capacidad de enfrentar la realidad y de distinguir lo honesto de lo deshonesto. Ellos no se ponen a distraer la atención hablando de los otros problemas que acosan al país, ni le echan la culpa a sus asistentes y empleados, ni destruyen documentación, ni desaparecen testigos. ¡Que viva Colombia!

Luis Mejía – 9 de abril de 2012

Publicado en blogluismejia.blogspot.com

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