Publicado originalmente en Razón Pública
14 de noviembre de 2016
¿Qué
llevó a los estadounidenses a elegir a Donald Trump como su presidente a pesar
de todos sus inconvenientes? ¿Cuál fue la estrategia del magnate para
convertirse en el hombre más poderoso del mundo? ¿Qué se puede esperar de su
presidencia?
La
decisión en las urnas
Este 8 de noviembre los estadounidenses eligieron a Donald Trump como su
presidente para el período 2017-2021. Sin embargo, la candidata del partido
demócrata, Hillary Clinton, obtuvo la mayoría del voto popular, con 60.122.876
de votos contra 59.821.874 de Trump.
Hay que recordar que Estados Unidos elige a su presidente por medio de
un colegio de 538 electores distribuidos entre los estados de la Unión. Quien gana
la mayoría en el estado recibes esos votos. Así fue como Trump acumuló
suficientes votos para ser elegido presidente.
Ese día los votantes también dieron la mayoría del Congreso y de las gobernaciones de los estados al Partido Republicano:
Resultados electorales 2016
Partido Demócrata
|
Partido Republicano
|
|
Presidente - voto popular
|
60,981,118
|
60,350,241
|
Presidente – voto electoral*
|
228
|
290
|
Senadores**
|
46
|
52
|
Representantes a la Cámara**
|
193
|
239
|
Gobernadores**
|
15
|
34
|
* Faltan 20 votos electorales por asignar oficialmente
** El total incluye tanto las posiciones que estaban vacantes como las
que no han terminado período
Populismo
de derechas
El mundo contemporáneo es complejo y difícil de interpretar. Los
fenómenos sociales más impactantes, como la pérdida de empleos, la desaparición
de industrias, las crisis financieras, el crecimiento de poblaciones
minoritarias, el desplazamiento urbano y rural, los cambios en el poder
relativo de otros países, las amenazas a los intereses nacionales y las
guerras, ocurren más allá del entendimiento y comprensión del ciudadano
promedio, el cual carece del tiempo, la formación o el deseo de adquirir los
conocimientos necesarios para saber qué está pasando.
Por eso, la incertidumbre y el temor abren las puertas a demagogos y
extremistas que ofrecen soluciones milagrosas. Y Trump es un demagogo de
derecha: denunció a gobernantes y empresarios por incompetentes, se quejó de
traiciones nacionales, jugó la carta racial insinuando que el Estado
marginaliza al hombre blanco para beneficiar a las minorías y prometió defender
al trabajador de la rapacidad de países extranjeros. Su fórmula fue “yo lo voy
a hacer mejor, confíen en mí”.
Por ejemplo, prometió repatriar los empleos fugados. Pero la gente
ignora que la fuga de empleos fue facilitada por políticas republicanas para
estimular el crecimiento de las corporaciones.
En palabras de uno de sus seguidores: Trump no da detalles pero el
espíritu de su mensaje es claro. Como las riquezas creadas por el capitalismo
se han acumulado en manos de pocas familias y han ampliado la brecha entre las
clases sociales, el populismo es una salida.
Restaurar la grandeza de Estados Unidos fue el tema favorito de Trump.
Segú su visión, los gobiernos de Obama y de Bush habrían debilitado la economía
y causado la pérdida de su poder mundial, y el sueño americano habría
desaparecido. El mensaje de Trump (“hacer de nuevo grande a Estados Unidos”)
estaba dirigido a las clases media y obrera que han sufrido la inestabilidad en
el empleo, la baja de salarios y la pérdida en su calidad de vida por la
globalización.
Invocando un pasado mejor, Trump ofrecía el regreso a un mundo de
respeto y deferencia a los hombres blancos, de aparente vida heterosexual, de
tradiciones inalterables y de autoridades que no necesitan justificarse.
Los
medios y los pronósticos
Las mentiras e inexactitudes fueron parte importante de la campaña de
Trump. Además, Trump atacaba permanentemente a los periodistas que lo
criticaban. Y algunos medios aceptaron su bufonería como un entretenimiento
inofensivo.
Desde las elecciones primarias de cada partido, encuestadores y medios
anticiparon que Clinton ganaría la Presidencia. El triunfo de Trump tomó por
sorpresa a muchos, incluso a sus seguidores. La mayoría de los estadígrafos se
pifiaron: los de encuestas y grupos de enfoque y los de modelos estadísticos
para combinar encuestas.
Los modelos históricos con
datos cualitativos y cuantitativos son mejores para predecir este tipo de
elecciones, pero no son muy conocidos. Por ejemplo, el del profesor Allan Lichtman,
basado en 13 variables sistémicas, predijo con antelación el triunfo de Trump.
Por otra parte, modelos intuitivos, como el del cineasta Michael Moore,
quien también predijo el triunfo de Trump, carecen de una estructura conceptual
que los haga útiles en otras manos.
Las
dos campañas
Clinton y Trump hicieron campañas distintas. El discurso de Clinton,
informado, educado y realista hasta donde lo permite una campaña, apelaba a la
inteligencia y educación de sus oyentes -aunque rara vez lograba despertar las
emociones de estos-.
El discurso de Trump, errático, incoherente y fantástico, iba directo al
corazón de sus oyentes. Con total desinhibición despertaba sus temores,
ansiedades, rencores y resentimientos y los mezclaba con anhelos de mejora
personal y grandeza colectiva. No los forzaba a profundizar en la complejidad
de la economía doméstica o de las relaciones internacionales.
Trump alimentó su discurso con el racismo de la población blanca y el
desengaño patriótico de los que ven a Estados Unidos disminuido ante el mundo.
Capitalizó la frustración de las clases media y baja venidas a menos económica
y políticamente. Por eso fue un discurso muy efectivo.
Su ignorancia de la Constitución, del gobierno, la historia y las
ciencias nos recuerda a Ronald Reagan, George W. Bush, Dan Quayle y Sarah
Palin, y no es distinto de la falta de conocimiento que exhibieron todos los
candidatos que él derrotó en las primarias. El Partido Republicano suele
producir políticos muy ignorantes que ejercen el poder sin importarles sus
limitaciones intelectuales.
Las
explicaciones
Por su parte, la derrota de Clinton admite tres vertientes de análisis:
1. El voto contra el establecimiento castigó a Clinton,
2. El voto protesta contra el neoliberalismo de Obama,
3. Las fallas de carácter de Clinton desanimaron a los votantes.
Los votantes estadounidenses tenían motivos para rechazar un
establecimiento que lleva a cabo políticas de privatización, austeridad,
comercio favorable a conglomerados empresariales, reducción de protecciones al
interés público e indiferencia ante la suerte de los trabajadores.
Pero lo cierto es que desde el gobierno de Reagan el neoliberalismo ha
sido también una bandera de los republicanos que son eje del establecimiento.
Por eso sorprende que los republicanos ganen las elecciones. Trump, como
lo han hecho los republicanos por años, denunció al gobierno como innecesario,
enemigo de la libertad y paralizador del espíritu empresarial, y al presidente
Obama como causante de los problemas del país. Es verdad que el crecimiento del
Estado y sus regulaciones ha llegado a niveles absurdos, pero las acciones del
Partido Republicano cuando ha tenido el poder contradicen sus promesas de
campaña:
·
No ha disminuido el tamaño del gobierno
·
Ha debilitado la protección a los consumidores y al medio ambiente,
·
Ha reducido los gastos sociales,
·
Ha ayudado a la gran empresa.
Los
retos de Trump y los republicanos
Habiendo perdido el voto popular por un margen del 0,3 por ciento Trump
no tiene carta blanca para ejecutar toda su agenda, pero estará tentado a
seguir el ejemplo de G.W. Bush, quien, aunque perdió el voto popular, gobernó
con su partido.
Además Trump podría acumular mucho poder pues el Partido Republicano
controlará el Legislativo y la Rama Judicial cuando se llenen las vacantes
existentes en la Corte Suprema (1) y en cortes federales (58).
Los retos inmediatos para Trump son:
1.
Sentar las bases para convertirse en un presidente de todos y tender
puentes a los enemigos que creó durante la campaña (inmigrantes, mujeres,
musulmanes, periodistas, LGBTI).
2.
Prepararse para interactuar con un Partido Demócrata forzado por las
organizaciones populares a ser más activo en su tarea fiscalizadora.
3.
Formar un equipo de gobierno competente.
5.
Encontrar un punto de equilibrio con los líderes republicanos en sus
respectivas agendas. Por ejemplo, Trump prometió cosas contrarias a la doctrina
republicana: expandir el seguro de salud subsidiado (Medicare), proteger las
pensiones del seguro social, revisar los tratados de comercio, ampliar los
servicios de salud para los veteranos de guerra y crear obstáculos para la
exportación de empleos.
Sin embargo, Trump comparte mucho con la agenda los republicanos:
rechazo y persecución de los inmigrantes indocumentados, expansión de la
industria bélica, reducción de impuestos a los más ricos, derogación de la
legislación sobre seguros de salud y protección incondicional de Israel.
6.
Tomar posiciones claras en política internacional frente a la crisis del
Medio Oriente, el poder de Rusia y China, la amenaza nuclear de Corea del Norte
y el debilitamiento de la democracia en muchos países.
A pesar de todo, es posible
que Trump logre hacer un gobierno funcional. En enero pasado el expresidente Jimmy Carter dijo que si tuviera que escoger entre Donald Trump y el senador Ted Cruz
como presidente escogería al primero porque “ya ha demostrado que es muy
maleable” y agregó que, en su opinión, él “no tiene opiniones fijas por las que
va a luchar si llega a la Casa Blanca”, mientras que Cruz es un ideólogo de
posiciones rígidas.
Luis Mejía –
7 de marzo del 2017
Reproducido
de Razón Pública en blogluismejia.blogspot.com
An Evaluation of 2016 Election Polls in the U.S.
ReplyDeleteAd Hoc Committee on 2016 Election Polling
http://www.aapor.org/Education-Resources/Reports/An-Evaluation-of-2016-Election-Polls-in-the-U-S.aspx
Trump's U-turns: From Saudi Arabia's inks to 9/11 to Saudi Arabia's partner in fight against terrorism:
ReplyDeletehttps://theintercept.com/2017/05/18/donald-trump-said-saudi-arabia-was-behind-911-now-hes-going-there-on-his-first-foreign-trip/
The Making of the Tabloid Presidency
ReplyDeletehttp://www.nybooks.com/articles/2017/08/17/steve-bannon-donald-trump-tabloid-presidency/