Entrevista hecha por Juliane von Mittelstaedt and Erich Follath para DerSpiegel
Kissinger: personalidad y reputación
Henry Kissinger es el secretario de estado más famoso y más controversial
en la historia de los Estados Unidos. En esta entrevista discute su último
libro, en el cual explora las crisis de nuestros días, de Siria a Ucrania, y
los límites del poder estadounidense. Afirma que en Vietnam actuó de acuerdo
con sus convicciones..
A sus 91 años Kissinger a aparenta menos edad que la que tiene. Es
persona de trato amable aunque se mantiene alerta para defenderse o para
desviar las preguntas muy críticas. Su inteligencia es ampliamente respetada
pero su legado político es controversial. En el curso de los años ha habido
muchos intentos de someterlo a la justicia por crímenes de guerra.
Kissinger sirvió en las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford
de 1969 a1977, primero como consejero de seguridad nacional y luego como
secretario de estado. En ambos cargos fue parcialmente responsable de los
bombardeos de napalm en Vietnam, Camboya y Laos que mataron o dejaron inválidos
a cientos de miles de civiles. Kissinger también respaldó el golpe de estado
contra Salvador Allende en Chile y se le acusa de haber conocido los asesinatos
que planeaba la CIA. Documentos secretos publicados recientemente muestran que
Kissinger había hecho planes para bombardear a Cuba. La idea fue archivada
cuando el demócrata Jimmy Carter fue elegido presidente.
Con todo y eso Kissinger es un personaje bienvenido con frecuencia en la
Casa Blanca, donde continúa asesorando a presidentes y secretarios de estado.
Poco había al principio de su carrera que permitiera augurar su ascenso
meteórico en la política estadounidense. Nacido Heinz Alfred Kissinger en 1923 en Fürth, Alemania, su familia,
judía, escapó a los Estados Unidos en 1938. Después de la Segunda Guerra
Mundial Kissinger estuvo en Alemania ayudando a buscar miembros de la Gestapo.
Más tarde estudió ciencia política y a los 40 años fue nombrado profesor de
Harvard.
Kissinger
publicó su 17º libro con un título que no es exactamente modesto: El orden mundial. Cuando preparábamos
esta entrevista él pidió que el tema fuera ese. Kissinger prefiere hablar en
inglés a pesar de su origen alemán y de que semanalmente lee Der Spiegel en su
iPad. Después de gastar 90 minutos con nosotros nos dijo que había arriesgado
su cuello con todo lo que nos había dicho. Pero, por supuesto, un hombre como
Kissinger sabe exactamente lo que quiere y lo que no quiere decir.
Un mundo de caos, crisis y orden
SPIEGEL: Doctor Kissinger, el mundo de hoy parece más
complicado que nunca, con guerras, catástrofes y caos por todas partes. ¿Hay
realmente menos orden que nunca en el mundo?
Kissinger: Aparentemente sí. El caos
nos amenaza por la proliferación de armas de destrucción masiva y por el terrorismo
internacional. Ahora hay un fenómeno de territorios sin gobiernos. Como lo
vemos por el ejemplo de Libia, un territorio sin gobierno puede tener un
tremendo impacto en la falta de orden en el mundo. El estado como una unidad
está bajo ataque, no en todas partes del mundo pero sí en muchas. Pero al mismo
tiempo, y esto parece una paradoja, esta es la primera vez en que se puede
hablar de un orden mundial.
SPIEGEL: ¿Qué quiere decir con eso?
Kissinger: Durante la mayor parte de
la historia y hasta hace muy poco tiempo el orden en el mundo era un orden
regional. Esta es la primera vez en que todas las partes del mundo pueden
interactuar. Esto crea la necesidad de un nuevo orden para el mundo
globalizado. Pero no hay reglas universalmente aceptadas. Existe una
perspectiva china, una perspectiva islámica, una perspectiva occidental y,
hasta cierto punto, una perspectiva rusa. Y realmente estas perspectivas no son
siempre compatibles.
Equilibrio de poderes, intereses comunes y aceptación
de diferencias
SPIEGEL: En su último libro usted habla con frecuencia de la
Paz de Westfalia de 1648, que puso final a la Guerra de los Treinta Años, como
un punto de referencia para el orden mundial. ¿Cómo puede ser relevante hoy un
tratado firmado hace más de 350 años?
Kissinger: La Paz de Westfalia se
firmó luego de que casi un cuarto de la población de Europa Central había
perecido por causa de la guerra, por enfermedad, por hambre. El tratado tuvo
como base la necesidad de llegar a un entendimiento entre los distintos
actores; no tuvo como base algún tipo de moralidad superior. Naciones
independientes tomaron la decisión de no interferir en los affaires de otros
estados. Crearon un balance de poder que no existe hoy.
SPIEGEL: ¿Necesitamos otra Guerra de los Treinta Años para
crear un nuevo orden mundial?
Kissinger: Pues esa es una buena
pregunta. ¿Logramos un orden mundial a través del caos o a través del estudio y
el entendimiento? Uno podría creer que la proliferación de armas nucleares, los
peligros del cambio climático y el terrorismo deberían servir de base para una
agenda común. Así que yo esperaría que fuéramos suficientemente prudentes como
para evitar una Guerra de los Treinta Años.
Ucrania entre
Rusia y Occidente
SPIEGEL: Hablemos entonces de un ejemplo concreto. ¿Cómo debería reaccionar
Occidente a la anexión que ha hecho Rusia de la Crimea? ¿Le preocupa que esto
quiera decir que en el futuro las fronteras no son ya inviolables?
Kissinger: La Crimea es un síntoma, no
una causa. Más aún, la Crimea es un caso especial. Ucrania fue parte de Rusia
por mucho tiempo. Uno no puede aceptar el principio de que cualquier país puede
cambiar fronteras y apropiarse de una provincia de otro país. Pero si Occidente
es honesto consigo mismo tiene que admitir que cometió errores. La anexión de
la Crimea no fue un movimiento hacia la conquista global. No fue como lo que
hizo Hitler al invadir a Checoeslovaquia.
SPIEGEL: ¿Qué fue entonces?
Kissinger: Uno tiene que considerar lo
siguiente: Putin gastó millones y millones de dólares en los juegos olímpicos
de invierno de Sochi. El tema de los olímpicos fue Rusia como un estado
progresista, unido a Occidente por la cultura. Probablemente quiere ser parte
de él. De manera que no tiene sentido que una semana después de terminados los
olímpicos Putin tome la Crimea y empiece una guerra por Ucrania. Entonces uno
tiene que preguntarse, ¿por qué pasó eso?
SPIEGEL: ¿Está usted diciendo que Occidente tiene hasta
cierto punto alguna responsabilidad por la intensificación del conflicto?
Kissinger: Sí, eso es lo que estoy
diciendo. Europa y los Estados Unidos no entendieron el impacto de eventos como
las negociaciones sobre relaciones económicas entre Ucrania y la Unión Europea
y como las manifestaciones en Kiev. Estas cosas y su impacto han debido de
negociarse con Rusia. Esto no quiere decir que la respuesta de Rusia haya sido
la apropiada.
SPIEGEL: Parece que usted entiende bien a Putin. ¿Pero no
está haciendo él exactamente lo que usted está advirtiendo, creando caos en
Ucrania oriental y poniendo en peligro su soberanía?
Kissinger: Cierto. Pero Ucrania
siempre tuvo un significado especial para Rusia. Fue un error no darse cuenta
de eso.
¿Reapertura de
la guerra fría?
SPIEGEL: Las relaciones entre Occidente y Rusia son más tensas
ahora que en muchas décadas pasadas. ¿Deberíamos preocuparnos por la
posibilidad de otra Guerra Fría?
Kissinger: Ciertamente estamos ante ese peligro y no podemos
ignorarlo. Yo creo que empezar otra vez la Guerra Fría sería una tragedia
histórica. Si se puede evitar un conflicto hay que intentarlo sobre bases de
moral y de seguridad.
SPIEGEL: ¿Pero no fue la anexión de la Crimea por Rusia lo que
forzó a la Unión Europea y a los Estados Unidos a imponer sanciones?
Kissinger: Primero, Occidente no podía aceptar la anexión: era
necesario tomar medidas que la contrarrestaran. Pero nadie en Occidente ha
ofrecido un plan concreto para la devolución de la Crimea. Nadie está dispuesto
a pelear por Ucrania oriental. Eso es un hecho. Pero uno no necesita aceptarlo
y en ese caso lo que hacemos es no tratar a la Crimea como territorio ruso en
derecho internacional. Es similar a lo que hicimos con los estados bálticos a
los que seguimos tratando como estados independientes durante el gobierno
soviético.
Sanciones internacionales: ¿para qué?
SPIEGEL: ¿No sería mejor levantar las sanciones aún si no hay
concesiones por parte de los rusos?
Kissinger: No. Pero tengo varias objeciones a las sanciones. Cuando
hablamos de una economía global y al mismo tiempo imponemos sanciones dentro de
esa economía global se corre el riesgo de que los países grandes anticipando el
futuro traten de protegerse de daños posibles y a medida en que lo hagan vayan
creando una economía global mercantilista. Yo tengo problemas con la idea de
las sanciones personales y les voy a decir por qué. Publicamos una lista de
gente sancionada. Pero cuando llegue el momento de levantar las sanciones ¿qué
vamos a decir? “Estas cuatro personas están libres de sanciones y estas otras
cuatro no”. ¿Por qué esas cuatro? Yo creo que cuando uno empieza algo siempre
debería pensar en qué es lo que quiere lograr y cómo va a terminar. ¿Cómo
termina?
SPIEGEL: ¿No se aplica lo mismo a Putin que ha logrado
aislarse en una esquina? ¿Actúa él con base en su debilidad o con base en su
fortaleza?
Kissinger: Creo que actúa con base en una debilidad estratégica
disfrazada de fortaleza táctica.
Los límites de las potencias
SPIEGEL: ¿Qué implicaciones tiene eso en cualquier interacción
con él?
Kissinger: Tenemos que recordar que Rusia es una parte
importante del sistema internacional y por lo mismo útil para resolver muchas
otras crisis; por ejemplo, en las negociaciones sobre proliferación nuclear con
Irán o en el caso de Siria. Esto tiene que tener preferencia sobre la escalada
táctica en un caso específico. Es importante que Ucrania se mantenga como un
estado independiente con el derecho a las asociaciones comerciales y económicas
que prefiera. Pero no creo que sea una ley natural que todo estado tenga el
derecho de ser un aliado dentro del marco de NATO. Ustedes y yo sabemos que
OTAN nunca va a votar unánimemente para aceptar a Ucrania.
SPIEGEL: Pero nosotros no podemos decirle a los ucranianos que
ellos no pueden decidir libremente su propio futuro.
Kissinger: ¿Por qué no?
SPIEGEL: Usted habla como una potencia acostumbrada a hacer lo
que le da la gana.
Kissinger: No, los Estados Unidos no puede dictarle términos a
nadie y no deberían tratar de hacerlo. Sería un error el solo pensar que
pudiera hacerlo. Pero con respecto a la OTAN, los Estados Unidos tendrán un
voto en las decisiones que se tomen por unanimidad. La canciller alemana se ha
expresado en el mismo sentido.
SPIEGEL: Los Estados Unidos están muy polarizados. El nivel de
agresión en el debate político es muy elevado. ¿Son todavía capaces de actuar
como una potencia?
Kissinger: Me preocupa esta división interna. Cuando yo trabajaba
en Washington los enfrentamientos políticos eran duros. Pero había mucha más
cooperación y contacto entre los dos partidos.
EEUU, política doméstica y acción internacional
SPIEGEL: En las elecciones de la semana pasada el presidente
Obama perdió sus mayorías en el senado.
Kissinger: Eso es técnicamente cierto. Al mismo tiempo, el
presidente es libre de hacer lo que considere correcto, como lo hizo el
presidente Harry Truman entre 1946 y 1948, cuando sacó adelante el Plan
Marshall a pesar de haber perdido el congreso.
SPIEGEL: La próxima campaña presidencial está a punto de
empezar. ¿Será Hilary Clinton una buena candidata?
Kissinger: Yo veo en Hillary a una amiga y creo que ella tiene
carácter. Así que sí, yo creo que ella puede hacer el trabajo. En general creo
que es mejor para el país que haya un cambio de administración. Nosotros los republicanos
tenemos que encontrar un buen candidato.
Diplomacia, armas y opinión pública en la política
internacional
SPIEGEL: En su libro usted dice que el orden internacional
“debe ser cultivado, no impuesto”. ¿Qué quiere decir?
Kissinger: Lo que quiero decir es que nosotros los estadounidenses
somos un factor importante como resultado de nuestras fuerzas y valores. Uno se
convierte en una potencia porque es fuerte y porque es prudente y ve lejos.
Pero ningún estado es suficientemente fuerte y prudente para crear un orden
mundial por sí solo.
SPIEGEL: ¿Es la política internacional de Estados Unidos
prudente y decisiva en este momento?
Kissinger: En los Estados Unidos tenemos la convicción de que
podemos cambiar el mundo no solo con el uso de poder blando sino también por el
ejercicio del poder militar. Europa no tiene esa convicción.
SPIEGEL: El público estadounidense es muy renuente a dejarse
enganchar y preferiría enfocarse en los asuntos domésticos. El mismo Obama
habla de “construcción de la nación en casa”.
Kissinger: Si uno estudia las cinco guerras que los Estados
Unidos han hecho desde el final de la Segunda Guerra Mundial ve que todas
tenían gran apoyo público. La guerra actual contra la organización terrorista
el Estado Islámico tiene mucho respaldo público. El problema es ¿qué pasa a
medida que la guerra se alarga? Es esencial tener claridad sobre lo que resulta
de la guerra.
Las metas de la intervención militar
SPIEGEL: ¿No debería ser el objetivo más importante la
protección de la población civil que sufre en Irak y Siria?
Kissinger: Primero que todo yo no
estoy de acuerdo con que la crisis siria se interprete como la acción de un
dictador sin escrúpulos contra una población que no se puede defender y que esa
población se va a volver democrática si uno elimina al dictador.
SPIEGEL: Pero los civiles están sufriendo independiente de
cómo lo defina.
Kissinger: Sí, están sufriendo y merecen simpatía y ayuda humanitaria.
Déjeme explicar lo que yo veo. En parte es un conflicto étnico. En parte es una
rebelión contra la vieja estructura del Medio Oriente. En parte es una rebelión
contra el gobierno. Ahora, si uno quiere solucionar todos esos problemas y si
uno quiere hacer los sacrificios para solucionarlos todos y si uno cree que
puede crear algo que haga realidad esa solución, entonces uno puede decir:
“Vamos a ejercer el derecho a intervenir”, pero eso implica medidas militares y
voluntad de aceptar las consecuencias. Mire a Libia. No hay ninguna duda de que
estaba moralmente justificado tumbar a Muammar Gadhafi, pero no teníamos la
voluntad de llenar el vacío que dejó. En consecuencia allá tenemos milicias
enfrentadas entre sí. Y lo que queda es un territorio sin gobierno y un arsenal
con el que se arma el resto del África.
SPIEGEL: Pero estamos viendo una situación similarmente
intolerable en Siria. El estado se está desbaratando y organizaciones
terroristas gobiernan partes importantes del país. ¿No fue quizá una
equivocación abstenerse de intervenir cuando se hubiera podido evitar el caos
que nos amenaza a todos ahora?
Kissinger: En el curso de mi vida siempre he estado de parte de
una política exterior activa. Pero uno necesita saber con quién está
colaborando. Uno necesita socios confiables. Y en este conflicto no veo ni uno
solo.
Papel de Kissinger en la guerra de Vietnam
SPIEGEL: Igual que en la guerra de Vietnam. ¿No se arrepiente
a veces de su política agresiva allá?
Kissinger: A ustedes les gustaría muchísimo que yo dijera eso.
SPIEGEL: Por supuesto. Usted no ha hablado mucho de ello en su
vida.
Kissinger: Yo he pasado la vida estudiando esas cosas, he
escrito un libro sobre Vietnam titulado Poniéndole
fin a la guerra de Vietnam y le he dedicado muchos capítulos de mis
memorias a Vietnam. Ustedes tienen que recordar que la administración en la que
serví heredó la guerra de Vietnam. Quinientos mil estadounidenses habían sido
enviados allá por la administración Johnson. La administración Nixon retiró
estas tropas gradualmente. Las tropas de combate de tierra fueron retiradas en
1961. Todo lo que puedo decir es que yo y mis colegas actuamos con base en
planes cuidadosos. Apliqué mi mejor análisis a las decisiones estratégicas y
actué de acuerdo con mis mejores convicciones.
Hacer historia e interpretarla
SPIEGEL: Hay una frase en su libro, en la última página, que
podría entenderse en cierto sentido como autocrítica. Usted escribe que alguna
vez pensó que podía explicar la historia pero que hoy en día es más modesto
cuando se trata de juzgar eventos históricos.
Kissinger: He aprendido, como escribí, que la historia tiene que
ser descubierta, no declarada. Con ello admito que uno crece a través de la
vida. No es autocrítica necesariamente. Lo que yo trataba de decir es que uno
no puede creer que basta con la fuerza de la voluntad para darle forma a la
historia. Por eso mismo estoy en contra del concepto de intervenir cuando uno
no sabe cuáles serán las implicaciones últimas.
Defensa de la guerra contra Irak
SPIEGEL: En el 2003 usted estaba de acuerdo en que se
derrocara a Saddam Hussein. En ese momento las consecuencias de esa
intervención también eran inciertas.
Kissinger: Les voy a
decir lo que yo pensé entonces. A mí me parecía que después del ataque a los
Estados Unidos era importante que estos vindicaran su posición. Las Naciones
Unidas habían certificado violaciones importantes. Yo creí que el derrocamiento
de Saddam era un objetivo legítimo. No me pareció realista el intento de crear
democracia por medio de una ocupación militar.
SPIEGEL: ¿Por qué estaba tan seguro de que eso no era
realista?
Kissinger: Uno tiene que estar seguro de que quiere hacerlo por
décadas y de que la opinión pública lo va a acompañar. Pero eso probablemente
supera los recursos de cualquier país.
Decisión de ir a la guerra: ¿qué se quiere lograr?
SPIEGEL: Por eso mismo que dice usted el presidente Obama está
haciendo la guerra anti-terrorista desde el aire, usando aviones de guerra y
aviones no tripulados en Pakistán y Yemen y ahora también en Irak. ¿A usted qué
le parece eso?
Kissinger: Yo estoy de acuerdo en golpear dentro de los
territorios donde se originan los ataques. Nunca he expresado en público mi
opinión sobre los aviones no tripulados. Los aviones no tripulados son una
amenaza mayor para los civiles que sus equivalentes en la guerra de Vietnam,
pero operan de acuerdo con los mismos principios.
SPIEGEL: En su libro usted opina que los Estados Unidos tienen
que tomar decisiones bélicas de manera que se logre la “mejor combinación de
seguridad y moral”. ¿Puede explicarnos qué quiere decir con eso?
Kissinger: No. Todo depende de la situación. ¿Qué interés
específico tenemos en Siria? ¿Es solo un interés humanitario? ¿Es un interés
estratégico? Por supuesto que uno siempre quiere lograr el resultado moral más
elevado posible, pero en medio de una guerra civil uno no puede dejar de ver la
realidad, y entonces uno tiene que hacer un juicio.
SPIEGEL: ¿Quiere eso decir que por un cierto tiempo, por
razones realistas, podríamos estar de parte de Bashar Assad en su
enfrentamiento con el Estado Islámico?
Kissinger: Pues no. Nunca podremos estar del lado de Assad. Eso sería echarle
reversa a lo que hemos hecho y dicho por años. Sin embargo, con toda franqueza
pienso que debimos preguntarnos qué queremos lograr en Siria y debimos tener
una conversación con Rusia para formular una estrategia común. Fue un error
decir desde el principio que Assad se tenía que ir aunque ese fuera un objetivo
deseable al final. Ahora que estamos enredados en un conflicto con Rusia se
hace mucho más difícil lograr un acuerdo nuclear con Irán.
Cooperación internacional: Oportunidades e
indiscreciones
SPIEGEL: ¿Está usted de acuerdo en que Europa, especialmente
Alemania, asuma un papel más activo?
Kissinger: Sí, claro. Hace cien años Europa tenía prácticamente el monopolio en la
creación de un orden mundial. Hoy en día corre el riesgo de dedicarse a sí
misma. Alemania es en este momento el país más importante de Europa y,
definitivamente, debería ser mucho más activa. Tengo muy buena opinión de la
señora Merkel y creo que es la persona adecuada para llevar a Alemania en esta
dirección. A propósito, he conocido y tenido relaciones amistosas con todos los
cancilleres alemanes.
SPIEGEL: ¿Sí? ¿Incluso con Willy Brandt?
Kissinger: Tengo muy buena opinión de Willy Brandt.
SPIEGEL: Nos sorprende un poco porque hace apenas unos meses
se hizo pública una conversación que usted tuvo con Nixon en la que dijo que
Brandt era un “idiota peligroso”.
Kissinger: ¿Saben una cosa? Esas frases tomadas fuera de
contexto confunden la realidad. Esa conversación tiene lugar al final de un día
agotador, entre personas que se están diciendo cosas, respondiendo al momento y
probablemente teniendo una diferencia de opiniones que yo ya ni recuerdo.
Nosotros teníamos algunas dudas sobre la Ostpolitik de Brandt al principio pero
luego trabajamos con él muy de cerca. Pregúntenselo a Egon Bahr. Él les dirá:
Sin la administración Nixon la Ostpolitik de Brandt no hubiera logrado sus
objetivos, especialmente con respecto a Berlín.
SPIEGEL: Usted es un político muy controvertido en Alemania.
Los estudiantes protestaron cuando la Universidad de Bonn quiso crear una
cátedra con su nombre. ¿Le disgustó o al menos lo molestó eso?
Kissinger: Yo agradezco el honor. Yo no pedí que se creara esa
cátedra y solo supe de ella después de haber sido creada. Yo no quiero
participar en esa discusión. Es cosa exclusiva de las agencias alemanas. Creo
que Alemania debería tomar esa decisión por razones propias.
SPIEGEL: Muchas gracias por esta entrevista, señor Kissinger.
Traducción,
adaptación y subtítulos de Luis Mejía
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
7 de diciembre del
2014
Tomado de DER
SPIEGEL – Edición Internacional Inglesa de 11/13/2014
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