Wednesday, October 8, 2014

EL TRUJILLATO: DESARROLLO, ESTADO DE OPINIÓN Y TERROR EN LA REPÚBLICA DOMINICANA



Gobierno de mano dura

La República Dominicana vivió bajo una dictadura militar –tropical, violenta, cleptómana, inescrupulosa- de 1930 a 1961. No muy distinta de las dictaduras que en distintos momentos durante ese periodo hubo en otros países latinoamericanos y europeos.  Dictaduras todas que en sus métodos tampoco eran muy distintas de los regímenes coloniales que sufrían los pueblos del África y Asia.  Gobiernos de mano dura justificados con múltiples excusas por sus beneficiarios: proteger los logros de la revolución bolchevique, combatir el contagio de la revolución bolchevique, proteger la seguridad nacional, mantener el orden y neutralizar la anarquía, restaurar el prestigio nacional, promover el desarrollo económico, civilizar los pueblos atrasados. Excusas que amplios sectores de la opinión pública aceptaron como válidas en su momento y que hoy vemos como la cortina de humo que eran. La misma manera de ejercer el poder: negación de las libertades públicas, desconocimiento de los derechos individuales y sociales, concentración del poder y la riqueza en un círculo de privilegio, eliminación de fuerzas rivales y disidentes; en últimas, destierro, tortura, asesinato y expropiación de los excluidos del poder. Y el mismo uso de los medios de agitación y propaganda para inducir a las masas a aceptar el orden de cosas y crear lo que hoy en día algunos llaman estado de opinión que no es otra cosa que el ejercicio personalizado del poder, en favor de una elite minoritaria, con los arreos de la democracia electoral.

Rescate de la memoria histórica

En la República Dominicana, como en muchos otros países que vivieron las tiranías del siglo XX, activistas cívicos, artistas, intelectuales y descendientes de los que lucharon contra la dictadura han tratado de mantener esa memoria viva, convertirla en referente para las clases gobernantes y volverla patrimonio de las masas. La literatura complementa el trabajo de recordar. Trujillo y su gente continúan vivos en El otoño del patriarca de García Márquez, La fiesta del chivo de Vargas Llosa y En el tiempo de las Mariposas de Julia Álvarez.


Un reportaje de Univisión

Con ayuda de un grupo de guardianes de la memoria dominicana el canal estadounidense de televisión Univisión ha producido una semblanza de la dictadura trujillista en un documento que combina formatos (audio, vídeo, escritos) y fuentes (fotos y películas de archivo, periódicos de la época, entrevistas con testigos de los eventos, placas conmemorativas y monumentos, narraciones de los presentadores del canal).

Este reportaje de Univisión es serio, enfocado en momentos escogidos de los 30 años de la dictadura, validado con documentación histórica incontrovertible, enriquecido con la variedad de sus fuentes. Es un excelente trabajo periodístico que nos da una idea de la personalidad extraordinaria –que lo fue- del dictador Trujillo, de la aceptación que tuvo entre las masas y las elites nacionales y de la lucha que libraron sus opositores. Igualmente, nos ayuda a reflexionar sobre los peligros que surgen para la democracia y los avances sociales de cualquier país cuando líderes parecidos a él llegan al poder.

El trujillato: líder, estado y sociedad

El reportaje está hecho en tres partes. La primera se enfoca en los años en que Trujillo tenía un control absoluto del país: el culto a su persona y a su familia, el desarrollo económico representado en obras públicas, hospitales, escuelas y una política de industrialización, el enriquecimiento suyo y de su familia, el uso de los servicios secretos para proteger su poder.

La segunda parte se enfoca en la resistencia interna y el fin de la dictadura: el uso sistemático de los asesinatos selectivos, la tortura y la prisión para limitar la acción de los opositores, las conjuras para asesinar a Trujillo, la acción de sus herederos, la participación popular en su entierro y los monumentos que honran la memoria de sus víctimas.

La tercera parte hace memoria de las hermanas Mirabal, las Mariposas, como las llaman afectuosamente los dominicanos: describe sus personalidades, recuenta su participación en el movimiento de oposición, la crisis que despertó su asesinato en los sentimientos y actitudes del pueblo con respecto al régimen y cómo su entierro se convirtió en una gigantesca manifestación de rechazo a la dictadura.

Junto con el reportaje Univisión ha preparado una introducción al terma en la que se detallan las conductas peculiares de la dictadura: culto a la personalidad, nepotismo, enriquecimiento y control personal de la economía nacional; la resistencia y sus principales actores, el asesinato de Trujillo, las acciones de su heredero y sus servicios de seguridad y el destino de su cadáver.  

También ha preparado un corto documental sobre Porfirio Rubirosa, yerno y diplomático de confianza de Trujillo, hedonista y parásito social de fama legendaria, cuya vida ejemplifica la manera como el gobierno de la República Dominicana se había convertido en una empresa familiar.

Simultáneamente Univisión ha producido una telenovela, El chivo, basada en la obra de Vargas Llosa que ha gozado de favorable acogida entre el público hispano de los Estados Unidos.

El régimen de Trujillo representa una manera de llegar al poder, usarlo y consolidarse en él que se observa en la historia de otros países latinoamericanos. Por ello, el material publicado por Univisión nos induce a profundizar en varios temas adicionales.

La personalidad del líder: Carisma y megalomanía

Trujillo fue un hombre inteligente y un político habilidoso que cooptó a las elites pues sabía el precio de todas las conciencias y el valor de todos los políticos. Hubo una simbiosis entre Trujillo y la clase dirigente que se consolidó alrededor suyo. Además, Trujillo y su gobierno tuvieron un respaldo popular real por muchos años. Sin embargo, el ejercicio del poder sin instituciones que lo limitaran, ni consejeros que le hablaran la verdad, ni colegas de gobierno que le llevaran la contraria hizo que Trujillo ignorara los peligros que surgían contra su persona y su régimen.

Era  carismático, mesiánico y vesánico, vano y venal, rapaz y soberbio, controlador acucioso de todos los niveles de poder. Amaba la religión, la familia y la propiedad: participaba con entusiasmo en funciones religiosas y tuvo el respaldo de la jerarquía eclesiástica a pesar de violar el decálogo entero, confirió grados militares a su primogénito cuando aún no había salido de la infancia e hizo altos funcionarios del estado y el ejército a sus parientes, se convirtió en el terrateniente y empresario más poderoso del país. Era puntilloso en el vestir y le gustaban los uniformes de gala recargados de alamares y medallas, coleccionaba honores personales –se decretó a sí mismo o por intermedio de sus aduladores más de 15 títulos honoríficos que usaba como si fueran preseas de mérito-, y era legendario su amor por las mujeres hermosas y los caballos finos.

Con el tiempo dio rienda suelta a su megalomanía. Tres eventos la revelan:

Cambió el nombre de Santo Domingo, la capital de la república, por Ciudad Trujillo.

Convocó la Feria de la Paz, evento internacional para conmemorar los 25 años de la toma del poder, a la que fueron invitados, con todos los gastos pagos, un sinnúmero de  políticos y personajes célebres del mundo y durante la cual fue coronada reina de la paz su hija favorita. Costó una tercera parte del presupuesto nacional y el traje de coronación de la reina fue hecho para rivalizar con los de la realeza europea.

Fundó el Instituto Trujilloniano para el estudio de los aportes que hacía al pensamiento y el desarrollo nacionales, a lo que se dedicaron con minucia bizantina y magros resultados prestantes figuras del derecho y las letras; espulgando sus discursos, llenos de palabras sonoras y mucho fervor patriótico pero vacíos de conceptos e ideas, hicieron un trabajo de exégesis que nadie ha considerado valioso en el mundo de las ideas y del que se sintieron avergonzados con sobrada razón al final de la dictadura.

Los arreos democráticos

Trujillo usó las instituciones y ritos democráticos para sus propios fines. Presidió sobre elecciones periódicas, el congreso funcionó regularmente, delegó el título presidencial en sus hermanos y otras personas, las cortes, el ejército y el gobierno funcionaban separadamente; sin embargo, las decisiones de todos los organismos del estado estaban supeditadas a su querer. Las formas democráticas eran parte del escenario en el que Trujillo ejercía el poder. Era tan respetuoso de las formas y apariencias que no firmó documento alguno que ordenara el hostigamiento, arresto, tortura o asesinato de alguien. Por eso uno de sus nieto considera que Trujillo ha sido acusado injustamente y ha dicho en muchas entrevistas –incluyendo la que le hizo Univisión- que hubo abusos de poder por parte de las fuerzas de seguridad, como sucede en todo gobierno de mano dura, pero que a su abuelo solo lo pueden hacer responsable de aquellos abusos que sean directamente atribuibles a una decisión suya.

El respaldo popular

Trujillo tuvo respaldo popular durante buena parte de su gobierno. La construcción de obras públicas, las inversiones en nuevas industrias y la activación del comercio internacional crearon un cierto nivel de prosperidad mientras que su demagogia anti-haitiana y su discurso patriotero generaban una emoción popular que le era favorable. En general, los servicios secretos no victimizaban a las clases bajas. Entre las masas asistentes a su entierro se vieron las mismas expresiones de duelo histérico que en el entierro de las hermanas Mirabal pocos meses antes.

Creando un estado de opinión

El control de los fondos públicos y su riqueza personal le permitieron a Trujillo establecer una red de clientelismo que incluía todas las clases sociales y todo el territorio nacional; él empleaba y desempleaba, empobrecía y enriquecía a la gente a voluntad. El temor que inspiraban sus servicios de policía secreta –que no era tan secreta pues sus agentes, igual que los Tonton Macoute haitianos, operaban a la luz del día- le daban poder sobre opiniones y conversaciones.

El uso sistemático de agitación y propaganda –esto es, marchas militares, verbenas populares, desfiles cívicos y actos religiosos presididos por su imagen o animados por sus discursos, presencia constante en los medios de comunicación, saturación de espacios públicos y privados con su retrato, manipulación de textos escolares de historia, escritos y discursos adulatorios divulgados profusamente- sometían a la población a un bombardeo permanente de mensajes favorables a Trujillo y la preparaban para acatar sus decisiones.

Los jueces y funcionarios públicos, nominalmente autónomos, estaban sujetos a la misma coerción psicológica que el resto de la población y no tomaban decisión alguna que pudiera contrariar a Trujillo.

De esta manera pudo establecer un dominio casi total sobre la vida y bienes de los dominicanos: la libertad y la prisión, la vida y la muerte, la prosperidad y la pobreza dependían de un gesto o una palabra suya.

A pesar de ejercer el poder de manera tan personalizada Trujillo presidió sobre un estado relativamente eficiente. La mayor parte del tiempo los funcionarios públicos cumplían con relativa diligencia sus tareas, las obras públicas se terminaban como lo había ordenado él y la población en general vivía protegida de la criminalidad común y disfrutaba de cierto nivel de prosperidad. La corrupción que había estaba ajustada a la conveniencia del régimen.

El entierro del gobierno de mano fuerte

Como es propio de los gobiernos de mano dura dirigidos por un caudillo carismático y megalómano, el régimen de Trujillo no aceptaba que hubiera dominicanos con razones válidas para estar en desacuerdo y, en consecuencia, no toleraba ámbito donde pudiera operar una oposición legítima. Reducidos a la clandestinidad, los opositores de Trujillo no tuvieron otro camino que la conjura para asesinarlo, lo cual lograron en 1961. El poder quedó efectivamente en manos de su hijo Ramfis, general del ejército y comandante de las fuerzas armadas, de los miembros de la familia que desempeñaban altos cargos públicos y de Joaquín Balaguer, presidente nominal.

El reportaje de Univisión incluye segmentos de una entrevista entre Ramfis Trujillo y un agente de la CIA de los Estados Unidos. Esta entrevista, vista en su totalidad, revela y perturba. Infantil, ignorante, vano y muy seguro de sí mismo, el heredero de Trujillo fue producto de circunstancias no del todo favorables. De limitada inteligencia, desde niño fue tratado como una versión caribeña de príncipe de la corona, recibió deferencia y respeto desproporcionados a sus méritos, educación y madurez  y no fue efectivamente entrenado en el manejo de los asuntos de estado. En sus días tuvo reputación de cruel, irresponsable y emocionalmente inestable.

En una situación similar a la del sirio Bashar al-Asad Ramfis llegó al poder sin tener experiencia personal de cómo usarlo inteligentemente; al contrario de al-Assad, y para bien de los dominicanos, carecía de talento político y no supo aprovechar las circunstancias y afianzarse en el poder. En pocos meses fue víctima de las manipulaciones de Balaguer –quien sí tenía el talento político-, las presiones del gobierno estadounidense –que en ese momento consideró oportuno cambiar de régimen- y la agitación popular y perdió el poder.

Reticente al cambio, astuto en la intriga, hábil en la manipulación de amigos y enemigos, Balaguer presidió, a regañadientes, resistiendo cuanto pudo la presión del gobierno de Estados Unidos y la de sus conciudadanos, un largo periodo de transición hacia las formas abiertas de democracia que practican los dominicanos hoy en día. Para llegar a este punto los dominicanos pasaron por la guerra civil y la ocupación estadounidense de 1965-1966, la emigración masiva hacia los Estados Unidos, las reelecciones fraudulentas de Balaguer, el respaldo del gobierno del presidente Jimmy Carter al proceso electoral limpio, acuerdos de ética dudosa entre jefes de partidos y una creciente participación popular en los procesos políticos.

Notas para el lector

1. El documental de Univisión sobre Trujillo y su régimen fue producido bajo la dirección del periodista colombiano Jairo Marín, Productor Ejecutivo de Aquí y Ahora, la revista noticiosa de Univisión que sale al aire los domingos a las 7 pm/6 Centro. Marín es mi amigo de muchos años.

2. Por razones de derechos internacionales los vídeos del documental sólo se pueden ver en Estados Unidos y Puerto Rico.

Luis Mejía – 8 de octubre del 2014
Publicado en blogluismejia.blogspot.com

2 comments:

  1. He recibido el siguiente comentario de un amigo con autorización para publicarlo:

    La República Dominicana tuvo su dictador estrella, que no fueron pocos los que lo sucedieron. Pero Trujillo, en verdad, hizo méritos para ser destacado. Los efectos de su régimen siguen sintiéndolos las nuevas generaciones. Desde el nepotismo, la corrupción y el abuso de poder, desde el más alto general hasta el más humilde policía, y nada que decir de los partidos políticos, Todos están viciados del estilo y mentalidad trujillista.

    Es curioso que use el adjetivo “estrella” porque Trujillo tuvo un aliado entre 1929 y 1930 que le hizo buena parte del trabajo de desestabilizar al presidente de ese entonces, Horacio Vásquez, y se llamaba Estrella Ureña.

    Sería ilusorio pensar que con la muerte del dictador todo terminó. Él hizo escuela, y su mejor pupilo, Balaguer, continuó por tres décadas esa manera de manejar el estado y tratar a la población. Balaguer pasó sin muchas alteraciones esas tradiciones a su relevo Leonel Fernández, quien hasta hace unos días hizo gala de haber sido sobresaliente alumno.

    Junot Diaz recoge en su novela, The Brief Woundrous Life of Oscar Wao, de manera amena lo que para los dominicanos sigue siendo una pesadilla, de la cual algunos no quieren y los muchos no pueden despertar.

    Espero que esta nota genere más interrogantes para profundizar.

    Segundo Pantoja, Ph.D.

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  2. Una corresponsal que me ha pedido guardar su nombre ha escrito el siguiente comentario:

    Fascinante historia. Luis Javier, muchas gracias por tomarse el tiempo de hacer este tipo de reseñas (muy bien lograda, por cierto) y compartirlas. Creo que es bastante objetiva, clara, e informativa, además de que nos permite conocer un poco más de la cultura e historia dominicana (más allá del merengue o la bachata).

    Los segmentos de Univisión forman un excelente trabajo periodístico que merece ser resaltado. Primera vez que leo/veo algo completo sobre Trujillo (antes había leído fragmentos de su historia y no me había interesado mucho). Vi la película sobre "Las Mariposas" - con Salma Hayek-, pero ella no hacía mucha recolección histórica-documental (finalmente era una película!!).

    A Jairo Marín felicitaciones; está haciendo una muy buena labor periodística y de servicio.

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