Los Emigrantes: Admirados y Despreciados en sus Países de Origen
Los Ítalo-americanos
Una vez en Roma oí a unos jóvenes miembros
de la eternamente decadente nobleza local denigrar de los ítalo-americanos, es
decir, de los descendientes de los italianos que emigraron a Estados Unidos a
fines del siglo XIX y principios del XX. Decían que esa gente no debería
llamarse italiana, que se sentía mucha cosa porque tenía plata aunque realmente
carecía de cultura y que no representaba lo mejor del espíritu italiano.
La conversación se hacía muy pesada para
mí, que he estudiado y enseñado sobre los movimientos migratorios en EEUU, que
he participado en investigaciones sobre los procesos de asentamiento y aculturación
de grupos latinos, que hice mi tesis doctoral sobre la participación de
inmigrantes indocumentados en el mercado de trabajo de Nueva York –que es una
ciudad de inmigrantes por antonomasia-, que he vivido entre inmigrantes y he
participado de sus vidas, que yo mismo soy inmigrante. Conozco lo que vale un
inmigrante para su país de origen y para su país de destino y tengo poco
respeto por la opinión ignorante de quienes los menosprecian.