Gobierno de mano dura
La República Dominicana vivió bajo una dictadura militar –tropical,
violenta, cleptómana, inescrupulosa- de 1930 a 1961. No muy distinta de las
dictaduras que en distintos momentos durante ese periodo hubo en otros países
latinoamericanos y europeos. Dictaduras
todas que en sus métodos tampoco eran muy distintas de los regímenes coloniales
que sufrían los pueblos del África y Asia.
Gobiernos de mano dura justificados con múltiples excusas por sus
beneficiarios: proteger los logros de la revolución bolchevique, combatir el
contagio de la revolución bolchevique, proteger la seguridad nacional, mantener
el orden y neutralizar la anarquía, restaurar el prestigio nacional, promover
el desarrollo económico, civilizar los pueblos atrasados. Excusas que amplios sectores
de la opinión pública aceptaron como válidas en su momento y que hoy vemos como
la cortina de humo que eran. La misma manera de ejercer el poder: negación de
las libertades públicas, desconocimiento de los derechos individuales y
sociales, concentración del poder y la riqueza en un círculo de privilegio,
eliminación de fuerzas rivales y disidentes; en últimas, destierro, tortura,
asesinato y expropiación de los excluidos del poder. Y el mismo uso de los
medios de agitación y propaganda para inducir a las masas a aceptar el orden de
cosas y crear lo que hoy en día algunos llaman estado de opinión que no es otra
cosa que el ejercicio personalizado del poder, en favor de una elite
minoritaria, con los arreos de la democracia electoral.
Rescate de la memoria histórica
En la República Dominicana, como en muchos otros países que vivieron las
tiranías del siglo XX, activistas cívicos, artistas, intelectuales y
descendientes de los que lucharon contra la dictadura han tratado de mantener
esa memoria viva, convertirla en referente para las clases gobernantes y volverla
patrimonio de las masas. La literatura complementa el trabajo de recordar.
Trujillo y su gente continúan vivos en El
otoño del patriarca de García Márquez, La
fiesta del chivo de Vargas Llosa y En
el tiempo de las Mariposas de Julia Álvarez.