Wednesday, May 17, 2017

ESTADOS UNIDOS: IMPERIO MILITAR Y LIDERAZGO CONTESTADO

Índice:
Introducción
Imperio, globalización y tecnología
Un imperio global
Metas imperiales
Control de territorios
Herencia revolucionaria de la tarea imperial
La economía imperial en GB y en EEUU
Armamentismo y debilidad económica
Límites del poder hegemónico
Frivolidad, post-verdad e inestabilidad
Imperialismo de los buenos deseos
Control de la opinión
Resistencia al imperio en EEUU
Los aliados y sus opciones

Introducción

Eric Hobsbawm (1917-2012), historiador británico especializado en la economía industrial y los movimientos políticos del mundo moderno, escribió el ensayo La expansión constante del imperio estadounidense en el 2003, en medio de la inestabilidad internacional generada por la administración G.W. Bush en su reacción a la tragedia nacional del 11 de septiembre del 2001.

Al leerlo conviene tener en cuenta que la política internacional estadounidense estaba en manos de un  grupo de ideólogos fanáticos, convencidos de la superioridad arrolladora de los ejércitos nacionales; querían ellos darle al mundo una lección inolvidable de su capacidad de tomar represalias contra cualquier amenaza a la seguridad nacional. En este intento se embarcaron en una guerra absurda que dividió a sus aliados, generó caos y miseria en pueblos que nada tenían que ver con la tragedia de 9/11 y debilitó las instituciones domésticas de gobierno democrático, respetuoso de las libertades individuales.

El gobierno de Bush se caracterizó como un periodo de post-verdad en el discurso oficial que anticipó el que ha vivido el país desde la campaña presidencial del 2016: en la ausencia de razones lógicas y fácticas para la guerra el establecimiento internacional estadounidense y sus aliados en los medios intentaron ahogar la opinión pública en un océano de mentiras, distorsiones y fantasía que la justificaran y presentara al presidente y sus asesores como patriotas de valor personal, excepcional inteligencia y prudente capacidad decisoria.

El ensayo de Hobsbawm tiene resonancia en la situación política actual, bajo la administración Trump, cuando se observa la puja entre dos tendencias igualmente poderosas por el momento: de un lado el deseo de imponer la voluntad hegemónica de los Estados Unidos sobre el resto del mundo, con especial énfasis en el poderío militar, y de otro el deseo de concentrar esfuerzos en la recuperación de la economía interna y de reducir los costos de la presencia de los Estados Unidos en el escenario internacional.

Esta tensión está implícita en  el lema propagandístico de las filas trumpianas de hacer grandes a los Estados Unidos una vez más y su doble línea de nostalgias: la de un país próspero y rico internamente y la de una potencia temida y respetada externamente. Como lo muestra la realidad, las dos cosas pertenecen al reino de la ficción.

Y sin más dejo a mis lectores con el texto anunciado.

LA EXPANSIÓN CONSTANTE DEL IMPERIO ESTADOUNIDENSE

10 de junio del 2003

Imperio, globalización y tecnología 

La situación del mundo en este momento no tiene precedentes. Los grandes imperios globales que hemos visto antes, como el español en los siglos XVI y XVII y, en especial, el británico en los siglos XIX y XX, tienen poco en común con el imperio estadounidense de hoy en día.

Vivimos en un mundo tan integrado, su funcionamiento regular está tan interconectado, que cualquier interrupción tiene consecuencias globales inmediatas. Fue lo que pasó, por ejemplo,  con el síndrome respiratorio agudo grave (SRAG), una epidemia que empezó en algún lugar desconocido de la China y en cosa de días se convirtió en un fenómeno global. El sistema de transporte mundial, las reuniones e instituciones internacionales, los mercados globales, economías completas, fueron afectados con rapidez que nadie hubiera podido imaginar en el pasado.

La revolución tecnológica que constantemente transforma las economías y, sobre todo, las fuerzas militares tiene un poder enorme. La tecnología tiene más importancia en los asuntos militares que nunca antes. Un poder militar a escala mundial debe combinar el dominio de la tecnología y un estado de gran tamaño. Esto del tamaño del estado no era relevante en el pasado. La Gran Bretaña, un estado de tamaño mediano para los estándares de la época, controló el imperio más grande del momento. Holanda, un estado del mismo tamaño que Suiza, se convirtió en un actor internacional en el siglo XVII. Hoy es inconcebible que cualquier estado, por rico y tecnológicamente avanzado que sea, se convierta en un poder global si no es relativamente gigante.

La política de hoy es muy compleja. Todavía vivimos en estados nación cuya estructura y funcionamiento has escapado los efectos de la globalización. Estos estados son peculiares en cuanto prácticamente todos los habitantes juegan un papel importante. En el pasado los dirigentes tomaban decisiones sin prestar atención a lo que pensaba la mayoría de la población. A fines del siglo XIX y principios del XX los gobiernos contaban con que podían movilizar a la gente, lo que hoy es impensable. Con todo y eso la gente está más dirigida que antes en lo que piensa y está dispuesta a hacer.

Un imperio global

Todos los imperios y potencias del pasado sabían que no estaban solos de manera que ninguno pretendía dominar a nivel global; una característica original del proyecto imperial de los Estados Unidos es que no comparte esa actitud. Ningún imperio se creía invulnerable aunque se viera a sí mismo como el centro del mundo; así era con los chinos y los romanos en su apogeo. En el sistema de relaciones internacionales vigente hasta el fin de la Guerra Fría solo se anticipaba la existencia de una potencia regional como riesgo máximo. Tener influencia mundial, lo que se hizo posible a partir de 1492, no debe confundirse con ejercer dominio global.

El imperio británico del siglo XIX fue el único realmente global en el sentido de que se extendía por el planeta entero; desde ese punto de vista puede verse como un posible precedente del imperio estadounidense. En cambio, los rusos soñaban durante el periodo comunista con un mundo transformado, pero tenían claro, aún durante el apogeo de la Unión Soviética, que dominar el mundo estaba más allá de su alcance y nunca hicieron un intento serio de lograrlo, aunque el discurso de la Guerra Fría afirmara lo contrario.

Metas imperiales

Pero hay diferencias muy marcadas entre las ambiciones de Estados Unidos hoy en día y las de la Gran Bretaña hace más de un siglo. En lo físico los Estados Unidos son un país muy grande; además, tienen una de las mayores poblaciones del mundo, que -al contrario de la Unión Europea- continúa creciendo gracias a una inmigración casi ilimitada. Se distinguen también en el estilo. El imperio británico en su apogeo ocupaba y administraba una cuarta parte del globo[i].

Los Estados Unidos nunca han practicado el colonialismo excepto por un periodo corto, durante la moda internacional de imperialismo colonial a fines del siglo XIX y principios del XX; en su lugar, operaban a través de estados satélites dependientes, especialmente en el hemisferio occidental donde en la práctica no tenían competencia. En el siglo XX implementaron una política de intervención armada, lo que no hizo la Gran Bretaña.

Control de territorios

El imperio británico ocupó una extensa cadena de bases marítimas y puertos de abastecimiento estratégicamente importantes porque en esa época el poder decisivo de un imperio mundial como el suyo descansaba en la armada. De ahí que su bandera ondeara y ondee todavía desde Gibraltar hasta Santa Elena y las islas Malvinas. Los Estados Unidos empezaron a necesitar esas bases fuera del Pacífico a partir de 1941, pero las obtuvieron por medio de acuerdos negociados dentro de lo que en esa época podía llamarse con verdad la coalición de los bien dispuestos (coalition of the willing, en inglés). Hoy la situación es diferente. Los Estados Unidos saben que necesitan controlar muchas bases militares directa o indirectamente.

También hay diferencias importantes en la estructura del estado mismo y su ideología. El imperio británico tenía un propósito británico, no un propósito universal, aunque, por supuesto, sus propagandistas también invocaban motivos altruistas. Así, la abolición del tráfico de esclavos fue una excusa que sirvió para justificar el poder naval británico; de la misma manera los derechos humanos se han usado ahora para justificar el poder militar de los Estados Unidos.

Herencia revolucionaria de la tarea imperial

Los Estados Unidos, como la Francia y la Rusia revolucionarias, son un gran poder basado en una revolución con pretensiones universales; en consecuencia, cree que el resto del mundo debe seguir su ejemplo; probablemente cree que tiene la misión de liberar al resto del mundo. Pocas cosas hay tan peligrosas como los imperios que persiguen sus propios intereses creyendo que le están haciendo un  favor a la humanidad.

La diferencia fundamental estriba en que el imperio británico aunque global (y en cierto sentido más global que los Estados Unidos dominaba los océanos de manera más completa que cualquier potencia contemporánea domina los cielos) no aspiraba a ejercer poder global, ni siquiera poder territorial militar y político en Europa o en las Américas. La Gran Bretaña usaba el imperio para promover sus intereses básicos, esto es, sus intereses económicos, conviviendo con tan pocos obstáculos como fuera posible, pero siempre estaba consciente de sus limitaciones en tamaño y recursos. Después de 1918 era también muy consciente de su decadencia.

La economía imperial en GB y en EEUU

Además, la Gran Bretaña, la primera nación industrial, se allanaba a la globalización que su propia economía había hecho tanto para impulsar. Su imperio era un sistema de comercio internacional: a medida que su industria se desarrollaba exportaba sus manufacturas a países menos desarrollados y, a cambio, se convertía en el mayor mercado de materias primas del mundo[ii]. Cuando dejó de ser la fábrica del mundo se convirtió en el centro del sistema financiero.

No sucedió lo mismo con la economía de los Estados Unidos. Estos dependían de la protección de las industrias nativas dentro de un mercado doméstico potencialmente gigantesco. Proteccionismo y rechazo de la competencia extranjera continúan siendo factores muy poderosos en la política interna.  Cuando su industria se hizo dominante en el mercado global les convino el libre comercio, igual que les había convenido a los británicos.

Pero una de las debilidades del imperio estadounidense en el siglo XXI es precisamente que en el mundo industrializado de hoy su economía no es tan dominante como era[iii]. Los Estados Unidos importan un volumen inmenso de productos manufacturados en el resto del mundo; en reacción, los votantes y los intereses empresariales se mantienen proteccionistas. Hay una contradicción entre la ideología de un mundo dominado por el libre mercado de los Estados Unidos y los intereses políticos de sectores domésticos importantes que resultan debilitados por él.

Armamentismo y debilidad económica

Una manera de contrarrestar esta debilidad es incrementar el tráfico de armas, en lo que también se distinguió el imperio británico del estadounidense. Desde la Segunda Guerra Mundial este ha sostenido una constante acumulación de armas, extraordinaria para un periodo de paz y sin precedentes en la historia moderna. Quizá esa es la razón para el predominio de lo que el presidente Eisenhower llamó el complejo industrial militar.

Durante la Guerra Fría las dos partes hablaron y actuaron como si hubieran estado en guerra o la guerra hubiera sido inminente. A pesar de la evidente desproporción de poder entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, el primero impulsó el crecimiento de la industria de armas aún antes de que terminara la Guerra Fría y lo ha continuado desde entonces.

La Guerra Fría convirtió a los Estados Unidos en la potencia hegemónica del mundo occidental. A esa posición llegó, sin embargo, como líder de una alianza, aunque, por supuesto, nadie se hacía ilusiones con respecto al poder relativo de los aliados. El poder tenía su centro en Washington y en ninguna otra parte. En cierto sentido Europa reconocía la lógica de un imperio estadounidense. Pero hoy en día el gobierno de los Estados Unidos enfrenta el hecho de que ya no existe una aceptación sincera de su imperio y sus metas. No hay una coalición de los bien dispuestos. De hecho, la política actual de Estados Unidos es más impopular que la de cualquier otro gobierno en el pasado y probablemente más que la de cualquier otra potencia.

En el pasado los estadounidenses lideraron la alianza con la cortesía que se acostumbraba en asuntos internacionales. Ello era entendible pues los europeos se hubieran encontrado en el frente de batalla si hubiera habido un enfrentamiento con los ejércitos soviéticos. Pero aún entonces los Estados Unidos insistían en que la alianza debía ligarse de manera permanente a ellos y que para el efecto los aliados debían depender de la tecnología militar estadounidense. Se opusieron por todos los medios a que los europeos llegaran a ser militarmente independientes. 

Las raíces de la tensión entre estadounidenses y franceses que se remonta a los días de De Gaulle se encuentran en la decisión francesa de rechazar una alianza eterna entre estados y de reservarse la posibilidad de producir autónomamente equipo militar de alta tecnología. Con todo y a pesar de las tensiones la alianza fue una verdad coalición de los bien dispuestos.

Límites del poder hegemónico

El colapso de la Unión Soviética efectivamente dejó a los Estados Unidos como la única superpotencia a la que nadie quería o podía oponerse. Por eso es difícil de entender que de súbito se presentaran como un poder extraordinariamente arrogante, implacable y antagonista, que ni encaja con las políticas imperiales ya probadas durante la Guerra Fría, ni favorece los intereses de la economía estadounidense. Las políticas prevalecientes en Washington recientemente parecen tan demenciales que un observador externo encuentra difícil entender qué es lo que realmente quieren lograr. Aunque es obvio que los que en este momento dominan, o medio dominan, las decisiones políticas en Washington intentan asumir la supremacía global por medios militares, sus propósitos no son claros.

¿Es posible que tengan éxito? El mundo es demasiado complicado en este momento para que un solo estado lo domine. Y con excepción de su superioridad militar en armas de alta tecnología, los activos a disposición de los Estados Unidos están disminuyendo y probablemente seguirán es esa tendencia. Su economía, aunque grande, representa una porción decreciente de la economía mundial. Es vulnerable tanto a corto como a largo plazo. Imaginemos, por ejemplo, que OPEP decidiera mañana poner todas sus cuentas en euros en lugar de dólares.

Aunque los Estados Unidos conservan algunas ventajas políticas, las ha tirado por la ventana en los últimos 18 meses. El predominio de la cultura estadounidense y del idioma inglés es un activo menor. El activo más importante que tiene en este momento para el proyecto imperial es militar.  El imperio estadounidense no tiene rival en el aspecto militar. Para efectos prácticos no hay nadie, ni siquiera los chinos, que se acerquen a su nivel tecnológico. Es probable que se mantenga así hasta donde podemos anticipar el futuro. Eso no quiere decir que su poder sea absolutamente decisivo solo porque lo es en guerras locales limitadas. Por eso es necesario hacer cálculos cuidadosos con respecto a los límites que tiene la mera superioridad tecnológica.

Por supuesto, teóricamente los estadounidenses no aspiran a ocupar el mundo entero. A lo que aspiran es a ir a la guerra, dejar gobiernos amigos cuando la ganan y regresar a casa. Eso no va a funcionar así. En términos puramente militares la guerra de Irak fue muy exitosa. Pero precisamente porque fue un éxito puramente militar descuidó las necesidades reales que surgen cuando uno ocupa un país: administrarlo, mantenerlo, tal como lo hacían los británicos en la India de acuerdo con su modelo colonial clásico. 

La “democracia” modelo que los estadounidenses quieren establecer en Irak para ponerla de ejemplo al mundo ni es un modelo ni es relevante como ejemplo. La creencia de que los Estados Unidos no necesitan aliados verdaderos en otros países y que pueden intervenir sin respaldo popular genuino dentro de los países que están en capacidad de conquistar (pero no de administrar efectivamente) es fantasía.

Frivolidad, post-verdad e inestabilidad

La guerra de Irak fue un ejemplo de la frivolidad con que se toman decisiones en Estados Unidos. Irak fue un país derrotado por los estadounidenses que rehusó someterse y es tan débil que podría ser derrotado otra vez. Es cierto que tenía activos –petróleo- pero básicamente la guerra se hizo como un ejercicio para desplegar poderío internacional.

La política de reconfigurar todo el Medio Oriente que proponen los orates de Washington no tiene sentido. Si tienen el propósito de abolir la monarquía saudita, ¿con qué la reemplazarían?

Si son serios en el propósito de cambiar el Medio Oriente ya sabemos que para ello tienen que contar con la cooperación de los israelíes. El padre de Bush estuvo preparado para hacerlo pero el ocupante actual de la Casa Blanca no tiene interés. En lugar de eso su administración destruyó uno de los dos gobiernos seculares sólidos en la región y está a punto de destruir el otro, Siria,

La falta de bases de la política se hace clara por la manera como han sido propuestas sus metas a la opinión pública. Frases como “eje del mal” o “derrotero” (axis of evil y the road map, en inglés) no tienen la intención de ser declaraciones de política; son solo estribillos propagandísticos que a fuerza de repetirse acumulan un potencial de declaración política.

El diluvio de fabricaciones lingüísticas engañosas con que los estadounidenses han inundado el mundo en los últimos 18 meses para justificar sus decisiones internacionales es una indicación de la ausencia de una política real. Bush no formula políticas sino que actúa como en un escenario.

Funcionarios como Richard Perle y Paul Wolfovitz tanto en público como en privado hablan como Rambo. Todo lo que cuenta es el poder imbatible de los Estados Unidos. En términos reales ellos dan a entender que los Estados Unidos pueden invadir a cualquiera que sea relativamente pequeño y donde puedan tener una victoria fácil. Esto no es una política. Y no funcionará. Las consecuencias para los Estados Unidos van a ser dañinas.

Domésticamente el peligro real para un país que pretende dominar el mundo por medios militares principalmente es la militarización, un peligro que ha sido subestimado seriamente.

Internacionalmente el peligro es la desestabilización del mundo:

- El Medio Oriente es más inestable hoy que hace 5 o 10 años;
- Los sistemas alternativos existentes, formales e informales, para mantener orden están debilitados por las políticas de los Estados Unidos;
- En Europa han hecho fracasar a la OTAN -lo que no es una gran pérdida-, pero su intento de convertirla en una fuerza de policía militar mundial al servicio de los Estados Unidos es una farsa;
- Han saboteado deliberadamente a la Unión Europea;
- Intentan de manera sistemática eliminar uno de los grandes logros políticos desde 1945: el estado próspero de bienestar social;
- Las Naciones Unidas sufren una crisis de credibilidad -menos dramática de lo que parece- porque nunca han podido superar su papel de jugador secundario, efecto de su total dependencia con respecto al Consejo de Seguridad y al uso del veto estadounidense.

Imperialismo de los buenos deseos

¿Cómo puede el mundo confrontar –y contener- a los Estados Unidos? Algunos prefieren unirse a ellos al considerar que no tienen el poder de confrontarlos. Más peligrosos son los que odian la ideología del Pentágono pero respaldan el proyecto estadounidense con el argumento de que a medida que avanza elimina algunas injusticias locales y regionales. Es lo que podemos llamar el imperialismo de los derechos humanos. El fracaso de Europa en los Balcanes en la década de 1990 le ha dado impulso.

La división de la opinión sobre la guerra de Irak demostró que una minoría de intelectuales influyentes, como Michael Ignatieff en los Estados Unidos y Bernard Kouchner en Francia, estaba preparada a respaldar la intervención de Estados Unidos porque creían necesaria la existencia de una potencia que pusiera orden en medio de los males del mundo.

Hay un argumento efectivo o genuino en la consideración de que ciertos gobiernos son tan malos que su desaparición sería una ganancia neta para el mundo. Pero esto nunca puede justificar el peligro real de crear una potencia mundial que en el fondo no está interesada en un mundo que escapa a su compresión pero que puede intervenir a mano armada en cualquier parte, de manera decisiva, cuando alguien hace algo que no le gusta a Washington.

Control de la opinión

En este contexto podemos entender la presión que recae sobre los medios a consecuencia de la enorme manipulación a que es sometida la opinión pública[iv]. Durante la guerra del Golfo en 1990-1991 se hizo el intento de mantener a los medios alejados del frente de batalla para evitar la situación que se vivió en Vietnam. Pero esto no se logró pues había algunoss, como CNN, presentes en Bagdad, cuyos reportajes no casaban con la historia que Washington quería que los medios contaran. En la guerra de Irak tampoco tuvo éxito el control sobre ellos.

La tendencia entonces es buscar maneras más efectivas de hacerlo, lo que puede hacerse ejerciendo control directo –incluso, por ejemplo, interfiriendo con la tecnología de las comunicaciones- o estableciendo una coordinación más efectiva entre los gobiernos y los propietarios monopolistas de los medios, como ha sido el caso de Fox News[v] en Estados Unidos o de Silvio Berlusconi en Italia.

Resistencia al imperio en EEUU

Es imposible decir cuánto tiempo durará el predominio actual de los estadounidenses. De lo único que podemos estar absolutamente seguros es de que históricamente será un fenómeno temporal, como lo han sido todos los imperios. En el curso de una sola vida hemos visto el final de los imperios coloniales, del llamado Imperio del Milenio alemán –que solo duró 12 años- y del sueño de revolución mundial de la Unión Soviética.

Hay razones internas por las que el imperio estadounidense probablemente no durará. La más importante es que muchos estadounidenses no están interesados en un papel imperialista o en la dominación del mundo en el sentido de administrarlo. En lo que están interesados es en qué les va a pasar dentro de los Estados Unidos.

La debilidad de la economía estadounidense es tal que en algún momento tanto el gobierno como los votantes pueden decidir que es más importante concentrarse en ella que en adelantar aventuras militares en el exterior[vi], tanto más cuanto que las intervenciones militares externas tienen que ser pagadas en su mayor parte por los estadounidenses mismos, lo que no sucedió en la guerra del Golfo ni en buena medida durante la Guerra Fría.

Desde 1997-1998 hemos vivido en una crisis de la economía capitalista mundial. No se va a quebrar; sin embargo, es dudoso que los Estados Unidos continúen con sus ambiciosas actividades internacionales cuando tiene problemas serios en casa. Bush no tiene una política económica apropiada para los Estados Unidos, ni siquiera en términos de los estándares de los negocios domésticos. Y la política internacional actual no es propiamente racional ni para los intereses imperialistas de los Estados Unidos ni para los intereses globales ni, por último, para los intereses del capitalismo estadounidense. De ahí las divisiones de opinión dentro del gobierno de Estados Unidos.

Los aliados y sus opciones

El punto básico es ¿qué harán ahora los estadounidenses y cómo reaccionarán los demás países? ¿Respaldarán algunos países, como la Gran Bretaña, el único miembro sincero de la coalición dominante, cualquier cosa que se les ocurra a los Estados Unidos? En el fondo los gobiernos aliados tienen que indicarle a los estadounidenses que hay límites en lo que quieran hacer con su poder. La contribución más positiva hasta el momento ha sido hecha por los turcos que dejaron claro que no están dispuestos a hacer ciertas cosas aunque tengan que pagar por su resistencia.

Por el momento la mayor preocupación es al menos educar o re-educar a los Estados Unidos si no se les puede contener.

Hubo una época en que los Estados Unidos reconocían sus límites o al menos la conveniencia de comportarse como si los tuvieran. Y eso fue porque temían a otra potencia, a la Unión Soviética. Faltando este temor, la educación y el interés propio bien informado deben tener prioridad entre sus aliados.


Este ensayo apareció inicialmente en Le Monde Diplomatique y fue luego publicado en la edición de 10 de junio del 2003 de la revista virtual COUNTERPUNCH.

Traducción, adaptación y subtítulos de Luis Mejía
17 de mayo del 2017
Publicado en blogluismejia.blogspot.com




[i] Hobsbawm, The Age of Empire 1875-1914, Weidenfeld and Nicolson, London, 1987.
[ii] Op cit.
[iv] “France protests US media plot”, International Herald Tribune, 16 May 2003.
[v] Eric Alterman, “United States: making up the news”, Le Monde diplomatique, English language edition, March 2003.
[vi] “US unemployment hits an 8-year high”, International Herald Tribune, 3 May 2003.

9 comments:

  1. The managers of the U.S.A. empire in action:

    https://www.lrb.co.uk/v39/n10/bruce-cumings/a-murderous-history-of-korea

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  2. Columnist Robert Fisk talks about the alliance between the Trump administration and the Sunni Muslims and its implications for world peace:

    http://www.independent.co.uk/voices/donald-trump-saudi-arabia-iran-iraq-kurdish-population-shia-muslims-a7742276.html

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  3. This comment has been removed by the author.

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  4. Amnesty International urges the US and other countries to stop arms transfers that could fuel atrocities.

    http://www.aljazeera.com/news/2017/05/army-lost-track-1bn-worth-arms-170524145405542.html

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  5. How to build cheaper smart weapons

    A new generation of cut-price precision munitions could change the way America’s army wages war, for despite being the world’s most technologically advanced and generously funded force, it still employs a great deal of cheap, dumb, unguided weapons.

    http://www.economist.com/news/science-and-technology/21722620-flocks-dumb-weapons-could-take-orders-clever-one-how-build-cheaper

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  6. Visión complementaria del imperio estadounidense:

    http://www.semana.com/opinion/articulo/caballero-opinion-la-indignacion-de-john-mccain/527264

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  7. US military admits failures to monitor over $1 billion worth of arms transfers

    https://www.amnesty.org/en/latest/news/2017/05/us-military-admits-failures-to-monitor-over-1-billion-worth-of-arms-transfers/

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  8. Good summary of the U.S./world political and military situation as of Janurary 2018:

    http://www.defenseone.com/ideas/2018/01/waiting-bomb-drop/144932/

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  9. "El brexit en Inglaterra, el avance de los ultranacionalistas en el este europeo, en Austria, Francia y Alemania, la amenaza de una Cataluña independiente, pero sobre todo el triunfo de Trump en las elecciones de Estados Unidos son síntomas de la desintegración del orden internacional erigido hace casi 75 años".

    https://www.elespectador.com/opinion/el-nuevo-desorden-global-columna-733308

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