Día 10: De Viaje
Entre Medellín y Armenia
La carretera de Medellín a Armenia es una gran aventura
visual, especialmente para quien va en un vehículo alto, con buena visibilidad
sobre los setos que la bordean pues se está poniendo de moda plantar arbustos
espesos a lo largo de las cercas de las fincas. La carretera sale de Medellín
por en medio de la cordillera central colombiana, baja lentamente hasta la
orilla del río Cauca y en la última parte corta las estribaciones del costado
occidental de la cordillera. La cordillera, alta y ancha, está hecha de un
número infinito de montañas grandes y
pequeñas, colinas, riscos, precipicios y cañones por donde corren aguas
caudalosas unas y escasas otras.
Durante largos trechos la carretera va montada sobre el
filo de las montañas internas de la cordillera. A lado y lado se ofrece al
viajero la vista de montañas que se abren y se cierran arriba y abajo de sus
ojos, de colinas y valles ondulados que se aprietan entre las montañas más
altas, de cimas nubladas y de simas donde nunca llega el sol. Al salir del
cañón del Cauca se abre el paisaje hacia un horizonte amplio, de colinas suaves
y cortes menos precipitados. Las tierras a lo largo del camino varían en fertilidad
y con ellas cambian los cultivos y ganados así como los árboles decorativos y
las flores que hacendados, granjeros y jornaleros por igual mantienen alrededor
de sus casas.
Uno sabe que ha salido de Antioquia y entrado a Risaralda y el Quindío cuando la carretera se
abre en dos calzadas separadas para los vehículos que van en direcciones
opuestas. En Antioquia la carretera es
estrecha, apenas suficiente para dos vehículos paralelos, aunque las curvas
sobre el terreno no son tan pronunciadas como entre Ibagué y Armenia y, en
consecuencia, el tráfico es relativamente más rápido aunque no totalmente libre
de contratiempos.
La carretera, como tantas otras en Colombia, carece de
espacio para los peatones. En gran parte del país las carreteras que comunican
las ciudades grandes con los pueblos cercanos atraviesan regiones intensamente
cultivadas, densamente pobladas, con una población campesina en constante
movimiento entre fincas adyacentes, de compras en almacenes rurales o de paso
desde o hacia sus hogares. Al ver estas carreteras estrechas, hechas para uso
exclusivo de vehículos automotores, yo trataba de entender la concepción de
sociedad de quienes las diseñaron, financiaron y construyeron. ¿Existen los
campesinos de a pie en su universo mental? Y si de casualidad existen, ¿los
imaginarán como seres alados?
Luis Mejía – 24 de
enero del 2013
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
La revista virtual Las 2 Orillas ha publicaco un artículo que coincide con un tema tocado en este ensayo. El articulo se titula "Así viven un millón de colombianos al borde de las carreteras"
ReplyDeletey se encuentra en este enlace:
http://www.las2orillas.co/al-filo-de-la-carretera/