Publicado originalmente en Razón Pública
19 Junio 2017
Parece una (mala) novela de misterio, y es en efecto una muestra de la
cadena de escándalos y pasos en falso de Trump y de un gobierno que parecen
tambalearse y que no obstante se mantienen a flote.
Crisis de Estado
Desde su
posesión, Donald Trump y su partido se mueven entre una maraña de declaraciones
y decisiones contradictorias que han tenido un aparente resultado positivo: la
oposición no tiene un tema definido que le sirva de foco para mantener la
movilización y las protestas ciudadanas.
Las bases
electorales republicanas y “trumpistas” tienen la impresión de que
eligieron un gobierno hiperactivo que está haciendo lo esperado. Sin embargo –
y en abierta contradicción de sus promesas de campaña- las decisiones del
gobierno Trump y respaldadas o impulsadas por el Partido Republicano, no
protegen los intereses del proletariado industrial ni de la clase media -rural
y urbana no metropolitana- que votaron por ellos.
Trump en
cambio parece trabajar por los intereses del complejo industrial-militar, de
los rentistas de clase alta, de los grupos financieros, de las industrias
extractivas y de los ejecutivos de corporaciones. Pero este sesgo todavía no es
percibido por las fuerzas populares que aún apoyan al régimen.
Además el
gobierno da la impresión de caos por la ausencia de instrucciones
presidenciales y de líneas de autoridad que unifiquen las acciones, por la
ineptitud de algunos altos funcionarios, por los conflictos de intereses en
agencias de regulación y control, por las vacancias en altas posiciones del
Ejecutivo y por la aparente libertad de iniciativa de los aficionados
incompetentes en cargos políticos.
Entre los
muchos hechos que ponen en evidencia a un régimen sin ruta de viaje, el caso de
las investigaciones sobre el affaire ruso sirve para ilustrar con detalle
la crisis política que se vive en Estados Unidos.
El affaire ruso
A mediados de 2016 circuló un rumor sobre la injerencia del Estado ruso
en las elecciones norteamericanas. Funcionarios del Partido Demócrata y de la
campaña Clinton denunciaron sin éxito una aparente intrusión en sus bases de
datos y servidores de correos electrónicos.
Cuando
Wikileaks publicó mensajes extraídos del buzón del gerente de la campaña
Clinton, se confirmó la injerencia de terceros en las elecciones
norteamericanas. Responsabilizar a Rusia de estas acciones fue inicialmente una
conjetura que explicaba, entre otras cosas, la ausencia de ataques cibernéticos
contra los republicanos y la campaña Trump.
A finales
del 2016 y principios del 2017 el fbi y varias agencias de inteligencia
declararon que, según la información disponible, podían confirmar que el
Gobierno ruso había intentado debilitar la candidatura de Clinton y promover la
de Trump mediante varias tácticas:
·
Usar las agencias de noticias
rusas, como rt, para difundir historias que favorecían a Trump y perjudicaban a
Clinton.
·
Poner en circulación
informaciones falsas sobre Clinton en las redes sociales a través de cuentas y
usuarios ficticios.
·
Penetrar en los archivos
electrónicos del Partido Demócrata y de la campaña Clinton en busca de material
negativo.
·
Violentar los sistemas de
votación en los Estados para manipular las bases de datos, el proceso de
registro de votantes y las máquinas de votación.
·
Acceder a los archivos
electrónicos de funcionarios electorales.
·
Infiltrar las bases de datos de
financiación de las campañas.
En el 2016,
el fbi empezó a investigar el robo de información a los demócratas. Los
contactos entre agentes rusos y empleados de la campaña Trump llamaron la
atención de la cia. La investigación se fue ampliando y otras agencias federales
se interesaron en eventos que parecían manifestar vulnerabilidades en los
sistemas de información electrónica del país.
En este
momento, la investigación del fbi se centraba en:
·
Las técnicas usadas por los rusos
para penetrar en los sistemas electrónicos -públicos y privados- del país y la
información que pudieron recolectar.
·
Los contactos entre la campaña
Trump y los rusos.
·
Si hubo complicidad o colusión en
el ataque a los demócratas y flujo de dinero de los rusos en la campaña de
Trump.
·
La obstrucción de la justicia por
parte de Trump;
·
Las finanzas y contactos de
negocios con los rusos del yerno de Trump y alto consejero presidencial, Jared
Kushner;
·
Las finanzas de otras personas
del círculo de Trump.
Así mismo
son investigados los posibles delitos de traición, espionaje, perjurio,
obstrucción de la justicia, lavado de dinero, evasión de impuestos, violación
de leyes electorales y representación no autorizada de gobiernos extranjeros.
El director del fbi
El general
(r) Michael Flynn es una persona clave en el affaire ruso. Flynn, quien desempeñó durante
algunos días el cargo de consejero de Seguridad Nacional al inicio del gobierno
Trump, fue uno de los primeros simpatizantes de la candidatura del magnate y su
consejero durante la campaña electoral.
Antes de su
posesión como consejero presidencial, Flynn tuvo repetidos contactos con el
embajador, agentes y hombres de negocios de Rusia, acompañado en ocasiones por
Jared Kushner y por Jeff Sessions, actual secretario de Justicia. Flynn también
fue cabildante pago del gobierno turco y dio información incompleta de estas
actividades al Senado y al vicepresidente Pence. Esto lo hizo vulnerable al
chantaje de los rusos (quienes dijeron que podían usarlo para influir sobre el
magnate).
De sus
evasivas y olvidos se puede deducir que Sessions tiene información importante
en la investigación sobre el affaire ruso.
Trump,
informado de ello por el departamento de Justicia, lo destituyó antes de
completar un mes en el cargo. Sin embargo lo ha defendido y ha expresado su
deseo de reintegrarlo a la Casa Blanca. Para proteger a Flynn de mayores
complicaciones, Trump trató sin éxito de que James Comey, director del fbi,
pusiera punto final a la investigación contra su aliado.
Cabe
señalar que Comey es el mismo funcionario que, una semana antes de las
elecciones, informó a los senadores republicanos que el fbi estaba investigando
a Hillary Clinton por usar un servidor privado de correos electrónicos cuando
fue secretaria de Estado.
Disgustado
con Comey por su investigación contra Flynn, Trump ordenó al secretario y
subsecretario de Justicia que prepararan una justificación escrita para
destituirlo. El subsecretario le presentó un memorándum criticando el manejo
que Comey le había dado al caso Clinton antes de las elecciones.
Sobre esa
base Trump destituyó a Comey el 9 de mayo. Pero la historia comenzó a cambiar
en manos del secretario de Prensa, el vicepresidente y finalmente Trump, quien
le dijo al ministro de Relaciones Exteriores y al embajador de Rusia que había
destituido a Comey para eliminar la presión de la investigación sobre Rusia, y
luego afirmó en televisión que lo hizo porque esa historia sobre él y los rusos
era inventada.
En el curso
de estos eventos, el secretario de Justicia se declaró impedido para intervenir
en la investigación del affaire ruso. Ocho días después de la
destitución de Comey, el subsecretario de Justicia nombró a Robert Mueller,
exdirector del fbi, para que asumiera la investigación.
Amigos de
Trump hacen circular el rumor de que el presidente ahora quiere destituir a
Mueller, pero esa decisión solo puede tomarla el subsecretario de Justicia,
quien dijo ante el Senado que si recibe la orden de hacerlo, no la obedecerá si
no hay una causa justificada. Y entonces Trump volvió a trinar que “está siendo
investigado por el despido del director del FBI por la persona que le
recomendó destituir al director del FBI”- una amenaza no muy velada para el
subsecretario de justicia que designó a Mueller.
Para anticiparse
a las secuelas de la investigación, Trump y Pence han contratado abogados
privados.
Comey ante el Senado
Después de haber sido destituido, Comey divulgó que mantuvo
conversaciones con Trump sobre Flynn. Trump reaccionó señalando que tenía en su
poder grabaciones de dichas charlas.
Ante la
amenaza implícita, Comey divulgó unos memorándums personales en los que había
transcrito sus conversaciones con Trump. Estos textos tienen valor probatorio
en el derecho estadounidense. La Casa Blanca se rehúsa a confirmar la
existencia de grabaciones.
El Senado
llamó a declarar a Comey, quien dijo que:
·
Tuvo cuatro conversaciones con
Trump como presidente y una previa a la posesión, en las que se sintió
presionado a detener la investigación sobre Flynn.
·
Juzgó conveniente hacer una
transcripción inmediata de las conversaciones con Trump para garantizar su
exactitud.
·
Tenía razones para pensar que
Trump podría mentir sobre ellas.
·
En su opinión fue destituido por
rehusarse a parar la investigación contra Flynn.
·
Las conversaciones iniciadas por
Trump eran institucionalmente inapropiadas.
Trump dijo
que Comey había cometido perjurio ante el Senado, y sus abogados personales
acusaron al exdirector del fbi de la “filtración” no autorizada de documentos
oficiales (las notas que tomó de sus conversaciones con Trump). De manera
paralela, los directores de la cia y la Agencia Nacional de Inteligencia
informaron que Trump les pidió intervenir ante el fbi para que cerrara la
investigación de Flynn.
Entre el apoyo y la persecución
Después de
oír a Comey, el Senado citó el 13 de junio al secretario de Justicia Jeff
Sessions. El funcionario habló de su patriotismo y honor personal, no recordó
hechos pertinentes a veinticinco preguntas, se negó a informar sobre sus
conversaciones con Trump y sobre los motivos de la destitución de Comey, con la
excusa de proteger el derecho presidencial -no ejercido hasta el momento- de
reserva informativa.
Así mismo
dijo que toda afirmación de colusión con Rusia era falsa y que nunca tuvo
información sobre las conversaciones de sus colegas con los rusos, a pesar de
ser jefe del Comité de Seguridad Nacional en la campaña.
Los
senadores republicanos ayudaron al secretario a contestar sus preguntas
protocolarias y a olvidar las respuestas. Los demócratas hicieron preguntas
superficiales, quizá por el temor de que cayera en desgracia y que fuera
reemplazado por alguien menos calificado. De sus evasivas y olvidos se puede
deducir que Sessions tiene información importante en la investigación sobre el affaire ruso.
Por el
momento, la bancada republicana en el Congreso respalda incondicionalmente al
magnate presidente. El presidente de la Cámara de Representantes y otros
líderes del partido han dicho en su defensa que es demasiado ignorante de la
ley y del funcionamiento del gobierno como para obstruir la justicia
intencionalmente.
En cuanto a
los votantes, es válida la opinión de la columnista Elizabeth Drew: Trump sabe cómo mentirle a su base
electoral para mantenerla alineada.
Luis Mejía –
19 de junio del 2017
Reproducido
de Razón Pública en blogluismejia.blogspot.com
Characters participating in the Russian affair:
ReplyDeletehttp://www.motherjones.com/politics/2017/06/russia-trump-putin-scandal-key-players-dossiers/
Beating around the bush an Independent columnist (sic) tries an apology for the Trump family:
ReplyDeletehttp://www.independent.co.uk/voices/donald-trump-jr-russian-lawyer-meeting-putin-hillary-clinton-republicans-democrats-fear-a7839521.html
Latest Russian Hacking Bombshell: Damning Revelations About GOP, Trump
ReplyDeletehttp://www.rollingstone.com/politics/news/russian-hacking-damning-revelations-about-gop-trump-obama-w489548
Trump and ‘The Purloined Letter’
ReplyDeletehttps://www.lrb.co.uk/blog/2017/07/14/david-bromwich/trump-and-the-purloined-letter/
Waking Up to the Trumpian World
ReplyDeletehttp://www.nybooks.com/daily/2017/07/12/waking-up-to-the-trumpian-world/