EL MISMO MENSAJE CON UN
TONO DIFERENTE
Publicado originalmente en Razón Pública
6 de marzo de 2017
Otra vez
los inmigrantes fueron el tema central del discurso del nuevo presidente. Al
achacarles todos los males del país, Trump los convierte en enemigos del
pueblo, y de paso desvía la atención de la imposibilidad de cumplir sus
promesas de campaña.
¿Nuevo Trump?
El 28 de febrero el
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció su primer discurso
oficial ante el Congreso. Es una tradición: poco después de su posesión los
presidentes presentan su plan de gobierno, que para esta fecha suele estar muy
avanzado. Normalmente las bases del plan se deciden durante la campaña, se
pulen en el lapso entre la elección y la posesión, y se discuten con el
personal experto de las agencias involucradas. En este caso faltó todo esto.
El discurso de Trump estaba hecho de frases cortas, tajantes y
gramaticalmente correctas, a diferencia de sus improvisaciones. Sus redactores
fueron fieles a su carácter: conceptualmente descoordinado, patriótico y
nacionalista, lleno de exageraciones y falacias dirigidas al corazón de sus
oyentes para evitar hacerlos pensar en complejidades sociológicas, económicas o
de política internacional. La mayoría de sus simpatizantes manejan poca
información especializada –igual que él, que una vez dijo que no leía informes
de inteligencia porque él era inteligente– y el lenguaje de Trump se mantiene a
ese nivel. Por eso su capacidad de conectar con sus votantes es innegable.
Pensando con el deseo, algunos medios
importantes –como el New York Times y
el Washington
Post– alabaron este discurso por ser el momento en que Trump asumió con
seriedad su papel de presidente, y minimizaron su falta de sustento empírico.
Compartían el deseo de que el país y el control de su arsenal nuclear
estuvieran en manos de un estadista o, al menos, de un adulto capaz de
autocontrol.
Por otro lado, los
comentaristas independientes y los medios internacionales no encontraron en el
discurso motivos de optimismo, y medios como The
Associated Press (AP) analizaron en detalle sus errores, distorsiones e
imprecisiones.
Los
temas del discurso
Una lectura atenta permite identificar dos temas
dominantes en el discurso: la capacidad de Trump para someter el mundo a su
voluntad, y el peligro que representan los inmigrantes para la sociedad.
La idea de su poder mesiánico se expresó en frases
como:
·
“Yo no permitiré que los errores de las últimas
décadas definan nuestro futuro”;
·
“Desde mi elección muchas compañías han anunciado
inversiones por millones de dólares y la creación de millares de empleos” (como
si esas decisiones fueran improvisadas y se tomaran en un par de meses);
·
“Yo no voy a permitir que se sigan aprovechando de
Estados Unidos, de sus compañías importantes y de sus trabajadores” (aludiendo
a los victimarios que sus seguidores asocian con China y México);
·
“Yo voy a repatriar millones de empleos”.
Según Trump, algunos acontecimientos han ocurrido
porque él es presidente. Los aliados saben que Estados Unidos ha vuelto a
liderar, el mercado bursátil prospera como nunca, hay un renovado sentimiento
de orgullo en el país y empieza un nuevo capítulo de grandeza estadounidense.
Todas las naciones del mundo van a descubrir que Estados Unidos es poderoso,
orgulloso y libre.
A los inmigrantes, por otra parte, les dedicó tres
secciones del discurso y habló de ellos siempre en términos peyorativos. Los
relacionó con la importación y distribución de drogas, con altos costos
fiscales (seguramente en salud y educación) y con la inseguridad doméstica.
Cuatro veces los culpó de los salarios bajos y del
desempleo de los norteamericanos. Aseguró que al no exigirles que sean capaces
de sostenerse a sí mismos se produce una gran carga para los estadounidenses y
se “reducen los recursos públicos en los que confían nuestros ciudadanos más
pobres”, olvidando que son los políticos republicanos quienes representan la
mayor amenaza para la población vulnerable de ese país.
En abierta contradicción con las estadísticas
conocidas de criminalidad, afirmó que la gran mayoría de los terroristas
condenados en Estados Unidos desde septiembre de 2011 son extranjeros. También
dijo que por no cumplir las leyes de inmigración se ha producido un caos de
ilegalidad que impide la prosperidad de los estadounidenses, y aseguró que su
reforma migratoria garantizará seguridad y respeto a la ley e impedirá que el
país se convierta en santuario de terroristas y extremistas.
En el mismo sentido, Trump reafirmó su decisión de
construir una muralla en la frontera sur que “servirá de manera muy efectiva
como un arma contra las drogas y el crimen”, y anunció la creación de una
oficina llamada Acompañamiento a las Víctimas de Crímenes de Inmigrantes”
(VOICE, por su nombre ene inglés) para “dar voz a quienes han sido ignorados
por nuestros medios y silenciados por intereses especiales”.
De esta manera introdujo a su otro gran enemigo –los
medios– y lo condenó por asociación. Como la mayoría de estos se han rehusado a
vivir en el mundo de pos-verdad que él y sus asesores habitan, Trump ha
desatado una campaña contra ellos y a diario denuncia la oposición irracional
que supuestamente le hacen.
En suma, Trump hizo muchas promesas que afectarían,
entre otros, al comercio y a las relaciones internacionales, la familia, el
control de drogas ilegales, la educación, la seguridad en las ciudades, los impuestos
y la empresa privada. No obstante, pocas de estas promesas las puede cumplir
por decreto presidencial, pues la mayoría son decisiones que deben tomar los
republicanos en el Congreso, y su equipo no ha presentado aún propuestas
concretas en este espacio. Además, no se sabe qué suerte podrían correr estas
iniciativas porque todavía no se ven soluciones para superar las diferencias
entre él y su partido.
Lo
que no dijo
En su discurso, Trump ignoró problemas muy serios:
·
La concentración de la riqueza,
·
El calentamiento global,
·
El costo de la educación,
·
La violencia policial,
·
Los recortes en el presupuesto de seguridad social y
medicina subsidiada, o
·
La injerencia de grandes donantes en las campañas
políticas.
Se abstuvo de
condenar claramente la violencia contra las minorías, agudizada desde el día de
su elección y perpetrada por individuos empoderados por sus palabras, como ya
lo han estudiado centros académicos y periodísticos. Solo se limitó a decir que “somos un país unido en el rechazo de toda
forma de odio y maldad”.
Se jactó de haber expedido la orden según la
cual “por cada reglamento nuevo deberán derogarse dos anteriores”, con lo que
redujo el papel del Estado en la protección del medio ambiente, de la salud y
del patrimonio de los ciudadanos, sin reconocer que estas regulaciones son la
respuesta a serios atentados corporativos contra el bienestar social.
Del mismo modo, el lenguaje y la puesta en escena del discurso permiten
identificar símbolos y mensajes que dan seguridad a sus seguidores y hacen
odiosos a los opositores. Referirse al sistema de salud como Obamacare en lugar
de Ley de Salud Asequible y el comportamiento forzado en la bancada republicana
son ejemplos de ello.
Como se sabe, la gran
mayoría de los políticos republicanos anticipaba –como el resto del mundo– que
Trump perdería las elecciones y se rehusaron a respaldarlo o le dieron un
respaldo tibio, lo cual él no perdona. Su principal opositor fue el excandidato
presidencial Mitt Romney. Trump fingió considerar su nombre para secretario de
Estado, pero en realidad montó un reality para humillarlo públicamente.
No obstante, en la sesión conjunta del Congreso, el Partido Republicano
hizo un acto colectivo de arrepentimiento y aplaudió al final de cada frase.
Esto hace parte de una estrategia para ganar tiempo mientras consolida su
control sobre la agenda legislativa y las instancias claves del poder.
Con Trump el partido republicano obtuvo una victoria sin precedentes.
Logró mayoría en el Senado, la Cámara de Representantes, las Asambleas
legislativas y la Gobernaciones estatales, con la probabilidad de dominar el
poder judicial federal al llenar las vacantes en la Corte Suprema que mantuvo
durante la administración Obama, todo lo cual convierte al nuevo presidente en
una distracción conveniente.
Por otra parte, los invitados especiales de la primera dama tuvieron un
papel simbólico importante. La mayoría eran negros, unos pocos eran blancos, y
todos ciudadanos estadounidenses de nacimiento. Fue notoria la ausencia de
asiáticos, africanos y latinos, así como de empresarios, académicos e
inventores nacidos en el extranjero.
Dio además un golpe de teatro político cuando presentó a la viuda de un
oficial muerto en una operación desastrosa en Yemen. Supo explotar la simpatía
que despierta una mujer en esas circunstancias. Resaltó la falta de empatía de
los reporteros de televisión cuando hacen del dolor y de la angustia un
espectáculo. Incluso la bancada demócrata tuvo que participar en una ovación
prolongada. Trump aprovechó el momento para manifestar su deseo de aumentar el
presupuesto militar y eludió otra vez su responsabilidad en la operación
improvisada e inútil en la que perdió la vida ese soldado.
Finalmente, hizo un homenaje a tres familias de víctimas de crímenes
cometidos por “inmigrantes ilegales”. Con un lenguaje brutal, una expresión
facial airada y un relato minucioso de los hechos, reforzó su denuncia contra
los inmigrantes peligrosos.
De este modo, el primer discurso de Trump ante el Congreso dejó entre
los inmigrantes el temor de que hemos sido seleccionados para darles a sus
seguidores un blanco hacia el cual dirigir sus frustraciones y ansiedades.
Trump sabe que no cumplirá sus promesas de campaña al proletariado blanco
porque el equipo de plutócratas en el gabinete y de consejeros racistas en la
Casa Blanca es indiferente a sus intereses. Les ofrece a cambio un premio de
consolación: libertad para perseguir inmigrantes.
Luis Mejía –
7 de marzo del 2017
Reproducido
de Razón Pública en blogluismejia.blogspot.com
Nota introductoria al final del texto
Inmigrantes: una crisis de tolerancia y cultura social
en los Estados Unidos
Migración y cultura
Los inmigrantes de
todas partes experimentan una crisis de identidad cultural donde lleguen. De un
lado, para sobrevivir y prosperar tienen que aprender a manejar las normas y
valores de su nuevo entorno; de otro, tienen que hacer un esfuerzo para conciliar
con estos los de su cultura de origen. Su nueva vida combina, en variadas
proporciones, elementos de ambas culturas
y de esa manera definen su identidad con respecto al resto de la
sociedad.
Inmigrantes recientes,
como latinos, chinos, árabes y subsaharianos, han vivido otro momento histórico
y han mantenido un mundo cultural propio que recuerda los enclaves europeos de
hace cien años. Por supuesto, algunos sectores dentro de la cultura anglosajona
dominante lo resienten.
Latin history for morons
En este contexto se
ubica la última obra de teatro de John Leguízamo llamada Historia latina para
retardados. La pregunta que se hace el artista es, ¿Cómo hace un padre latino
para ayuda a su hijo a encontrar su identidad cultural? El contexto es definido
por un padre criado en el gueto, esposa judía, hijo en escuela pública dominada
por irlandeses y un proyecto de clase que le pide al estudiante identificar su
héroe favorito.
El libreto, creado
por el mismo Leguízamo, reconstruye la historia de las grandes civilizaciones
americanas existentes a la llegada de los europeos, su destrucción y la
persecución sistemática de las poblaciones aborígenes hasta nuestros días. En
el curso de la narración toca temas del diario vivir como relaciones de pareja,
relaciones intergeneracionales en la familia, relaciones entre la
administración escolar y la comunidad, machismo, interacciones sociales dentro
del gueto y percepciones populares de la cultura anglo.
Un tema dominante de
la obra es el heroísmo y su definición que desemboca en una crítica devastadora
del guerrero como paradigma del héroe.
Con su reconocido
virtuosismo Leguízamo revive una docena de personajes en el escenario dándoles
la voz y el gesto perfectos para evocarlos como individuos únicos.
La obra, por
supuesto, no es una reproducción exacta de hechos históricos y no tiene por qué
serlo. El dramaturgo como artista es libre de escoger personajes, relatos,
acontecimientos y momentos de la realidad para crear una realidad alternativa
que le permite expresar las ideas que quiere transmitir a su público y
despertar las emociones que ayudarán al espectador a hacer catarsis.
Esta obra de
Leguízamo se mueve en una dimensión diferente de lo que ha sido su humor de
aguda crítica social y se convierte en un tour-de-force de historia, etnografía,
política y teatro en defensa del inmigrante latino en los Estados Unidos, pone
de presente sus aportes al bienestar colectivo y declara que todo el continente
americano es nuestra madre tierra.
(Anspacher Theatre/The Public Theater, New York, John Leguizamo, Latin
history for morons, February 24 – April 25 - http://www.publictheater.org/en/Public-Theater-Season/Latin-History-For-Morons/
)
Jazz, espíritu ecuménico de un pueblo
El mestizaje cultural
de los Estados Unidos se pone de manifiesto en un importante evento cultural propio
de la ciudad de Nueva York: los conciertos libres de jazz en la casa de
Marjorie Eliot.
La señora Eliot,
pianista, abre las puertas de su casa los domingos por la tarde a todo el que
quiera entrar. Los músicos que invita son profesionales reconocidos, de gran técnica
y, con frecuencia, de inmensa inspiración. La audiencia viene de todos los
países del mundo y de todos los estados de la unión. Fuera del ocasional
artículo en los medios este evento no recibe publicidad; sus visitantes llegan
porque oyeron a otros hablar de este refugio de artistas y melómanos.
La casa de la señora
Eliot es un emblema de lo mejor que ofrece el pueblo estadounidense cuando
acepta que es multilingüe, multirracial y multicultural. El jazz, venerado y
cultivado aquí, es quizá el mejor aporte que los Estados Unidos han dado al
resto del mundo. Mezcla de muchas tradiciones musicales, se ha convertido en un
patrimonio de la humanidad.
El jazz expresa
alegrías y tristezas, éxitos y desengaños, retos y resignaciones, rebeliones y
armonías con un lenguaje único que se ha hecho universal. La señora Eliot
recibe a sus invitados con una sonrisa, una palabra de cariño y un abrazo sin
distingos de nacionalidad, raza, cultura, edad, estilo de vida o clase social.
Sus conciertos
terminan con un himno que siempre alegra el corazón y levanta el espíritu, When
the saints come marching in. Todos los presentes lo cantan, lo bailan, marcan el compás
con las palmas de las manos. Por un instante todos somos negros de Nueva
Orleans.
Su casa es un
microcosmos del universo americano que queremos ofrecer al mundo. Y el resto de
habitantes del edificio donde tiene su apartamento por más de veinte años ha
ofrecido una callada hospitalidad a los desconocidos que tocamos a su puerta.
(Parlor Entertainment – http://www.placematters.net/node/1911)
Otras manos toman la antorcha
Finalmente quiero
mencionar a Arturo Archila, hijo de mis amigos Arturo y María y sobrino de Sara
María Archila, mi compañera de estudios en la escuela de leyes del Externado de
Colombia, a quien muchos latinos de Nueva York recordamos con afecto y
admiración por su trabajo en defensa de los inmigrantes, especialmente de los
indocumentados.
Arturo hijo fue
arrestado recientemente en New Jersey por un acto de desobediencia civil a la
entrada de un centro de reclusión de personas en camino de ser deportadas. Él
representa a la nueva generación que está tomando en sus manos la lucha por un
mundo mejor.
Los Estados Unidos ofrecen otro camino al mundo
En los Estados Unidos
comienza a organizarse un movimiento de protesta y cambio en respuesta al
racismo, la xenofobia, la falta de respeto a los derechos de las minorías y el desprecio
por los intereses de las clases baja y media que informan la propuesta de gobierno
de Donald Trump y el Partido Republicano.
Al hacer la defensa
de los refugiados e inmigrantes los estadounidenses presentan un reto a los
pueblos latinos, cuyas leyes deben ser revisadas con criterios de solidaridad
humana y compasión para ayudar a los primeros y de conveniencia y oportunidad
para enriquecer la academia, innovar la vida industrial y comercial y aprender
a vivir con otras costumbres y culturas con la ayuda de los segundos.
El primer discurso de
Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ante el congreso de su país
representa al mismo tiempo una continuidad con episodios de discriminación, segregación
y violencia del pasado y una ruptura con ideales y valores que han inspirado al
país en mejores momentos; como lo explico en este artículo publicado en Razón
Pública Trump hizo una llamada al odio y al rechazo de los inmigrantes.
Luis Javier Mejía Maya
7 de marzo del 2017
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
CUNY - Graduate Center - Panel of migration experts
ReplyDeletePresident Trump’s hard-line rhetoric, from “Build the Wall” to his call for a ban on Muslims entering the country, created a highly charged atmosphere. WNYC’s Brian Lehrer hosts a panel of experts with diverse viewpoints on what US immigration policy should be and how it will affect undocumented workers and the economy.
http://videostreaming.gc.cuny.edu/videos/video/4784/
"El articulo de Luis Javier Mejia Maya es magistral pues ha podido analizar todo el discurso de Trump y además los temas que Trump no toco en su discurso y que son de extrema importancia para todos los norteamericanos. Que suerte tenemos los colombianos de tener un Luis Javier Mejia que nos mantiene informados y que lo hace con exactitud y conocimiento de los temas políticos y humanos que se están viviendo aquí en los E.U." Luz
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