Sunday, November 23, 2014

Israel - Palestina: La realidad de un solo estado - I



Por: David Remnick
Revista TheNew Yorker – 17 de noviembre del 2014

El discurso político en Israel: intolerancia interna, racismo anti-árabe, lenguaje de odio

El presidente conservador de Israel: ideólogo extremista con modales de caballero víctima de su propia gente

Reuven (Ruvi) Rivlin, presidente de Israel en ejercicio, se opone terminantemente a la creación de un estado palestino. En su lugar propone el Gran Israel, un estado judío que iría del río Jordán al mar Mediterráneo. Le parece extraño que haya quien haga objeciones a la constante construcción de asentamientos judíos en Cisjordania: “No se puede hablar de territorio ocupado si la tierra le pertenece a uno”.

Pero Rivlin no tiene la personalidad rígida de un ideólogo. Su oficina está llena de adornos que recuerdan su ancestro sionista. Me recibe con un torrente de anécdotas, digresiones, clichés, chistes flojos, referencias históricas. Su familia desciende de lituanos estudiosos del Talmud y ha vivido en Jerusalén durante seis generaciones. Su padre, Yosef, fue especialista en literatura árabe –tradujo el Corán y Las mil y una noches-. Pero Rivlin no tiene ninguna inclinación académica. De hecho prefiere ser un provocador. Una vez, hace muchos años, después de visitar una sinagoga reformista en los Estados Unidos dijo que sus servicios religiosos eran una “adoración de ídolos que nada tenían que ver con la religión judía”.

A pesar de eso, Rivlin se ha convertido en el más inesperado moralista de Israel desde su elección en junio pasado. Aunque en nada se parece a los escritores izquierdistas de Tel Aviv o a los magistrados idealistas de la Corte Suprema ha levando su voz para criticar el discurso patriotero, fundamentalista, sectario, violento y racista que se oye hoy en día. Entre los judíos israelíes es el defensor más importante de los derechos civiles de los palestinos tanto en Israel como en los territorios ocupados. Hace un mes dijo en una conferencia académica en Jerusalén:

“Ha llegado el momento de reconocer honestamente que Israel está enfermo y que es necesario curarlo”.

Por los días de Rosh Hashanah –el año nuevo judío- Rivlin hizo un  video con un niño palestino de once años, víctima de matoneo, en el que ambos sostenían tarjetas invitando a la empatía, decencia y armonía. Una de ellas decía: “Somos exactamente iguales”. Hace un par de semanas visitó el pueblo árabe de Kafr Qasim para pedir perdón por la masacre de 1956, cuando 48 trabajadores y niños palestinos murieron a manos de guardias fronterizos israelíes. Una parte importante de las reivindicaciones palestinas es que Israel debe aceptar responsabilidad por el sufrimiento que ha causado a la población árabe. Rivlin dijo en esta ocasión:

“Juro aquí y ahora, en mi nombre y en el de nuestros descendientes, que nunca actuaremos en violación del principio de igualdad de derechos y que nunca intentaremos expulsar a alguien de nuestra tierra”.

Israelíes y palestinos entienden el contexto de estas declaraciones. En los últimos años el hostigamiento y los insultos a los árabes han llegado a niveles inauditos. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, para quien nada es tan importante como el mantenimiento de su frágil coalición de gobierno, es más propenso a cortejar el favor popular  manipulando sus malos sentimientos que a moderar los ánimos.

Los ataques al presidente

Rivlin dijo hace poco en el Knesset –el parlamento israelí-:

“Mis críticos me han llamado ‘diminuto judío mentiroso’, ‘maldito agente árabe’, ‘vaya a que lo elijan presidente de Gaza’, ‘payaso despreciable’, ‘basura podrida’, ‘lo más bajo de la tierra’, ‘traidor’, ‘presidente de hezbollah’. Estas son algunas de las cosas que me han dicho luego de los eventos a que he asistido y los discursos que he pronunciado. Debo decir que estoy horrorizado ante esta violencia que se ha apoderado del discurso nacional”.

Rivlin no es un político ingenuo. Fue presidente del Knesset, es miembro del Likud, como Netanyahu, hizo su carrera como político de camarilla, haciendo alianzas, intercambiando favores. Pero nunca fue bueno en campaña electoral y perdió más de una elección. Su cualidad distintiva de acuerdo con una nota de respaldo que recibió del diario izquierdista Haaretz ha sido su amabilidad. Amabilidad nunca ha sido una condición común en el Knesset. Vociferar lo es. Así como interrumpir, insultar, lanzar epítetos, abandonar el recinto y ocasionalmente empujar y tirarle agua a un rival.

Después de años de rivalidad dentro del partido Netanyahu hizo todo lo que pudo para entorpecer las aspiraciones presidenciales de Rivlin. Llegó a lanzar la candidatura de Elie Wiesel quien ni estaba interesado ni era elegible ya que no es ciudadano de Israel. Su amabilidad le dio la ventaja esta vez. En su aspiración a la presidencia –un cargo que no es enteramente ceremonial y al cual fue elegido por el Knesset- tuvo el respaldo de legisladores árabes que aprecian su cortesía y de legisladores derechistas que comparten su deseo de incluir la Cisjordania en el estado de Israel.

A pesar de su satisfacción por haber logrado una ambición de toda una vida, su estado de ánimo cuando nos encontramos no estaba libre de preocupaciones. Como de costumbre empezó con una historia muy larga sobre el legado Rivlin –la decisión de un patriarca lejano de salir de Lituania en el siglo XVIII para irse a vivir a Jerusalén- y pronto pasó a detallar lo que él llama “la tragedia que vivimos”.

El discurso de intolerancia

Rivlin me dijo durante nuestra conversación:

“Los extremistas están hablando fuerte y cada quien está convencido de que tiene la razón. No son solo los judíos contra los árabes. Son los ortodoxos contra los que ellos consideran que son incapaces de cumplir los 613 mandamientos de la Biblia. Son los ricos contra los pobres. Algo pasó en Israel en algún momento cuando cada cual desarrolló sus propias ideas y consideró enemigos a todos los demás. Es un diálogo de sordos que se pone peor cada día”.

Rivlin también menciona las divisiones entre los árabes. Hamas, dice, es una pesadilla sobre todo para los habitantes de Gaza. Pero en un discurso en una conferencia en Jerusalén dejó claro que se dirigía a su propia tribu. Lo desespera el discurso de odio en internet; también que políticos y rabinos importantes acepten la violencia y el lenguaje anti-árabe.  Dice:

“Yo no me pregunto si hemos olvidado la manera de ser judíos, me pregunto si hemos olvidado ser humanos”.

Los políticos israelíes hablan con frecuencia de lo especial que es el país, de que es “la única democracia en el medio oriente”, “la aldea en medio de la selva”. Con mucha menos frecuencia consideran los retos de la vida democrática dentro de Israel, de cosas como el surgimiento del discurso de odio, los ataques de los colonos contra los palestinos y sus propiedades en Cisjordania, los intentos del Knesset de limitar las actividades de organizaciones izquierdistas de derechos humanos y, sobre todo, el estado de desigualdad en que se encuentran los palestinos israelíes y la total falta de derechos civiles de los palestinos en Cisjordania. Una encuesta reciente indica que un tercio de los israelíes cree que a los ciudadanos árabes de Israel –cerca de dos millones de árabes que viven dentro del estado de Israel propiamente dicho- se les debería negar el derecho a votar.

Mentalidad de acoso y victimización

Hay muchas razones para esta atmósfera tan tensa: el mantenimiento de la ocupación, el recuerdo de los que han muerto o han sido heridos en guerras y ataques terroristas, el rechazo del liderazgo palestino a las ofertas de tierra por paz hechas por Ehud Barak en el 2000 y Ehud Olmert en el 2008, el caos de Libia, Siria, Irak y el Líbano, la inestabilidad de un vecino aliado como Jordania, la intensa rivalidad con Turquía y Catar, el enfrentamiento regional entre suníes y chiíes, el peligro que representan grupos que desconocen la existencia del estado de Israel, como Hezbollah en el Líbano, Hamas en Gaza y el Estado Islámico en otros lugares, el surgimiento de sentimientos anti-israelíes y anti-semitas en Europa y su persistencia en el mundo árabe, una sensación de distanciamiento con la administración Obama. Todos estos factores han empujado al país hacia una sensación de asedio que lo atemoriza. Los viejos voceros de la izquierda, el campo pro-paz, tienen muy poco que decir y pocos seguidores. Así que Netanyahu, defensor de un statu quo que beneficia a los colonos y al Likud, mantiene su dominio sobre la política nacional. Su visión estratégica parece limitarse al deseo de ir de sábado a sábado. Ha durado más como primer ministro que el resto de sus predecesores con excepción de David Ben Gurión.

Durante la guerra de Gaza el verano pasado a medida que la cuenta de muertos subía a 2.100 palestinos y 75 israelíes y los líderes del mundo expresaban indignación ante la desproporción de la reacción israelí a los cohetes de Gaza casi todas las demostraciones que hubo en el país respaldaban la guerra y se solidarizaban con las familias de los israelíes muertos así como con las Fuerzas de Defensa de Israel. Algunos jóvenes ideólogos, en ascenso dentro del Likud, denunciaban a Natanyahu por indeciso, flojo y renuente “a ir hasta el final”.

En esta atmósfera tan tensa expresar dudas sobre la proporcionalidad de la respuesta despertaba sospechas; divulgar pruebas de las consecuencias que tenía esa respuesta era aún más sospechoso. Las imágenes de la carnicería y destrucción de Gaza tan comunes en el resto del mundo eran raras en la televisión israelí y en la prensa convencional, como Yedioth Ahronoth; para ella lo importante eran los túneles, los cohetes y el respaldo a las fuerzas armadas de Israel. Cuando Yonit Levi, la presentadora principal de las noticias de la tarde en el Canal 2, hizo un reporte fáctico sobre los muertos y heridos de Gaza se creó un muro en Facebook en el que miles de personas exigieron que fuera retirada del aire y le enviaron mensajes de texto con amenazas tan graves que la policía tuvo que intervenir.

Entre tanto, grupos de derecha en las ciudades de Israel iban a las empresas y negocios donde había trabajadores palestinos a denunciar a estos y a sus empleadores. Varios palestinos en Jerusalén me dijeron que les daba miedo usar transporte público e ir a mercados y a galerías comerciales. Diana Buttu, abogada y antigua consultora de la Organización de Liberación Palestina, me dijo:

 “Esta es la experiencia más deshumanizante de mi vida. Todo lo que uno oye decir es que los palestinos no aprecian la vida humana, que tienen una cultura de martirio personal, que usan las mujeres y los niños como escudos humanos. La idea es que no es Israel el que hace esto sino que nosotros mismos nos lo hacemos”.

Asesinato de judíos, represalia contra palestinos

Una mañana de la guerra, sentado en un café del Barrio Alemán de Jerusalén leía el diario Haaretz para ponerme al día en las noticias antes de ir a una cita con Rivlin en la casa presidencial. Shin Bet, el servicio secreto israelí, todavía estaba buscando a los agentes de Hamas que habían secuestrado y asesinado a tres adolescentes israelíes en junio. Este crimen había indignado a toda la nación. Shin Bet tenía preso a un colono de 29 años, de nombre Ben-David, sospechoso del asesinato en represalia de un adolescente palestino. La policía había encontrado el cadáver del muchacho palestino en el Bosque de Jerusalén (N. del T.: Reserva natural en las afueras de la ciudad). Había sido asesinado a golpes y le habían prendido fuego al cuerpo. Ben-David, dueño de un negocio de gafas y residente en uno de los asentamientos judíos en Cisjordania, declaró que él y dos amigos se habían sentido tan ofendidos por el asesinato de los tres israelíes que el día de su funeral quisieron “atacar a algún árabe, destruir su propiedad, darle una golpiza a alguien, nada especifico”.

Ben-David y sus amigos andaban en automóvil y pararon en el camino a llenar unas botellas de gasolina. Le dijo a la policía:

“Estábamos exaltados y furiosos y decidimos quemar algo que perteneciera a los árabes”. Al principio buscaron un almacén árabe para prenderle fuego. “Luego nos pusimos de acuerdo en hacer algo más grande. Dijimos: tomaron tres de los nuestros, tomemos uno de los suyos. Y decidimos coger uno de ellos, secuestrarlo, darle una paliza y tirarlo por ahí”.

Los tres amigos fueron en su automóvil a un barrio árabe. Eran las tres de la mañana. Como era el mes de Ramadán muchos árabes estaban en la calle esperando la hora de la comida de la mañana. Vieron a un muchacho de 16 años, estudiante electricista de una escuela vocacional, caminando en una de las calles principales. Dos de los israelíes salieron del carro y le preguntaron cómo llegar a Jerusalén. El muchacho no sabía hablar bien el hebreo. Le cerraron el paso y lo empujaron dentro del carro. Uno de los israelíes empezó a ahorcarlos. Ben-David le gritó: “Mátalo”. Ben-David dijo a la policía:

“Empezó a gorgotear y después de un rato dejó de hacer resistencia”.

Condujeron hasta el Bosque de Jerusalén y Ben-David lo golpeó muchas veces en la cabeza con una barra. Finalmente lo sacaron arrastrado del carro al mismo tiempo que Ben-David continuaba golpeándolo y gritaba: “Esta es por Eyal, esta es por Neftalí…” (N. del T: nombres de los adolescentes israelíes asesinados). Luego le echaron gasolina y le prendieron fuego. Todavía estaba vivo, según se determinó en la autopsia.

Los tres israelíes se fueron a un parque cercano. Ben-David confesó a los investigadores que empezaron a sentir remordimiento: .

“Yo estaba en estado de choque. Somos judíos, tenemos sensibilidad. Hablamos de eso y… con toda sinceridad nos arrepentimos de haberlo hecho. Yo les dije: Nosotros no estamos hechos para esto; nos equivocamos; nosotros somos judíos compasivos, somos seres humanos. Y nos sentimos muy deprimidos”.

La pérdida de moderación en la actividad política

Estos sentimientos de rabia y resentimiento, dice Rivlin, ya no están limitados a la franja extrema. En los años ochenta un rabino de Brooklyn que dirigía en los Estados Unidos la Liga de Defensa Judía y en Israel el partido Kach, fue elegido miembro del Knesset. Su discurso era marcadamente xenofóbico y en 1988 el mismo Knesset abolió el partido Kach por racista y la gran mayoría de los medios lo vetaron. Hoy en día el partido mayoritario, el Likud, se ha movido tanto a la derecha que los hijos de sus fundadores - Benny Begin y Dan Meridor-, que se han opuesto al estado palestino pero defienden principios democráticos, perdieron sus posiciones directivas en las elecciones internas del 2012. Ahora dominan extremistas como Danny Danon, quien como viceministro de defensa consideró que la operación en Gaza había sido “poco convincente”.

Otro miembro de la legislatura por el Likud, Mashe Feiglin, se ha declarado “orgullosamente homofóbico” y se ha comprometido a construir el Templo Judío en la Roca del Templo y a “realizar nuestro destino en este territorio”. Avigdor Lieberman, el más poderoso de los aliados en la coalición de gobierno del primer ministro Netanyahu, ha pedido que se les tome un juramento de lealtad a los árabes israelíes. Por su parte Neftalí Bennett, líder del partido el Hogar Judío que está dominado por los colonos, propone la anexión al menos parcial de la Cisjordania. Con aparente satisfacción me dijo Bennett no hace mucho:

“Ha habido un cambio muy grande en Israel. Algo dramático sucedió con lo de Gaza. La gente entiende ahora que la idea de un estado palestino, de entregarle territorio a otra entidad árabe, no va a funcionar. Hace nueve años nos retiramos de Gaza y sacamos a todos los judíos que había allá. Gaza se volvió Hamastán a consecuencia de ello. Ahora es una fortaleza del terrorismo. Por mucho que nosotros querramos alejarnos, el terrorismo es una manera de seguirlo a uno”. Bennett confía en suceder a Netanyahu como primer ministro.

Elementos más explícitamente patrioteros y racistas operan ahora cerca del centro del espectro político israelí. Algunas de las figuras conocidas del mundo religioso usan abiertamente un discurso antidemocrático de supremacía judía. Como me dijo un amigo: “Fuerza y victimización combinadas”. Cuando un grupo de rabinos le dijeron a sus seguidores que no alquilaran propiedades a los árabes Rivilin dijo que eso era “otro clavo en el ataúd de la democracia en Israel”.

La violencia como arma política

Un rapero que se hace llamar la Sombra encabezó un grupo de fanáticos en un intento de disolver una manifestación pro paz en Tel Aviv. Uno de los grupos que lo acompañaron fue la Llama, una organización de extremistas religiosos que se han dado la misión de combatir la asimilación atacando, por ejemplo, las ceremonias de matrimonio entre musulmanes y judíos. Grupos similares patrullan los muros de Facebook en búsqueda de judíos israelíes que expresen ideas de izquierda y cuando los encuentran le escriben cartas a sus empleadores exigiendo que los despidan.

Assaf Sharon, un joven activista y académico de ideas liberales que estudió en la escuela religiosa de un asentamiento sionista me dijo que hace algunos años había participado en la organización de una protesta contra el ataque que perpetraron unos colonos contra unos palestinos cerca de Jerusalén. Tan pronto como empezaron la pequeña manifestación les cayó encima un grupo de jóvenes matones derechistas. Me contó:

“Nosotros éramos 30, ellos eran 70 y venían armados de cadenas, cuchillos y garrotes. Yo quedé con la nariz rota. Otros quedaron con las costillas quebradas. La policía estaba presente pero no hubo investigación alguna. Ahora los mismos tipos están presentes en Tel Aviv y Haifa. Son muy agresivos, matones excitables, obsesionados con todo lo anti-árabe. Su eslogan es: un judío es un alma bendita, un árabe es un hijo de puta”.

Cuando Rivlin era presidente del Knesset trató muchas veces de atajar leyes que le parecían discriminatorias o antidemocráticas, incluyendo una designada para prevenir el boicot de instituciones o productos comerciales israelíes. Escribió entonces en Haaretz:

“Ay del estado judío democrático que quiera convertir la libertad de expresión en una infracción civil”. Esa ley “intenta lanzarnos a una era en que amordazar a la gente se convierta en una práctica legal aceptable”.

Como jefe del parlamento tuvo que defender el derecho de los parlamentarios árabes que habían sido silenciados a gritos o amenazados con expulsión. Cuando Haneen Zoabi, una mujer árabe miembro del parlamento, fue acusada en el Knesset de traición por su participación en la flotilla turca que hizo una protesta contra el bloqueo israelí de Gaza Rivlin exigió que a ella y a sus aliados se les diera la oportunidad de hablar “aunque me hiera lo que digan”.

Rivlin denunció el año pasado a los hinchas de Beitar Jerusalem, el equipo de futbol de los derechistas de la ciudad, cuando protestaron porque el equipo había contratado a dos jugadores musulmanes de Chechenia y desfilaron con pancartas que decían: “Beitar puro por siempre”. Rivlin, simpatizante de Beitar, dijo en ese momento:

“Imagínense la gritaría que se armaría si grupos alemanes o ingleses dijeran que los judíos no pueden jugar en sus equipos”.

El legado civilizador del presidente

Si un judío de izquierda dijera las cosas que dice Rivlin sería acusado de odiarse a sí mismo. Si un no judío las dijera seria acusado de antisemita. Pero a Rivlin no se le puede criticar tan fácilmente pues sus credenciales conservadores son sólidas.

Avishai Margalit, filósofo liberal y fundador de Paz Ahora, me dijo:

“Rivlin se puede convertir en el presidente más importante de la historia de Israel. Él es un derechista convencido que al mismo tiempo rehúsa ser racista. Él va más allá de ser tolerante, él siente un respeto sincero por los árabes, lo que es raro en muchos sectores sociales. Por supuesto que como dice el refrán ruso, la influencia personal nunca actúa en línea directa sino que se mueve como el caballo del ajedrez: dos pasos adelante y uno hacia el lado. Por ello tendremos que esperar algún tiempo para saber qué efecto real logra tener”.

Traducción, adaptación y subtítulos de Luis Mejía
23 de noviembre del 2014
Publicado en blogluismejia.blogspot.com

5 comments:

  1. Avi Shlaim on Israel’s New Historians, Hamas, and the BDS Movement

    http://www.jadaliyya.com/Details/34642/Quick-Thoughts-Avi-Shlaim-on-Israel%E2%80%99s-New-Historians,-Hamas,-and-the-BDS-Movement

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  2. Historian Benny Morris says:

    "Something like a cage has to be built for them [the Palestinians]. I know that sounds terrible. It is really cruel. But there is no choice. There is a wild animal there that has to be locked up in one way or another."

    http://www.webcitation.org/5pvy2Rvfw?url=http://www.counterpunch.org/shavit01162004.html

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  3. "While the Universal Declaration for Human Rights says that all people are “born free and equal in dignity and rights,” the Israeli nation state continues to restrict freedom and undermine equality for Palestinian citizens of Israel as well as those in the West Bank and Gaza." Marc Lamont Hill, academic, author, activist, Professor of Media Studies and Urban Education at Temple University in Philadelphia, Pennsylvania

    http://www.jadaliyya.com/Details/38202/Marc-Lamont-Hill-Speech-at-United-Nations-International-Day-of-Solidarity-with-Palestine

    Last week, CNN parted ways with contributor Marc Lamont Hill after a speech the Temple University professor made on Israel and Palestine sparked outrage, and now it appears the school’s chairman wishes they could follow suit.

    https://thegrio.com/2018/12/04/marc-lamont-hill-israel-temple-university/

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  4. Jared Kushner's Plan for Palestine Is Even Crazier Than You Thought... Kushner's 'economic peace' plan repeatedly claims that occupied Palestine can model itself after Singapore, South Korea, Japan, and Taiwan. That's certainly ambitious – but also ignorant, absurd and even dangerous

    https://www.haaretz.com/middle-east-news/.premium-jared-kushner-s-plan-for-palestine-is-even-crazier-than-you-thought-1.7435303

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  5. King-Crane Commission Report (1919)

    A report prepared by a commission led by two Americans, Henry King and Charles Crane, that was completed on 28 August 1919 and published in 1922. King and Crane were tasked by US President Woodrow Wilson to examine the situation in the former Ottoman territories in the Near East, including the various populations in the region and their positions, in order to guide American policy following the conclusion of World War I.

    https://ecf.org.il/issues/issue/1367

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