El columnista que bajo el pseudónimo de Bello escribe
para The Economist ha publicado un artículo sobre los monumentos de la memoria
en América Latina. Lo traduzco a continuación junto con algunos de los
comentarios de sus lectores.
Los monumentos de las “guerras sucias” no deberían
usarse para reescribir el pasado.
Es mediodía y
en el Museo de la Memoria de Santiago
de Chile hay unos pocos visitantes. Miran las exhibiciones en silencio.
Películas de imagen granulada muestran los jets Hawker que bombardean el
palacio de La Moneda durante el golpe del 11 de septiembre de 1973 del general
Augusto Pinochet contra Salvador Allende, un socialista que había sido elegido
presidente. Un mapa de Chile identifica con luces intermitentes los 1.132
centros de detención establecidos después del golpe. En testimonios videograbados
las víctimas describen impasibles las torturas y la violencia sexual a que
fueron sometidas. Conmueven las cartas de los hijos a los padres presos y de
estos a sus familias, ignorantes de que están próximos a ser ejecutados.
Ningún
demócrata pasará indiferente por este
museo. Abierto en el 2010 por iniciativa de Michelle Bachelet, entonces como
ahora presidente de Chile, tiene la misión de recordar las víctimas de la
dictadura de Pinochet y mantener viva la memoria de los sufrimientos infligidos
a Chile, dice la directora encargada María José Bunster.
Es uno de los
varios “museos de la memoria” que han surgido en América del Sur. En la
Argentina el gobierno de Cristina Fernández de Kirshner ha inaugurado el Espacio para la Memoria y para la Promoción
y Defensa de los Derechos Humanos en instalaciones donde antes funcionó la
Escuela de Mecánica de la Armada, que fue el peor de los centros de tortura
durante la dictadura de 1976 a 1983.
En Perú y en Colombia nuevos museos se
enfrentan a las complejidades de hacer memoria de conflictos que todavía están
vivos.
No hay duda
sobre la importancia de recordar los crímenes del pasado. Pero hay peligros en
la moda intelectual de la región de hacer “memoria histórica”. La memoria es de
por sí selectiva y subjetiva. No puede substituir a la historia, como dijo el
historiador europeo Tony Judt, muerto en el 2010. La historia de la violencia
política en América Latina es más complicada que lo que presentan museos y
monumentos.
En la rivera
del Río de la Plata se encuentra el Parque de la Memoria, otro monumento en
honor de las víctimas de la junta militar argentina. Hay dentro un muro
zigzagueante de piedra gris en el que, en imitación del monumento a los
veteranos de Vietnam en Washington, están inscritos los nombres de “30.000
víctimas del terrorismo de estado”. Pero la mayoría de las placas están vacías.
La memoria, representada por grupos de derechos humanos, repite el número de
30.000 víctimas. La historia, representada por una comisión independiente,
apenas pudo identificar 8.960.
El museo dice
que murieron “luchando por ideales de justicia y equidad”. Pero no por la
democracia o los derechos humanos en muchos casos. La verdad histórica, callada
por la “memoria”, es que la guerra fría en América Latina enfrentó a dos partes
igualmente autoritarias. El golpe de 1976 en la Argentina fue ocasionado en
parte por la violencia de los Montoneros, un grupo guerrillero de izquierda
nacionalista del que fueron parte varios funcionarios del gobierno de la señora
Fernández.
La memoria
histórica también puede ser incompleta en Chile. El museo de Santiago no trata
de imponer una interpretación de la historia sino de narrar los hechos, le dijo
la señora Bachelet a este corresponsal en julio pasado. Sin embargo, la única
indicación de que el gobierno de Allende había contribuido al rompimiento de la
democracia y al “debilitamiento de muchos puntos de consenso” con su intento de
imponer un programa marxista se encuentra
en una cita de la Comisión Nacional de la Verdad y la Reconciliación de 1991
que aparece en una pared escondida cerca de los baños. Allende será recordado esta semana en el
aniversario del golpe como un héroe sacrificado por la democracia, sin
mencionar sus errores. De hecho, Zhou Enlai, líder de la China entonces, le
dijo que estaba yendo demasiado rápido hacia el comunismo.
Nada de esto minimiza
la barbarie imperdonable de Pinochet o de la junta argentina que mataron y
torturaron miles de civiles inocentes en una escala inmensamente
desproporcionada con respecto a la violencia de izquierda. Pero vale la pena
poner de presente que si bien la derecha
obtuvo una victoria sangrienta en la guerra fría, la izquierda ha ganado la
paz. Y está muy ocupada reescribiendo la historia.
La señora
Fernández ha establecido un InstitutoNacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano, entidad
oficial dedicada a enseñar historia “anticolonial”. La mayoría de los jóvenes
uruguayos creen equivocadamente que la guerrilla urbana de los Tupamaros -cuyos
sobrevivientes están en el poder hoy en día- lucharon contra una dictadura
militar, no que ayudaron a tumbar una democracia civil incluyente, dice Julio
María Sanguinetti, el presidente que la combatió.
Esta manera de
reescribir la historia tiene una consecuencia práctica. La región está pronta a
condenar cualquier situación que pueda oler a golpe de estado pero es
acomodadiza cuando se trata de abusos de poder y violaciones de derechos
humanos cometidos por gobiernos de izquierda que invocan “el anti-imperialismo”
y “el pueblo”, banderas de un pasado que es recordado y comprendido solo
parcialmente.
Por
considerarlos de interés reproduzco y resumo algunos de los comentarios hechos
por los lectores de este artículo en la página web de la revista:
1. Parece que The
Economist cree que no sabemos lo que pasó en Chile: las torturas, los
asesinatos, los presos políticos, los exilados –muchos de ellos residentes en
Estados Unidos-, la intervención de Nixon/Kissinger y la CIA. El dictador
chileno Pinochet y miembros de su familia usaron nueve bancos estadounidenses
para ocultar US$21’000.000… Si The Economist cree que no sabemos la historia de
esa dictadura criminal, ¿quién está reescribiendo el pasado?
2. ¿Sabe usted de
algún monumento que no “reescriba la historia”? Cuando los belgas cuentan la
historia del Congo en sus museos, ¿le dan un cubrimiento completo a la
brutalidad de lo que hizo el rey Leopoldo, que prefiguró lo de Hitler? ¿Los
critican ustedes? Cuando ustedes abochornen a los australianos por lo que
hicieron con el pueblo aborigen de Tasmania les prestaré atención.
3. Aunque el
régimen de Pinochet cometió atrocidades terribles, yo no tengo ninguna duda de
que Chile hubiera terminado donde está Venezuela si Allende hubiera podido
hacer lo que quería. En cambio, en el 2014 Chile es la nación más avanzada de
la región.
a. Y usted se acercará a las familias que todavía guardan
luto por los suyos y les dirá: “Todo fue para mejor. Alegraos en la tortura y
asesinato de vuestros seres queridos”.
b. La pregunta que podemos hacernos es: ¿hubiera sido
posible poner en práctica las reformas neoliberales dentro de un régimen
democrático? No. Uno no puede separar el “milagro económico” chileno de los
medios que lo hicieron posible. Era necesario eliminar cualquier resistencia.
El éxito de las reformas solo se puede explicar porque no era posible oponerse
a ellas. De manera que si Chile es “la nación más avanzada de la región” –afirmación
con la que estoy en total desacuerdo- es precisamente por esos 17 años de
terror y miedo.
4. The Economist tiene la razón en decir que la historia
es compleja, pero no le presta ningún servicio a esta complejidad substituyendo
la versión parcial izquierdista de la historia con otra igualmente parcial y
simplificada. En el caso de Uruguay, por ejemplo, uno puede llevarse la
impresión de que era una democracia incluyente atacada por una guerrilla
izquierdista radical y violenta. ¿Cómo se explica entonces que el golpe del 73
fuera hecho por el partido Colorado de Bordaberry, el mismo partido de Julio
María Sanguinetti citado por el articulista? Es posible que la democracia
uruguaya no fuera tan incluyente como lo dice el artículo ya que grandes
sectores de los partidos de la elite (Blancos y Colorados) prefirieron una
dictadura militar a un gobierno de izquierda. Y nadie lo sabe mejor que
Sanguinetti, quien renunció como ministro de Bordaberry seis meses antes del
golpe, precisamente por las tendencias antidemocráticas de este.
5. La referencia del articulista a la situación de
Uruguay es sesgada. Una democracia civil no hubiera empleado a Dan Mitrione
para que le enseñara a los órganos de seguridad métodos extremos de
interrogación.
6. El artículo pone o trata de poner al mismo nivel dos
fenómenos diferentes, que tienen consecuencias éticas diferentes. Museos como
los que menciona tienen el propósito de recordar –y recordarnos- a un nivel
cognitivo y emocional las atrocidades cometidas por las dictaduras, con la
esperanza de que al crear una memoria colectiva de lo que pasó nuestras
sociedades sean capaces de prevenir la repetición de esos episodios. Como lo
dice el artículo, estos son lugares para la memoria, no para la historia. Uno
no espera que los museos del Holocausto en Alemania e Israel sean lugares donde
se recrea todo el proceso político que sirvió a los Nazis para llegar al poder.
Son más bien lugares para recordar a las víctimas y compartir emocionalmente la pesadilla que
vivieron. Lo mismo sucedería si hubiera –y hace tiempos que falta- un museo que
mostrara el terror y el horror que sirvieron de base al Imperio Británico.
La historia, de
otra parte, es materia de libros e instituciones educativas. Y en este sentido
los intelectuales y políticos de inclinación izquierdista en América Latina son
más moderados y hábiles que lo que reconoce el articulista. En Chile, por
ejemplo, Allende es recordado y celebrado como un demócrata con ideas
socialistas, decidido a lograr la justicia social por medios electorales. Nunca
usó la fuerza para imponer sus ideales y pagó con su vida por respetar ese
principio. Cualquier político de izquierda reconocerá que Allende cometió
grandes errores políticos y económicos en el poder.
La izquierda,
al menos en Chile, no está “reescribiendo la historia” como dice el
articulista. Personal y colectivamente sufrieron las consecuencias de un clima
político del que fueron al menos parcialmente responsables y han aprendido la
lección: saben de lo que son capaces la derecha y los grandes imperios cuando
se les ataca de frente. La izquierda
aprendió una gran lección de historia, en parte a través del asesinato de
amigos y parientes, en parte por la tortura o el exilio, y ahora son demócratas
convencidos aunque tienen presentes los errores que llevaron a la ruptura de la
tradición democrática del país. Uno no puede decir lo mismo de muchos
derechistas.
Consagrar un
lugar a la memoria y decir claramente quiénes fueron las víctimas y quiénes los
criminales no es reescribir la historia. Es comprometerse a que no se repita el
pasado. Es recordar el sufrimiento y aprender de él.
7. El articulista dice que la verdad histórica silenciada
por la “memoria” es que la guerra fría en América Latina se libró entre dos
partes igualmente autoritarias. ¿De qué parte del mundo estará hablando? ¿Qué
libro ha leído? ¿Cuánta gente hizo “desaparecer” Allende? ¿Qué había de
autoritarismo en Arbenz o Allende?
Allende viró
fuerte a la izquierda pero para eso fue elegido y nunca subvirtió el sistema
democrático. Cuando el legislativo le negó poderes de emergencia en agosto de
1973 rehusó la petición de sus seguidores de desbandar el congreso. Cuando la
UP fue derrotada en elecciones locales él aceptó la derrota.
Siempre hubo
una manera fácil de salir de Allende: derrotarlo en elecciones.
La única razón
por la cual la derecha chilena y la Casa Blanca respaldaron el golpe de estado
fue la popularidad del gobierno de Allende evidenciaao en las elecciones de
principios de 1973. No se trata aquí de decidir si Allende fue bueno o malo.
Eso es tema de otra discusión. De lo que se trata es de demostrar que no tiene
fundamento alguno la afirmación de que Allende fue tan autoritario como lo que
vino después.
En los últimos
días del gobierno de Perón en la Argentina ciertamente hubo actos terroristas
de la izquierda pero esto no fue parte de una estrategia del gobierno. ¿Cómo
puede el articulista comparar eso con lo que la junta le hizo a su propio
pueblo? Aceptemos por vía de discusión que el número de víctimas está más cerca
de 8.000 que de 30.000. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Que no fue gran cosa? ¿Que
se está haciendo tempestad en un vaso de agua? ¿Qué gobierno izquierdista de
América Latina ha asesinado a 8.000 de sus propios ciudadanos?
El articulista
podría desarrollar el argumento de que ideológicamente ambos lados eran rígidos
y polarizados por igual, pero eso no es lo que hace en el artículo. Lo que
parece estar diciendo es que ambos lados cometieron actos igualmente
condenables.
Para ser
sincero este artículo me recuerda esas apologías bobas que aparecen de vez en
cuando para tratar de justiciar el respaldo que los Estados Unidos dieron a los
regímenes brutales de América Central en la década de 1980. Esos escritos, en
los que se dice que ambos bandos cometieron de alguna manera atrocidades iguales,
son los que tratan de reescribir la historia.
8.
La historia se
escribe y reescribe todo el tiempo. Es
más fácil en América Latina donde hay tan mala documentación –y memoria-.
Allende ganó las elecciones con el 30% de los votos y quería cambiar el país a
su antojo aunque hasta sus consejeros políticos locales y extranjeros le
recomendaron no hacerlo, pero no les hizo caso. Todo el mundo sabe lo que pasa
cuando una dictadura izquierdista llega al poder: por ejemplo Cuba en los
últimos 50 años, Venezuela en los últimos 15, Chile en la época de Allende.
Chile ha sido afortunada y le ha ido mejor que al resto de América Latina
principalmente por las medidas políticas y económicas que se tomaron después de
que Allende fue reemplazado. Irónico, ¿no les parece?
a. Ah, sí! Las familias que perdieron seres queridos bajo
Pinochet viven muchísimo mejor porque sin ellos el mundo fue mejor.
b. No debe olvidarse que Allende fue elegido
constitucionalmente. Tampoco debe olvidarse que a consecuencia de las reformas neoliberales
impuestas por Pinochet Chile es una de las sociedades más desiguales del mundo.
9. ¿Para qué todo este recordar ahora? Todo esto es
historia, historia de la mala. Chile vive en paz ahora. Los periodistas y los
medios deberían ir a Ucrania, Israel, Palestina, la antigua Yugoeslavia, Cuba,
Venezuela, donde hay problemas de verdad. Vayan ahora y no dentro de 30 años.
Traducción de Luis Mejía – 22
de septiembre del 2014
Publicado en
blogluismejia.blogspot.com
Información importante sobre procesos de decision de la junta militar argentina:
ReplyDeletehttps://es-us.noticias.yahoo.com/argentina-entrega-cidh-copia-actas-junta-golpista-035809986.html
Colección de actas de deliberaciones de la junta militar argentina:
http://archivosabiertos.com/
Este es un ejemplo de transparencia para las fuerzas armadas de todas las Américas.
Memory of armed misdeeds is so important:
ReplyDeleteExperts Follow Sole Survivor To Deserted Massacre Site In Peru's Andes
http://www.huffingtonpost.com/2014/09/19/peru-massacre-photos_n_5850908.html?cps=gravity
Museo Memorial de la Resistencia Dominicana.
ReplyDeletehttp://museodelaresistencia.org/
Museo de la Memoria – Montevideo, Uruguay
ReplyDeletehttp://mume.montevideo.gub.uy/
Museo de la Palabra y la Imagen – San Salvador, El Salvador
http://museo.com.sv/es/
Casa de la Memoria Kaji Tulam – Guatemala, Guatemala
http://www.kint.com/2014/02/09/kaji-tulam-la-casa-museo-con-la-memoria-historica-de-guatemala/
Museo de la Memoria (Yalpana Wasi – Wiñay Yalpanapa o Casa de la Memoria Para Recordar Eternamente) – Huancayo, Perú
http://museoarteporlasmemorias.pe/
Museo de la Memoria “Para que no se repita”- Ayacucho, Perú
http://anfasep.org.pe/index.php?option=com_k2&view=item&id=37:museo-de-la-memoria
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos – Córdoba, Argentina
http://www.museodelamemoria.cl/agreden-memorial-en-cordoba/
El Museo de la Memoria – Rosario, Argentina
http://www.museodelamemoria.gob.ar/index.php
Museo Casa de la Memoria – Medellín, Colombia
http://www.museocasadelamemoria.org/site/
http://www.dezeen.com/2010/10/23/museo-casa-de-la-memoria/
Lugar de la Memoria – Lima, Perú
http://es.wikipedia.org/wiki/Lugar_de_la_Memoria_del_Per%C3%BA
Descripción de 11 museos de la memoria:
ReplyDeletehttp://www.semana.com/cultura/articulo/museos-de-la-memoria-en-el-mundo/516618
¿Memoria de las víctimas o memoria de las luchas? Entre los museos de la memoria y el recuerdo nostálgico de las luchas pasadas, la izquierda tiene la necesidad y la obligación de reactivarse.
ReplyDeletehttp://nuso.org/revista/280/el-nuevo-evangelismo-politico/
¿Cuál memoria histórica?
ReplyDeletePor: Hernando Gómez Buendía
https://www.elespectador.com/opinion/cual-memoria-historica-columna-890316