El Sacramento
Del Matrimonio Es Y No Es Un Contrato
El sacramento de matrimonio, en
cambio, es una concepción eminentemente católica y de invención relativamente
reciente. Durante largos periodos de la historia europea la vida social, las
instituciones políticas, la administración de justicia, el comercio
inter-regional, estuvieron sujetos a los vaivenes de las invasiones bárbaras y las guerras
permanentes entre príncipes cristianos que muchas veces no pasaban de ser
poderosos salteadores de caminos. La iglesia latina era en muchos lugares la
única institución estable y con arraigo popular. Ello le daba un poder
reconocido y aceptado sobre algunos aspectos de la vida social.
Los vínculos de parentesco, por ejemplo. En la práctica había leyes de los pueblos nativos europeos, leyes de los pueblos bárbaros, leyes de las iglesias regionales.
Los vínculos de parentesco, por ejemplo. En la práctica había leyes de los pueblos nativos europeos, leyes de los pueblos bárbaros, leyes de las iglesias regionales.
Corpus Iuris
Civilis
Poco a poco, bajo la influencia de
la curia romana, se fue imponiendo la legislación heredada del imperio romano,
con adaptaciones propias como la indisolubilidad, las causales de nulidad y la
competencia judicial de la misma curia romana para interpretar la norma y
decidir conflictos. Esta jurisdicción eclesiástica sobre el matrimonio era
importante para las elites. Las familias poderosas tenían interés en mantener
claras líneas de sucesión, solemnizar sus contratos matrimoniales y disponer de
un árbitro reconocido en sus disputas internas; en ello les iba la legitimad de
sus aspiraciones dinásticas. Similarmente, a las familias ricas y los burgueses
les convenía un sistema de adjudicación inter-generacional de nombres y
propiedades. En asuntos de familia en el mundo cristiano de occidente la
iglesia de Roma era la autoridad y el matrimonio un contrato solemnizado en el
templo.
Concilio
tridentino
Hasta la reforma protestante la idea
de los sacramentos era materia de especulación teológica y tradición, más
sólidas en unos casos que en otros. En respuesta a las dudas expresadas por los
teólogos protestantes el Concilio de Trento (1545-1563) definió los sacramentos
como dogma, esto es como misterios de la fe instituidos por Jesucristo mismo,
necesarios para la salvación del alma, que confieren la gracia para vivirlos y
que deben administrarse conforme a los ritos aprobados por la iglesia. El
matrimonio específicamente, dijo el Concilio, no fue inventado por el hombre,
es monogámico, indisoluble, no es válido entre parientes dentro de ciertos
grados de consanguinidad o afinidad, la iglesia tiene potestad para permitirlo
en ciertos casos prohibidos y disolverlo en los casos que ella misma defina y
solo los jueces eclesiásticos tienen competencia para conocer de las causas
matrimoniales.
Catequesis del
sacramento
El catecismo de la iglesia católica
aprobado por el papa Juan Pablo II en 1997 dice que el matrimonio es una "alianza […], por la que el varón y la
mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma
índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la
prole […]".
El llamado catecismo holandés,
publicado en 1966 y hoy oficialmente desautorizado, dice más bellamente: “…la
forma del sacramento no es la fórmula jurídica por la que se contrae, ni
tampoco la liturgia nupcial en su conjunto, sino la voluntad de pertenecerse
mutuamente en el amor y la fidelidad, libremente consentida, hasta la muerte.
Todo el amor, delicadeza, ayuda y consejo que se dan mutuamente los esposos es
fuente de la gracia, de la presencia de Jesús y de su Espíritu. Tal es el
matrimonio que se contrae delante de Dios”.
Efectos
contractuales del sacramento
Pero la iglesia católica no solo
define el matrimonio como un sacramento sino que continúa reclamando para si la
potestad para pronunciarse sobre la validez del vinculo y, en consecuencia,
sobre los derechos y obligaciones de los casados, la legitimidad de la descendencia y
eventualmente la disposición de los bienes adquiridos por la pareja, que son,
como hemos visto, aspectos propios de un contrato de matrimonio.
El duelo de las
dos espadas
Yo no veo que con respecto al
matrimonio la jerarquía eclesiástica haga una clara distinción entre su
potestad sacramental y su potestad contractual; la primera es materia de su
exclusiva incumbencia y la segunda la pone en competencia con la autoridad del
estado. Por eso en los países donde predomina o tiene influencia el catolicismo
como religión del pueblo tanto el legislador civil como el creyente cristiano son
parte de un conflicto de poderes muy antiguo. Casi desde el nacimiento del
cristianismo ha habido un forcejeo entre el poder religioso de la jerarquía
eclesiástica y el poder temporal ejercido por las autoridades civiles. Las
soluciones a ese conflicto han sido siempre temporales: Cesaropapismo,
predominio del papa en general y de los obispos en sus territorios, acumulación
de poderes religiosos y civiles en los jerarcas de la iglesia, querella de
investiduras, coexistencia, régimen de concordatos, separación de iglesia y
estado; en el caso del matrimonio algunos legisladores han dado efecto
contractual a la ceremonia religiosa, otros reconocen solo el contrato
celebrado conforme a la legislación civil.
Si el papel de la iglesia es salvar
almas y el del estado es crear condiciones mínimas para la convivencia social
es obvio que sus esferas legislativas son diferentes, como lo es su capacidad
de hacerse obedecer: la iglesia crea las reglas que sus fieles deben obedecer
en conciencia para ganar la vida eterna y el estado las que puede imponer
coercitivamente en sus ciudadanos. Como ha sucedido con frecuencia en la
historia de la humanidad es posible que los jerarcas religiosos en su afán de
salvar almas que no quieren ser salvadas y los gobernantes civiles en su afán
de moldear la sociedad al tamaño de su ignorancia, prejuicios, intereses
personales y de clase, expidan normas que ni los fieles de la iglesia ni los
súbditos del estado van a cumplir y la vida social seguirá su curso sin mayores
traumatismos. Y también es posible que contra toda previsión el legislador haga
leyes sabias y justas que redunden en progreso y bienestar.
Adelphopoiesis o unión de dos hombres
Instrucciones litúrgicas y oraciones para
solemnizar ante el altar la unión de dos hombres y poesías de amor de un hombre
a otro, por ejemplo de jerarcas eclesiásticos a sus discípulos favoritos, se
encuentran en manuscritos medievales de la iglesia latina y de la iglesia
oriental.
John Boswell, un académico católico estadounidense,
filólogo, medievalista, profesor de historia de la Universidad de
Yale, traductor y analista crítico de muchos de estos textos, se basó en ellos
para sustentar la tesis de que hasta fines del siglo XIII la iglesia cristiana
fue indiferente al género de los que casaba y aceptó con tolerancia las
relaciones íntimas de personas del mismo sexo.
El trabajo del profesor Boswell, considerado
convincente por muchos, ha sido criticado por algunos de sus colegas en cuya opinión
los textos no tenían el propósito de sacralizar un vínculo sexual sino el
de solemnizar una unión íntima pero
espiritual, como la hermandad de sangre, el parentesco ficticio, las amistades románticas
u otro tipo de compromiso de afecto y ayuda mutua sin consecuencias carnales.
De la misma manera, los poemas de amor no son más que expresiones de un amor platónico
e incorpóreo entre dos personas. Últimamente, dicen algunos de sus detractores,
no se puede leer mucho en esos textos pues no tenemos manera de saber el
sentido exacto con que se usaban las palabras en esos tiempos y, de contera,
los ejemplos supervivientes son pocos y espaciados de manera que de ellos no es
posible deducir patrones de conducta regulares o prevalecientes en momento
alguno.
Las críticas a la obra de Boswell parecen
razonables. Es cierto que mucha gente tiende a interpretar los textos antiguos,
especialmente sus traducciones a idiomas contemporáneos, como si hubieran sido
escritos pensando en el sentido con que usamos las palabras hoy en día. Por eso,
hipotéticamente alguien puede preguntarse si las palabras que hoy evocan deseo
y concupiscencia implicaban ya una autorización a copular o un deseo por el
cuerpo amado cuando se usaban en los ritos de matrimonio entre hombre y mujer y
en los poemas de amor a la mujer; las mismas dudas se pueden extender a los
ritos de unión y a los poemas de amor entre hombres que repitan el mismo
lenguaje y sentimientos.
La crítica basada en la escasez de materiales históricos
sobre el tema, o sobre cualquier otro, es válida. La supervivencia de textos medievales
es resultado del azar, no de un sistema planeado de conservar archivos y
bibliotecas. Las guerras, las rebeliones campesinas y artesanales, las
rivalidades violentas entre las elites locales, la destrucción selectiva de
archivos por orden de la autoridad, los efectos destructivos
de los elementos, se combinaron para conservar el registro de algunas cosas,
destruir el de otras y sobre-documentar el de unas terceras sin que ello
guardara proporción con su predominancia en un momento u otro.
Otros críticos dicen que la tesis de
tolerancia que sostiene Boswell no se sostiene ante la abundante evidencia de
rechazo y condena que se encuentra en testimonios documentales de la época. Ni las
ceremonias a que él se refiere, ni los poemas eróticos que él ha traducido, ni
la vida de amor libre y sexo fluido que llevaron algunos de sus jerarcas y
algunas de sus sectas cambia la realidad de una iglesia intolerante de las
diferencias humanas y de las opciones de conciencia del individuo.
El poeta da
cátedra en técnica legislativa
Al final, tanto el legislador civil
como el legislador religioso al querer regular
las relaciones de familia y matrimonio enfrentan el mismo dilema que el
rey en El Principito:
“Si yo [dijo el rey] le diera a un general la orden de volar de
flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse
en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la
culpa, mía o de él?
“La culpa sería de usted, le dijo el principito con
firmeza.
“Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno lo que
cada uno puede dar, continuó el rey…”
Luis Mejía – 4 de julio del 2013
Publicado en blogluismejia.blogspot.com
Amigos: El texto que copio a continuación ha sido publicado en varios lugares de internet y circulado por correo electrónico. Lo tomo de un blog llamado Religión en Libertad http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=29376
ReplyDeleteEl autor se identifica a sí mismo (y ello es repetido con entusiasmo por todos sus simpatizantes) como capellán del Real Club Celta de Vigo. Hice una búsqueda en Google anticipando que se trataría de un prestigioso “tanque de pensamiento”, un centro de estudios teológicos, un tertuliadero de intelectuales católicos o una comunidad de cristianos dedicados a servir a sus semejantes en la fe y la caridad. Lamento informar a mis lectores que es solo un equipo de futbol de Galicia, España.
Dos leonas no hacen pareja… Una reflexión sobre el gaymonio
Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana.
Por supuesto no es un invento de la Iglesia. Muchos siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Después ellos se divertían con efebos, que para eso estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos.
La palabra matrimonio procede de dos palabras latinas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano.
Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una compraventa, sino una donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una enfiteusis, sino un arriendo vulgar.
Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana a la que está hecha de peras.
Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante.
No sé lo que harán los parlamentarios a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votarán por razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves. Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho? La sociedad se quiebra. Huele a podrido.
Padre José Carlos Areán
Capellán del Club Real Celta de Vigo.
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ReplyDeleteAmigos: Susana es una universitaria cuyo abuelo –con orgullo que entiendo pues soy tío de dos generaciones de sobrinos sin pares- describe como “nuestra despierta, engreída, inquieta y adorada nieta, con más futuro que pasado ya que solo ronda los 20 años”.
ReplyDeleteSu respuesta a la opinión del padre Areán, capellán del equipo de futbol Celta de Vigo, sobre le matrimonio entre personas del mismo sexo hace énfasis en la interpretación natural de la formación de parejas y en la perspectiva histórica del cambio en los asuntos humanos. Dice ella:
Qué tristeza que la gente promueva este tipo de pensamiento, que se reenvíe este tipo de emails. En una sociedad "desarrollada", en la que se supone vivimos hoy en día, solo ideas conservadoras (por no decir retrógradas) como esta previenen el avance social-intelectual.
Para mí no es una cuestión de estar a favor o en contra del matrimonio homosexual. Para mí es un debate de poder. Es cierto, no fue la iglesia cristiana la que se inventó el concepto de "pareja", es verdad que la selección natural ha obligado a las especies a formar este tipo de vínculos por cuestiones de supervivencia. Pero la ignorancia es atrevida... ¿Cómo es posible decir que el matrimonio entre una hembra y un macho son cosas de la naturaleza? Gran parte de las especies animales ni si quiera permanecen en una misma pareja, sus relaciones "afectivas" son de comunidad, andan en enjambres, en manadas, en rebaños, etc. El apareamiento es mera cuestión de supervivencia. Me pregunto ahora: ¿qué argumento vendría a dar la iglesia en caso de querer legalizar la poligamia?
Y sin ser este un argumento suficiente, don Areán debería también informarse de los distintos casos de relaciones homosexuales entre animales. Bisontes, lagartijas, jirafas (entre muchos otros) han evidenciado casos de vínculos entre el mismo sexo.
Además, ¿nadie le ha cuestionado su definición de matrimonio? "El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano". Pero antes dice haciendo referencia al derecho Romano: "La esposa era para tener hijos". ¿A nadie más que a mí le parece esta una afirmación absolutamente machista? ¿Cómo es posible que hoy, en el siglo XXI, se siga concibiendo el papel de la mujer en la sociedad como uno meramente reproductivo?
Continúa el comentario de Susana:
ReplyDeleteSi el señor viene a defender la NATURALEZA humana, debería saber que está en lo natural entablar vínculos afectivos. Esto no tiene nada que ver con el género (que es diferente al sexo biológico, cabe aclarar).
El matrimonio es solo una institución, una formalización para contentar a la sociedad. Sin embargo, para mí una unión de una pareja va más allá de la definición que da el señor Capellán. Dos personas se unen para compartir, amarse, cuidarse (mutuamente -no uno a la otra-).
El tema de la descendencia es una cuestión diferente. No me quiero ni imaginar que dirá este señor con respecto a la adopción por parte de parejas homosexuales.
Es una lástima que personalidades como esta, o como el procurador para hacer referencia a un caso local, tengan el poder de llegar a las masas. No sobra detenernos un momento a pensar quienes son estos personajes. ¿Hombres? ¿Blancos? ¿De clase alta? (además de vulgares). Y se repite la historia: el hombre rico blanco queriendo mantener en sus manos el poder.
Seguramente habrán dicho lo mismo hace 50 años cuando no se le permitía a los afroamericanos casarse, seguramente habrían dicho lo mismo cuando a las mujeres no se les permitía votar: que los negros no son humanos o que las mujeres no tienen las capacidades intelectuales. QUE PENA!
Hay una composición fotográfica doble que me gusta mucho. Establece un paralelo entre las protestas de los años 70 en contra de los matrimonios interraciales y las del año 2012 en contra de los derechos del matrimonio homosexual. La imagen dice en inglés: "imagina qué tan estúpido te vas a ver en 40 años". Se encuentra en este enlace http://weknowmemes.com/wp-content/uploads/2012/05/imagine-how-stupid-you-are-going-to-look-in-40-years.jpg
Que esto sirva para reflexionar.
Amigos, la Asociación de Teólogas Españolas ha publicado unos comentarios a la encuesta de familia ordenada por el Papa Francisco. A continuación copio apartes del documento y la dirección donde lo pueden encontrar.
ReplyDeleteASOCIACIÓN DE TEÓLOGAS ESPAÑOLAS (ATE)
http://media.wix.com/ugd/0a71a9_e4c628dec0514a40933ef8f1ad10e69c.pdf
Consideramos muy positivo el hecho de que el Papa Francisco haya querido que se pregunte a todas las Iglesias locales y que todos los creyentes hablen […] consideramos positivo […] que las primeras afectadas, las familias, puedan tener una palabra no dirigida ni interpretada sobre estos temas[…].
La mayoría de los creyentes considera que los documentos del Magisterio sobre la realidad familiar son escritos lejanos, irreales, autorreferenciales, con un lenguaje ampuloso y vacío; documentos hechos desde posiciones dogmáticas rígidas, desconectados de la realidad familiar que desconocen; documentos donde hay más condenas que orientaciones plausibles y esperanzadoras.
Se sigue utilizando el concepto de Ley natural, cuando este concepto es muy discutido desde hace ya unas décadas.
Aplicado este tema al matrimonio y la familia hay que decir que el matrimonio es una institución que ha ido cambiando a lo largo del tiempo y que, aún hoy en día, es culturalmente diversa. Como es sabido, en sus comienzos, el cristianismo aceptó las formas culturales de matrimonio de cada lugar.
Detectamos en los documentos eclesiales y en sus prácticas pastorales una idea demasiado cerrada y estrecha de lo que es y debe ser la familia. Pensamos que sería mejor mirar primero la realidad de “la familia” y ver que es múltiple, diversa y cambiante. La “familia” ha evolucionado mucho en sus formas y en su problemática y no es posible acercarse a ella desde un patrón que pertenece a otra época, en la que hubo tipos de familias diferentes, con aspectos positivos, pero con otros muy negativos.
Las familias actuales son plurales en sus formas y, no siempre, las formas más tradicionales procuran personas más sanas. Hay matrimonios casados por la Iglesia que son un infierno; la violencia machista se da en hogares tradicionales, mientras en otros hogares menos tradicionales hay amor, respeto, valores humanos y cristianos. El secreto no parece ser la adecuación a las normas “tradicionales” (tradición que suele tener un horizonte temporal más bien limitado). Es necesario detectar los ambientes familiares y las circunstancias que hacen de los hogares lugares de crecimiento, de apertura a los otros y semillero de valores humanos y cristianos.
Observar la realidad múltiple de la familia debería llevar a abrir la mente y a replantear el modelo familiar, a ampliar los esquemas que se tienen sobre lo que es y debería ser una familia, a repensar qué es lo más importante exigible para decir que estamos ante una familia de verdad; algo que, en realidad, han hecho la mayoría de las madres y padres, abuelas y abuelos, a los que les ha tocado cambiar su modelo familiar, aquél en el que habían sido educados y socializados; han aprendido a detectar posibilidades y peligros. Ellos aceptan, si ven amor y responsabilidad, que sus hijos/as vivan sin casarse o se casen por lo civil; aceptan los matrimonios homosexuales de sus hijos (¿por qué no llamarlos matrimonio, si ven en ellos los mismos sentimientos y responsabilidades que en los suyos propios?) Quieren con locura a sus nietos/as tenidos o adoptados por estas parejas.
La sociedad ha dejado de ser hipócrita en cuanto a los hijos de madres solteras, a las relaciones extramatrimoniales u homosexuales. Mayoritariamente, se sabe diferenciar cuándo algo es serio y cuándo no lo es, cuándo hace bien a las personas y cuándo las destruye.